One-shot de Inuyasha - Corrección [sessh/rin]

Título: Corrección.
Autor: Resmiranda.
Fandom: InuYasha.
Personajes: Sesshömaru. Rin.
Clasificación: PG-13.
Palabras: 845.
Resumen: Reajustar. Grabar. Rebobinar. Siempre puedes hacerlo mejor la próxima vez.
Disclaimer: Ni los personajes ni la historia me pertenecen. Yo sólo he traducido... o hecho mi mejor intento.
N/T: Quien quiera que lea esto y tenga algún tip que darme, o quiera señalarme algún error, es completamente bienvenido. Cuando leo el inglés lo entiendo pero a veces me vuelvo una papilla traduciendo, así que si tienen algo que decir, GRACIAS.

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Corrección
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Incluso el cielo no puede luchar contra el tiempo.

Sesshömaru se entera de esto cuando la espada del Cielo no puede traerla de vuelta, así que cuando ella ha terminado, se ha terminado. Y eso, al parecer, es eso.

Él ve que ella tenga un entierro apropiado antes de que él se aleje, preguntándose qué hacer ahora. Un poco de derramamiento de sangre, una pequeña lucha, tal vez. Algo calmante.

Le toma un tiempo entender que ella tomó algo de él con ella. Las pequeñas manos en su cara, y luego las no tan pequeñas manos sobre su cuerpo, y luego las manos arrugadas sobre las propias. En algún lugar ahí, esas manos ataron una cinta de él alrededor de ella, para sostenerla por la eternidad.

Cuando él se da cuenta de esto, el agujero en su interior tiene sentido, y sólo hay una cosa que hacer.

Él espera.

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Ella comienza de nuevo.

Cuando ella tiene siete –esa perfecta edad cuando él la vio primero- la lleva a vivir con él de nuevo.

Excepto que algo va mal. Ella no hace nada salvo llorar, sollozando y llorando y preguntando por su madre. Su Rin nunca lloraba, y él aún está hueco.

Frustrado, se da cuenta de la verdad: y es que ésta no es ella. A pesar de que su alma brilla por detrás de sus ojos, esta es la Rin-que-no-lo-es. Si fuera paciente, él la dejaría ir de vuelta con sus padres y esperaría para intentarlo de nuevo la próxima vez que ella comience.

Pero, de nuevo, él realmente nunca ha sido un hombre paciente.

Y ahora se ha terminado.

Lava sus garras en un arroyo helado –de alguna manera, no parece correcto lamerlas hasta que estén limpias-, y antes de que él la entierre junto a sí misma, él lame las lágrimas de su rostro.

Nunca pudo soportar verla llorar.

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Él espera.

Ella comienza otra vez.

Esta vez ella tiene cinco, y ella muerde y aruña, patea y grita. Su Rin nunca lo pelearía.

Esta no es ella.

Y ahora se ha terminado.

Sus lágrimas son saladas.

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Él espera.

Ella comienza otra vez.

Esta vez ella tiene diez, y ella corre lejos. Su Rin nunca huiría de él.

Esta no es ella.

Y ahora se ha terminado.

Sus lágrimas son saladas.

. . .

Él espera.

Ella comienza otra vez.

Esta vez ella tiene catorce y se queda con él. Ella es lo suficientemente obediente, sin embargo tranquila y retirada, así que él se fuerza a sí mismo a esperar un poco más.

Y luego cuando él toma su primera vez, él observa la débil luz desvanecerse de sus ojos, y ella voltea su rostro a otro lado. Ella se rehúsa a moverse, se mantiene lánguida y quieta debajo de él. Sus mejillas brillan. Su Rin nunca lo rechazaría.

Esta no es ella.

Y ahora se ha terminado.

Él ni siquiera se retira de ella antes de dejar que la sal de su llanto agracie su lengua.

Él la entierra junto a ella y ella y ella y ella.

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Y él espera.

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Incluso el cielo no puede luchar contra el tiempo.

Los siglos pasan.

Hay más y más seres humanos cada año, por que se hace difícil encontrarla. A veces no la encuentra hasta su adolescencia. Ha sido un largo tiempo desde que ella ha sido mayor que eso, y a veces, casi con nostalgia, él desea haberla dejado vivir solo una vez. Él realmente la disfrutó a los treinta.

Aún así, cada vez, sin falta, él sabe que no puede esperar.

Esta vez ella tiene dieciséis, y se encuentra con él por accidente en un bosque.

Para su sorpresa y repentina, dolorosa euforia, ella lo reconoce.

—Sesshömaru-sama —susurra. Ella se encuentra en medio del sendero natural, enraizada en su lugar mientras sus amigos caminan lejos, torpes debajo de sus mochilas y torpes zapatos de excursionismo. Pronto se han ido, tan cegados por el pánico que no se dan cuenta de que la han dejado atrás.

Él no presta atención a ellos. Ella es todo lo que importa.

—Rin —Él dice.

Luego ella comienza a temblar y su hueco corazón se desploma. Su Rin nunca le tendría miedo.

Con un suspiro, él levanta su mano.

—¡Espera! —Ella dice.

A pesar de que ha esperado lo suficiente, él hace una pausa y espera a que ella hable.

Ella ya está llorando. Le toma un momento encontrar su voz.

—¿Por cuánto tiempo? —Finalmente pregunta, su voz temblando—, ¿Por cuánto tiempo seguirás haciendo esto?

Él parpadea, un leve hilo de perplejidad deslizándose a través de él, y luego se ha ido.

Él levanta una ceja y prepara sus garras. —Hasta que lo hagas bien —Le dice a la ligera.

Y ella cierra sus ojos, su cara brillando y sombreada en la luz de la mañana de primavera.

Él realmente no podía soportar verla llorar.

Después, en su piel aún caliente, las lágrimas son extremadamente amargas.

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Él espera.

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