Esa que va vestida de verde

Esa que va vestida de verde

[FONT=&quot]Disclaimer: [FONT=&quot]No es que nadie lo sepa, pero lo repito por si las dudas: Los personajes mencionados aquí, de la serie InuYasha, no me pertenecen en lo absoluto ya que una señora llamaba Rumiko Takahashi los inventó primero. Por lo demás, el argumento, trama o llámese historia, es de mi completa autoría...aunque eso signifique que carezcan de una buena dosis de imaginación.[/FONT][/FONT]​

[FONT=&quot]Summary[FONT=&quot]: Ella se va a transformar en su mundo, y él en su más usado peón. El Duque de Anjou debería haber vuelto a Francia hacía ya mucho tiempo, sin embargo, se había quedado en Inglaterra. Por ella. Para casarse con ella con tal de ocultar una verdad que la destrozaría ante la sociedad. Kagome, en cambio, espera a otro hombre. No a es InuYasha.[/FONT][/FONT]

[FONT=&quot]Esa Puta Vestida de Verde[/FONT]​

[FONT=&quot]by Miyu Sparks[/FONT]​

[FONT=&quot]Prólogo[/FONT]​

[FONT=&quot]Eres[/FONT]​

[FONT=&quot]Lo que más quiero en este mundo, eso eres,[/FONT]​

[FONT=&quot]Mi pensamiento mas profundo, también eres,[/FONT]​

[FONT=&quot]Tan sólo dime lo que hago, [/FONT]​

[FONT=&quot]Aquí me tienes.[/FONT]​

Londres, Inglaterra. 1889

Tomó el vaso sobre la mesita de noche y apuró hacia su garganta el último resto de Chartreuse. Nunca había aceptado que tomaba bebidas alcohólicas porque tenía miedo o estaba preocupado. Tal vez porque ni siquiera él lo sabía.

Así era InuYasha Devauchelle, duque francés que desde hacía muchísimo tiempo debía haber vuelto a su tierra natal, pero no: Estaba muy de pie en su estancia de Londres.

Ah, y que además, no se conocía muy bien sí mismo, claro.

Miró al hombre de contextura gruesa sentado frente a él. Tenía una cabeza calva que a veces brillaba, cuando se topaba con la luz, y su cabello ya no conocía el color. Sus ojos color violetas desaparecían bajo la piel arrugada que caía sobre ellos, parecían ojos tristes.

O, mejor dicho, eran ojos tristes.

Arriba, en el techo, colgaba una araña de cristal eléctrica, alumbrando tenuemente el estudio, que en su mayoría permanecía en penumbras, con excepción de las dos sillas en medio de la sala. Donde estaban sentados ella y él. Sintió un pequeño malestar en el estómago cuando dirigió su vista hacia la mujer. La piel de su cara estaba tan blanca, tan desprovista de vida, que si no se hubiera encontrado con esos ojos suplicantes de esperanza, la habría creído muerta. O enferma.

Probablemente, lo último encajaba mejor con su descripción, aunque no del todo. No podía serlo del todo.

Por un momento mantuvo clavados sus iris satinados en oro con esos caoba-ébanos de la mujer. Pequeños hexágonos tricolores provenientes de la araña, bailaban cruzando su rostro, cuello y el principio de sus pechos a medio cubrir por el escote. Era como una revelación con ese efecto de los cristales en su cuerpo, la personificación de una walkiria. Detuvo sus pensamientos violentamente.

Ella no lo llevaría al paraíso.

-Tu ofrecimiento me honra, como bien lo sabes – carraspeó suavemente el duque. Sus ojos mostraban la sorpresa inicial, era obvio. – Pero sabes que lord Largorn ya ha solicitado la mano de mi hija, y yo he aceptado.

El silencio que duró exactamente tres minutos y veinticinco segundos. Sólo fue transgredido por la tos seca y enfermiza del duque de Berwick. Ella, por su parte, parecía ajena a cualquier sorpresa o conmoción. Era como una estatua perfectamente esculpida, sin rastro alguno de movimiento en sus facciones.

Con calculados movimientos, InuYasha, duque de Anjou (nunca olvidaría que tendría que haber vuelto a Francia, antes que caer en todo, en todo eso), acarició la boca húmeda su vaso hecho con vidrio de murano, esparciendo la saliva y licor en su perímetro hasta que comenzó a cantar. Aquel sonido siempre había llamado su atención, cada vez que lo escuchaba pensaba en el juicio final.

Woa-woa-woa-woa.

Ahora, por supuesto, no lo era, pero eso no quitaba lo acusatorio y definitivo que sonaba para la situación. Dejó de acariciar el vaso. Ya era hora de interpretar su papel.

–Está embarazada – soltó cortante. Se sirvió más Chartreuse y lo tragó rápidamente. – De mi simiente. “De mi simiente” resonó por toda el estudio. Esta vez el anciano tosió con fuerza. Nadie lo socorrió. InuYasha tuvo que tomar otro sorbo de alcohol para no ir y darle unos golpecitos en la espalda. Kagome continuó pétrea a su lado. Cuando su padre se hubo calmado, llegó el silencio.

Era invierno y hacía un frío feroz. La chimenea de mármol negro, al menos, almacenaba leños que se consumían lentamente en una danza infinita, hermosa, dando calor a la estancia, aunque el interior del Duque de Anjou parecía más frío que de lo común. El anciano pestañeó dolorosamente y giró su rostro hacia el perfil de su hija, como buscando respuestas, pero ella no movió ni un pelo, entonces volvió la cabeza a InuYasha.

–Bien, supongo que ya no puedo hacer nada al respecto – murmuró con una voz que parecía venir desde mil millas más allá.

–Gracias por comprender – InuYasha carraspeó y dejó el vaso que había mantenido firmemente apretado durante el prolongado silencio, sobre la mesa. – Ya he conseguido la licencia, nos casaremos en tres días.

Aún confuso, el hombre asintió. Sus ojos violetas destellaron un extraño brillo, antes de hundirse entre las bolsas caídas de sus párpados, y ocultarlos de toda vista inquisidora.

–Bien, creo que ya nos vamos entonces – con dificultad se puso en pie, apoyándose en un bastón para no perder el equilibrio. Cuando estuvo firme, extendió la mano a InuYasha, quien rápidamente se acercó y la estrechó. – Vamos, Kagome. Pero ella no se movió.

–Ella se quedará a dormir conmigo.

El Duque lo miró con sorpresa. ¡Pero si ella no es una puta!, Brilló de repente en los ojos del anciano. No obstante, mantuvo el oportuno silencio, asintió con firmeza, y se volvió a su hija.

–Que descanses, pequeña.

–Buenas noches padre.

Los ojos tristes del viejo se acentuaron cuando vio que ella no iba a añadir nada más. Con los hombros caídos, comenzó a salir lentamente del estudio.

–Yo sólo esperaba que me dijeran por qué – se detuvo en el marco de la puerta, sin voltear. – Si me hubieras dicho que amabas a InuYasha jamás te habría comprometido con otro. Yo quiero solamente que seas feliz – tosió – InuYasha, ¿no crees que merezco algo mejor que esto? – su voz sonó cansada, entrecortada.

Nadie contesto.

Hundiendo más la calva cabeza entre sus hombros, salió definitivamente de la vista de ambos. InuYasha llamó a su mayordomo para que lo llevara al carruaje, luego, cerró la puerta.

Kagome se puso de pie sin ningún rastro de dificultad que había mostrado su padre. Esta vez los reflejos de la araña se marcaron por sus pechos y tronco ocultos bajo el vestido negro. Se quedó ahí parada, esperando a que InuYasha la mirara por fin.

–¿Puedo abrazarte? – sugirió con voz suave.

–¿Por qué no? – Replicó sarcástico, molesto. Ella lo miró con esos ojos caoba bañados en lágrimas sin derramar.

–No seas así – murmuró. Con paso lento fue hacia InuYasha y sólo se detuvo a un centímetro de tocarlo.

– ¿Viste su cara? – rió despacio, y volvió a mirarlo. – ¡Se creyó absolutamente todo! – rió con fuerza.

Él no sonrió, acaso pestañeó desconcertado. A cambio, llevó su mano hacia la mejilla de Kagome, y ahuecó la palma bajo ella. Con el pulgar acarició su pómulo, y ella suspiró, recostándose sobre su mano y cerrando los ojos.

–Hace tanto tiempo que no te veía sonreír – casi susurró, con esa voz neutra.

Y eso era todo.

–Sólo será un mes, tal vez menos – De nuevo estaba a punto de llorar. Puso su pálida mano sobre la de él y dijo con voz endeble: – Él va a volver. Me escribió hace una semana, ya te lo dije. Él va a volver por mí, porque me ama.

Por un segundo su dedo dejó de acariciar el pómulo terso, sin embargo, la tentación de seguir absorbiendo su calor pudo más.

–Eso no me incumbe, tú te las arreglarás con él cuando vuelva. Aunque si yo fuera él… – dejó colgando la última frase.

Porque no lo era.

–Eres un amigo grandioso.

Como tampoco era el padre de ese hijo.

La abrazó despacio y besó su coronilla.

Sólo era un amigo grandioso.

[FONT=&quot]Lo que yo amo en este mundo, eso eres,[/FONT][FONT=&quot]
Cada minuto en lo que pienso, eso eres,[/FONT][FONT=&quot]
Lo que más cuido en este mundo,[/FONT][FONT=&quot]Eso eres.[/FONT]
​

[FONT=&quot]Continuará[/FONT]


***************
N/A: Será un fic corto. Ojalá a alguien le guste.

Y a quienes alguna vez leyeron Proyecto del Adiós, está terminado aquí.

á bientôt!

Miyu SparkS

 

Re: Esa Puta Vestida de Verde

Hola Miyu =),
Bueno, como ya sabés, te apoyé todo el tiempo que duró la publicación de "Proyecto del adiós" en Cemzoo. Ahora, con este nuevo fic de título tan particular =P y trama tan atrayente, espero hacer exactamente lo mismo.
Me encanta tu forma de escribir, como ya te lo habré dicho un par de veces. Este primer capítulo fue muy bueno, la situación planteada me parece de lo más original =).
Espero la continuación pronto =)
Atte,

{♥Aome_0793♥}

 

Re: Esa que va vestida de verde

Gracias Kira-chan, Aome _0793, Pomi y Kaname por darse una vuelta por aquí. Lamento la demora, pero a penas si tengo tiempo de conectarme. Espero para la otra semana actualizar.

à bientôt!

 

Re: Esa que va vestida de verde

Hola!!

Me encanto tu fic :mono:
aunque apenas ba un capi pero de todos modos jejeje
espero la conti con muchas ansias, si es verdad lo que dijiste ya quiero k sea la otrra semana >.<
bueno adioos