Microrrelato Apostar a la vida

Hoy en la mañana me levanté y lo primero que vi al llegar al comedor, fue la foto tuya que tu papá y yo pusimos en el comedor, la miro unos cuantos segundos todos los días al levantarme y pienso en vos. Pienso en cómo serías hoy, qué cosas te gustarían, si nos extrañás, y siempre viene esa última y dolorosa pregunta: "¿Habré hecho algo mal?". Después prendo la tele y me pongo a desayunar, a leer fanfics o un libro, a mirar por la ventana y luego de un rato tu hermano se despierta y mi día junto a él comienza. Y después del trago amargo, lo miro a él y su sonrisa me hace sentir feliz... pero nunca podrá hacer me olvide de vos.

Luego de que te fuiste para siempre de nuestras vidas, tu papá y yo no sabíamos qué hacer, parecía que nuestras vidas se habían acabado. Después de unos meses de tu partida, alguien nos dijo... "Son jóvenes, este dolor nunca se va a ir, pero pueden intentarlo de nuevo" ¿Intentarlo de nuevo? No, yo no quería. No iba a reemplazarte. Mi corazón no estaba preparado.

Luego de un año y medio, tuve un sueño. Soñé que me decías que ya era tiempo de un hermanito. Me levanté con lágrimas en los ojos y se lo conté a tu abuela. Ella me dijo "Que ésto que te pasó no melle en tus deseos de ser madre y ser feliz. No importa cuántos hijos más tengas, siempre habrá un lugar en tu corazón para todos, pero un lugar especial, el de las añoranzas, ése lugar será para el que ya no está. Tienes que dejarlo ir en paz, y vivir, seguir sin que ésto te impida ser feliz. La procesión va por dentro"

Y es así como entendí que nadie iba a reemplazarte. Tu lugar siempre está, mi corazón es de los dos, tuyo y de tu hermano, mis dos hermosos hijos, y aunque ya no estés conmigo, tu lugar es el más querido, el más precioso y el más profundo de mi corazón.