Hija del misterio

Historia echa para la actividad de Kai http://fanficslandia.com/index.php?threads/actividad-enmascarados.24567/ espero que les guste. Hize un intento de suspenso tensionante. (o algo así) ojala lo consiguiera.​

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Hija del misterio​

Aquel baile no era más que diversión y copas. De entre la multitud se abría paso con elegancia, haciendo ondear su abanico con regocijo sin quitar la vista de la gente. Su vestido rojo era indescriptible, envidiable a simple vista.
Con la frente en alto saludaba cortésmente. Y tras su máscara pálida y carente de alegría, se escondía un par de ojos lujuriosos.

Tras horas de lo mismo un grito aterrorizado invadió el espacio acallando a la multitud.

— ¡Dios mío! —La mujer de vestido verde agitaba las manos con desespero, manchadas de sangre y llanto.
Miraba a todos lados con notable desespero; rodeada por todas aquellas máscaras, vestidos de gran anchor y susurros.

— ¿¡Qué ha pasado!? —Salió de la multitud un hombre. A los ojos de todas e infortunio de otros apuesto y joven.

— ¡Alexander! —Dijo la mujer sin cambiar su nerviosismo.

—Anastasia… —Observó cada gota de aquel líquido que le manchaba de culpa.

—No. No es lo que piensas —Miró su vestido y las lágrimas brotaron —… ven por favor. Debes verlo con tus propios ojos — rompió en llanto. Ella observaba sigilosa y alerta.

Alexander asintió y le siguió los pasos a la mujer bañada en sangre y desesperación.

La gente comenzó a hablar más alto. Esa era su oportunidad.


…


En la sola puerta se sentía un frío y un horrible mal presentimiento, cómo si te sacaran el alma del cuerpo de un solo tirón. Alexander no era la excepción, no se sentía cómodo con la atmósfera, simplemente no deseaba entrar.

—Anastasia ¿qué es lo que sucede? —No respondió y dejó escapar un sollozo.

Abrió la puerta y un peculiar chirrido se hizo presente, su curiosidad y temor se mezclaron agobiando la joven mente de aquel que ahora observaba la peor escena que pudo haber visto en su vida.

Sus pupilas se dilataron y un grito ahogado escapó de sus labios. Allí frente a él, crucificada en la pared estaba a la que más había amado en su vida. Una niña de once años derramando sangre por cortes profundos y en sus delicadas muñecas, clavadas sin piedad se encontraba cuchillas que la misma mansión tenía como adorno. Su rostro infante lleno de moretones estaba lleno de tristeza, las marcas de sus propias lágrimas dejaban ver que había sido torturada en vida, ¿¡quién sería capaz de cometer tremenda locura!?

Sus piernas temblaron e impactaron contra el suelo al leer aquel mensaje del muro junto al cadáver.

Aquel que no ha vivido el dolor en persona, que lo sufra sin piedad​

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Simplemente estúpido. Entre los invitados o empleados de la casa había algún sicótico.

—Vaya. Era hermosa la pequeña —Sonó una voz tras de si. Miró y encontró la imagen de una mujer vestida de rojo; su máscara inexpresiva no permitía verle el rostro, pero a duras penas se distinguía un par de ojos grises.

— ¿Quién…?

—No hay necesidad de preguntar quien soy —Se acercó a la niña y acarició su rostro — ya que ciertamente no existo en este mundo de lujos y comodidades ¿no cree?

Abrió los ojos con sorpresa.

— ¡Fue usted! —La joven se echó a reír.

— ¿Y cómo probarlo?, ni siquiera manchas de sangre tengo en mi traje. —Hizo un ademán mostrando su vestido.

— ¡Maldita sínica! —Soltó Anastasia con rencor y notable nerviosismo.

—Vaya. Viene a hablar a quién apuntan las pruebas eh… —Echó un suspiro con dramatismo —… ¿cómo sabemos que no fuiste tú?

Quitó aquel objeto que la encubría y sonrió.

— ¿Cómo saber que no estabas enojada y que eso te impulso a hacerlo? —La muchacha de verde se paralizó, mientras la invitada caminaba a su alrededor.

—Después de todo… la odiabas.

— ¡Que se vaya! —Temblaba y su hermano no creía lo que veía.

—Bien. Me iré, pero ya sabrá tu hermano cómo solucionar este “inconveniente” —Llegó hasta la puerta.

— ¿Cómo es que sabe tanto de nosotros? —Alexander hizo acto de presencia aún estando en shock.

—El conocer es un don que tengo. Pero no es la única razón —Comenzó a cerrar —… el que viniera a la fiesta no es una coincidencia. No estaba invitada.

Y se fue. El ambiente se torno en torno a Anastasia, que abrazaba sus piernas y miraba la nada con una sonrisa tenebrosa.

—Aquel que no ha vivido el dolor en persona, que lo sufra sin piedad —Repetía batiéndose hacia delante y atrás.


…


De las tinieblas una sombra en las calles pasó de improvisto, un vestido rojo y una máscara sin expresión ni vida.



Fin.