El Origen de los Guardianes El Origen de los Guardianes: Soulmates (Jack FrostxOc)

Título: El Origen de los Guaridanes: Soulmates (almas gemelas)​

Autora: Frosty (yo)​

Adaptación: No​

Género: romance, amistad, acción, drama.. de todo!​

Advertencias: intentaré subir lo más seguido posible c:​

Otras páginas: Sí​

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El Origen de los Guardianes: Soulmates​

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Jack Frost, el Guardián de la diversión y espíritu del invierno, decide encontrar a su alma gemela, ya que se niega a ser el único Guardián que quede solo para toda su existencia. Pronto, Jack conoce a Julie, una chica de 16 años que extrañamente puede verlo sin creer en él. Después de que el chico le insiste mucho, ella promete ayudarlo a encontrar pareja y pronto los dos entablan amistad. ​

Por otro lado, Pitch, el señor de las Pesadillas, quiere ejecutar su venganza contra Jack Frost por haberlo derrotado unos años atrás. Él sabe que no hay nada más doloroso que un corazón roto y con eso pretende destruir al Guardián definitivamente. Como sus poderes están debilitados, crea al joven Shadow para intervenir.

Cuando los tres se conozcan, los sentimientos comenzarán a aparecer. Jack en busca de su alma gemela, Julie enamorada de Jack y Shadow atraído por Julie. Quizá cuando todo se convierta en un caos, ellos puedan darse cuenta de quienes son sus verdaderas almas gemelas... ¿O quizá no?

La búsqueda del amor se convertirá en un peligroso triángulo amoroso en el que nada está donde debe estar.​

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¿Qué os pareció la sipnosis? Cualquier pregunta sólo decidme :3 Ya sabéis, dejad comentarios con vuestra opinión, son muy importantes para saber si continúo adelante con el fic :3 Y por cierto, ya tengo el primer capítulo escrito!! Uhuuu ¿Lo subo?​

 

Capítulo 1: Todos tenemos un alma gemela


-Un alma gemela, un alma gemela... Tengo que encontrarla... -iba diciendo, volando por sobre las calles de Manchester en aquella noche de invierno.

Ya había visitado Francia, Dinamarca, Polonia... ¡Y nada! Nadie que no fuesen niños menores de 10 años podían verme. ¿Cómo se suponía que iba a encontrar a mi alma gemela si ninguna chica de mi edad era capaz de verme?
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·2 días antes·

Los Yetis trabajaban sin descanso en la juguetería de Santa Claus. En la sala de fabricación algunos pintaban robots, otros colocaban las piezas en las Nintendo y más allá, había quienes intentaban vestir a las Barbies con ropa brillante y rosa.

Y yo observaba todo de muy cerca. Ahora que era un guardián, ya no tenia que preocuparme por colarme en el taller de Santa; la entrada me estaba permitida. A excepción de la zona de fabricación de juguetes, justamente donde me encontraba ahora. Pero ya es bien sabido que Jack Frost no está hecho para obedecer normas.

Levitando por sobre las cabezas de los peludos Yetis, reí entre dientes pensando en un buen plan para molestarlos. ¡Sería tan divertido! Des de mi puesto flotando ahí arriba, creé una pequeña ventisca con mi cayado de madera, haciendo volar los juguetes por los aires. Los animales peludos empezaron a gritar de esa forma en la que ni dios sabe qué rayos dicen. Mientras, yo reía de lo lindo. Después quise hacer un pequeño truco allí donde se construían las muñecas Barbies. Con un poco de ayuda del viento, hice que un vestido con purpurina destinado a una muñeca de tamaño natural, se colocase en el enorme cuerpo de un Yeti. La ropa se rasgó un poco. Sus compañeros señalaron al Yeti con el dedo y le mostraron un espejo. El Yeti se horrorizó, mirando su cuerpo, gritando, luego al espejo, gritando de nuevo, y así un par de veces. No podía aguantar la risa, llevándome las manos a mi estómago. Y fue ahí cuando me descubrieron.

-Oh, oh.

Como un rayo, salí disparado hacia abajo, pasando en zig zag por entre los Yetis que intentaban atraparme con sus manazas. Los bramidos se esuchaban por toda la sala y mis carcajadas también.

-¡Muy lento Fred! -guiñé un ojo al Yeti y éste se cruzó de brazos con sus cejas peludas fruncidas. Seguí volando entre la multitud, mirando hacia atrás y sonriendo con orgullo.- ¡No podréis atraparme! ¡Soy demasiado rá.. -me estampé contra algo y caí al suelo.- ...pido. -acabé. Sobando mi espalda, mis ojos vieron unas botas al frente. Poco a poco fui subiendo la vista, pasando por un traje rojo y acabando en una cara conocida cubierta por una gran barba blanca.- Ups.

-"Ups" es quedarrrse corrrto. -Norte habló con su típico acento, enviándome una severa mirada.

-Jeje... Sólo nos divertíamos. -encogí mis hombros con esa excusa. Ajá, el viejo Santa no se creyó nada y comenzó a caminar directo al ascensor. Eso significaba que tocaba una charla en el despacho a la que estaba invitado, o más bien obligado, a asistir.

Resoplé, con mi cayado sobre el hombro y una mano metida en el bolsillo de mi sudadera azul. Seguí al hombre gordo con resignación.

Una vez estuvimos dentro del despacho de Santa, éste cerró la puerta tras de sí y dos duendecillos se colocaron custodiándola, con los brazos cruzados y caras enfadadas. Pero no se percató de mucho más, estando demasiado distraído observando la maqueta del tren que Norte había esculpido con hielo hacía tiempo.

-¿Otrrra vez haciendo de las tuyas, Jack? -giré en cuanto escuché mi nombre.

-¿Sirve de algo si digo que vine de visita? -mostré una pequeña sonrisa de niño bueno.

-No.

Asentí para mí mismo.

-Lo suponía...

De repente, el enorme portón se abrió de un golpe y los duendes fueron chafados contra la pared. Dejé escapar una risa entre dientes. Por la puerta se asomó una señora regordeta, con un abrigo rojo y su cabello blanquecino recogido en un moño.

-¡Oh, cielos! ¿Qué hice? -se sobresaltó ella, cerrando nuevamente la puerta y descubriendo el pequeño duendecillo aplastado.- Lo siento, pequeñín. -amablemente le recolocó su gorro con un cascabel en la punta y le ofreció una galleta de las que traía en una bandeja. Éste la cogió con gusto y salió del cuarto, peleando con el otro duende por esa galleta de chocolate.

La había reconocido al instante. Era la señora Claus, como todos la llamaban y como yo siempre me había dirigido a ella. La esposa de Norte también pareció reconocerme y pronto adivinó que habría hecho alguna travesura.

-Nicholas, cariño, ¿pasó algo? -le dijo a Santa, dirigiéndose a él y luego hablándome a mí:- Ya sabes que Nicholas se frustra muy rápido. Ten, Jack. -la mujer me dio una galleta de las suyas y yo la aceptó con entusiasmo. No es que alguna vez hubiese necesitado comer en esta vida, pero siempre era agradable probar un sabor dulce.

-Mi amor, Jack volvió a molestarrr a los Yetis. No crrreo que sea bueno prrremiarlo con galletas. -comentó Norte a su esposa.

-Aww... Sólo es un niño, Nicholas. Quiere divertirse. ¿No es así, Jack? -la ancianita acarició mi cabello blanco como la nive.

-Ajá. -y supe aprovechar la oportunidad para hacerme el inocente. Já, siempre funciona.

Norte bufó con desespero antes de que su mujer lo abrazase por los hombros y le diera un beso en su mejilla, lo que hizo que se calmara al instante.

Yo contemplaba la escena comiendo aquel dulce y mirando a los dos enamorados. Siempre que la señora Claus andava cerca, el viejo guardián parecía otra persona. Y eso era algo que nunca entendería.

-Y bueno, Jack, cuéntanos; ¿qué tal va todo? ¿Encontraste ya a alguna... amiga? -sonrió la anciana.

-¿Amiga? -pregunté, sin comprender a lo que se refería.

-Ya sabes... Una chica. Un alma gemela.

-¿Para qué quiero yo un alma gemela?

-Uh, bueno, no es que la "quieras". Es más bien como si la "necesitaras".

Alcé una ceja.

-Verrras Jack, todos necesitamos a nuestrrra alma gemela. Es esa parrrrte de nosotrrros que anda porrr ahí, en algún lugarrr, esperrrando para serrr encontrrrada. -explicó Norte, poniendo una mano sobre mi hombro y girándonos hacia la ventana que daba a las enormes llanuras de nieve del Polo Norte.- Las almas gemelas completan nuestrrras vidas, les dan sentido ¡y luz! Todos tenemos una.

-¿Yo también? -murmuré, mirando a un punto fijo en el horizonte.- Pero... ¿Pero cómo sabré...

-¿Quién es? -la señora Claus añadió las palabras que faltaban.- No es algo que podamos controlar, cuando llegue el momento sé que aparezerá una muchacha en tu vida y sabrás que es ella, Jack.

Después de meditarlo un poco y quedarme con las palabras rondando por mi cabeza, reaccioné al fin.

-¿Y si yo no quiero un alma gemela? -me separé de Santa y su esposa y los miré a los dos, gesticulando con los brazos.- ¡No la necesito! ¡Mírenme! ¡Soy feliz; el sentido en mi vida es hacer felices a los niños y divertirlos!

-Todos necesitamos un alma gemela. Es como el mejor amigo en el que siempre puedes confiar. -intervinó la anciana, preocupada por mi comportamiento supongo. Des de que me conoció, ella me dijo que era como el hijo que nunca tuvo.

-A mí no me falta nada. Ustedes ya son mis amigos, ¿no?

-Claro que sí. Pero lo que se siente estando con tu alma gemela es diferente a cualquier cosa. Ya no se trata sólo de asmistad, sinó de amor.

-¿Amor? -reí un poco con incredulidad, recordando el rostro de bobalicón que se le ponía a Norte cada vez que la señora Claus besaba su mejilla. Yo no quería estar así.- Como les dije, gracias por la preocupación, pero no necesito de eso.

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Suspiré, sentado sobre aquel tejado. Nottingham estaba desierta a esas horas de la noche y los destellos de Sandman circulaban por el cielo de la ciudad, entrando a las casas y creando sueños para los niños.

Pero yo estaba preocupado. Las palabras que Norte y su esposa me dijeron esa mañana me habían hecho reflexionar. ¿Y si era cierto que necesitaba un alma gemela? Si Santa se sentía tan contento con eso del amor, no podía ser tan malo, ¿verdad?

Con otro largo suspiro, contemplé a lo lejos las múltiples hileras de casas. Había tanta gente en el mundo... La señora Claus dijo que en cuanto viese a mi alma gemela, inmediatamente sabría que era la elegida. ¡Pero no podía quedarme quieto esperandola!
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·De nuevo en la actualidad·

Paré en seco mi vuelo y me mantuvo flotando, quieto en el cielo. Inspeccioné con la mirada pero nadie había paseando por las calles de aquella zona de Manchester. ¿Qué esperaba? Era demasiado de noche como para que los humanos salieran de sus casas.

-¡Agh! -agité mi cayado con frustración y acabé mirando a la Luna.- ¿Dónde está? ¿Tengo un alma gemela? ¡Vamos! He cumplido con todo des de que me creaste; ¡llevo 300 años llevando el invierno a todos lados! Dame una pista. Ayúdame... -susurré al final.

Es aquí.

Mis ojos y boca se abrieron con asombro. ¡La Luna había hablado! "Es aquí". ¿En Manchester? Inspeccioné la ciudad una vez más, ahora con renovados ánimos y una sonrisa creciendo en mi rostro.
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Aquí está el primer capítulo de mi primer fic de Jack Frost *-* Esto fue una introducción más o menos, para que se sitúen. A partir de aquí empieza la acción, uhuuuuu! Y gracias a las dos chicas que comentaron, me alegra que les parezca interesante mi historia. Espero no decepcionarlas :3
De verdad espero que guste y decir que intentaré subir lo antes posible =) ¿Qué les pareció? ¿Vale la pena que siga?

Nos leemos!

Frosty xx