Harry Potter Andrómeda

Andrómeda Tonks, antes Black, es una pura sangre que se enamoró de un nacido de muggles llamado Ted Tonks. Dejó a su familia atrás y no se arrepintió de nada; su vida se iluminó cuando Nymphadora nació y todo parecía ir mejor.

"Drómeda", Ted solía decirle con un sonrisa tranquila desde el marco de la puerta, "deja a Dora jugar como quiera".

Y Andrómeda simplemente se resignaba cuando su hija reía en la alfombra al cambiar por décima vez el color de su cabello; Ted solía reír encantado con su hija.

"Eres hermosa, mi pequeña. ¿Y sabes algo? Yo te hubiera seguido amando", le dijo una vez su esposo a Nymphadora cuando dormitaba en su regazo y ella, Drómeda, leía un libro, "aún si hubieses sido una squip."

Entonces soltaba un suspiro y volvía a retomar la lectura de su libro, la sonrisa en sus labios permanecía viva hasta la hora de dormir y mucho más allá. Adoraba la forma en que Ted la abrazaba por las noches diciéndole con pequeñas gestos su amor, a veces simplemente le hablaba de su día o reía al recordar algo que su hija había hecho.

También había momentos en donde permanecían en silencio sabiendo que fuera de su casa había un silenciosa guerra abriéndose paso. Por eso a los dos le tomó por sorpresa cuando ocho años después de vivir con el miedo de Voldemort estalló, como un Bombarda, la noticia de su caída ante un bebé. Ted ese día sólo le sonrió antes de irse a dormir.

Ella lloró.

Y el tiempo pasó.

Dora ("Porque no, mamá, no. Nymphadora no va conmigo") creció.

Fue al colegio y disfrutó plenamente sus años de diversión juvenil, se graduó y volvió auror. Se unió a la Orden del Fénix y se enamoró.

Ella, como madre, entendió el sufrimiento de su hija.

"Él no me ama" Le dijo.

Ted resopló enojado antes de mascullar cosas inteligibles propias de un padre celoso. Y Andrómeda tiene que admitir, con cierto enojo, que estaba un poco de acuerdo.

Habló con ella, Ted habló con ella. Incluso Lupin, el licántropo del cual su hija estaba enamorada, habló con ella. Y ni así cambiaron algo realmente.

"Lo amo" había dicho.

Y Andrómeda supo ver una batalla perdida incluso antes de pelear. Sonrió, aún algo incómoda pero entendiendo a Dora. La abrazó y, por primera vez desde que conoció a su ahora esposo, vio reflejado en los resplandecientes ojos de su hija el mismo intenso amor por el cual ella había dejado a su familia para estar con Ted.

Todo cambió, otra vez. Dora logró su cometido con Remus, se amaron ("Como sólo una Black-Tonks puede hacer" le decía), se embarazó y todo fue mejor.

Mejor hasta donde se pudo.

Por eso lloró cuando Ted murió.

Por eso lloró cuando Dora esa noche del dos de mayo le entregó a un Edward dormido y le dijo más con la mirada que con la boca.

Lloró cuando se le dieron las noticias de su muerte y la de su yerno.

Fingió sonreír con Teddy en brazos durante varios días hasta que Harry apareció en su casa y, con una sonrisa cansada propia de un anciano y no de un muchacho como él, tomó a su nieto de entre sus brazos permitiéndole ir a encerrarse un tiempo en su cuarto para llorar su corazón roto.

Andrómeda Tonks, antes Black, es una pura sangre que se enamoró de un nacido de muggles llamado Ted Tonks. Dejó a su familia atrás y no se arrepintió de nada; su vida se iluminó cuando Nymphadora nació y todo parecía ir mejor.

Pero esa noche, encerrada en su cuarto, se permitió ser sólo una mujer sin pasado ni presente que lloraba la muerte de sus amados.