La niñera. (SasuSaku)

La niñera. (SasuSaku)

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[N/A]

¡Hola! :3 Bueno, aquí traigo un SasuSaku a comisión de SabrinA. ;’3 Tardé en hacerlo pero lo terminé, dearlA. *-* (¡Ahora quiero mi SasuIno D:<!) Es un long-fic compuesto de varios one-shot’s. Tiene OoC en Sasuke-chan, espero que no sea nada grave ya que aquí él tiene sólo doce añitos. *verguenza* Pero bueno, aquí se los dejo. ÒwÓ Dedicado a Sabrina, Bethany, Kuroi Sakura, y a todas las fans de la pareja pedófila. xD

Autor: KaoriSama/Tsubaki/ asdf


Título: La niñera.


Pareja: Sakura x Sasuke.


Clasificación: K+


Advertencias: OoC, AU, cosas pedófilas y no sé qué más. e__e


Género: Romance/Comedia. (O al menos eso creo)


Sumario: << Aborrecía sobre todas las cosas tener niñera. Pero ¿qué podía hacer? Claramente nada. Sin darse cuenta, se enamoró de ella; ella, teniendo en mente las consecuencias, se enamoró de él. Pero, ¿cómo estarían juntos si eran diferentes de edad? Por eso dicen que el amor puede más que la edad>>

Dedicatoria: Como dije antes: Sabrina, Bethany (que no sé donde se ha metido ToT) y Kuroi Sakura.

¡Espero que les guste! :3

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[FONT=&quot]La niñera[/FONT]​

One-shot I: Boku wa Sakura! (Sábado)


Bufó con ira, sintiéndose obligado a recibir tratados de un bebé. No quería admitirlo, pero sí. Tenía que soportar aquella obligación por parte de su matriarca. La observó a los ojos con fastidio —como si la estuviese desafiando con la mirada— y bufó nuevamente para que ella se diera cuenta de su estado.

La morena sonrió con cierta gracia acumulada en sus emociones. Realmente le ocasionaba una sensación risueña visualizar a su procedente lleno en cólera, pero de manera cómica. Colocó su mano derecha sobre la cabeza del pequeño y lo despeinó como es normal en muchas madres.

Él hizo un sonido que recalcaba su incomodidad, por lo que la señora dejo de desorganizar sus hebras azabaches, al igual que las de ella.

—¡Vamos, Sasuke-chan! Ella es muy gentil y dulce. Te divertirás mucho y le tomarás mucho cariño —habló llena de apacibilidad la mayor en la escena. El niño se tiró en el sofá con desgana, ahogado en cólera.

—¿Por qué me debo quedar con una niñera? —espetó no exactamente gritando, pero sí con molestia. Él no era ese tipo de chicos escandalosos a pesar de su corta edad, pero sí era algo impaciente.

La dama se sentó junto a él con mucha elegancia, que se notaba en su manera de descender. Estaba apoyando su rostro en la palma de su mano lleno de aburrición, cada vez incrementando más su desagrado.

—Debo hacer este viaje de negocios. Desde que tu padre ya no está… ahora somos Itachi y yo quienes nos encargamos de la empresa. Se paciente, Sasuke-chan —suspiró media triste al recordar lo de su difunto esposo. Él hizo lo mismo.

Reinó un lapso de tiempo lleno de silencio, en el cual sólo se podían escuchar los grillos que cantaban desde afuera de la casa. Era la hermosa voz de la naturaleza nocturna susurrando que todo estaría bien para el Uchiha.

El joven parpadeó un par de veces hasta que al fin pudo exhalar unas pocas palabras.

—Hm. Sabes que haré esto sólo por la empresa. No quiero estar con una niñera; ¡puedo cuidarme solo! —exclamó el masculino dependiente.

La matriarca sonrió rebosante de astucia.

—Eso es lo que dicen todos los niños de tu edad. Además, iré al país vecino; Suna, el cual está a muchos kilómetros de aquí —explicó con sabiduría maternal. Un poco corrupta, pero al mismo tiempo llena de amor, como se supone que es una madre.

El chico tan sólo resopló resignado ante los argumentos de su superiora. Era normal que ella lo venciese en cuanto a pruebas, por lo que él vivía en un mundo lleno de derrotas ante la aludida.

La fémina ascendió del mueble y se retiró de la sala, para dirigirse a su habitación a preparar lo que le faltaba, lo cual ya no era casi nada. Sólo unos ropajes que irían en su maleta y su abrigo. Así estaría preparada para partir.

(L)*~*~*~*~*~*~*~*~*~*~* (L)​

El tiempo pasaba a una velocidad casi imperceptible. El tik tok del reloj colgado en la pared derecha de la sala resonaba una y otra vez haciendo eco en la mente del infante, lo cual ya lo tenía irritado; por lo que se dedicó a encender aquella caja electrónica que estaba enfrente al sillón.

Pasaba con monotonía los programas que se presentaban en el aparato de tamaño regular.

<<No hay nada bueno que ver…>>, pensó irritado en sobremanera. Era casi increíble que un sábado no habían canales de entretenimiento para él.

¿Deportes? No. ¿Canal educativo? No. ¿Cocina? No. ¿Moda? ¡No!

Todo era tan aburrido… Hasta que sonó el singular sonido del timbre en la puerta principal; lo cual no preocupó para nada al joven, por lo que la madre del aludido se dedicó a abrir la entrada.

—¡Pasa, adelante!

—¡Muchas gracias, señora Uchiha!

Eran voces que se podían oír. La de su matriarca,… y la de otra chica. Una voz que de inmediato llamó la atención del niño, haciéndolo voltear bruscamente el rostro hacia la procedencia del sonido… o por lo menos hacia donde le indicaba su sentido auditivo.

En ese instante, hizo aparición en la sala —entrando por el pasillo que conectaba la entrada con la pieza— una joven colmada de complejas cualidades que la llenaban de singularidad.

Era sinceramente hermosa. Desde arriba se podían apreciar sus hebras craneales largas y de una tonalidad extravagantemente rosácea, que al parecer, llegaban hasta la cintura de la fémina.
También estaba su amplia pero linda frente y un poco más abajo aquellas dos esmeraldas que reposaban en sus cuencas llenas de brillo e inocencia.
Sus lindas y delicadas facciones, su blusa rosa y su falda que no era muy pegada a sus piernas… Además de aquellas lindas zapatillas de pequeño tacón.

Pero lo que más le había llamado la atención al infante, eran aquellas dos piedras verdes y preciosas que estaban observándolo sin malicia alguna.
Por primera vez en su vida, tragó grueso.

—¡Él es mi hijo menor del que te hablé, Sakura-san! —espetó con libertad y ansias la morena a la recién llegada.

La chica de cabellos rosados sonrió.

—¡Oh! Entonces tú eres Sasuke —exclamó maravillada ante el lindo rostro del infante—. ¡Mucho gusto! Soy Sakura, yo seré tu niñera.

—Hm. El gusto es todo tuyo —habló groseramente mientras se levantaba del sofá y se alejaba de allí con destino a su habitación.

La recientemente llegada quedó algo confundida. ¿Por qué el masculino la había tratado con tanta indiferencia, sobretodo al saber que ella sería su aya? Eran preguntas así y más las que cruzaban la mente de la adolescente.

La señora con abrigo, maletas y boletos de avión se disgustó ante aquella reacción por parte de su niño. Pero claro; él era así, y así había que aceptarlo. Además de que Mikoto sabía que su hijo se comportaría de esa forma ante la jovencita.

Procedió a disculparse en su nombre.

—Sakura-san, perdona a Sasuke-chan. Ya se está creyendo un “hombrecito” y dice que se puede cuidar solo —masculló con irritación la matriarca.

Sakura volteó a observarla con una sonrisa.

—Tranquila, señora Uchiha. Yo lo tendré todo bajo control —habló con astucia recalcada.

Antes de irse, la mujer fue al segundo piso a despedirse de su hijo con un beso en la frente además de un muy dulzón y cariñoso “te amo, hijo”.

—¡Nos veremos en cinco días! —fue lo último que dijo antes de subirse en aquel taxi que la llevaría al aeropuerto. Ambos, la adolescente y el infante se despidieron agitando su mano.

Después de eso, los dos ingresaron nuevamente al domicilio Uchiha. Sasuke no dijo nada, y se dirigió directo a su habitación, pues como de costumbre, él se acostaba a las 9:00 PM. Una hora muy buena para un niño de su edad.

Aquello sorprendió un poco a la aya, pero se atrevió a interrumpir el ascenso por las escaleras del niño.

—¡Eh! ¿A dónde vas?

—A mi habitación… para dormir —habló en seco el varón.

Ella se limitó a sonreír.

—Pero pensé que podíamos conocernos un poco más… Así nos llevaríamos mejor —con inocencia fue planteando cada palabra en sonido, mas a él no le importó.

—Hoy tuve práctica de fútbol y estoy exhausto —sentenció con una incómoda indiferencia—. Me voy a dormir.

Y así, el infante prosiguió con su ascenso al segundo piso por aquellas escaleras. Al irse, la fémina de pelo rosáceo se tiró con desgana en el gran mueble de la sala. Sabía que lo que le había tocado no sería fácil, y mucho menos con aquel niño; aún así, le estaban pagando bien.

Quedó mirando el techo por unos segundos, y de su gran bolso lleno de ropa, cepillo de dientes entre otras cosas, sacó un lindo blackberry con tapa color rosa pálido. Marcó unos números y lo colocó en su sentido auditivo.

Esperó a que contestaran.

—¿Sí, Hinata? Habla Sakura. Dile a Ino que no podré ir a la reunión. Por… cosas personales.

—E-Está bien, S-Sakura-chan —y dicho aquello por la Hyuuga, cerró su móvil y se dedicó a si misma unas palabras.

<<Prepárate, Haruno; esto no será fácil>>

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Fin del primer one-shot. Todos están conectados, pero son diferentes. :) Espero que les haya gustado. ¡Pronto el segundo!

¡Adiós! :rosa:

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One-shot II: De todas las flores, te escojo a ti.

One-shot II:De todas las flores, te escojo a tí. (Domingo)


Se encontraba aquella escultura humana sentada en el mueble del salón principal de la casa, leyendo una enciclopedia de medicina perteneciente al segundo grado de secundaria. Obviamente ella estudiaba dicha materia y soñaba con la fantasía de algún día ser la cabecilla de un hospital.

Eran alrededor de las 7:00 AM de aquel domingo que al parecer, sería muy aburrido para la aya presente. Recargaba su delicado semblante en su mano derecha, y con la otra sujetaba el libro; sus orbes estaban muy agotados además de que poseían ojeras bajo los mismos, lo cual empeoraba su estado.

Estaba rebosante de cansancio gracias a la noche en la que tuvo que permanecer toda estudiosa, agitada porque en un par de días recibía su examen final de medicina. Sabía que estaba exagerando, pero realmente ella era perseverante.

Pasó una hora, en la que al fin dejó de observar y analizar aquel manual, para dedicarse a preparar la primera comida del día, que sería para ella y el crío al que cuidaba.
Se dirigió con pesadez a la cocina.

Sacó del refrigerador un recipiente con pelotas blancas y algo ovaladas, que parecían un poco frágiles; también tomó de encima de la nevera una caja rectangular y leche.

Prosiguió a preparar pancakes con huevos, además de jugo natural de naranja. Ese desayuno de seguro que animaría al amargado de la casa.

—Espero que este menú por lo menos lo aliente un poco… —dijo para si misma entre risillas.

Con mucho amor, fue batiendo la leche con el polvo de pancakes y huevos; llegando así hasta el punto que ella esperaba. Vertió precariamente la masa algo líquida que había resultado de la mezcla en aquel sartén, para preparar lo deseado.

Una vez listo, comenzó a exprimir las naranjas; consiguiendo así que éstas expulsaran un detergente anaranjado y al parecer amargo, pero que serviría de alimento al jovenzuelito.

Después de todo listo, colocó los platos en su lugar —dos platos para dos sillas— y acomodó los pancakes, el jugo y los tenedores en su respectivo sitio. En medio de la mesa situó un fino y delicado florero con una rosa en sus adentros, dándole así, el toque final al desayuno.

Se sentó nuevamente en el sillón a esperar que el niño se despertara.

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Abrió sus pozos, sintiendo que estaban juntos con pegamento. No podía creer que después de dormir tanto, aún seguía cansado. Se sentó en su cama y contempló el día desde su ventana; al parecer llovería, pero eso no le importaba (como de costumbre).

Suspiró.

Lentamente se dirigió a la ducha conectada a su cuarto, para quitar las impurezas de su piel. Esperaba un buen desayuno en la mesa cuando llegara.
Se deshizo de sus ropajes e ingresó a la tina. Abrió la llave que traería el agua desde arriba, y empezó a relajarse gracias a que el líquido que masajeaba su piel.

Entonces fue cuando recordó lo del día anterior cuando su madre había dejado la residencia. Recordó unas palabras que le había dicho su cuidadora.

<<Pero pensé que podíamos conocernos un poco más… Así nos llevaríamos mejor>>

Lentamente fue bajando la cabeza para dejar que la poción le bañara los cabellos. Tal vez aquella fémina tenía razón al decir que se debían conocer mejor. Pero… ¡bah, eran sólo cinco días junto a ella! ¿Para qué tanta ceremonia?

Una vez terminado su refrescamiento, se vistió como de costumbre lo hacía. Salió de allí, recordando que en el comedor debería estar su almuerzo matinal. Se preguntó qué le había preparado la adolescente, pero claro que no ganaría respuesta interrogándose a si mismo.

Continuó para bajar las escaleras y encontrarse con aquella mesa muy elegante pero lindamente puesta además de ver a su cuidadora sentada en el gran sofá de la sala donde la noche anterior había dormido.

—¡Buen día, Sasuke-kun! —exclamó eufórica la fémina de hebras pigmentadas con tinte rosáceo.

Él respondió con su típico monosílabo, pero prefirió devolver el saludo con molestia debido a aquellas dos piedras que lo observaban.

—Hm. Buen día —espetó en seco el niño de doce años, aún desde los pies de la escalera.

—¿Cómo dormiste?

Él la observó curveando una ceja y chasqueó la lengua para después suspirar y limitarse a responder la duda de la entusiasmada jovencita.

—Bien.

El joven pasó de largo a ella, se sentó en la mesa y se dedicó a ingerir los deliciosos alimentos que ella había preparado. Para su sorpresa, no sabían muy bien que digamos, pero sí eran comestibles.

Tragó con dolor su primer bocado y prosiguió a dirigirle una mirada algo perturbada. Ella protestó.

—¿Qué pasa? —cuestionó ella con dudas, mas él no respondió—. ¡Oh, me imagino que te gustó tanto que no tienes palabras!

Sakura rió risueña con aquel gesto lleno de dulzura que la caracterizaba. Ante la sonrisa angelical de la Haruno, Sasuke no pudo evitar sonrojarse casi imperceptiblemente.

Giró con brusquedad su rostro y se dedicó a comer con ganas —además de que no quería mirarla a los ojos—. Ella simplemente se quedó con algo de incertidumbre ante aquella acción por parte del crío; pero no podía hacer nada más que dejarlo comer pacíficamente.

—¡Está muy buena la comida! —se apresuró a decir con aquel rubor aún en sus lindas mejillas. Corrió y depositó el plato vacío en el lavabo para dirigirse nuevamente a su recamara.

Bebió el extracto de naranja, dejando el vaso en la mesa. Pero en ese momento, alguien tocó la puerta.

Como Sasuke iba en dirección a la puerta, tomó decisión de abrir la misma; pero lo que se encontró no estaba en sus planes. Sin poder exclamar o decir algo, una de las visitantes prorrumpió.

—¡Frentona! —se escuchó el grito de una de las féminas de pie enfrente a la entrada.

—I-Ino-chan, no g-grites —aconsejó entre susurro una de las chicas, la cual tenía cabellos graciosamente azulinos y perlas colgando en sus cuencas. Toda una escultura.

La rubia arrugó el entrecejo en contra de la anteriormente parlante.

—¡Calla, Hinata! ¡Necesito ver a la frente de marquesina ahora mismo! —volvió a exclamar aquella ruidosa albina, por lo que la aludida “Hinata” se atemorizó un poco como era de costumbre con su amiga.

Desde la sala se podían escuchar los graznidos y chillidos de la tal “Ino”. Claro, que la aya, tan pronto como los percibió, acudió a escena sin tardar mucho.
¡Y vaya la sorpresa que se encontró al ir directo a la entrada! Su amiga la estudiante de psicología, Ino Yamanaka; y su otra amiga alumna en magisterio, Hinata Hyuuga.

Obviamente, sabía el porqué las chicas estaban buscando su presencia. Por la ausencia de Haruno a la pasada reunión que se efectuaría en la mansión Hyuuga, para después ir con sus amoríos al cine.

—Oh… ¡Hola Ino! ¡Hola Hinata! —saludó con algo de vergüenza—. ¿Cómo les va?

—¡Frentona! ¡Estuvimos esperándote hasta las 9:00 PM enfrente al cine! ¿Por qué no acudiste? —chilló la joven “legalmente rubia”.

Sakura torció la boca y rodó los ojos. De su boca se oyó un despedido sonido de mortificación.

—¿Hinata no te lo dijo?

En ese instante, la mirada de Ino se posó en la aludida con rabia, euforia y demostrando que en cualquier momento reventaría de frustración. La Hyuuga, por su parte, bajó con miedo su mirada para descansarla al suelo.

—¡Hinata, ¿por qué no me dijiste nada?! —cuestionó con una vena recalcada en su frente. Sentía que desmayaría a causa de las molestias que a veces su tímida amiga le proporcionaba.

—¡P-Perdón, Ino-chan! ¡Es que s-se me o-olvidó! —gritaba cubriendo su cabeza con ambas manos.

La joven Yamanaka suspiró con fastidio, tratando de dejar lo ocurrido atrás. Miró a su mejor amiga desde la infancia y comenzó a comentar intentando parecer alegre.

—¡Bueno, Sakura! Entonces dime tú porqué no fuiste.

La aludida se acercó con cuidado para susurrarle las razones a su amiga. Realmente sentía algo de vergüenza con lo que debía cargar en esos instantes; pero eran sus mejores amigas, así que debía contarles.

—E-Es que yo… estoy trabajando de niñera —susurró al oído de la rubia esbelta de orbes celestiales. Ella no tardó mucho para inmutarse.

—¡¿Niñera?! ¿No pudiste conseguir algún otro trabajo?

—No conseguí ningún otro… Traté de trabajar en la cafetería de Shizune-san, pasear perros, sobre todos los de Kiba; e incluso lavar autos. Pero ninguno me dio los resultados que yo esperaba —explicó con molestias la fémina Haruno—. Además, ¡aquí me pagan bien!

La Yamanaka curveó las cejas con sorna y una sonrisa de lado. Miró que junto a su amiga se encontraba un muy lindo “pollito”. Se maravilló ante aquella carita inexpresiva por parte del niño, y no hizo más que exclamar —como era de costumbre en este tipo de cosas—.

—¡Pero qué lindura! ¿Él es el niño al que cuidas?

—¡Sí! Se llama Sasuke Uchiha.

—¡Uy, me uniré a tu campaña amiga! ¡Es un retoño muy tierno!

Pero sin esperar respuesta por parte de Sakura, el niño Uchiha respondió como si supiese lo que diría.

—¡No! —prorrumpió el aludido. El trío de femeninas tan sólo se extrañó ante aquella reacción; sobretodo Sakura. Al haberse dado cuenta de aquello, corrigió de inmediatamente—. E-Es decir… ya es mucha molestia con ella. ¡Con dos no soportaría!

Y dicho aquello, el niño salió disparado hacia su cuarto con un sonrojo en sus níveas mejillas. No quería creerlo, pero la única razón por la que había interrumpido aquello, era porque no quería que alguien estuviese en la casa… que no fuese Sakura.

Se tiró al mueble de su habitación y suspiró. Sintió algo de frustración y vergüenza por lo que había hecho; pero, al recordar la imagen de la fémina Haruno, una sonrisa inocente se formó en su rostro.