The Hunger Games Buttercup

Advertencia: Spoiler del último libro.

Buttercup​

Ahí debía estar su cama, ahí el pequeño ropero que teníamos y a los pies la antigua cama que pertenecía a Lady. Se supone que esos eran sus lugares, se supone que ahí deberían de seguir hasta dentro de muchos años más. Pero el Capitolio y sus bombas se encargaron de quitarles ese lugar.


Ellos nos arrebataron todo lo que teníamos, nuestras esperanzas murieron y las pesadillas vinieron con ellos como sombras oscuras y tenebrosas.


Nos arrojaron a un pozo oscuro y sin salida, donde no importaba lo que hiciéramos o pensáramos… igual íbamos a morir.


Que tonta que fui al pensar que podría salvar a todos los que amaba, a todos mis seres queridos. Fui ingenua al creer que por ser el Sinsajo todo saldría perfecto. Pensé que la salvaría a ella, era lo único que quería salvar realmente. Y ellos se rieron en mi rostro cuando sus bombas la mataron.


Un gruñido se escucha a mis espaldas y de pronto una masa de pelos negros se abalanza con rapidez hasta terminar en su lado de la cama. Se da la vuelta y me mira, gruñéndome como lo ha hecho desde el momento en que nos encontramos. Nos odiamos y nunca tuvimos nada en común, supongo que nuestro dolor por ella es lo único que nos une ahora mismo.


Camino lentamente hacia él, observando como su cuerpo se eriza pero ningún movimiento se asoma. Sabe que no le haré nada, no por el momento. Maúlla levemente, mirándome con ese dolor que sólo él podía sentir.



—¿Por qué volviste? —Un nuevo gruñido es mi respuesta, entiende lo que le digo y yo lo entiendo a él. —Sabes que ella no volverá, gato estúpido. ¿¡Para qué vuelves!?



Y no sé cuándo las lágrimas caen y empapan mi rostro, no recuerdo el momento en que caí de rodillas y las cenizas volaron a mí alrededor. Sólo sé ese preciso momento en que Buttercup se acerca temeroso y se acuesta en mis piernas, maullando dolorosamente al compás de mis sollozos.


Por primera vez nos complementamos, por primer vez hacíamos algo juntos.



—Sabes que no la volverás a ver, ¿no? Ella no volverá nunca más —murmuré, con las lágrimas cayendo libremente por mi rostro y el dolor partiendo mi corazón lentamente.



Él simplemente se acercó más a mi cuerpo, haciendo que sienta su cercanía. Buttercup trataba de ayudarme, como ella lo hizo por él.







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