Microrrelato Las nueve

Las nueve

Dejó todo listo; el jabón y las esencias estaban cerca de la bañera llena de agua tibia. Salió de ahí y se asomó a la sala, sus ojos se encontraron con la cabellera espesa que se enredaba encima del sofá.
--Rani, ya debe estar listo tu baño.
--Sí, querido.
Ella pasó a su lado sin hacerle caso y se metió al baño, ni siquiera le dio las gracias. Él simplemente apretó los puños y observó el reloj; faltaban diez para las nueve.
--Podríamos ir a tomar un trago al bar –sugirió, inocentemente, como si no supiera ya lo que ella hacía, como si se sintiera feliz.
Escuchó su voz promiscua contestar que estaba cansada, por supuesto, después de haberse enredado en sábanas ajenas.
--Lástima, se está bien aquí. Preferiría quedarme, si no le molesta.
Tal vez Rani estaba enfadada, casi nunca le hablaba de usted, pero qué importaba si ella no valía nada.
--Bueno, sí –respondió.
De pronto, mientras él buscaba en el closet, debajo de su maleta, entre la ropa; ella le preguntó la razón por la que había estado tan serio la última semana. Tuvo que hacer su mayor esfuerzo por no confesarle lo que sabía. En cambio, él negó estar enfadado, pero ella insistió y hasta su voz parecía preocupada; la falsedad sólo lo hizo rabiar más.
--No es nada, después pasa.
No había podido tragarse el tono irritado y ella debió notarlo, a pesar de la puerta cerrada, porque se quedó callada.
Faltaban dos minutos y él no la encontraba entre toda la ropa que tenía en la bolsa de plástico. En su ansiedad, empujó la maleta y ésta cayó al suelo.
--¿Qué fue eso? –la escuchó preguntar, mientras él sonreía al encontrar la pistola.
--Nada, nada.
Por fin, ya eran las nueve.