Coraje el Perro Cobarde Estrella Fugaz [Coraje el perro cobarde]

En la oscuridad de la noche había muchas cosas que terminaban asustando a Coraje, solía moverse inquieto por la cama, pero hoy no, hoy frente al cielo estrellado que emergía en ningún lugar surgía un breve destello.

— Mi querido Coraje —dijo Muriel acariciando su cabeza amorosamente — ¿A caso estás viendo las estrellas? — preguntó mientras daba un sorbo a su té.

El perrito afirmó con la cabeza.

—Si

La anciana poso su taza en el borde de la ventana donde se encontraba coraje y poco a poco fue trayendo su mecedora, un plato de galletas y una taza de té para él.

— Que hermosa noche, ¿podría sentarme aquí contigo a ver las estrellas? — preguntó mientras le entregaba su taza.

— Mmmm, muy rico, tecito para mis nervios — dijo para luego afirmar de nuevo con la cabeza y dio un sorbo.

— ¿Sabes?, creo que fue por estas fechas justo cuando Justo y yo te encontramos, eras tan pequeñito.

Coraje se recordó a si mismo llorando y temblando en aquel callejón, un recuerdo tan amargo y al mismo tiempo feliz, pues había perdido a su familia, pero había ganado una nueva, le pareció curioso que fuera precisamente hoy.

Le acaricio su mano a Muriel con su mejilla y observó de nuevo a las estrellas.

— ¡Vaya! ¿esa es una estrella fugaz? — preguntó entusiasmada.

El mismo resplandor en el cielo que había visto coraje había aumentado de tamaño y crecía cada vez más, dirigiéndose justo allí.

— Tal vez deberías pedir un deseo Coraje, he escuchado que las estrellas fugaces suelen cumplirlos.

Pero el valiente perrito sabría que tendría ya todo lo que querría, tenía a ella que lo quería y lo había cuidado, pronto estaría reunida toda su familia, pues aquella estrella fugaz, no era otra cosa, que un cohete que provenía de la luna.

— Yo sería tan feliz, con más Corajes como tu conmigo…—murmuró Muriel dormitando.

Coraje sonrió.