Drabble Carioca [Pokémon Rol Championship]

Simplemente me gusto la idea.


No sabía qué hora era y ciertamente poco le importaba, lo único que ocupaba completamente su atención eran las cartas plásticas que sostenía con la mano izquierda. Tenía una mala mano y si perdía nuevamente quedaría en una gran desventaja.

Arrugó la nariz pensativa, no quería tirar alguna de los pares formados, ya que no sabía si en el próximo turno le podría salir una carta que le sirviese para completar un trio y así poder bajarse.

Sintió como Drifloon y Phantump le daban ánimos desde su cabeza y regazo respectivamente, cosa que solo logró que la joven se frustrara más, en momentos como ese lo único que quería era tirar sus cartas al piso, levantarse del sucio suelo y salir de la casa, para luego pedirle a Altaria que la llevase a Témpera. Pero no podía, y no solo porque eran sus cartas, sino porque hace unas semanas había prometido hacerles una visita para jugar un rato, y si algo había aprendido bien en su infancia era que los Daroch no rompen sus promesas.

Levantó la vista de sus naipes, todos la miraban con una mueca de impaciencia, llevaba ya dos minutos sin mover un musculo que no fuera facial. La chica sonrió nerviosa y volvió la vista abajo, sabía que debía jugar en ese instante. Cogió una carta prácticamente al azar y la mandó junto a las desechadas.

Gerngar sacó a relucir su sonrisa, miro a su entrenadora y luego tomó la última carta del pozo, la cara de Elisa era un poema, traicionada por su propio pokémon. El segundo movimiento del fantasma fue comenzar a bajar los grupos formados, dejándolo así con cuatro míseras cartas, las cuales analizo solo unos segundos, antes de tirar un naipe inútil para la chica.

La castaña recuperó la compostura y le lanzó a su compañero una mirada molesta, la misma mirada que ponía tras una travesura del fantasma/veneno. Eso lo hubiera esperado de alguno de los pokémon salvajes de la mansión, pero no de su amigo.

El siguiente en jugar no era un pokémon de su equipo, era un lindo y adorable Duosion, con sus poderes psíquicos mantenía las cartas a una altura considerable, para que solo él pudiese verlas. Robó una carta y miró atento las pilas de sus contrincantes, dejó una carta en la pila de cuatros que tenía la Gothorita salvaje y luego colocó un Cinco de Trébol en el pozo.

Gothorita fue la siguiente en jugar, tomó una carta del maso y tras mirarla la mandó al pozo, acción que alivió a Elisa.

Los dos siguientes turnos fueron iguales, ambos jugadores eran habitantes de la casa, un Litwick y una Misdreavus.

El siguiente, y último jugador antes de Elisa, era su fiel Ivysaur, sostenía sus dos únicas cartas con un látigo verdes que salía de su costado, recogió una carta del mazo, y tras una rápida inspección la dejo en la pila de Reinas que tenía, después desechó un ocho de Diamantes.

La mirada de la muchacha se iluminó, eso era lo que necesitaba, la sonrisa que había desaparecido hace un par de rondas volvió a florecer, recogió rápidamente la carta, como si esta fuera capaz de irse de su lado. Organizó las cartas de su mano y finalmente se bajó, tres tríos se dejaron ver, uno de sietes, otro de ochos y el ultimo de jotas, todos miraron atentos las cartas, viendo si tenían alguna que mandar a esos grupos.

La siguiente jugada de la joven fue dejar en el pozo una carta que a ninguno de los presentes le era útil.

La sonrisa de Gengar permaneció inmutable, cogió un naipe y lo miro unos momentos, lo siguiente que procedió a hacer fue mandar cartas a las pilas de los jugadores. Primero un cuatro donde Gothorita, después un Rey donde su amigo Ivysaur. Le quedaron dos cartas en mano, tomó una y la comenzó a llevar lentamente al pozo, pero a medio camino y con un rápido movimiento desvió su brazo, dejando así el naipe en el trio de ochos de su entrenadora.

Nuevamente la cara de Elisa era un poema, mostraba asombro total, esa no la había visto venir. Cuando se recuperó de su sorpresa infló las mejillas, dejó sus cartas en el suelo, acción imitada por los pokémon y procedió a contar los puntos, al final, y como esperaba, terminó en último lugar, Gengar se hizo con el segundo, Duosion con el tercero, Ivysaur con el cuarto, Litwick con el quinto, Misdreavus con el sexto y Gothorita con el primer puesto.

—Bien chicos —habló la entrenadora mientras recogía las cartas y se levantaba del piso sacudiendo sus ropas —, creo que es momento de partir, ya son las... —miró el reloj de su muñeca, cosa que la hizo palidecer — ¡¿Dos de la mañana?! —el grito llamó la atención de los pokémon ajenos a la partida —. Arceus, como vuela el tiempo.

Sacó las pokéball de Ivysaur y Gengar, los cuales no protestaron al ser llamados a su esférico, se despidió con la mano de sus amigos y prometió que volvería a visitarlos, porque aunque siempre perdiera jugando al carioca, le gustaba mucho pasar el tiempo con sus amigos pokémon de la vieja y tétrica mansión abandonada.