Drabble La maldición de Boo [Super Mario 64]

La maldición de Boo​

Su día a día se repetía continuamente en un bucle. Esperando en aquella habitación, escondido en aquel cuadro, hasta que alguien despistado decidiese entrar y así asustarlo e ir restándoles poder vital. Pero ese día Boo se sentía aburrido, ya estaba harto. Ya hacía tiempo que no les perseguía por asustarles o cumplir el cometido que alguien —¿quién? se preguntaba cada día— le había impuesto. Si no que lo hacía por intentar salir de allí, por intentar ver más allá de lo que su forma fantasmal le permitía dentro de esas cuatro paredes. Pareciera mentira que alguien como él, que podía atravesar paredes sentía como si las cuatro paredes que cercaban la sala fueran inquebrantables, por lo que su única opción era salir por esa puerta. Aunque siempre terminaba dándole el personaje de turno con la puerta en las narices.

Sumido en sus pensamientos esa vez no notó al instante la presencia de Mario, que venía dispuesto a quedarse con tantas monedas como pudiese, aún si eso implicase acabar con la vida de aquel pobre Boo.
Pero Mario reparó en que el Boo lucía aburrido, como desprovisto de la maldad que le caracterizaba. Su risa malévola se le antojó un llanto melancólico. Así que se le quedó mirando. Y Boo miró a aquel fontanero de poblado mostacho, pensando que quizás le hubiese entendido.

—¿Qué diablos pasa aquí? —dijo Mario con ese acento italiano que le caracterizaba.

Boo le miró con esperanza, pensando en que quizás por fin obtendría una salida a esa monótona situación que estaba condenado a revivir día tras día.

—¿Tú no deberías ser diferente? —Mario se rascó la barbilla pensativo.

Tras esa pregunta Boo dio saltitos alegre, parecía saber que le ocurría algo sin siquiera haber dicho una sola palabra. Pero tenía que ser prevenido, tenía que saber si podría confiar en el fontanero de gorra roja. Este seguía pensativo, cuando dio un salto como si hubiese entendido todo por fin.

—¡Esto es obra de Bowser! ¡Seguro! ¡Eres una ilusión óptica que esconde a la princesa Peach! ¡A mi amada!

Tras esas palabras Boo cayó al suelo desilusionado. Lo que pareció alertar a Mario de que se equivocaba y esto al saberlo hizo lo propio, acabó de un puñetazo con el Boo para conseguir las monedas que buscaba.

—Da igual, este maldito se volverá a repetir, —pensó Boo aburrido mientras desaparecía momentáneamente, hasta que Mario saliese de la sala— ese Mario es un tremendo inútil, no me extraña que siempre le roben a su princesa.