Microrrelato ¿Quién dijo que ser tío es fácil?

Dedicicado a El Lobo En, mi querido y preciado tío...

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―¡Quiero hacer galletitas, tío!

Luis Angel tenía aproximadamente veinte años, cabello castaño, unos ojos negros, tez blanca, estudiante de leyes y para esta Navidad, le había tocado cuidar a la hija de su hermana, Amanda.
Su sobrina tenía una fascinación enorme por las galletas, así que se decidió por pedirle al adulto responsable, confeccionar con sus propias manos, dicho alimento.

―No, no hornearemos. ―Le dijo el joven, mientras le desordenaba su cabello.

Antes estas palabras, la pequeña niña comenzó a llorar desconsoladamente y se aferró a la pierna del hombre por diez minutos. Ella no se iba a dejar vencer por un ''no''. Unos gritos que desgarraban el alma hicieron ceder al tío universitario.

―Bien, haremos esas benditas galletas ―al fin y al cabo, aceptó sumiso a las súplicas gritonas de su sobrina de diez años.

Una sonrisa triunfante se formó en los labios de la joven.

Ganó ese round.

Ambos sacaron todos los ingredientes necesarios para poder hacer esa comida. Todo marchaba bien hasta que a la niña se le cayó un huevo en la zapatilla del hombre.

―¡Hija de mi hermana! ―fue lo primero que se le ocurrió decir para no soltar una palabrota ―, eran nuevas.

Tomó un pedazo de un trapo viejo, y se comenzó a sacar el líquido viscoso que se encontraba en su zapato. Una vez ya limpia, retomaron el trabajo de hornear las galletas.

Extendieron la masa y comenzaron a hacer las figurillas con unos moldes. Amanda, tomó dicho objeto e iniciaron la fábrica de alimentos.

Una vez listas, el joven encendió el horno para que estas se pudiesen comer. Las colocaron en la bandeja y luego las metieron en la cocina. Pasados ya los diez minutos de cocción, las sacaron y Luis tuvo que reconocer que estaban preciosas, hasta que tuvieron que sacarlas. Se le había olvidado poner aceite en la parte donde se dejan las galletas, porque o sino se obtenía un resultado cómo este. Galletas pegoteadas.

―No se van a poder comer, ¿verdad? ―Preguntó Amanda mientras miraba ese desastre culinario.

―Querida, confórmate con el pan duro de ayer. ―Le contestó enfadado. Dicho esto, la pequeña comenzó a llorar.

¿Quién dijo que ser tío es fácil?​

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¡Feliz navidad a todos!​