Lluvia sabor a lagrimas

Lluvia sabor a lagrimas​

Oneshot​

Poco a poco aceleré mi paso y empecé a correr.
Odiaba la lluvia, la aborrecía.
Las gotas empezaban a aumentar y yo me desesperaba cada vez más.
Utilicé mi capucha y me la puse en la cabeza, mientras esperaba bajo un techo de una tienda a que dejase de llover.

¡Hubiera traído mi paraguas!
¡Es más, no hubiera salido!

Bajé mi cabeza para mirar el piso y empecé a patear varias veces con violencia el portón de metal que cerraba la tienda, esperando a que el sonido que resonara de él me impidiera escuchar el agua caer al piso.

—¡Hey, tú! ¡Deja de patear el portón de mi tienda! No fue barato comprarlo y tu acabarás pagándolo, niña tonta.

Escuché unos regaños detrás de mí, lo que hizo helarme inconscientemente y dejar de patear.

—Si eres una ladrona, olvídalo. No hay nada más que antigüedades.

—No... no soy una ladrona —susurré en mi defensa, mientras ponía mis manos en los bolsillos por el frío que se empezaba a sentir.

—Entonces no tienes excusa por patear mi portón, ¿no ves la lluvia? Ya deberías estar en casa.

—Ya iba para allá, no tenía paraguas así que...

—Así que pensabas robar a mi tienda, ¿no es así? Muéstrame tu rostro.

—¡No soy una ladrona! —Volteé hacia donde él se encontraba, subí mi cabeza y me quité mi capucha, entonces lo reconocí.

En cuanto noté que supo quién era ignoré la lluvia y corrí lo más rápido que pude hasta que resbalé y quedé de un centón en la banqueta mojada.

—Eso debió doler —Escuché su voz detrás de mi.

—¡Vete! —grité con la esperanza de que no notara mis lagrimas.

—No.

—¡Dije que te fueras!

—¡No me iré!

Escuché caer un paraguas, y segundos después sentí sus brazos enroscados en mis hombros.

—Te pedí disculpas una vez y me dejaste de hablar, te pedí de nuevo disculpas y no te vi en un mes, la tercera vez que me disculpé nunca te volví a ver... ¡Yo no tuve la culpa!

—No sé de qué hablas, ni siquiera te conozco.

—No mientas —Escuché su murmullo—, sé que eres tú, Angelique.

—No... No soy yo —tartamudeaba, intentado que no se escucharan mis lagrimas.

—¿Recuerdas aquél día de lluvia? Habíamos acordado vernos en el parque que los dos conocemos; pero —Paró por unos segundos—, algo nos impidió encontrarnos esa vez. Tú enfermaste de pulmonía por haberme esperado tantas horas incluso aunque odiaras la lluvia, y desde ese día hace tres años me dejaste de hablar.

—Cada día que llueve, no solo me acuerdo de la muerte de mis padres, sino también de esa vez en la que por esperarte casi moría.

Las gotas empezaban a aumentar, pero no las sentía porque él me estaba cubriendo de ellas.

—Sabes más que nadie que lo lamento con el alma, si tan solo yo...

—Ponerlo de la forma en que lo dices me haces parecer la mala –rezongué al momento en que trataba de zafarme de él.

—Hasta que me digas lo que realmente quieres decirme, no te soltaré —Dicho eso me abrazó con más fuerza— ¿Me perdonarás? ¿Qué... —pausó—, qué sientes por mí?

No sé qué esperaba de mí. Habían pasado años ya desde que nos dejamos de ver y el estaba ahora atrás de mí, esperando una respuesta.

—¿La verdad? ¡Bien! La verdad es que yo... Yo... Tengo frío —Me excusé, y luego lo sentí más cerca de mí.

—Siempre has sido tan cerrada a lo que sientes, Angelique.

Y gotas empezaron a rozar mis mejillas pero éstas salían de sus ojos, y empecé a balbucear.

—Me... gustas, tú-tú lo sabes... No sé cómo me sigues gustando, pero así es.

—Y yo nunca te he olvidado.

De pronto sentí cómo me levantaba y me cubría de la lluvia con el paraguas.

—¿Me estás perdonando, verdad?
Asentí con lentitud, miré al cielo y sonreí al ver la lluvia parar.

Y poco a poco enpezamos a recordar y conversar lo que habíamos pasado juntos.

—Te amo —Escuché que me susurraba—, y no dejaré que estés sola bajo la lluvia de nuevo.

Es increíble los recuerdos que salen a la luz cuando estás bajo la lluvia, y más si es bajo una lluvia sabor a lagrimas.