Dragon quest, viaje por la libertad.

Capítulo 1. Despertando en una extraña tierra.

Erdrick se despertó, encontrándose en la playa de una isla. Sentía que habían pasado años desde que cogió el barco para tener unas vacaciones, después de haber vencido a Baramos y a Zoma
"¿Cuánto tiempo he estado inconsciente?" Se
preguntó el chico y salió de la playa, llevando todavía su espada. Pasó por una
selva y unos monos le atacaron, tirándole cocos que Arus cortó con su arma, para luego golpear con un espadazo a un mono y luego saltar para esquivar el puñetazo enemigo. Luego le clavó una mega estocada y derrotó a los demás simios con rápidos golpes de espada.
Poco después llegó a una aldea en la que estaban comiendo hombres con hojas entre
las piernas como su única vestimenta .
-¡Mirad, un intruso!- Exclamó uno de ellos y apuntaron con sus lanzas al héroe.

-¡Hey, tranquilos, no quiero haceros daño, solamente quiero saber donde estoy!- Dijo Arus poniéndose algo nervioso. Entonces salió de su cabaña un hombre alto y atlético con pelo negro y piel clara.

-Yo soy Sam y esta es la tierra de Afnas, en la aldea de Imp. Cada tres años diez personas son secuestradas aquí por La Autoridad-

-¿Que autoridad?- Preguntó Erdrick.

-La Autoridad es el dios de este mundo, tiene como objetivo encerrar a la máxima gente posible en este mundo y hacerlos sufrir con graves torturas. Solo el que le derrote a él y a su escuadrón podrá liberar a todos. Tú eres Erdrick ¿Verdad? He oído de tus hazañas. Por favor derrota a los miembros del reglamento y a La Autoridad para que podamos volver en nuestros hogares- Sam dijo esto con tono solemne.

-Como héroe, acepto esta misión- Dijo Arus y decidieron celebrarlo con un festín, con comida y un espectáculo de baile y música. Al día siguiente, el hijo de Ortega se dirigió a Miwa, donde tendría que enfrentarse a Edward. Entonces una arpía de pelo negro, con apariencia de tentáculo le atacó y cortó su pelo, pero se le regeneró y ató con sus gruesos filomenos al héroe, absorbió su vitalidad y lo tiró a un río, cuya corriente se lo llevó y acabó en un cementerio, donde un gigante barbudo le observó.

-Vaya, que cosita más enana- Rugió el coloso-En este cementerio están los guerreros que he matado ¡Ahora serás el siguiente!- Arus esquivó el pisotón y lanzó espadazos contra el gigante, pero apenas le afectaron y con un dedo lo golpeó, estampándole contra el suelo e inmovilizándolo. Sin embargo, Arus le metió unos buenos cortes y le hizo trozos. Entonces llegó a una posada y pasó la noche allí.