Microrrelato Daniel

Daniel estaba junto a su madre, aburrido en la sala de espera y aguardando a les llegara el turno para consultar a su doctor.

Él tenía unos cuatro años y la espera lo aburría cada vez más y comenzó a mirar a las personas que había al fondo de aquella sala. Vio una señora mayor que buscaba algo en su abultado bolso y, a su lado, un hombre que se restregaba las manos como si estuviera nervioso, y, a pesar de que había más personas no les prestó mucha atención.

— Señor García, pase a la consulta 4 por favor —dijo una enfermera que salió y repetía siempre lo mismo, salía por aquellas puertas del fondo, decía el nombre de alguien y seguidamente esa persona se levantaba y desaparecía detrás de la puerta junto con aquella enfermera.

Cuando Daniel dirigió su mirada hacia una ventana, observó que repentinamente una niña pequeña asomaba su cabeza. Ella le sacó la lengua y él hizo lo mismo. Después la niña empezó a hacer morisquetas, contorsionando horriblemente la cara. Daniel se asustó y se aferró al brazo de su madre.

—¿Qué estás viendo?— le preguntó su madre.

—Ahí afuera hay una niña fea haciendo caras— le respondió.

Su madre le alzó y lo arrimó a la ventana para que pudiera ver hacia abajo, estaban en un cuarto piso, estaba oscuro y se veía luces de coches pasando.

—Ves, estamos muy alto la gente no puede asomarse a la ventana— le dijo su madre sentándole en su regazo mientras él se sentaba de espaldas a la ventana.

Al hombre que se restregaba las manos escuchó lo que dijo y le pareció curioso. Al mirar hacia la ventana vio sorprendido como una niña asomaba su cabeza y empezaba a hacer caras como si fuera un balón deshinchado, lo que hizo que el hombre se asustara y retrocedió rápidamente hasta la salida sin apartar los ojos de aquella ventana.

Poco después fue el turno de Daniel y su madre le ingresó en un psicólogo diciendo que su hijo sufría de alucinaciones.