Capitán y Vicecapitán (TezukaxOishi)

Capitán y Vicecapitán (TezukaxOishi)

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Autor: escarlata/Ciayanara


Título: Capitán y Vicecapitán


Pareja: TezukaxOishi

Clasificación: K+


Advertencias: Emm... Insinuaciones. Saben a lo que me refiero. Creo que OoC

Género: Romance/lujuria.


Sumario: Siempre le había tenido cierto cariño, quizá más que a Ryoma, pero ése niño era harina de otro costal. Echizen jamás podría ser comparado con el bueno de Oishi; era especial.

Capitán y Vicecapitán
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Sus cuerpos estaban sudorosos, casi al límite. Habían estado entrenando aún después de que los novatos se fueron. Se tomaban en serio todo lo que se trataba del tenis. Habían estado practicando desde la salida hasta ahora: las seis y media de la tarde.


No podían seguir en esas condiciones. Lo dejarían para mañana. Se dieron la mano y de improviso el joven de cabello negro le dio un abrazo al castaño; quién lo tomó como un gesto de amistad.


—Buen partido, Tezuka. —habló.


—Lo mismo digo, Oishi. — ambos rieron juntos, y de la misma manera se fueron a cambiar.


Estaba medio oscuro. A penas y los mundanos rayos del sol entraban por la ventana, y para variar el foco recién se había fundido. Eso sí que era mala suerte.


A tientas cada uno buscó su propia ropa. Inevitablemente, se voltearon a ver. Había sido así por tres años, y aún así no podían estar al cien porciento cómodos con la situación; con los demás sí, pero ellos… con ellos era otro caso.


—Tezuka, ¿me pasas la camisa de allá? —preguntó el moreno mientras señalaba la prenda hasta el otro extremo de la banca.
Obedientemente se la pasó, mientras que sus manos se rozaron mutuamente, haciendo que el joven de tez clara y Oishi sintieran una corriente eléctrica recorrer sus cuerpos.


Avergonzado por eso, el chico de pelo negro desvió su mirada hacia el otro extremo de la habitación.


El castaño, incómodo por la escena se sentó en la banca, necesitaba reflexionar sobre aquel acto que descontroló su cuerpo. Analizó rápidamente quién y qué era Oishi en su vida. Qué papel jugaba en ella.


En él siempre había visto a un pequeño niño sentimental, un poco inseguro, a una buena persona; a su mejor amigo. Él lo había apoyado desde un principio, él era la razón por la cual no abandonó el club de tenis; claro, aparte de la proposición de su sempai. Pero si el moreno no lo hubiese apoyado y amenazado que si él lo dejaba él también lo haría, no hubiese llegado tal propuesta.


Siempre le había tenido cierto cariño, quizá más que a Ryoma, pero ése niño era harina de otro costal. Echizen jamás podría ser comparado con el bueno de Oishi; era especial.


Lo miró, Tezuka sabía perfectamente que lo quería más que cómo amigo; aunque más de una vez se lo había negado a sí mismo. Su mirada paseó por la habitación sin rumbo fijo alguno. Pero se detuvo en el pecho del moreno. En los pectorales que tenía; fruto del entrenamiento. Y sin poder evitarlo más acercó su cuerpo al de Oishi. La mirada de éste reflejaba las dudas que cruzaban inocentemente por su mente. Esa mirada tan ingenua provocaba cada vez más al castaño.


Su mente ya no tenía el control sobre sus actos. Ahora mandaban los instintos y los impulsos, nada ni nadie más. Nada restringiría sus ganas de besar aquellos labios.


Y de esta manera tomó el mentón del moreno entre sus manos y arremetió contra su boca. Necesitaba quitarse la duda de a qué sabían esas finas líneas acolchonadas que rodeaban su abertura bucal.


El joven abrió sus ojos desmesuradamente, nunca hubiera esperado un acto así de su capitán. Pero sin embargo, mientras sentía como esos labios lo poseían, se dio cuenta de que no quería que parasen; se dejó llevar y manipular por aquel cuerpo masculino que ahora era su titiritero.
Sus respiraciones agitadas hicieron que detuvieran aquél momento, en donde ambos habían quedado arrinconados el uno por el otro en una oscura esquina de la habitación.


Estaban cansados por el entrenamiento, y ahora agitados por aquél dominante beso. Tenían el sabor del sudor del otro en sus labios, y sus cuerpos uno contra el otro en un lugar un tanto pequeño. La luz de la luna se colaba por la pequeña ventana que había, y ésta iluminaba ambas figuras masculinas quienes, ya habían perdido el control sobre su cuerpo.

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Verdad que es asombrosa mi imaginacón como para poner un título tan original e,e