Microrrelato ¿Cómo?

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Escrito para: Serpiertes y Escaleras, turno 1, tirada 2, casilla 55.

¿Cómo?

La melancolía le rodeaba, no importaba en absoluto que mucha gente a su alrededor estuviese corriendo, riendo, trepando. ¿Cómo iba ella a estar así de feliz? Su labor era la más ingrata de todas, tenía que estar ahí siempre, en los peores momentos en los más tristes de la vida, en los finales de la misma.

La muerte no tenía descanso, todo día sin falta debía de cumplir su labor, recibir ese final, por más amargo que fuese. A veces, se podría decir que tenía la dicha de terminar con un sufrimiento agudo, ¿y qué hay con eso? Para todos los demás seguía siendo un asesino, por arrebatarles algo que les pertenecía.

Como deseaba presentarse ante todos, y explicarles que no estaba contenta con ello, pero que siempre, siempre, consolaría a esas criaturas que debían mantenerse en su manto, que sería las raíces de aquél árbol en su nuevo trayecto, los cuidaría, les daría paz.

Así que, cuando podía, aquél día del año donde la brecha entre el espectro que podía llegar a ser se volvía más sólido deambulaba, con su túnica a cuestas, y sonreía ante esa alegría efímera en los niños, ante el llanto de un bebé recién nacido, ante las promesas de amor de los enamorados.

¿Y cómo no? También ante cada amargura tonta de esos seres mortales, una caída, una ruptura, un adiós momentáneo, por que todo era efímero, y nada, solo ella, era definitivo. ¡Amaba y odiaba dualidad! Por eso, con una sonrisa triste fue a tocar la puerta de aquél señor de edad, que le dolía hasta el alma, y antes de poder terminar de ofrecerle los caramelos por el dulce o truco, tomó su mano con delicadeza, y lo abrazó, sujetando su alma, uniéndola, recomponiéndola, dándole otro aire, uno sin miseria.