One-shot Baño (Mimily) [Pokémon rol]

Título: Baño.
Fandom: Pokémon Rol Championship.
Palabras: Con sinceridad, las desconozco.
Personajes: Emily Hodges, Mimi Honda.
Summary: "Ojalá sus mentes fuesen tan sencillas de aclarar".
Advertencias: Material chica x chica, si no te gusta no leas. Ciertas implicaciones eróticas también, pero nada explícito.
N/A: ¿Sabéis de estas escenas que caen en todos los animes ecchi? Bueno, este es mi intento de recrear una. No, juro no haber hecho OoC con Emily.

Basado en una escena de Netsuzou Trap. Gabi sabrá cual si lee esto (?)

***

—¿Quieres tocarme?

Su voz fue suave, dulce como la miel. El mensaje simple. Lo preguntó con dulzura, divertida por la situación. Como si no tuviese connotación erótica alguna. Como si fuese una pregunta de lo más casual. Trivialidades que se preguntaban dos amigas mientras compartían un baño.

El caso es que tomar un baño con Mimi siempre era divertido.

Las miradas celosas que le dirigía la Honda a su voluptuosa delantera un cómico entretenimiento. No es como si Mimi fuese demasiado disimulada tampoco. Observaba su cuerpo de soslayo, con curiosidad y algo que se asemejaba a la admiración. Desde su vientre porque más abajo era convenientemente cubierta por el vapor y el agua, delineando cada curva con una atención casi milimétrica. La forma en la que el cabello negro y húmedo caía como una tibia cascada azabache sobre sus hombros, el movimiento de su cuerpo mientras se enjabona el cabello... la observaba cuando creía que no lo notaba.

Pero por supuesto que lo notaba.

Era demasiado evidente.

Se daban la espalda en aquel momento, en el baño solitario que compartían. Hasta el cuello de Mimi enrojeció cuando aquella pregunta fue lanzada al aire.

—¿¡Ah!?—exclamó exaltada— ¿Q-qué dices Emily? No digas tonterías.

Pero Emily dejó escapar una alegre risita.

—Cómo no me quitas los ojos de encima... pensé en preguntártelo. De verdad que no me importaría si quisieras~

Y la miró. Quizás la provocaba, quizás solo estaba jugando. Con Emily nunca se estaba segura de nada.

Mi.Er.Da.

Mimi volteó el rostro con las mejillas ardiendo. El corazón casi se le salía del pecho.

¿Qué pretendía con eso? ¿Reírse de ella? ¿Hacerla ceder? ¿Por qué el resto del mundo no podía ver cómo aquella dulce alma de luz era realmente? Esa personalidad sutilmente lasciva, pícara y provocativa que hacía que su mente—y el resto de su cuerpo— se derritiesen como un helado en un día especialmente caluroso. ¿Solo era así con ella? ¿Quién iba a pensarlo?

Jugaba como quería. Y lo peor de todo es que solía terminar ganando.

—Eso es porque destacan demasiado, solo eso—replicó Mimi con celeridad, fingiendo un desinterés que su cuerpo no compartía—. También soy una chica ¿sabes? Que necesidad tendría de— ¡Kyah!

Repentinamente sintió el tacto cálido de unas palmas sobre sus senos desnudos. La suavidad de la piel a su espalda, presionándose sobre su columna la hizo estremecerse por completo.

Emily. Era... Emily.

Oh, doblemente mierda.

La estaba abrazando por la espalda, apretándose, desnuda como estaba, contra ella. Pero sus manos cubrían sus senos ahuecando la tierna piel entre sus palmas.

—Pero si te han crecido~—le susurró al oído.

El cuerpo de Mimi se tensó, tan rojo que podría pasar por un Octillery cocido. De todas las cosas que podía esperar de su hiperactiva amiga aquella era la última con diferencia.

Lo peor es que no era una situación que le desagradase. Que Emily la tocase en lo absoluto podía resultarle desagradable. Aunque su cabeza sabía de sobra la verdad. Emily solo estaba jugando. Aquello era solo su entretenimiento personal.

La vergüenza y la situación tan contradictoria hicieron su parte. Y no tardó en exigirle a su sobrecargada mente recuperar algo de control.

—¿Q-qué estás haciendo?

—¿Lo que tú querías hacer?

—¡Yo no...!

Pero sus quejidos se vieron acallados ante el breve y repentino apretón que Emily le dio. Una sensación electrizante sacudió su espina dorsal y se vio forzada a apretar los labios para no gemir.

—¡Ngh~!

Emily dejó escapar otra risita.

—Mentirosa~

¿Así que iban a jugar a eso? ¿A ese extraño juego que se tambaleaba peligrosamente entre la amistad y el acoso sexual?

Oh, muy bien. No era como si fuera a negarse. Tampoco era como si fuera a admitir abiertamente que lo deseaba. Que lo había deseado siempre.

Las espumosas manos de Emily acariciaron sus senos desnudos, torturando su raciocinio sin piedad. Mimi, tomada completamente por sorpresa en aquel inesperado— aunque secretamente deseado—ataque trampa, solo podía gemir y jadear, mientras su mente se hacía a la idea de que era Emily quien la estaba tocando. De que eran sus tibios dedos los que rodeaban sus aureolas, de que era su piel la que sentía sobre sus pezones. De que eran sus senos, desnudos, los que se apretaban contra su espalda.

Y en ese momento se dio cuenta de que no podía permitirse ceder tan fácil. Ella era demasiado orgullosa. Y aquel juego era completamente injusto. ¿Cómo osaba someterla de esa forma? ¡Ella era Mimiko Honda, por el amor de Arceus!

—¡Ahora... verás!

Y en un movimiento que Emily no pudo prevenir Mimi se volteó, acorrándola en un rincón de la bañera.

Sus manos tampoco tuvieron piedad alguna. Apretaban con suavidad, amasando su piel tibia, torturándola con movimientos perfectamente calculados de sus dedos.

—¿Cúal es tu secreto Emily?—inquirió evidentemente celosa. Pero había también cierta jocosidad en sus palabras, cierta velada envidia— ¿Tomaste mucha leche Mu-Mú cuando eras pequeña? ¿Es eso? ¡Te exijo que me lo digas!

Esta vez fue Emily quien gimió.

Pero ninguna deseaba perder, quedarse sin su parte en aquel extraño juego. Y cuando quisieron percatarse se estaban tocando la una a la otra. Entre la espuma, el vapor, el calor del agua y de sus cuerpos, ninguna sabía con exactitud que estaba pasando.

"¿Qué estamos haciendo?"

"Deberíamos detenernos..."

"Pero... no quiero detenerme"

—E-Emily...—gimoteó Mimi sintiendo como todo su cuerpo se volvía gelatina, apretando sus muslos en un intento por enmascarar su más que evidente excitación.

Emily dejó escapar un gemido ahogado. Mantenía uno de sus ojos abiertos, sus mejillas y partes estratégicas de su piel completamente enrojecidas.

—M-Mimi...

La respiración de ambas se tornó pesada y jadeante, tan temblorosa como sus cuerpos. Oh. Mierda, mierda, mierda. El cazador no solo había caído en su propia trampa si no que se sumía más y más en ella, ahogándose lentamente en el placer culpable que azotaba sus sentidos. Sus mentes gritaban en silencio por más, por caricias más directas, por roces más profundos, por—

Fue Mimi quien se apartó. Con ojos vidriosos, temblorosa, respirando de forma pesada.

—S-suficiente...—logró murmurar—. Ya... ya tenemos espuma suficiente... Vamos a aclararnos.

El pecho de Emily cubierto de espuma subía y bajaba con profundidad al compás de su respiración agitada. ¿Acaso el juego se iba a convertir en algo más? Si Mimi no se hubiese apartado...

—S-sí...

Ojalá sus mentes fuesen tan sencillas de aclarar.