Microrrelato Atención...

Atención ​

Desvió la vista hacia la canasta de frutas; manzanas rojas, manzanas verdes y manzanas amarillas.

—¡Si no quieres escucharme, vete! Si tanto te molesta mi presencia, sabes dónde está la puerta.

Cinco manzanas rojas, tres manzanas verdes y ocho amarillas, eran las que estaban allí, las había contado mientras se preguntaba la razón por la que había más amarillas si sus favoritas eran las rojas. Al fondo, en la cocina, aún podía escucharla al igual que la puerta del refrigerador ser abierta.

—¡¿Dónde está el maldito jugo?! ¡¿Por qué no me dijiste que ya no había jugo?! ¡Ahora que voy a tomar...!

Se mantuvo neutral, se tragó sus palabras y sus pensamientos, exhaló e inhaló profundamente y luego volvió su atención a la laptop. Un gritó y un ruido seco la sobresaltó, sin embargo, detuvo su impulso de levantarse y asomarse.

—¡¿Hablas en serio?! ¡Maldita sea! ¡Maldita sea!

El ambiente se llenó de maldiciones.

Levantó la vista y sin desearlo y como si fuera una jugarreta del mismo destino, sus ojos se enfocaron en los ojos fríos azules de ella, alcanzando a notar como éstos la miraban con real desagrado y deseosa de retroceder el tiempo, desvió en cuanto pudo sus orbes, enfocándolos a la pantalla, mas ella, acortando distancia entre las dos, se acercó y cerrándole la laptop le dijo con gran repulsión:

—Si tanto te molesta mi presencia, si tanto te molesta escucharme, ya sabes donde está la salida.

Enseguida tomó una manzana amarilla del frutero y regresó a su habitación, azotando la puerta con fuerza, como si ésta tuviera la culpa de algo.

—Deja de parlotear tanto —susurró mientras se levantaba de la silla y se asomaba a la cocina.

Dejó salir un suspiro de pesadez al ver pedazos de vidrio y jugo de naranja esparcidos por el suelo.

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