Esperanza

Este escrito es para la actividad "lo que decida el azar" y tiene que ser puntuada del 1 al 5, les estaría muy agradecida saber que puntuación le dan al escrito. Gracias por tomarse su tiempo en leer.
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Esperanza​

¡Voy a ser madre! Aun no lo puedo creer. No puedo terminar de digerir la noticia, la alegría rebosante que vibra en mi interior hace que mi corazón se acelere a mil por hora.

¡Es increíble!

El tiempo va pasando y la sensación de tu pequeño cuerpecito creciendo en mi vientre es tan absorbente que podría quedarme todo el día con los ojos cerrados sintiendo tus leves movimientos. Una patadita. Un giro. Un cambio de posición, todo.

Cuando tu padre regrese de viaje estará orgulloso. Sé que serás un bebé hermoso, la pequeña joya de papá y mamá. Aun no naciste, pero ya te amo, mi pequeña niña, mi rayito de luz.

El movimiento en mi vientre me indica que la idea te gusta. Son mis últimos meses de embarazo, tu padre no ha dado señales de vida. Cuando por fin regresa, no está muy contento por nosotras, y la verdad que trae consigo destroza parte de mis ilusiones.

Momento del parto, algo parece complicarse. Veo a los doctores correr de aquí para allá, entrando de tanto en cuando a mi habitación, tomándome muestras, revisando contracciones y demás. Nunca imagine que los dolores de parto llegasen a ser tan desastrosamente dolorosos.

Entre mis agitadas respiraciones practicadas, escucho hablar algo sobre problemas de parto, tamaño excesivo, problemas con la placenta, asfixia y un cordón enredado que escandalizan mi interior.

No puede ser, temo que algo malo te llegue a suceder, tengo un mal presentimiento.

―Debe entrar a quirófano, ¡ahora! ―ordena el doctor a su enfermera ―comuníquense con la familia, necesitamos autorización para proceder.

―¿Que sucede? ―pregunto nerviosa ―mi bebé estará bien, ¿verdad?

El doctor no dice nada, pero su rostro me dijo todo. Mi bebé estaba en problemas.

―¡Respóndame! ― logro gritar entre las respiraciones pre parto.

―¡Los familiares! ―grita el doctor intentando esquivar mi pregunta urgiendo a su enfermera.

―No hay nadie con ella doctor ―responde preocupada y sorprendida.

―¡Estoy sola! ―aclaro ansiosa ―nadie vienen conmigo, no tengo a nadie, así que dígame¡¿qué diablos pasa?! ―grite histérica procurando mantener la respiración que practique para el parto.

El doctor soltó un suspiro cansado y bajándose el barbijo me lo explicó.

― El bebé es grande señora, y tiene el cordón umbilical completamente envuelto, es un parto de riesgo, este es un hospital pobre donde no tenemos los recursos necesarios para un parto de la magnitud requerida y ―al parecer no era algo grato de decir ―es muy probable que uno de los dos no sobreviva, y tenga que escoger entre los dos. Necesito un responsable y autorización para proceder.

El mundo se me cayó a los pies.

Iba a perder a mi bebé.

―Si tiene que escoger, salve a mi bebé. ―dije decidida ―Yo ya viví mi vida, pero ella recién comienza a vivir. Doy por testamento hablado lo presente. ―seguí hablando con todo el aire que podía, los dolores de parto estaban destrozándome ―mi niña deberá vivir y será entregada a una familia de padres amorosos.

El doctor no sonaba muy convencido.

―¿El padre de la criatura? ―quiso saber el médico mientras me llevaban a quirófano, asumo que buscaba una segunda opinión.

―Es hombre casado, ―dije conteniendo mi tristeza, el doctor volvió sus ojos a mi sorprendido ― me entere hace poco ―completé con voz apagada ―su mujer no permitirá que mi hija viva con él, y mejor si no lo sabe. Además yo no pienso vivir sabiendo que mi hija murió.

El doctor no supo que responder. Parecía que era una situación que no se esperaba. Cuando entramos al ascensor, otra camilla con una mujer que también estaba a punto de dar a luz subió en el ascensor vecino.

La enfermera que iba con ellos y los despachó en el rustico ascensor se acercó al doctor antes de que las puertas se cerraran.

―¿Qué sucede? ―preguntó el doctor al ver la expresión preocupada de la enfermera.

―Él bebe de la otra mujer está muerto, la madre no lo sabe, ―respondió ―estará completamente destrozada cuando se entere ―dijo la enfermera con tristeza ―la pareja se veía tan dichosa de tener a su primer hijo. Es una pena. ―completó.

Miré al doctor, el cual me devolvió la mirada como viendo la solución a mi pesar. Acaricie mi vientre, sería la última vez que la viera, que estuviéramos juntas y tuviéramos algún contacto. Llore, como nunca lo había hecho, tenía miedo, no quería, pero mi bebé necesitaba una mejor vida.

―Cuando mi bebe haya nacido, entrégueselo a esa mujer ―dije juntando todo el valor que pude, refrenando mis ganas de seguir llorando. Tanto las enfermeras como el médico me miraron con sorpresa ―Esa mujer puede darle el hogar y el amor que yo no puedo.

―¡¿Esta segura?! ―pregunto el medico completamente desconcertado.

Asentí con la cabeza, mis ojos no paraban de derramar lágrimas y sentía que mi voz me traicionaría en cualquier momento.

―Tiene mi autorización para proceder, quiero que en los registros de este hospital figure que ambas morimos durante el parto ―miré en dirección a la otra habitación ―entregue mi bebé a esa mujer y traiga conmigo el niño muerto.

―El padre… ―quiso saber la enfermera.

―Si el padre de mi hija aparece, cosa que no creo, solo entréguele dos cadáveres, no es merecedor de esta dicha ―respondí nostálgica mirando mi vientre ―y mi hija merece algo mejor.

Mire a las enfermeras correr en dirección a la habitación vecina, de donde sacaron al padre de la criatura muerta casi a trompicones. El rostro del hombre se veía devastado, triste, preocupado. Esas eran las expresiones con las que yo soñaba ver al padre de mi hija, pero el mentiroso, embustero y doble vida de ese desgraciado nunca las tendría.

―Se lo dejo a usted, ―dije a mi médico ―consiga un hogar seguro para mi hija ―volví a mirar a ese hombre preocupado dando vueltas y vueltas por la puerta donde su mujer gritaba ya con dolores de parto ―tengo el presentimiento de que en esa familia, ella podrá ser feliz.

El doctor me miro sorprendido, impactado por mi decisión. Con una sonrisa nostálgica acepto mi decisión, su rostro canoso se arrugo aun mas, y dándome una caricia en la mejilla me dio la respuesta que ansiaba.

―Así se hará ―respondió con voz grave y segura ―me encargare personalmente de que tu hija pueda vivir como se lo merece, ―y dándome una palmadita en la mano llamó a las enfermeras ordenando que se hiciera como yo lo deseaba.

―Solo una cosa más, por favor ―rogué mientras el sedante iba haciendo efecto y yo perdía el conocimiento ―Esperanza, ese es el nombre de mi hija.

―Esperanza, ―repitió el doctor, sus ojos se dulcificaron ―un nombre muy apropiado para ella.

En mis últimos chispazos de conciencia y visibilidad, pude notar como el doctor se secaba las lágrimas de los ojos; lo puse en una situación difícil, no fue una decisión fácil.

El sedante termino de hacer efecto, en el poco tiempo de vida y semiconciencia que me quedaba, sentí nuestro lazo fortalecerse. Envié a ti todo el amor que sentía, y con solo un pensamiento en mente, cerré los ojos y me deje morir.

― Esperanza, mi bebe. Por la gracia del cielo, deseo que seas feliz.

Fin​