El viaje de Cubone

"Aquí comienza la aventura de un Cubone, un largo viaje que le llevará a hacer buenos amigos y explorar la inmensidad del mundo Pokemon. Todo comienza en un pequeño bosque..."

Capítulo 1: ¡El ataque de Charizard! Comienza el viaje, Cubone

Cubone corría por el bosque tan rápido como le permitían sus cortas patas. Recordaba lo sucedido esa noche y no podía evitar llorar. Recordaba... Recordaba las llamas del Charizard consumiendo el cuerpo de su madre. Recordaba como, a costa de su propia vida, había corrido hasta lo que quedaba del cadáver de su madre, unos pocos huesos y... Su calavera. En un acto inconsciente se la había puesto sobre su propia cabeza y, aferrando fuertemente el fémur de su madre, había saltado contra el Charizard. Hizo lo que pudo, pero de un manotazo el Charizard lo arrojó por los aires, y se dispuso a perseguirle. Cubone corrió. Conocía el bosque como la palma de su mano, así que pronto lo despistó. Ya no quería volver, quería ser mas fuerte para vengarse. Cubone se detuvo justo a tiempo para no caer por un precipicio. Se sentó en el suelo y miró la luna.
- Mamá...
Cubone se levantó decidido. Miró el fémur de su madre. No se había percatado de que aún llevaba el cráneo sobre su cabeza. Decidió dejárselo puesto. Cubone no lo pensó demasiado y se marchó del bosque. Algún día regresaría siendo ya más fuerte, y vencería a Charizard como venganza. Pero primero... Su estómago. Éste llevaba ya un buen rato protestando por la falta de comida, pero Cubone no se había dado cuenta. Buscó algún árbol de bayas, pero no encontró ninguno, asi que fue a la ciudad más próxima en busca de comida. Al llegar se dirigió sin titubear a la zona trasera a un restaurante, pues ya había estado alguna vez con su madre... Su madre, que ahora estaba muerta.
Mientras Cubone volvía a pensar en lo sucedido aquella noche no notó como dos criaturas se acercaban por su espalda con intenciones diferentes. Un Sableye saltó sobre Cubone, pero antes de que pudiera tocarlo siquiera un Sneasel saltó a su vez sobre el Sableye, quien profirió un grito asustado hasta que Sneasel lo dejó inconsciente. Cubone vió lo sucedido, pero cuando se disponía a agradecerle a Sneasel el haberle salvado, éste salió corriendo y desapareció, dejando a Cubone un poco confuso.
Cubone se preparó una caseta improvisada con una caja de cartón y se dispuso a dormir, sin saber que una sombra lo observaba desde un árbol cercano.
- Sneeeeas...- bostezó la "sombra", también conocida como Sneasel, y también se durmió, pero al poco fue despertado por Cubone, que estaba teniendo pesadillas y se retorcía en el sitio. Sneasel bajó del árbol y arropó a Cubone con una manta raída. Inmediatamente Cubone dejó de moverse y su respiración se calmó.
- Mamá- Susurró Cubone mientras una pequeña lágrima caía sobre su mejilla.
Sneasel resopló. Subió a la caja de cartón y allí durmió toda la noche (lo cual explica por qué se desmoronó sobre Cubone a la mañana siguiente)

 

Este capítulo será narrado por Cubone, ya que así me resultará más fácil.

Capítulo 2: ¡Un ruido en la oscuridad! Descubramos al verdadero enemigo

Habían pasado ya varias semanas desde que llegué a la ciudad y conocí a Sneasel. Habíamos decidido viajar juntos, pero antes acordamos entrenar un tiempo por allí. Sneasel también deseaba ser más fuerte. No me contó sus razones, a pesar de mi insistencia, pero muchas veces se remueve en sueños. Murmura cosas como "yo no lo hice", e incluso a veces emana un aura extraña y gruñe por lo bajo. Me pregunto qué le sucedió.
Sneasel es muy frío (no solo por ser de tipo hielo), no parece acostumbrado a la presencia de otro Pokemon pululando tras de él. Pero a pesar de ello es muy bueno. Fue idea suya ayudar a los humanos con sus problemas diarios. Un Eevee se escapa, algún Pokemon problemático, o incluso pequeños recados, como ir a por pan.
Muchos Pokemon callejeros intentan imitarnos, pero nuestra compenetración en combate es insuperable, hemos estado entrenando muy duro para lograrlo.
Ese día nos encontrábamos en el mismo callejón donde nos conocimos, comiendo unas manzanas que el dueño de una frutería cercana nos dio a cambio de espantar a unos Spinarak que intentaban robar. No hablábamos mucho entre nosotros, si acaso preguntas sin importancia. "Cómo coge la comida un Scyter" o "Cómo un Skitty y un Wailord... Bueno, tú ya me entiendes" solían ser nuestros pocos temas de conversación. Además, yo nunca he visto un Wailord.
En una de esas "interesantes" conversaciones una sombra apareció tras nosotros. No... No una, eran cinco sombras que sigilosamente se cernían sobre nosotros.
Como siempre, Sneasel se percató de ello y me dio un ligero toque con su zarpa. Me puse alerta y acerqué lentamente la pata a mi arma, el fémur de mi madre. Sneasel simplemente preparó sus garras. Algo saltó sobre nosotros.
Con un rápido movimiento, la garra de Sneasel arañó en el costado derecho a la criatura, haciendo que ésta se desviara hacia la izquierda... Justo donde mi puño trueno aguardaba. La criatura se desplomó en el suelo y pudimos ver que era un Sableye. Pero... Tenía algo raro. Un collar metálico se desprendía en ese momento de su cuello, y el Sableye, asustado y confundido, se marchó del callejón.
Sneasel estaba tan confundido como yo. Recogí del suelo el collar metálico. Por alguna razón me resultaba familiar, mas no tuve tiempo de observarlo detenidamente, ya que los demás Sableyes se abalanzaron sobre nosotros.
Me aferré a uno de ellos, que quedó noqueado con mi golpe cabeza. Sneasel, mientras tanto, usó de forma magistral sus garras, que combinadas con su gran agilidad hicieron que pareciera un demonio danzante en aquel diminuto callejón. Saltaba de pared en pared y arremetió contra dos de los Sableyes con su garra metal. Solo quedaba uno... Y comenzaba a emprender la huida. Pensábamos dejar que se fuera, pero...
Un ruido intermitente nubló mi pensamiento.
Sin percatarme de lo que hacía perseguí al Sableye. Ignoré los gritos de Sneasel diciendo que volviera, que estaba anocheciendo. Bien sabía que por la noche Gastlys y Haunters hacen su aparición. Pero no me importaba. Conocía ese sonido, lo había oído antes, en alguna parte. Por alguna razón sentía que debía seguir a Sableye, descubrir por qué conocía un ruido que su collar emitía. Debía... Debía hacer algo, no tenía claro el qué.
La noche hizo su aparición, haciendo más difícil la persecución, la cual no duró mucho más. Sableye entró en un gran almacén y yo entré tras él. El ruido era más fuerte allí. Me escondí tras unas extrañas cajas con luces y observé la escena que se desarrollaba ante mi: Unos humanos colocaban sin demasiado cuidado algunos de esos collares en los cuellos de algunos Pokemon. Se trataban de un Raichu, un Larvitar y un Zangoose, entre otros que lo pude identificar. El Zangoose parecía ser el único que aún oponía resistencia, los otros observaban resignados a los humanos. Parecían haber recibido diversos golpes y arañazos.
En el momento en que les pusieron los collares dejaron de moverse y sus músculos se tensaron. Cerraron los ojos y temí que fueran a caer, pues se tambaleaban de un lado a otro. En ese momento fue como si mi cerebro me estuviera diciendo "míralos". Algo me llamaba mucho la atención de ellos, pero no sabía el qué... Hasta que abrieron los ojos. Sus ojos... Eran completamente blancos, sin pupila. Una sonrisa malévola en sus rostros, mientras seguían meciéndose de un lado a otro, de un lado a otro...
Entonces lo recordé y mis mandíbulas se tensaron a la vez que mis ojos enrojecían y se llenaban de lágrimas de odio. Los ojos, la sonrisa, todo... El Charizard que mató a mi madre llevaba un collar de esos...
Algo golpeó mi nuca y quedé inconsciente.