Fantasía Días de Abecedario meses después: D de Dragón

No necesitaba ver para saber lo que estaba pasando fuera. El calor que lo mantenía seguro se extinguió cuando los molestos ruidos cesaron. Con el correr de un tiempo que aún no sabía medir, el ambiente se iba enfriando.

Se empezó a mover, por medios extraños y sin saber a dónde, y un pequeño punto de calor reemplazó al calor que había perdido. Los fuertes murmullos a los que estaba acostumbrado regresaron, pero eran diferentes, más variados y agudos.

Cuando por fin salió del cascarón, le esperaba algo totalmente distinto a lo que él hubiera esperado. Inmediatamente, sin saber cómo, supo que estaba frente a una fogata, y un humano.

— ¿Qué le pasó a mi mamá? — Preguntó el dragón recién nacido.

Pero el humano no entendía la lengua de los dragones. Aún así, intuyó lo que el pequeño estaba preguntando, pues sabía de la situación.

— Tus padres han muerto. Lo siento. — No era necesario que el dragón entendiera las palabras del humano tampoco. Su tono de voz afligido ya lo decía todo.

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Llegó un punto en el que Brendon ya no podía mantener a Waghner, no solo mantenerlo en secreto se volvía cada vez más complicado debido al crecimiento de la criatura, si no que sus ingresos no alcanzaban para alimentarlo, y los vecinos empezaban a sospechar de a dónde iba a parar toda la carne que compraba.

Así que, en secreto, antes de que nada pasara, ambos salieron del pueblo de noche en busca de un dragón, uno mayor. Uno que enseñara al pequeño Waghner a ser un dragón.

Pero el vínculo entre los dos jamás se rompería, incluso hasta la muerte del humano que lo arriesgó todo por él, Waghner seguía considerándolo cómo su padre.

Waghner tenía 21 años cuando Brendon murió. Para entonces, había desarrollado una personalidad mansa y sabia, y un gran respeto por la vida. Incluso, imitando a su padre adoptivo, él mismo había tomado en adopción a cuatro niñas humanas. Alma, Bella, Celia y Delma. Pero eso es historia para otro día.