Gritos surgen entre las llamaradas a lo lejos. Todos corremos, mi hermano llora con los gemidos de los heridos y yo guío a mi familia a través del bosque al amparo de la negra noche. Una rata, con el chapucero inglés de un pobre esclavo nos delató. El túnel ya estaba terminado y todos estaban escapando por él. Nosotros éramos los últimos. A nuestras espaldas el fuego, los gritos y los disparos. Cómo una pesadilla de la que intentamos huir. Mis padres, cojean y vacilan echando la vista atrás. Yo no quiero ni mirar… Si al menos tuviéramos un candil... Aparto las ramas una tras otra, como zarpas que tratan de retenernos para que paguemos nuestro crimen. Nosotros huimos…pero adónde. Atrás queda la mansión, y más lejos aún queda lo que solíamos llamar hogar. Si tan sólo la condesa no hubiese tenido la ocurrencia de pedir más vino… Intento no llorar recordándolo…Mis padres aún no entienden como han acabado las cosas así y mi hermano está muy asustado del fuego. “¡Dey ar skaipin, ran!¡Ran!”por siempre resonarán esas palabras en mi cabeza… Suerte que mi hermano llevaba un candil en la mano. Suerte que yo sé inglés.
Me he quedado meditando por un buen rato, para tratar de dilucidar lo que ha podido acontecer en este microrrelato. Creo que el candil del que se habla que tenía su hermano en la mano, es el detonante del incendio, pero no logro hilar el hecho de que la Condesa pidiese más vino con el hecho de que todo eso ocurriese. A menos que por alguna razón se le fuese la cabeza con el vino, asustase al niño, le cayese el candil y al final, ocasionase ese terrible incendio. Quizás. El relato en sí está bastante bien, pero para mí queda un poco abstracta la trama, al no dilucidar bien el qué pasó. En cuanto a redacción, veo muchas frases sueltas y pocos párrafos formados. Muchos puntos suspensivos que bien se pudiesen haber suprimido. A mi parecer, te falta pulir un poco la narrativa, pero tienes buenas e interesantes ideas. En fin, seguiré leyéndote si tengo ocasión. Un saludo.
