El Soñador

ACLARACIÓN: A decir verdad soy nueva en esto, he escrito cuentos pero muy privados. Pero este año me comprometí a empezar a publicar mis cuentos en este tipo de páginas. En realidad, soy un poco tímida y quiero cambiar.
Anticipo que no tengo un género literario definido. Puedo escribir desde un cuento policial hasta un romántico, aunque admito que mi favorito es el de magia y fantasía.
Estoy realmente demente y me gustaría encontrar gente que tambien lo estuviese, de ahí mi razon de difundir mis cuentos. En fin espero que les guste el siguiente cuento. Gracias por todo :). Alison J. Clous.
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El Soñador
Durante los días que estaba en soledad, no pudo más que pensar en su sueño. Cada día antes de dormir, se tiraba en su cama y miraba su estrella por la diminuta ventana de su habitación. Imaginaba que estaba parado en ella, bailando. Reía ante pensamiento. Estaba loco, lo sabía muy bien, pero aun así no perdía las esperanzas, pues era un soñador.
Al día siguiente, cuando despertó, contemplo el sol. Pensó en lo imponente y majestuoso que era. A pesar de eso, decidió que no le gustaría estar allí: no podría danzar porque se quemaría y su grandeza lo haría sentir más solo.
-A veces lo más pequeño puede llegar a ser lo más grande –repetía para sí mismo y volvía a pensar en su amada estrella y en aquel manto de rey que la envolvía a ella junto con el resto de sus compañeras.
Definitivamente, estaba enamorado de aquel cuerpo celeste.
En el transcurso de la jornada, no hizo más que meditar y, mientras lo hacía, escuchaba música en su viejo tocadiscos. En su cabeza, fantaseaba que su pequeño lucero era una hermosa mujer sumergida en colores que volaba en un cielo cubierto de diamantes. Reía como una niña despreocupada y ajena al mundo. Él solo podía sonreír atontadamente.
Esa noche, antes de irse a dormir, se acercó a su ventana y volvió a admirarla. Suspiraba al ver a esa mujer fruto de su mente, la cual llamo Lucy, rodeada de diamantes y colores.
Al ver su reloj y notar que ya eran las 3:00 A.M, no tuvo más remedio que irse a dormir. Se despidió del astro tristemente, se tumbó en su cama y cerró los ojos.
Primero, solo sentía oscuridad. Luego, una luz muy fuerte, capaz de cegarte sin esfuerzo, lo envolvió en el acto.
A la mañana, ya no estaba ni en su casa, ni en la Tierra. A pesar de estar un poco adormecido, reconoció el lugar en donde se encontraba.

¡No podía creer que ya había llegado el momento! Por fin estaba con su amada estrella. Con su Lucy, en un cielo con diamantes.