One-shot de Inuyasha - Campanilla China

Título: Campanilla China
Tipo: One-Shot.

Campanilla China​

Ya es media noche y el rocío cae lentamente sobre mi cuerpo que reposa apoyado sobre el tronco de un viejo abedul cubierto de moho; tener esa tranquilidad es algo agradable que pocas veces me puedo permitir. Giré el rostro hacia el sendero iluminado por la tenue luz de la luna que se filtraba por el follaje de los árboles y observé las luciérnagas danzando en el aire y lentamente una se posó en mi mano. Cómo añorañaba el poder sentir el calor de la vida, sentirse rodeada de la calidez de otra alma. Pero ahora me encuentro encerrada en este cuerpo de barro, una mera prisión para mi alma desde el momento en que volví a este mundo; el destino me jugó una mala pasada y no sólo se me prohibió el derecho a la vida sino que debo seguir caminando bajo las penas de este mundo.

Saco mi campo espiritual y me levanto del suave y húmedo césped provocando la huída del pequeño insecto para seguir mi camino, llamo a mis serpientes cazadoras y comienzo a caminar lentamente por el sendero. Aún no puedo despejar mi mente. Sé que por el orden natural deberé abandonar este mundo nuevamente por lo que agudizo mis sentidos intentando sentir la energía de Naraku, no pienso marcharme antes de haber cumplido mi nuevo objetivo, ese ser despreciable pagará por haber jugado con tantas personas. Manipuló los sentimientos de otros, los de muchas personas, y los míos propios.

Siento mis pies frenar, saco de entre mis ropas una pequeña bolsa y la abro permitiendo que se asomen los pedazos de una ostra manchada de carmín. Recuerdo bien ese momento, me sentí traicionada, herida y rasgada por dentro pero aún así cuando salí en su búsqueda queriendo evitar poner fin a futuras desgracias, me detuve a pedirle a aquella muchacha de la aldea que fuera a juntar los trozos y se los diera a Kaede.

_Mi pequeña hermana…_

En ese momento, que Naraku nos tendió a Inuyasha y a mí esa trampa en donde perdí la vida, la dejé sola en las desgracias de este mundo. Me pregunto lo que hubiera pasado si Naraku no hubiera interferido, que hubiera sido de muchos, de Kaede, de Inuyasha y yo siendo simples humanos. Antes de alzar la vista veo en el sendero algo que llama mi atención, me agacho para recogerlo y sigo como todas las demás veces deambulando y buscando por tiempo indefinido.

Y pienso que el destino aún sigue jugando cruelmente conmigo, puedo sentir su presencia acercándose más y más como si lo tuviera en frente mío. A mi izquierda escucho el crujir de las hojas bajo sus pies al aterrizar en el suelo.

_Kikyo…_Su voz, removió todavía mas recuerdos a flor de piel.

Giro sobre mi misma y por fin lo veo luego de demasiados días. Allí parado e inmóvil, con su usual traje rojo y su cabellera plateada hasta la espalda; subo mi mirada y me centro en sus orbes ambarinas. No atinamos a hacer otra cosa más que mirarnos con dolor, mientras mis serpientes esperan a por mí girando a nuestro alrededor hasta que Inuyasha se acerca tomándome por los antebrazos y me besa aún sabiendo que me sentirá tan fría como la noche.

_Nunca te he olvidado Kikyo… Aún te amo._ Lo abrazo y me dejo perder en él.

_Como hubiera deseado hacer esto en vida…_ Susurre eso aún perdida en el momento que me volvía al pasado, hasta que siento un aura pura acercándose lo que rompe el ambiente. Vuelvo a la realidad y me aparto de él bruscamente.

_ Inuyasha, mis únicos objetivos para permanecer en este mundo es detener a Naraku, no otra cosa._

_Pero…¡Yo juré protegerte, y pienso hacerlo todo por ti!..._ Suficiente no podía seguir aguantándolo, a mi orden las serpientes se acercaron y comenzaron a rodear mi frágil cuerpo para alejarnos por el cielo nocturno.

_¡Espera no te vallas!_

Lo volví a mirar antes de retirarme y esa mirada desesperada y dolorida comenzó a resquebrajar las corazas que había creado sobre mí; al igual que lo hizo con el odio que llegué a tenerle, con lo que antes de irme deje en sus manos lo que había recogido mientras caminaba.

Ya desde mas alto veía su figura empequeñecer hasta que otra figura más pequeña y de color azabache hizo su aparición. Sentí mi cara tensa por un momento, aquella que atenta con robar el corazón de mi amado Inuyasha no hacía más que hacerme sentir reemplazada en todo lugar. Aprieto los puños, creyendo que me nacía un nuevo corazón para ser extirpado con furia y mi muerte se repetía al momento en que lo perdí de vista. No puedo evitar sentir rencor mas sé que aquella mujer no tiene la culpa; porque la vida mantiene su ciclo, en donde todo lo vivo muere, y lo muerto renace, trayendo tanto alegrías como desgracias a quien camine por este mundo; y yo sólo mantengo la vaga ilusión de que él logre salvarme. Y tras otro amargo encuentro, mi alma corrompida se aleja a otro rumbo sabiendo que la grieta creada entre nosotros dos no hacía más que profundizarse.

_Adiós mi querido Inuyasha…_