Drama Felicidad enfrascada

Felicidad enfrascada​

Se sintió por demás mal mientras escribía en su blog como su padre volvía a golpearla indiscriminadamente mientras le gritaba lo de siempre; lo decepcionado que estaba de ella por traer tan poco dinero a la casa y por ser una buena para nada. Ella se esforzaba en trabajo. Era cierto, no tenía el mejor empleo ni mucho menos el mejor salario, pero lo que hacía lo hacía con todo su esfuerzo. Y con un nudo en la garganta continuaba escribiendo como su madre, de nuevo, ignoraba aun cuando la buscaba con su mirada, sin embargo, ella la ignoraba. Su madre era sumisa a él. Lo prefería antes que a ella, a quien dio a luz. Y para colmo,su madre se humillaba como persona al continuar con semejante hombre machista ¿Que por qué no salía de esa casa? Por ella, su progenitora. ¿Cómo podía dejarla sola si cuando no estuviera ella sería a su madre con quien se desquitaría?

Una lágrima surcó su mejilla al terminar ese párrafo. Qué patética era. Había ocasiones, como ahora, en la que se preguntaba por qué había venido a ese mundo. Por qué tenía que sentirse de esa forma. Sí, era cierto, al escribir en su blog se desahogaba, sin embargo, también se sentía decepcionada de sí misma por escribir eso. Continuó escribiendo hasta que se sintió satisfecha.

Se quedó ahí con mirada nublada hasta que despertando de su embobamiento cerró la pestaña y se paró de la silla para observar su triste habitación, la que estaba en completa oscuridad. Se sentó en la cama y dirigió su vista al bote amarillo de pastillas que descansaba sobre la mesita. Tomó el bote y lo manoseó, de nuevo esos sentimientos volvieron a ella; esos deseos incrementaron mientras destapaba el bote y movía las pastillas con aquellas ansias de tomarse todas las que había; llevárselas a la boca y beberlas, solo así, quizá, podría llegar a sentirse verdaderamente feliz. Añoraba sentirse bien consigo misma, de ser feliz. Solo sacó una y la observó para luego llevarla a la boca y tomársela en seco.

Solo se debía tomar una.

Solo una.

Se sentía demasiado mal, terriblemente mal. Se levantó y se dirigió al espejo, el que estaba tapado con una sábana, lo había echo porque se aborrecía mirarse, tragó saliva mientras quitaba el manto y se observó. Sus labios temblaron al ver su rostro y un sinfín de lágrimas salieron de sus cristalinos ojos. ¿Por qué se sentía de esa forma? ¿Por qué tenía que vivir esa vida? Se limpió con frenesí el agua mientras escuchaba la puerta de la cochera ser abierta. Sus padres habían llegado de la compra. Se limpió la nariz y respirando hondo salió para recibirlos.

Escuchó a su madre subir por las escaleras y ella abrió la puerta. Ambas se sonrieron.

—Hola, hija, ¿qué tal te fue hoy en el trabajo? —la recibió con su típica voz amigable.

—Me fue muy bien —contestó mientras observaba, desde el pie de las escaleras, a su padre cargar varias bolsas.

—¿Necesitas ayuda?

—Hay más de donde vinieron éstas —contestó el hombre una vez que las dejó en la cocina. La miró—. ¿Cómo te has sentido? ¿Mejor?

—Sí, mucho mejor.

—Me alegra escuchar eso —finalizó el hombre con una sonrisa en su rostro.

Ella… se sentía una basura.

Deseaba con todo su corazón tener esa familia y vida horrible que tanto describía en su blog, porque así tendría justificación para sentirse la basura de persona que era.

No tenía el derecho de sentirse como se sentía porque tenía unos excelentes padres, buenos amigos y un trabajo estable.

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