de Inuyasha - Caperucita kagome

¡Hola! Este es el primer OneShot que publico -y el unico OneShot ya que los que tengo son de varios capítulos(n,nU) y sin terminar aun (T-TU)-.
Esta historia es relativamente basada en Caperucita Roja, solo que...obviamente con muchos cambios. ¡Espero les guste!
-¡Los personajes de InuYasha no me pertenecen!

Caperucita​

Erase una vez una joven de unos 17 años, aunque muchos le decían caperucita roja su nombre era Kagome, le llamaban así ya que siempre llevaba consigo una caperuza regalada por su abuela antes de fallecer, a pesar de que cubría su largos cabellos se podían apreciar que eran de color azabache, sus alegres ojos de un color chocolate, traía puesto un vestido sencillo de color blanco que le hacían resaltar su figura, sin faltarle nunca la caperuza –claro está-. Un día su madre casi igual a ella en apariencia, solo que más madura y con cabello corto, le mando a casa de su abuelo el cual cayó enfermo por la ida de su señora, para que le llevara una cesta con pan, chocolate, azúcar, dulces y también sus medicinas. Antes de irse le recordó “no te apartes del camino de siempre, recuerda que esta protegido por un campo y los demonios no lo pueden cruzar”.

Iba alegremente por el camino indicado, de repente escucho un ruido entre los arbustos y de ahí salió un joven de al parecer su misma edad, de cabellos largos platinados adornando sobre su cabeza unas orejitas de perro de igual color, ojos ambarinos y vestido con un llamativo traje rojo, este la miraba curioso.

Oye… ¿A dónde vas? – le pregunto el chico con tono indiscreto acercándose a la joven lentamente


A casa de mi abuelo a llevarle comida y medicinas…-contesto con una sonrisa


Bueno debes tener cuidado…-dijo el chico antes de pasarle por un lado.-


El joven se fue dando un salto y la chica siguió pensativa, ese chico curiosamente le inspiraba confianza, a lo que se paro en seco y miro atrás por donde se había ido el chico.


No le pregunte su nombre…-susurró al tiempo que se daba cuenta de algo mas-… ¡Tenía orejas de perro!


Le paso un escalofrío por su espalda, ¿El campo se debilito?, no aun seguía fuerte pero no entendía como es que ese chico paso como si nada si era un ser sobrenatural. Trago saliva y siguió rápido su camino esperando que su abuelo estuviera bien. Al llegar vio todo normal, como siempre suspiro aliviada. Toco la puerta.


¿Quién es? –se escucho la voz de un hombre mayor dentro

Soy yo abuelo –dijo ella


Pasa Kagome –respondió animado ¡Cuánto le alegraba ver a su nieta!


Al entrar pudo apreciar a su abuelo en cama, siendo acompañado por ¡El mismo chico con el que se topo! Su cuerpo se tenso y se encamino hacia su abuelo sin quitarle la vista al joven.


Mira Kagome… El es InuYasha… Es un buen hanyou… Me ayudo un día que estaba a punto de caer, ¡No sabes el susto que me dio al verlo! Pero luego note que es un buen chico y me ha estado visitando desde entonces… –dijo el viejo animado sonriéndole a la nieta


¿A si? –preguntó la chica un tanto confundida


¿Pensaste que le haría algo a tu abuelo? –dijo por fin el joven volteando a verla


P-pues no…-respondió nerviosa ante la mirada del joven


Tranquila ya me ha pasado, por eso vivo en el bosque –dijo el joven suspirando resignado desviando la mirada- me juzgan por ser la mezcla de un demonio y una humana.


Lo siento –dijo sinceramente la joven dándole la cesta a su abuelo a lo que este comenzaba a comer todo lo que había en su interior mientras pensaba ¡Por eso pudo cruzar la barrera, es mitad humano!


El chico se volteo a verla confundido, nadie en su vida se había disculpado con el por juzgarle mal, asintió y vio sonreír a la chica, lo que hizo que se sonrojara de nuevo, siguieron charlando hasta que la azabache se marcho a su casa, siendo vigilada y cuidada por el de ojos ambarinos.


Transcurrieron varios días, semanas, meses, en los que solo llegaba a ver al chico cuando visitaba a su abuelo, realmente le hacia sentir mariposas en el estomago cada vez que lo veía y no podía negar que le gustaba mucho estar con el, el sentía lo mismo por ella se sentían completamente felices al estar con el otro. Una tarde en el jardín de la casa del abuelo se encontraban sentados en el pasto juntos y algo cerca lo que hacia que el hanyou se sonrojara apenado.


InuYasha –llamó la azabache al chico, al ver que este la miraba para que continuara esta sonríe-… ¡Que ojos tan grandes tienes!


Son para verte mejor… –responde el con una leve sonrisa le encantaba verla sonreír


¡Que orejas tan curiosas tienes! –dijo sonriéndole y viéndolo curiosa


Son para oírte mejor… –respondió no era mentira que le gustaba escucharla


¡Que olfato tan bueno tienes! –dijo ella sonriendo y viéndolo ya que recordó como al jugar a las escondidas la encontraba por su olor, mientras seguía observándolo detenidamente


Es… para olerte mejor…-respondió apenado por su respuesta y por la mirada de la joven, verdaderamente su olor a jazmín le gustaba demasiado


¡Que labios tan astutos tienes! –dijo por el vocabulario del joven, aunque no negaba que quería y anhelaba probarlos, sonrojándose por su fugaz pensamiento siguió observándolo


Son –dijo casi en susurro acercando su rostro al de ella, el cual tomaba por el mentón y rozaba sus labios con los de la joven-… para besar y sentir mejor los tuyos –susurró besando tierna y suavemente a la chica que correspondía de igual manera sonrojándose al mismo tiempo que el.


Al separarse se vieron y sonrieron sonrojados, susurrándose al mismo tiempo aquellas palabras ansiadas por darse a escuchar, se abrazaron y siguieron observando el precioso cielo azul que estaba sobre ellos. Susurrando de nuevo al unísono. “Te amo Kagome” – “Te amo InuYasha”.