Long-fic Cierta persona. [Rin x "X"]

¡Konichiwa, soy Miaka-chan!
Bueno, este es mi primer Fic. Espero que les guste y ¡Me encantaría recibir comentarios constructivos!
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Capítulo Primero: Una chica cualquiera.

Un día cualquiera, una escuela cualquiera, una chica cualquiera; así me describo. Soy cualquier persona y a la vez únicamente una, soy invisible y solitaria, un poco tímida pero valiente, participativa pero no excesivamente; una chica diferente viviendo una vida común y corriente.
Puede que no lo aparente, pero lo soy, soy todas esas cosas y me distancio mucho de mis pares. Por supuesto que hago todas las actividades escolares, pero no es suficiente; este año me propuse algo muy diferente a los anteriores: ingresar a un club escolar y hacer amigos.
Yo nunca tuve esas ideas antes, pero este año quiero pasarlo lo mejor posible con toda mi familia y, espero, próximos amigos. Desafortunadamente, hoy, primer día de clases de 5-D escuela secundaria, me doy cuenta de que no es tan fácil hacer amigos.
—Bueno, ella es... la alumna nueva.— Dijo el profesor, sin ganas de mantenerse de pie.
Y ahí entré yo, esas palabras marcaron mi primer día de clases en la nueva academia. Aunque no fuera uno de los mejores promedios, y estuviera en la clase "D" soy bastante inteligente, pero sinceramente a veces me hago la atolondrada.
—Señorita ¡Rápido! Pase.— Exclamó fuertemente el profesor, mirándome.
Di un paso y ya estaba dentro de ese salón de clases, un lugar completamente diferente a donde yo había estado, no me pareció para nada familiar; un miedo corrosivo me recorría por todo el cuerpo. Temblando, entré y me paré al frente.
—Ho-hola, me llamo Kagamine, Kagamine Rin.— Dije tartamudeando.
—Bien señorita Kagamine, pase y tome asiento.— Insistió el profesor. —Al lado de su tocayo*, ¿Son familiares?
Miré hacia donde apuntaba el profesor con su dedo índice, y me encontré con un muchacho de ojos azules, rubio como el sol y un tanto somnoliento. Sentí una rara calidez en mi cuerpo, pero no supe la razón, me senté al lado de él y le contesté al profesor que no, que no lo conocía.
Dos horas estuvo presentándose el profesor Kamui Gakupo, quién posee una extensa cabellera atada con una coleta, es muy alto y aparenta unos 24 años, lindo profesor. Finalmente sonó el primer timbre y comenzó la hora del almuerzo.
—Niña ¡Hey niña! ¿Me escuchas?— Gritaba una voz al lado mio.
—¿Ho-hola?— Respondía dudosamente, mirando hacia un costado.
—¡Hola! Me llamo Rinto, Rinto... ya lo sabes.— Dijo el chico riéndose.
¿Ya lo se? ¿Qué se? Quiero hablar con alguien y me dice "ya lo sabes". ¿Quiere hacerse el galán, o sólo lo dijo para que lo recuerde? ¡No lo entiendo! ¡Esto es muy agotador!
—¿Que se supone que tendría que saber?— Pregunté con sarcasmo, mirándolo.
—Mi apellido, y no me trates así que no soy tu hermano.— Respondió con voz encabronada.
—¿Tu apellido? ¿Crees que me importa saber tu apellido? ¡Por Dios!— Dije con el mismo tono sarcástico.
El chico, se levantó de su asiento, se dirijo hacia a la puerta y me gritó <¡Kagamine!>. Lo quedé mirando por medio segundo, pero me percaté de mi error y me levanté para ir a buscarlo. Él ya se había ido, y no sabía a dónde buscarlo.
—¡AUCH! ¡SUÉLTAME!— Grité lo mas fuerte que pude.
Qué estaba pasando, alguien me había arrastrado hasta el armario del conserje. ¿Qué es esto? ¿Un secuestro? ¿¡Me han secuestrado!? ¿QUÉ?
—¿Me estabas buscando?— Preguntaron los labios que rozaban mi cabello.
—¿Ri-rinto? ¡ Suéltame!— Exclamé un poco aliviada.
—Pero no quiero... eres la nueva... y me gritaste.— Dijo, girándome el cuerpo para que lo mire a los ojos. —¿Sabes lo que eso significa, no?
¿A qué se refiere este chico? ¿Qué va a hacerme? ¿Me va a dar una golpiza? No lo creo... quiero no creerlo. Pero... si no va a golpearme ¿Qué va a hacerme?
—¡JAJAJAJA! ¡Deberías haber visto tu cara!— Exclamaba Rinto en tono burlón. —¿ Creíste que te iba a hacer algo? ¡Ni siquiera te conozco niñita! Pero no me vuelvas a gritar ¿Entendido?
Lo miré con cara de pánico por un instante y comenzamos a reírnos los dos juntos, pero hasta el momento no entendí una sola cosa: este chico se sienta atrás mío... el chico de al lado de mi asiento ¿Cómo será?

Continuará...

Aclaraciones:
*TOCAYO: persona con tu mismo nombre o apellido.

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Espero que les haya gustado, y ansío leer sus comentarios.
Gracias.

 

Capítulo Segundo: El chico de al lado de mi asiento.

Bueno, no era que me importase mucho como era el muchacho que se sentaba al lado mío... ¡Mentira! a quién engaño, quiero saber. Estoy muy intrigada por saber más sobre ese chico. Y ahora que lo pienso, se parece mucho a Rinto; debe ser sólo una coincidencia. Pero ¿cómo será? No creo que sea un maníaco, ni nada parecido... tampoco creo que sea un chico súper inteligente, no lo parece. Tan sólo espero que no interfiera con mis planes para este año. Aunque sigo teniendo dudas.

Rinto ya se había ido y yo estaba parada en el medio del corredor. Decidí que era mejor ir al salón de clases antes de que tocara el timbre, y al entrar me encontré con Rinto y el chico que se sienta al lado mío conversando.

—¡Hey! ¡Te estaba esperado!— Exclamó Rinto. —Querida, él es mi hermano.— Prosiguió, señalando al chico de al lado de mi asiento.

—"Un placer" o "un gusto" se responde, ¿lo sabías?— Dijo el chico, mirándome fijamente y con un tono muy altanero.

Yo no quería empezar con el pie equivocado, pero él... ¡EL ME OBLIGÓ! Quién se piensa que es, para decirme una cosa así. Encima a la chica nueva, que se supone que tendría que integrar al "grupo", no separarla de este.

—¿Sabias que cuando ingresa una chica nueva a la academia debes ser cortés y amable? No... se nota que no lo sabías.— Contesté, manteniéndole la miranda.

—Vamos Len, no seas así.— Susurró Rinto, al oído de su hermano.

—No pienso quedarme donde me traten mal, ¡permiso!— Dije, bajando la mirada.

Salí corriendo del salón, no me importaba si me enviaban a la dirección, o si me hacían una nota; sólo quería irme de ese lugar. No sé por qué las palabras de ese chico me hicieron tan mal, no lo entiendo. Es un chico que acabo de conocer, ¿por qué diablos me afectan sus palabras? Además, quién se piensa que es para hablarme así.

Terminé en la azotea de la academia, llorando sola y observando el paisaje. Cualquier chica ya se hubiera ido a su casa, pero yo no quiero. Encima de que vivo sola, tendría que soportar llorar sobre mi cama... No, prefiero quedarme aquí y desahogarme en la azotea. ¿Por qué? No lo entiendo. No lo conozco, creo que eso es lo más doloroso hasta ahora.

Pasaron tres horas y terminó el tiempo de permanecer en la academia. ¿Qué iba a hacer? Por suerte no tenía maquillaje, pero estaba toda colorada y con los ojos rojos. Decidí bajar igual, pero cuando estaba por abrir la puerta de la azotea, me encontré con algo inimaginable: este muchacho, Len, muy agitado, había abierto la puerta y se había caído al suelo del cansancio.

—¡Hey! ¿Qué pasa? ¿Estás bien?— Dije, acercándome a él.

El muchacho no me respondía, me comencé a preocupar bastante, no sabía que hacer.

—¡Contesta! ¿Estás bien?— Grité, mientras dejé caer una lágrima que rozaba en ese momento por mi mejilla.

—No llores... las chicas no tienen que llorar.— Me respondió, levantando su cara un centímetro para mirarme.

—¡Hey! Resiste, te llevaré hasta la enfermería.— Insistí, tomándolo por el hombro y colocándole encima mío.

Caminamos bastante hasta llegar a la enfermería, y allí lo recosté en una camilla aunque lastimosamente la enfermera no estaba, pero había un cartel que decía "Regreso en cinco minutos".

Esto era lo último que me faltaba, el chico que me había tratado de estúpida, estaba recostado en una camilla de la enfermería y yo haciendo de su enfermera personal ¿que era eso? ¿dónde se vio algo así?

—Si quieres puedes irte, no tengo problema.— Dijo Len, rompiendo el silencio.

—¿Qué? ¿Irme? ¿Y dejarte solo? Si claro...— Insistí.

Hubo mucho tiempo de silencio. Además la enfermera no llegaba y teníamos que irnos de la academia, así que decidí llevarlo a casa. Espero que no sea una decisión errónea y que él no haga cosas como su hermano. ¿Qué es esto? ¿Estoy sintiendo nervios? ¿Ansias? ¿¡Qué es esto!? ¿Por qué sólo con él me pasan estas cosas?

Continuará...

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Bueno, gracias por haberlo leído y gracias por los comentarios. Me ayudaron un montón, sobre todo Yelyah Kagamine, es una gran compañera.
Vuelvo a agradecer.

 

Capítulo tercero: Del otro lado de la puerta.

Y heme aquí, en casa, con un lindo compañerito en mi cama. ¿Qué estoy haciendo? ¿Por qué me comporto de este modo? Lo tendría que haber dejado en la enfermería, pero nos iban a retar... me tendría que haber vuelto a casa yo sola. Aunque no quería dejarlo solo. ¡Esto es muy agotador! Lo peor es que no se que hacer ahora.
Mi casa, mejor dicho, mi apartamento, no es muy grande, sólo tiene tres habitaciones: cocina-comedor, baño y mi cuarto.

Contenido oculto

Len, estaba dormido en mi cama y yo preparándole algo para cenar. Me pregunto si sus padres se preocuparan por él, es decir... ¿por qué no lo llaman? ¿vivirá solo en una casa? no lo creo, porque está Rinto, pero igual. Me resulta muy confuso entender esto.

—¿H-hay alguien?— Se escuchó una voz viniendo del comedor.

—¿Len? ¡Vuelve a la cama! Enseguida te llevo la comida.— Grité, bastante fuerte.

Luego de diez minutos, volví a mi habitación con la comida para Len. Al llegar, me encontré conque él estaba mirando una foto que yo tenía en un porta-retrato. Cuando me vio, lo dejó donde estaba y se sentó en la cama. Me miró fijamente a los ojos y me dijo "Gracias". Sin decirle una palabra, acomodé mis almohadones para que él pudiera comer en mi cuarto. Le coloqué la mesita sobre las piernas y me senté al lado suyo.

—¿Te encuentras bien? ¿Seguro?— Le pregunté mirando el suelo.

—Si, podría decirse que si.— Contestó y tomó una cuchada de sopa. —Hay algo que aún no te he preguntado...

Comencé a sonrojarme, no sabía que iba a decirme, pero estaba muy nerviosa. ¿Qué sería? ¿Qué necesita saber? Y ahora que lo pienso... ¿Él qué sabe de mi? ¿Habrá hablado con Rinto antes? Espero que no sea como su hermano, aunque ese chico es muy gracioso, en ese momento creí que me secuestraría.

—¿Tú te preocupaste por mi y por eso me trajiste?— Me preguntó con una voz muy tenue.

—¡P-por supuesto que si! ¿Cómo no voy a preocuparme?— Dije nerviosa. —Además, me dijiste algo muy lindo.— Susurré, esperando no ser oída.

Los ojos de Len se abrieron bastante al escucharme decir eso, yo esperaba que no me oyera, pero lo hizo. Comencé a sonrojarme nuevamente, pero antes de poder irme, él me tomó del brazo y me colocó al lado suyo. Más colorada de lo habitual, estaba yo al lado del chico que me había tratado mal.

—¿No me vas a ayudar a comer? Después de todo, que yo esté así es tu culpa.— Insistió, con un tono altanero.

Este chico, me pone de los nervios. ¡Ahora es culpa mía! pero no sé que fue lo que ocurrió... así que será mejor no preguntar nada, además creo que me gusta que me diga cosas así... hace mucho que nadie me demostraba un poco de afecto, como lo hizo él esta mañana. Me senté en el borde de la cama y tomé la cuchara.

—¿Es-está bueno?— Pregunté, mirando al piso.

—¿Tú lo preparaste? ¡Porque está muy rico!— Me contestó con una sonrisa.

Esa frase generó en mí una gran satisfacción, es grandioso poder volver a sentir afecto, aunque no sea mi padre el que me lo demuestre. Es muy extraño también, pasaron tantos años desde que él se marchó de mi vida, y mamá... la extraño tanto; aunque prefiero no pensar en eso, sino voy a comenzar a llorar y eso es algo que detesto.

—Len, no es por querer molestarte, ni nada pero...— Comencé a decir, cuando él me interrumpió.

—No, Rinto no está en mi casa, se fue con su novia a pasar el fin de semana en unas aguas termales y mis padres no... no están.— Completó mi oración.

Rinto se fue con su novia y sus padres "no están" ¿qué significa eso? ¿se va a quedar en mi casa? ¿y si llega a venir alguien? ¡Yo no pienso dormir con él! Aunque pensándolo bien... ¡No! ¡No pienso dormir con él! Bueno, que remedio, voy a tener que dormir en el sofá.

—¿Podría...— Preguntó y lo interrumpí.

—Si, claro, claro. Ya es muy tarde, así que mejor duérmete, yo voy al sofá de allá.— Dije señalando el sofá que estaba dentro del dormitorio, frente a la cama.

—¿Desconfías de mi? ¿Por qué no duermes tú en tu cama y yo en el sofá?— Insistió.

—Niño, niño, niño... ¡ESTÁS EN-FER-MO! ¿Entiendes? ¿Podrías hacerme el favor de recostarte y dormir?— Grité eufórica.

Ya acostado Len, sólo había un problema, yo me tenía que ir a duchar y él estaba ahí... en mi habitación. Tomé rápido el pijama y la ropa interior, pensando que él estaba dormido, pero resultó ser que no lo estaba y vio... ¡vio mis bragas! Rápidamente me metí en el baño y cerré la puerta con traba. Tardé unos diez minutos en bañarme, me lavé el pelo y todo. Al salir de la ducha, me coloqué la toalla al rededor del cuerpo y fui a agarrar la ropa en el lugar donde la pongo siempre, pero no estaba. ¿Qué demonios? ¿Dónde está mi ropa? Y luego recordé... la dejé encima del mueble y cuando entré al baño no la agarré. Sólo tenía que salir del baño y tomar la ropa, pero un incidente más ocurrió: la puerta no se abría. Le traba no se salía y yo estaba atrapada en el baño, sólo con la toalla y toda mojada. ¿Qué iba a hacer? ¿Lo llamo a Len para que se fije si puede abrir la puerta o mejor trato yo? Y eso hice, intenté abrirla yo, pero resbalé con el agua y me caí al piso. Las malas noticias seguían, ¡no me podía parar! Quizás se me había torcido el tobillo, espero que sólo sea eso.

—¡Rin! ¿Estás bien? Escuché un grito.— Me preguntó Len, del otro lado de la puerta.

—E-etto, si... sólo la puerta no se abre y me torcí el tobillo.— Contesté, con una voz adolorida.

—¿¡Qué!? Espera, ya la abro.— Dijo Len, mientras comenzó a golpear la puerta.

Finalmente logró abrir la puerta, pero la entrar, se encontró con nada más y nada menos que yo, tirada en el suelo, mojada y únicamente con una toalla, que por suerte estaba bien ajustada y no se me salió al caerme. El chico, todo colorado, me levantó del suelo en sus brazo y me llevó hasta mi cama. ¿No me hará nada, no? No lo creo... trato de no creerlo.

Continuará...
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A pedido de Yelyah onee-chan, lo hice un poco más largo.

En las reglas encontré lo siguiente

Así que decidí poner el plano de la casa de Rin, para hacer un poco más entretenida la lectura. ^^
Como siempre, gracias por los comentarios.

 

Capítulo cuarto: Se avecinan tempestades, terremotos y huracanes.

Nuevamente una situación confusa: yo estaba recostada en mi cama, con una linda toalla y Len, mirándome preocupado. ¡Dios! No había pasado ni un día de conocer al chico, que ya estaba en mi casa y en una situación prometedora. Lo que estaba muy claro era que mi tobillo no iba a mejorar y que el dolor era insoportable.

—¡Auch!— Grité adolorida. —Ahí, ahí me duele mucho.

Cuando pronuncie esas palabras, Len comenzó a preocuparse más. Fue hasta el baño y buscó en el botiquín vendas, cinta y algodón. Volvió al cuarto y sin decirme una palabra, levantó mi pie, lo puso encima del suyo y comenzó a vendarlo. Sinceramente no sentí nada, era como si no me hubiera lastimado. Luego, me hizo recostarme.

—¿Puedo usar tu cocina?— Preguntó nervioso.

—Si, no hay problema.— Contesté finalmente.

Después de que Len se fue a la cocina, me quedé plenamente dormida y lo único que recuerdo es haber estornudado muchas veces. Igual, no dormí mucho, habrá sido una media hora, básicamente hasta que entró Len a mi habitación.

—¡Lo sabía! Te ibas a resfriar... necesitas cambiarte.— Dijo, después de una pausa.

¿Acaba de decir lo que creo que dijo? Él quiere que me cambie... muy bien... entonces ¡VETE! Pero no, no puedo decirle así. Tendré que pensar en algo. Aunque aún me duele un poco el tobillo, creo que puedo pararme.

—Claro, ahora me cambio. Sólo necesito que te vayas.— Dije e intenté pararme de la cama.

Y efectivamente, como siempre, algo tenía que salir mal. Al tratar de levantarme de la cama, me tropecé y casi me caigo; mejor dicho caí pero no en el lugar más esperado: los brazos de Len. Él me atrapó antes de que toque el suelo. Fue un acto muy tierno y heroico. Estuvimos por más de cinco minutos mirándonos, en esa posición... tan acogedora para mí en ese momento.

—Señorita, ¿es cierto que usted no preparó su cena, es decir que no cenó?— Preguntó Len, llevándome en sus brazos hasta la cocina.

—Etto... no, no comí.— Respondí bastante sonrojada.

—Muy bien, entonces disfrute de esta cena hecha sólo para usted.— Finalizó, dejándome sobre una de las sillas.

No lo podía creer, este chico era un maldito héroe. Me ayudó con el pie, me atrapó cuando me caí y además me preparó la cena. ¿Qué está ocurriendo? Tampoco puede ser algo tan, tan... imposible, si nos conocimos hoy.

La comida estaba buenísima, casi me como todo, pero no quería quedar mal.

—¡Qué delicia! Estaba muy bueno.— Exclamé con una sonrisa gigante.

—Gracias señorita, ahora si me permite...— Dijo y me alzó nuevamente.—tengo que llevarla a su cama.

Creo que decir que tenía la cara sonroja era poco. ¡MI CARA ERA UN TOMATE! Un gran tomate. Por suerte ya estaba seca, pero no podía mover bien el pie.

—Bien, descanse señorita.— Finalizó, colocándome sobre mi cama.

—¿Tú...— Comencé a hablar y me interrumpió.

—Dormiré en el sillón.— Dijo colocándose sobre este.

La noche se pasó volando y al otro día me desperté primero yo. Al intentar levantarme lo logré, conseguí hacerlo. Tapé a Len con unas sábanas, se notaba que tenía mucho frío, pero el muy necio no quiso dormir con ellas. Fui directo al baño, me cambié -al fin- y fui a preparar el desayuno.

Mientras preparaba unas tostadas, me di cuenta de que él iba a quedarse conmigo todo el fin de semana, porque "sus padres no están" y Rinto estaba en las aguas termales. Bueno, no era un gran problema, sólo había que pasar dos noches más... pero... ¿¡Teníamos que ir a la academia juntos!? ¡Esto es muy agotador!

—¿Rin? ¿Estás aquí? ¿Rin?— Se escuchaba desde el comedor.

Fui muy apresurada a verlo, no sé que me ocurrió, las ganas se apoderaron de mí y fui corriendo a verlo.

—¡Guau! Estás preciosa.— Acotó exaltado.

¿Eh? ¿Esa clase de cosas se le dice a una "amiga"? ¿De esa forma de dicen, con ese tono? No lo creo. No sé que hacer, creo que tendríamos que conversar más sobre nosotros... si, eso voy a hacer ¡conversaremos mucho!

—Etto... gracias.— Dije, bastante sonrojada. —Len, ven a la cocina así desayunamos.

Estaba decidido, se sentaría y yo haría lo posible para que me cuente algo de su vida... aunque sea cuantos años tiene. ¿Será menor que yo? ¡No por favor!

—Len... apenas hace un día que nos conocemos, ¿quieres contarme algo de ti, aunque sea tu edad?— Pregunté un poco nerviosa.

—¡Jajajaja!— Comenzó a Reir. — Tengo 16 años.

—¡Eres un años mayor que yo! Tengo 15.— Acoté.


—Bueno, a ver... qué puedo contarte... Repetí un año, y por eso me cambiaron a esa mugrosa academia. Rinto ya iba ahí, entonces me mandaron con él. Qué mas, a ver... vivo con él en una casa cerca del mar, a unas veinte cuadras de acá aproximadamente. No me gusta mucho el estudio, me parece aburrido porque hay muchas cosas que ya las sé. Pero amo hacer deporte, sobre todo baseball, me fascina. Me pongo de mal humor si no llueve al menos una vez al mes, no sé porque, pero eso me pasa. Y me gusta leer historietas y cómics. Hmm... creo que nada más. ¡Ah sí! Mis padres, no viven en la ciudad, están viviendo con mi hermana menor.— Contó Len, muy enfocado.

Cuando él comenzó a hablar de sus padres, creí que iba a decir que estaban muertos, pero por suerte no.

—¡Jajaja! Bueno, interesante resumen.— Dije, aunque de repente escuché un ruido.— ¿Eso es lluvia?

—¡Si! ¡Lluvia! ¡Que felicidad!— Sonrió y saltó de la silla. —¿Tienes un paraguas? Así salimos a caminar.

Este chico está loco. Una lluvia torrencial caía y él quería ir a caminar bajo la lluvia. Aunque... no iba a negarme.

—Si tengo, dame diez segundos que me cambio y vamos ¿te parece?— Propuse.

Quién sabe, quizás terminemos yendo a otro lado, mejor me cambio y me pongo un poco mas... linda.

Me puse una linda remera rosa viejo, a lunares verde musgo; un pantalón de jean negro y unas botas de lluvia verdes, cortas. La remera es, sinceramente hermosa, tiene un lindo encaje en la parte del busto y las mangas infladas. Después un collar con una linda estrella, unos pendientes circulares y unas pulseras plateadas. Finalizando mi hermoso conjunto con un anillo negro y plateado, y mi hermoso paraguas verde, con un estampado de hojas tropicales color verde; todo tenía una perfecta combinación. Yo, sinceramente, me sentía linda.



Salí de mi cuarto y lo primero que escuché fue un "Guau" como el de esta mañana. ¿Enserio le parecía linda? ¡Qué felicidad! Bueno, no estábamos por ir... Salimos de la casa, con una linda lluvia torrencial y comenzamos a caminar bajo la lluvia. Claro que Len que no quería estar bajo mi paraguas y se mojó todo. Habremos caminado unas veinte cuadras, y en ese momento me di cuenta que él me dijo "vivo con él en una casa cerca del mar, a unas veinte cuadras de acá aproximadamente" ¿Íbamos a ir a su casa? ¿Qué? Bueno, tampoco me opondría... podría conocer su casa al fin. Lo extraño, es que siento desde que lo vi, que lo conozco de algún lado... me parece muy conocido.

Llegamos a una gran casa de dos o tres pisos, parecía haber sido diseñada por un escultor renacentista, era demasiado hermosa. Con un gran patio al frente, miles de plantas y una fuente enorme.

—Bien, entremos... ¡Esta es mi casa!— Exclamó Len, con una sonrisa.

—Permítame traerle ropa seca señor, ¿a la señorita también?— Dijo un hombre de traje con un paraguas que nos hizo pasar.

Esperen un momento, ¿Len era rico? ¿Qué? Yo creí que vivía en una pequeña casa con su hermano... no en una súper mansión.

Continuará...

 

Capítulo Quinto: Mi primera vez.

—¿Ropa? N-no hace falta, estoy bien.— Dije, sonriendo dulcemente.

—¿Qué? Estás toda mojada. Si, si, tráele ropa, algo de Lenka.— Afirmó él, muy serio.

El aparente mayordomo se fue a buscar la ropa para nosotros y Len me hizo pasar. ¡Qué hermosa casa! Tenía un gran living, millones de sillones y alfombras. Nos quedamos ahí hasta que el hombre ese trajo la ropa, luego me hicieron subir a la habitación de esta chica, Lenka, para ponerme la ropa. Len fue a su habitación y me dijo que cuando termine, salga al pasillo y vaya hasta la tercera puerta a la izquierda, que ese era su cuarto. Para colmo, tuve que subir una escalera enorme, típica de las mansiones de los adinerados, una escalera hecha de madera, larguísima.

Bien, yo tenía una caja con la ropa dentro, el mayordomo me llevó hasta la habitación y me informó que no podría salir de ella sin antes haberme cambiado. Quedé un poco dubitativa después de eso, pero me dio lo mismo, entré y abrí la caja. ¡Lo que había adentro de esa caja! Un hermoso vestido, estilo pin-up color celeste y gris, con un gran moño en la zona de la cintura, con el cuello cuadrado y las mangas infladas. Además me dieron un par de zapatos color gris, de toco bastante alto y con moños en la parte del frente. Pero eso no era todo, había unos aretes colgantes color celeste cielo, justamente el mismo color que el vestido, hermosos y una pulsera que hacía juego y finalmente un collar que tenía de dije una tetera, como la de Alicia. Creo que soy muy feliz. Es decir, me encanta sentirme linda y de esa manera me siento, como una princesa. Y bueno, no iba a quedarme toda despeinada, además había un hermoso broche de flores plateadas. Me hice una trenza que cruzaba por el medio de mi cabello y me lo até a un costado con dicho objeto.

Lista para ser vista, salí de mi habitación y fui derecho a la habitación de Len. Golpeé la puerta.

—¿Rin? ¿Eres tú?— Preguntó desde adentro del cuarto.

—Si, y-ya estoy cambiada.— Contesté tartamudeando.

Abrió la puerta, me sentí un poco asustada por un segundo, pero luego me di cuenta de que él era un buen chico, y no importa lo que pasara, él me protegería.

—¡Guau! ¡Te queda precioso!— Dijo exaltado.— Pasa, pasa.

Emm... Len no sé si quiero pasar a tu habitación, creo que toda la historia del héroe se me escapó de la cabeza. Es imposible, nunca estuve en la habitación de un chico, no puedo hacerlo justo ahora, no puedo. ¡Esto es muy agotador! Pero... qué tal si se enfada, no quiero que eso pase. Mejor entro y me dejo de hacerlo esperar.

—P-permiso.— Tartamudeé y coloqué un pie en su cuarto.

Esa habitación, sinceramente no sé si Len era un chico rico o había asaltado un banco. ¡Es realmente enorme! ¡Millones de cosas! Tiene su propia tele, su cama enorme, sus sofás, su computadora, sus libros, su escritorio... Está bien, todo lo que está en mi apartamento también es mío, pero lo de él es mucho mejor. Creo que voy a asaltar un banco. <Comencé a reír sola>

—¿Estás bien Rin?— Preguntó un poco preocupado.

—No es nada, no te preocupes.— Respondí, con una cara angelical.

Estoy en la habitación de un chico, por primera vez. ¿Era necesario que fuera con Len? Es decir, lo conozco hace dos días. En realidad, en unas seis horas serían ya tres días, ya era bastante tarde, las siete de la tarde. El tiempo se pasó muy rápido entre que me cambié en mi apartamento, caminamos un rato hasta llegar acá, nos atendieron, me cambié y finalmente estoy aquí.

—Len, es muy tarde, tengo que irme.— Dije, un poco triste.

—¿Ya qué se debe esa cara, te quieres quedar conmigo? No tengo ningún problema.— Preguntó con una voz bastante altanera.

—¡No es eso... baka! Es que...— Contesté y me quedé callada.

Len se abalanzó encima mío, haciéndome chocar contra el muro de su cuarto. Tenía una mano encima de mi cabeza, apoyada en la pared y la otra sosteniendo una de mis manos. Estábamos muy cerca, bastante. Y él se acercaba más y más. Hasta que llegó a ese punto, podía sentir su respiración por encima de mi nariz. Y nuestros ojos se miraban fijamente. Sólo había centímetros de distancia entre nuestros rostros, hasta que esa distancia se hizo cero.

—¡L-L-L-Len!— Grité tartamudeando y completamente sonrojada.

—¿Qué, acaso hice algo mal?— Preguntó, alejándose unos centímetros de mi rostro.

—No es que hayas hecho algo mal, es que... ¡no puedo!— Dije y salí corriendo.

Bajé corriendo las escaleras, un poco más y me caigo. Perdí los zapatos por el camino y además se me desarmó todo el arreglo que tenía en el pelo. Fue como un corto clip de la película de Cinderella. Pero eso no fue todo, terminé de bajar las escaleras y no sabía qué hacer, a dónde ir. Terminé corriendo escaleras abajo. ¿Cuántos pisos tenía esta casa? Terminé de bajar y un hombre vestido con uniforme me gritó. ¿Qué iba a hacer? ¿Sería un guardia? Mi mente no estaba en el mundo real en esos momentos, sólo pensaba en ese beso, Len me había robado mi primer beso. El guardia comenzó a perseguirme, yo estaba huyendo de él. Como consecuencia de la corrida, rasgué mi vestido y me caí. El hombre me atrapó y me llevó a un lugar que desconocía, me pareció mucho más desconocido que la casa misma.

¿Y ahora, que iba a hacer? Estaba sola, en un "calabozo"... ¿Qué clase de gente tiene un calabozo en su casa? Bueno, me dí cuenta de que no eran personas normales. Pero lo que aún rondaba por mi cabeza era ese hecho, eso que había sucedido hoy en el cuarto de Len. No me importaba quedarme encerrada toda mi vida en ese calabozo si Len venía y me explicaba que diablos había ocurrido. ¿Por qué me había besado? ¿Cuál era el objetivo? ¿Necesita algo de mí? ¡Voy a explotar! Y tengo frío. Podrían haber puesto una calefacción. Para colmo, ya era muy tarde, no, era tardísimo: las once de la noche. No creo que Len piense que me fui a mi casa, espero que venga a buscarme. Y así pasaron las horas, dos horas, tres horas, seis horas, ocho horas y amaneció: las ocho de la mañana, yo toda sucia, despeinada, con el vestido roto, descalza y la rodilla un poco raspada.

—¿QUÉ? ¿CÓMO QUE TIENES A UN ESPÍA ENCERRADO?— Oí unos gritos desde la celda. —¿Estás muy seguro de que es un espía no?

—Si señor, es una muchacha espía. Venía corriendo de la parte superior de la casa y estaba descalza, como si hubiera entrado por los costados de la mansión y no por la puerta.— Dijo el guardia.

—¿Tenía un vestido celeste? Si lo llegas a afirmar, juro que te mato.— Preguntó Len, con un tono bastante serio.

—N-no, señor, tenía ropas todas rotas.— Respondió.

¿Estaban hablando de mí? ¡Si estaban hablando de mí! Y el guardia le mintió, yo quiero que Len me busque.

—¡Len! ¡Len!— Grité.

Continuará...

 

Capítulo sexto: Mi otro yo.

Tenía que gritarle, si no lo hacía no iba a venir y quizás ni siquiera volvería verlo. ¿Pero por qué el guardia le mintió? No creo que Len realmente fuera a matarlo... ¿no? Inesperadamente apareció la figura que quería ver desde anoche: ese muchacho de rubia cabellera con ojos celestes azulados y una hermosa sonrisa.

—¿Rin?— Dijo observándome. —¿¡Qué te pasó!?

¿Desde dónde quería que empiece a explicarle? ¿Desde que durmió en mi casa o desde que me robó mi primer beso? No, no quiero pelearme con él, pero sinceramente no comprendo qué diablos pasa por mi cabeza en estos momentos, es decir, lo conozco hace tres días. Un frío incontrolable hizo estremecer mi cuerpo, caí.

Cuando desperté, estaba en la habitación de Len, ¡qué lindos recuerdos! prefería estar en el calabozo. Aún así, estaba recostada en su cama y él con sólo su cabeza sobre ella y el resto del cuerpo en el piso. Yo tenía una toalla húmeda en la frente, un poco fría. En ese momento me dí cuenta de que él me trajo hasta su habitación y me cuidó... solo él. Pero ¿qué hora era? ¿No había pasado mucho tiempo, no? Me senté en la cama, entre las sábanas.

—¿L-Len? ¿Estás despierto?— Pregunté susurrando.

El muchacho se movió de un lado a otro, como si tuviera una pesadilla, pero lo inesperado fue lo que ocurrió después: se subió sobre la cama. Mi reacción inmediata fue correrme, por supuesto, casi me caigo de la cama. Ya recostado, Len me tomó del brazo y me colocó al lado suyo. ¿Está bromeando, no?

—Len, no quiero incomodarte, pero ¡¿te puedes correr?!— Grité.

Creo que me oyó muy bien, porque un poco más y salta de la cama. Se paró frente a mi y me pidió perdón mil veces, además me dijo que cuando duerme puede llegar a hacer y decir cualquier cosa. Eso... me dejó un poquito preocupada. Quiero decir, cuando estemos viviendo juntos... ¿¡EN QUE ESTOY PENSANDO!? Dios, tengo que calmarme, hasta comencé a imaginar estupideces.

—Rin... lo de antes...— Comenzó a decir, cuando lo interrumpí.

—¿Qué hora es?— Pregunté de manera muy fría.

—Las ocho.— Respondió mirando el reloj de su muñeca. —... de la noche.

—¿L-las ocho? ¿Hoy es domingo, no?— Proseguí desesperada.

—Si, hoy es domingo y mañana no vas a ir a la academia.— Contestó con un tono muy serio.

¿A qué se refería conque no iba a ir? ¿Cómo no iba a ir? ¿Me voy a quedar con él? Además ¿no vienen hoy su hermano y su novia? ¡No puedo seguir así! ¡Esto es muy agotador!

—Len... en este momento, me voy a cambiar, me voy a ir a mi apartamento y mañana voy a asistir a la academia.— Dije mientras me paraba de la cama.

—No. —Afirmó colocando su mano en mi hombro y haciéndome sentar.— Te vas a quedar, aquí, conmigo.

¿En que mundo vive? ¡No puedo quedarme con un chico, sola en su casa! Menos si él es mayor que yo. Aunque me encantaría quedarme y que nos divirtamos juntos... realmente siento que conozco a Len de algún lado, de otro lado. Como si alguna vez ya hubiera estado con él, como si ya hubiera vivido con él. Su rostro me parece muy familiar. <

—Quiero hablarte de lo que pasó Rin...— Insistió.

Cerré los ojos, tragué saliva y pensé en que fuera lo que Dios quisiera.

—Sabes, Rin, nosotros... tú...— Dijo tartamudeando. —Rin, nosotros nos conocemos de antes.

Mis ojos se abrieron como dos bolas de golf. ¿A qué se refiere con "de antes"?

—Tus padres, ¿los recuerdas?— Preguntó.

—Si, pero cuando era muy chica ellos murieron.— Contesté un tanto furiosa.

—Rin... eres adoptada y yo soy tu hermano.— Susurró.

Lo escuché perfectamente, mis latidos se frenaron por un instante, mi sangre se detuvo, mi pulso se convirtió en roca y mis emociones se cayeron a pedazos. Las lágrimas comenzaron a surgir, mis párpados se cerraron y caí al suelo. Sentí un gran vacío pero a la vez un alivio.

—¿Por eso mirabas la foto?— Pregunté, llorando.

—Si, quería ver como era mi querida hermana, porque sinceramente no te recuerdo bien de pequeña.— dijo.

—Len, pasaron tres días, cuatro como mucho, pero tú me gustas. Aunque eres mi hermano. Explícame que puedo hacer. Te lo suplico. ¿No hay una poción mágica que me haga olvidar de todo y no te conozca? ¿No hay algún método para evitar que seamos hermanos? Len, me gustas, no sé desde hace cuanto, pero me gustas. Quizás desde que somos pequeños... pero me gustas. ¿Puedes ayudarme?— Continué entre sollozos.

Se veía frágil, como si estuviera a punto de romperse, sus ojos se cerraron, alzó su cara, se acercó a mi y me besó.

—Tú eres más que una hermana para mí y nadie va a impedir que nosotros podamos estar juntos, porque tú también me gustas... es más, te amo.— afirmó, con su mano en mi mejilla.

No pude contener el llanto y me rompí, me abalancé sobre su pecho y caímos los dos al suelo. Apretando su camisa, lo miré y lo besé. No me importa que seamos hermanos, creo que me siento completa con él, con mi otro yo.

~Fin~​

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Espero que les haya gustado y hayan disfrutado del fanfic como yo, me agrada que lean las cosas locas que salen de mi cabeza. Gracias por haber seguido la historia y por haberme esperado.
Saludos, Miaka-chan... sin inspiración desde hace tres semanas.
Si quieren más historias me avisan (?)