Flor de amor

¡Buenas tardes! Aquí Lea-chan lista para publicar un FanFic (o al menos, eso creo), en realidad, he hecho muchos, pero es la primera vez que lo publico, espero les agrade, y si no, pues bienvenidas las criticas constructivas, tortasos en la cara y bueh.. todo lo que quieran dar.

Confesaré que esta historia es real, no diré que es mia porque sería mentir, sino de una amiga muy cercana a mi. Pienso que su vida es algo... complicada.

Capítulo 1: La chica + 2.​

—Árboles, lagos, colinas... —estas palabras resonaban una y otra vez en la cabeza de una chica sentada en la cima de una colina mientras dibujaba en un Block.

Esta chica de cabellos negros y piel morena como el chocolate, se encontraba fuertemente concentrada en lo que hacia, a tal punto de que no notaba que sus anteojos se caian y que alguien se acercaba detras de ella.

—Hola —dijo un chico curioso—. ¿Cómo estás?

La chica no respondió, sólo seguía dibujando. El chico se sentó al lado de ella y permaneció así por 20 minutos, hasta que ella finalmente se detuvo, quedando sorprendida al ver que el chico la miraba fijamente.

—¿Eh?... ¿Se te ofrece algo? —preguntó la chica un poco suborizada.

—No —contestó rápidamente el chico—. Sólo observaba lo que dibujabas, ¡lo haces muy bien! —dijo esto último con una sonrisa en su rostro.

—¡¿Eh?! —la chica cayó hacia atras completamente roja—.

—Jeje —El chico le extendió la mano—... Mucho gusto, mi nombre es Daichi.

—Mmmm —la chica tomó su mano y la apretó—... Soy Leah.

De repente sonó una campana, era del instituto. Daichi se levantó, le dedico una cálida sonrisa a Leah y se marchó, ella sólo quedó observando como la silueta de aquel chico desaparecia poco a poco. Era la primera vez... que un chico le hablaba.

Leah era una chica muy tímida, tenía anteojos grandes que cubrian sus ojos marrones, su piel chocolate era causa de muchas burlas hacia ella, su cabello era ondulado y mal arreglado y usaba ropa muy ancha; definitivamente no era una chica popular ni una chica fan de la moda, tampoco tenia un alta autoestima, pero era la chica más inteligente de la escuela.

—¿Por qué ese chico... me habló? —Se preguntó ella misma mientras recojia sus cosas para dirigirse a su salón de clases.

Todo el día estuvo pensativa por esa pequeña conversación, de regreso a casa, no podía concentrarse en su libro favorito: "Tiernas Palabras" (una historia de amor) de solo pensarlo. Al entrar a casa, no habia nadie, era hija única y sus padres estaban en el trabajo, seguro llegarian tarde, de nuevo.

—¡Muy bien! —exclamó la chica mientras agarraba la escoba con mucha emoción—. ¡Hay que limpiar!

Al terminar la limpieza, preparó la cena (pan tostado ya que no sabia cocinar muy bien) y se puso a hacer los deberes del instituto; aunque no podía concentrarse muy bien por ese chico: Daichi. Al otro día, se levantó, vistió y bajó a la cocina; habia una nota diciendo: "Querida Leah, te hemos dejado tu comida en el microondas, tu padre y yo nos fuimos temprano por trabajo, sé buena en la escuela. Con amor, Mamá...". Leah sonrió, cogió la comida y se fué.

—¡Ay no! —se lamentó la chica al ver que en la calle para llegar al instituto habia un gran hoyo que impedia seguir, así que tomó un atajo—. Es la primera vez que vengo por aquí, espero no perderme.

Leah caminó con un poco de miedo por ese camino, pero no podía llegar tarde. Cruzo una vez, dos veces, tres veces y volvió al mismo lugar donde estaba ¿Donde estaba?, ni ella lo sabía. Estaba asustada y preocupada, pero siguió caminando hasta entrar a un callejón sin salida, comenzó a sollozar, sus lagrimas comenzaron a brotar, porque ya no sabia ni como regresar.

—¡Oye! —Gritó un chico, acercándose a Leah —. ¿Estas bien?

El chico se acercó a Leah, y al ver sus lagrimas se sorprendió —¿Que te pasa? Tú, ¿estas bien?—. Leah sólo seguía llorando pero, a los cinco minutos se calmó, explicándole todo el chico desconocido.

—Ah... ¿con que era eso? —preguntó aliviado— No te preocupes, yo voy al mismo lugar que tú, ven... te enseño el camino —dijo agarrando la mano de Leah y empezando a caminar junto con ella.

Leah no sabía que hacer, era la primera vez que le agarraban la mano, pero no dijo nada en todo el camino, sólo veia a aquel chico: Alto, delgado, piel blanca, cabello negro semi-largo y unos ojos color miel detras de unos anteojos. Leah sólo esbozo una gran sonrisa al ver que llegaba al instituto, una vez ahí le dió las gracias, cuando se iba, llegó corriendo alguien conocido...

—¡Take! —gritó un chico con con cabello castaño y ojos azules, piel parda y una gran sonrisa conocido por Leah.

Leah sólo abrió los ojos como platos, sólo una cosa se le pasó por la cabeza: era...

—¡Daichi, Hola! —contestó aquel chico con cabello negro con una gran sonrisa— ¿Como estas, amigo?

Muy bien, esto fue todo el primer capítulo, creo que fue algo corto, pero ustedes me dirán. Espero les haya gustado. Bye~

 

Bueno, voy con este capítulo, ¡no puedo evitar subirlo! Chan-san y Naa-san gracias por sus mensajes :)

Capítulo 2: Nuevos.​

—¡Take! —gritó un chico con con cabello castaño y ojos azules, piel parda y una gran sonrisa conocido por Leah.

Leah sólo abrió los ojos como platos, sólo una cosa se le pasó por la cabeza: era...

—¡Daichi, Hola! —contestó aquel chico con cabello negro con una gran sonrisa— ¿Como estas, amigo?

—¡Muy bien! ¿Listo para vaguear el día de hoy? —preguntó el chico muy alegre.

Leah solo se alejaba poco a poco, se sentía algo extraña junto a Daichi, un sentimiento que ella no reconocía. Cuando ya estaba como a 5 metros de distancia de los dos chicos, viendo que estaban muy concentrados y animados en su conversación, salio corriendo.

Sonó la campana, en toda la clase Leah estaba sumergida en sus pensamientos y uno de tantos era "¿Que es esto que siento?". Cuando llegó el receso, fue a la colina donde siempre se relajaba, estar allí es como despejarse completamente del mundo, como si solo estuviese ella ahí. Al sentir eso, Leah le entraba ganas de dibujar, reflejar en el papel lo que deseaba y sentia, pero al ver que habia dibujado la cara de un chico familiar, solo se ruborizó..

¡¡¡¡Ahhh!!!! ¡¿Por qué lo dibujo a él?! —dijo alterada mientras tiraba el block donde habia dibujado el rostro de Daichi—. ¿Por qué me habló? ¿Por qué no dejo de pensar en él? —colocó sus manos en su rostro completamente ruborizada, hasta que sintió una mano en su hombro, haciendola voltear inmediatamente.

Hola, Leah — era él, Daichi, la saludó con su hermosa sonrisa—. ¿Tienes algo? —. Preguntó al ver el rostro de la chica sorprendido y rojo.

Na-Nada. —tartamudeo la morena, tapando sus ojos con su cabello desaliñado.

¿Quieres venir conmigo? —preguntó el chico emocionado, estirandole la mano.

¿Eh? ¿A donde? —la chica tenía los ojos como platos.

Bueno, con mis amigos —respondió despues de pensarlo un poco—. Te veo siempre sola, así que... —no pudo terminar porque fue interrumpido.

¡Si quiero ir! —respondió Leah con ojos desafiantes y aun ruborizada— definitivamente iré... —dijo tomando la mano del chico que se habia ruborizado un poco al ver esos ojos en el rostro de ella.

Daichi le sonrió y ella se ruborizó, 5 minutos despues se les veia caminando por el instituto uno al lado del otro, creando rumores y algo de envidia. Los amigos de Daichi se encontraban en el segundo piso de la escuela tirados en el suelo. Habían 2 chicos y dos chicas charlando felizmente.

¡Ah! ¡Ahí viene Daichi! —gritó la chica rubia con ojos azules.

Si, y con una chica —dijo la otra chica con una sonrisa pícara, era peliroja.

Ohhh.. —exclamó el chico alto y moreno mirando de reojo.

Leah se sentía observada, era algo obvio, estar con el grupo de los populares no era normal, aunque ella no supiera que era ese mundo por estar en el suyo. Se acercó al grupo, apretó las manos contra el bolso que tenia en ellas y dijo... —Un placer conocerlos a todos, me llamo Leah—. todo quedó en silencio por unos segundos hasta que uno de los chicos habló...

Mucho gusto Leah, me llamo Kaoru —dijo el moreno alto picandole el ojo a Leah.

¡Yo soy Naomi! —dijo emocionada la chica rubia.

Rena, un gusto Leah —respondió la peliroja con una pequeña pero notosa sonrisa.

¡Oye, Take, saluda! —gritó Naomi al chico que estaba leyendo y habai estado en silencio durante todo el rato.

¿Eh? —Take miró a Leah con rostro serio— Mucho gusto, Take —dijo esto volviendo al libro que leia.

Leah quedó viendolo por un rato, hasta que solo respondió —Igualmente— con una sonrisa a la cual Take ni dió importancia.

Todo el receso Leah estuvo hablando con sus nuevos compañeros, aunque fuesen un año mayor que ella. Luego todos volvieron a sus clases, en la salida, Leah buscaba a Daichi, pero sólo para mirarlo por última vez antes de irse a su casa. Lo vió dibujando en un banco del comedor, tan concentrado en ello, ella se le sentó al lado pero, él no se percató que ella estaba allí. Pasaron 40 minutos y él aun dibujando y ella admirando su forma de dibujar, era mejor que ella, sus lineas de expresión, sus sombras, sus brillos, todo.

Al rato, Daichi volteo mirandola, quedando los dos muy cerca, Leah estaba hipnotizada con esos ojos azules como el mar.

¿Tú tambien dibujas, no? —Daichi rompió el silencio cautivador.

¿E-Eh? Ah.. si —la chica estaba realmente nerviosa

De repente sonó el telefono celular de Leah..

¡Leah! ¿Donde estás? Te estoy esperando afuera —gritaba alguien a traves del teléfono.

¿Pa-Papá..? —preguntó sorprendida.

Claro. Sal que estoy apurado —aun gritaba.

Ok Ok. —Leah tenía una vergüenza enorme ya que los gritos de su padre se escuchaban por todo el comedor.

Daichi dió una pequeña risa, luego anotó algo en la hoja donde estaba el dibujo de un chico dibujando muy parecido a él —Toma—, dijo entregandole la hoja a Leah donde estaba su correo electrónico. Ella quedó sorprendida, pero a los segundos volvió en sí, agarró el papel y salió corriendo con una gran sonrisa en su rostro.

CONTINUARÁ...

 

Buenas Buenas.. Aquí con el tercer capítulo de "Flor de Amor", lamentablemente no puedo esperar, así que perdonenme. Muchas gracias a Hope-san por sus correciones, las tomaré en cuenta y ¿Que? ¿parecido a un anime? Bueno.. yo no lo he leido >n<.. ademas, esta historia tiene hechos reales, así que.. bueh, no se xD. Naa-san y Chan-san de nuevo gracias por sus comentarios :3

Capitulo 3: Día de San Valentín + Pasado.​

Daichi dio una pequeña risa, luego anotó algo en la hoja donde estaba el dibujo de un chico dibujando muy parecido a él —Toma—, dijo entregándole la hoja a Leah donde estaba su correo electrónico. Ella quedó sorprendida, pero a los segundos volvió en sí, agarró el papel y salió corriendo con una gran sonrisa en su rostro.


Cuando Leah estaba ya en camino a su casa, no podía dejar de ver la hoja que le había dado Daichi. Llegó, se bañó, almorzó y se sentó en la pc.


—¿Debería agregarlo o no? —se preguntaba a sí misma mientras miraba al techo sonrojada, ni en sus sueños más locos hubiese imaginado que un chico le diera su correo electrónico ¿o tal vez era un sueño desde el principio? Para comprobarlo le pellizco una mejilla, con dolor se dio cuenta que no estaba soñando y sonrió.

Al agregarlo apareció conectado, se sorprendió al ver eso ya que ella se había ido primero del instituto. Mientras ella pensaba esto, le llegó un mensaje: “Hola Leah”, era él, ella se ruborizó y empezó a escribir: “Hola Daichi, ¿Cómo estás?”.


Los días pasaron, Daichi y Leah hablaban siempre por correo, pero en el instituto era lo contrario, los dos eran muy tímidos como para acercarse, pero ¿por qué?, se acercaba el día de San Valentín, sin duda Leah quería regalarle algo a Daichi, empezó a hacer chocolates por primera vez —Debo hacerlos deliciosos— se decía a ella misma, aunque después de 7 veces, quedabas crudos, quemados, sabían mal o la forma no era exactamente un corazón (que era lo que ella quería).

Ya era el día, a la final Leah decidió comprar chocolates, el camino por donde iba estaba de nuevo cerrado —¿Qué rayos? Ya esto me está molestando— decía mientras inflaba las mejillas. Se fue por el camino que varias veces tomó y se encontró a alguien familia, era Take, aunque Leah quería saludarlo, era muy tímida así que solo pasó de largo.

—¡Hey, Leah! —gritó el chico al verla que caminaba tan rápido.

—¡Wa! ¡Me vio! —pensó Leah, y volteó—. Hola Take… —dijo ocultando los chocolates que recién había comprado.

—¿Vamos al instituto juntos? —pregunto esto dando una sonrisa.

—¿Eh? A-Ah… si —tartamudeó sonrojada, era extraño que además de Daichi, Take también le hablara, no era algo normal para ella el hablar con “tantos” chicos.

Comenzaron a caminar y platicar, sin darse cuenta, Leah había agarrado confianza con Take gracias a la conversación de sus libros favoritos, ella no sabía que podría haber alguien más en el instituto que le gustara leer como a ella. Y Take también se había divertido conversando con ella, era la primera vez que eso pasaba; además, se dio cuenta de los chocolates pero prefirió ocultar el hecho. Cuando llegaron a la escuela, Leah buscaba con la mirada a Daichi, Take se dio cuenta y dijo —Daichi no ha llegado, seguro llegará tarde, no le gustaba la matemática a primera hora—. Leah no había entendido por qué Take había dicho eso, pero solo dijo —Gracias— con una sonrisa.

Ya en clases, para Leah las horas iban demasiado lentas —¿Por qué tarda tanto el receso? — se preguntaba mientras miraba el reloj que estaba en la pared encima del pizarrón, trató de entretenerse con la clase de Física que daba el profesor, pero no era suficiente. Se podía ver como mordisqueaba sus labios, movía rápidamente las piernas, jugaba con el lápiz, simplemente se desesperaba, hasta que PIIII, sonó la campana, ella prácticamente corrió al segundo piso (ella se encontraba en el tercero), y se detuvo al ver que Daichi se encontraba con su grupo de amigos.

—Está bien, tranquila Leah… tranquila —se dijo a si misma mientras caminaba lentamente hacia el grupo—, sólo le darás el chocolate y te irás, nada más…

Al ver que se acercaba Leah, Daichi se levantó y se acercó a ella —Hola Leah— dijo esbozando una sonrisa a la cual ella se sonrojó más de lo que estaba y bajó el rostro.

—¿Eh? Leah, ¿te pasa algo? —se agacho un poco para acercarse al rostro de ella sosteniéndola por el hombro.

—… —ella no podía hablar, sus labios temblaban al igual que sus manos—. ¡Debo hacerlo! —pensó ella y sus manos respondieron— ¡Toma, Daichi! —dijo Leah mientras le daba de golpe las bolsa con los chocolates.

—¿Eh? —el chico confundido vio la bolsa de cerca— ¿Qué es…? —no pudo terminar de hablar, había quedado mudo al ver que eran chocolates, simplemente estaba rojo y de repente escucho unas carcajadas provenientes de atrás de él, eran sus amigos.

—¡Jajajajaja! ¡Eso eso, Daichi! —decía Rena con sonrisa pícara.

—Ábrelo pues, chico afortunado —dijo Kaoru.

Daichi no sabia que decir, sólo se encontraba ahí parado con unos chocolates, pero no estaba peor que Leah, se notaba que temblaba, su rostro no se veía por sus cabellos desarreglados, apretaba los labios y sentía como su corazón se iba a salir de su pecho, quería simplemente salir corriendo de allí.


—Ven, vamos Leah… —escucho esas palabras del chico con cabello castaño, ella rápidamente alzó la mirada y él estaba ahí dándole una cálida sonrisa, esa sonrisa que tanto le gustaba a ella y que tanto había dibujado en su Block.

—S-si.. —dijo con sonrisa muy tierna a la que el chico se sonrojo.

Los dos caminaron hacia el grupo de chicos, pero de repente Leah sintió como algo había detenido su pie, ella cayó al suelo.


—¡Ah! Lo siento… Leah, ¿estás bien? —dijo la dueña del pie que había lastimado a Leah, esa chica rubia que no había dicho nada desde que vio la escena “romántica”.

Take que había estado allí en silencio leyendo el libro, se levantó y junto con Daichi ayudaron a Leah a levantarse.


¿Estás bien? —preguntaron los dos al mismo tiempo mientras veían la mueca de dolor en el rostro de Leah.


—Auch... sí, estoy bien —dijo levantándose con la ayuda de los dos chicos.

—¡Tsk! —chistó Naomi.

Después de un rato, Leah se encontraba hablando con el grupo, excepto Take que estaba muy concentrado en su libro; Leah de vez en cuando volteaba a verlo, notaba que era muy callado y que nadie le hablaba mucho, pensó que era un poco más alegre, pero salió de esos pensamientos cuando escucho —Ya regreso, iré a comprar algo— por parte de Daichi. Leah se quedó ahí hablando más que todo con Rena.

—Así que te gusta Daichi ¿Eh? —pregunto pícaramente Rena acercándose a Leah.

—¿Eh? —exclamo muy sonrojada Leah por la pregunta. —No… a mí no me gusta —dijo esto último con duda.

—¿Cómo qué no? ¡Se nota que se gustan! ¡Se ven lindos! —dijo emocionada Rena.

—¿Eh? ¡¿Nos gustamos?! —grito con los ojos como platos y su cara completamente roja.

—Jeje... ¿No lo notas? Le gustas —dijo con mucha seguridad, Rena.

—No te hagas muchas ilusiones Leah —interrumpió Naomi—, él hace cinco meses tuvo una relación con una chica que realmente amaba, no creo que así como así le guste una chica como tú.

—¿Eh…? ¿Ama a alguien? —preguntó Leah con tristeza en los ojos.

—¡Claro! Y esa chica es muy hermosa, además tiene la piel blanca como una princesa ¿por qué quisiera estar con alguien que tiene una piel tan oscura? —decía la rubia con una sonrisa.

—¡Oye, Naomi! No te pases —regaño la pelirroja—. Leah es hermosa, así que cállate.

—No Rena —dijo la morena—. Naomi tiene razón, ¿Quién se fijaría en alguien como yo? —dio una sonrisa tan fingida que cualquiera se hubiese dado cuenta que le había dolido el comentario.

De repente, se escuchó que alguien cerró un libro para hablar —Pues-..—, pero no pudo terminar lo que iba a decir porque un sonido lo detuvo; el sonido que dio un chocolate cayendo en las piernas cruzadas de Leah.

—Es tuyo —dijo un chico con el rostro sonrojado tapado por su cabello castaño.

Leah no lo podía creer, Daichi le había dado un chocolate, un chocolate en forma de corazón. Ella no pudo reaccionar hasta después de unos minutos que sostuvo el chocolate en sus manos.


—¡Oye oye, se dice gracias! —dijo Rena con una gran sonrisa.

—¿E-Eh? Ah sí… —volteó a ver a Daichi— Muchas gracias —una sonrisa tan grande que podía hacer que cualquiera estuviese feliz, haciendo que el chico se sonrojara y mirara a otro lado respondiendo un —Denada.

CONTINUARÁ…

 

Y aquí dejo el cuarto capítulo, de nuevo gracias por sus mensajes. Hope-san eres increible, gracias por las correciones :3

Capítulo 4: Visita inesperada + Beso inesperado.​

—¿E-Eh? Ah sí… —volteó a ver a Daichi— Muchas gracias —una sonrisa tan grande que podía hacer que cualquiera estuviese feliz, haciendo que el chico se sonrojara y mirara a otro lado respondiendo un —De nada.


Pasaron dos meses, Leah ya había agarrado confianza con Rena, Kaoru y principalmente Daichi, ya que hablaban todo el tiempo. Naomi era “algo” alejada de y Take, simplemente era callado.


Un sábado de abril, Leah se encontraba en su casa, su madre estaba en casa así que la ayudaba a limpiar para pasar el tiempo con ella y además de que era difícil limpiar tres salas, dos comedores, 3 cuartos, dos cocinas, un patio, un estacionamiento y la piscina, definitivamente su madre necesitaría ayuda.


—Mamá, ¿Cómo se te puede ocurrir limpiar la casa tú sola? —preguntaba Leah tirada en el gran suelo de la sala completamente limpio y brillante.


—Bueno, si no lo hago yo ¿Quién lo hará? —respondía felizmente su madre con una carcajada, también tirada en el suelo.


—Definitivamente… yo no, al menos no todo el tiempo, esta casa no es fácil de limpiar —decía en tono de queja mientras inflaba sus mejillas.


Su madre soltó una carcajada y se levantó —Bueno, es mejor que nos bañemos, no olemos a flores— dijo oliendo su blusa amarilla que originalmente era blanca.


—¡Bah! Ni que alguien me viniera a visitar como para estar arreglada —se quejó la morena mientras se volteaba para quedar de lado dándole la espalda a su madre.


—¡No me importa! —Regañó su madre—. ¡Báñate ya, Leah!


—Ok Ok. —refunfuñó la chica mientras se levantaba del suelo con cara de pocos amigos.


A Leah cuando la atacaba la pereza, no era nada fácil quitársela, excepto su madre, y era porque daba miedo. Solo se quejaba y quejaba mientras subía las escaleras de madera completamente brillantes por la limpieza —Si, no se ensucien muy condenadas que mucho me costó limpiarlas— decía mientras miraba las escaleras al subir para luego darse cuenta que hablaba con una escaleras —Me volveré loca algún día— se decía a si misma con una sonrisa. Al llegar a su cuarto, se quedó observándolo un rato —Es muy extraño ver mi cuarto limpio— dijo mirando el suelo y la cama tendida.


Su cuarto no tenía nada especial, en una esquina su cama color turquesa (ya que ese era su color favorito), en otra esquina su pc, en la pared estaba su closet donde tenía un montón de posters de “Vocaloid” y también dibujos hechos por ella. —Es tan lindo verlo limpio— dijo mientras se reía tontamente y abría su closet —Mmmm… ¿Qué debería colocarme?— dijo mientras miraba un solo jean, ¿y la razón? Tenía casi toda la ropa sucia —No tengo muchas opciones— dijo en tono de queja.


Al meterse al baño se vio al espejo, ese cabello completamente desordenado, desaliñado, maltratado, esos anteojos que le hacían ver los ojos más pequeños, esa piel morena y la mirada matona —Eres fea ¿lo sabias?— decía mientras veía su reflejo en el espejo. Se metió en la ducha y a los treinta minutos ya estaba lista, se había colocado un jean negro, muy pegado para su gusto junto con una franelilla larga color turquesa, con un escote en O, esto hacia que resaltaran sus pechos, unas converse negras con turquesa y finalmente una cola alta. Bajó para almorzar y la madre la miró asombrada


—Debería dejar de lavar tu ropa más seguido, así te colocas ese tipo de ropa —dijo su madre con mirada picara.


—Cállate —dijo enfadada y cruzando los brazos.


—Pero algo te falta —se acercó a Leah y la llevó a los muebles donde la sentó, sacó de la gaveta de la mesa de al lado un peine, cepillo y crema para el cabello— ¡Comencemos! —dijo emocionada su madre mientras soltaba la cola de su hija.


—Mamá ¿Qué haces? —preguntó Leah.


—Un cambio radical, hija mía… —dijo mientras echaba crema en sus manos y lo untaba al cabello de Leah.


Cuando terminó —Ahora mírate al espejo— dijo la madre completamente emocionada y feliz. Leah se sonrojó al verse al espejo, tenía una cola alta, pero esta vez su cabello se veía peinado y se le veían bien los rulos, también tenía una flequillo muy hermoso que estaba lanzado hacia la derecha y un gancho en forma de flor color turquesa.


—¿Y bien? ¿Qué tal? —preguntó su madre con una sonrisa arrogante. Leah se le lanzó encima dándole un gran abrazo diciendo —¡Gracias, mamá!— exclamó con una gran sonrisa.


—De nada, Leah —dijo su madre mientras le correspondía el abrazo, no todo el tiempo estaba con su hija y se alegraba que aunque fuese corto el tiempo que pasaban juntas, al menos se divertían.


En eso sonó el timbre, alguien había llegado…


—Extraño, no es que llegue mucha gente a visitar —pensó Leah mientras su madre estaba afuera.


—¡Leah, te buscan! —grito su madre desde afuera.


—¿Eh? ¿A mí? Pero si yo no conozco a nadie de por aquí. —dijo mientras salía. Quedo impactada al ver a Rena y Kaoru afuera y alguien escondiéndose.


—¡Hola Leah! —Dijo emocionada Rena mientras jalaba a la otra persona que trataba de esconderse —¡Ven, Sal!


—¡No, déjame Rena! —decía aquella persona.


—Es… —Leah lo reconoció en un segundo, esa voz era de él.


—¡Vamos Daichi, sal de ahí! —gritaba Rena mientras lo jalaba a la puerta.


—¡No, no y no! —gritaba el chico completamente sonrojado, aunque su rostro lo tapaba una gorra negra.


Leah estaba sonrojada, completamente sonrojada, ¿Qué hacia él ahí? ¿Cómo sabía que ella vivía ahí?, bueno, ahora no importaba, solo se concentraba en meter la llave en la cerradura para abrir que llevaba 5 minutos en ello por los nervios.


—Mmmmm… Leah te ayudó —preguntó un poco preocupada Rena.


—No, gracias —respondió fríamente mientras un aura negra recorría su cuerpo.


—Por alguna razón, tengo miedo… —susurró Kaoru mientras se alejaba un poco.


Ya cuando se encontraban dentro de la casa, los tres chicos quedaron impactados con la casa de Leah, sólo se dignaban a ver y tocar cada cosa que veían. Los muebles cómodos, la decoración perfecta, el ambiente limpio y agradable, y el tamaño, parecía una mansión. Hasta que alguien notó otra cosa…


—¡Ah, sí que estas linda, no todo el tiempo te vemos así! —Dijo Rena viendo de pies a cabeza a Leah con mirada pícara, para después dirigir la mirada a Daichi— ¿Verdad Daichi?


—¿Eh? S-Si, te ves bien —dijo el chico ruborizado tratando de tapar su rostro con la gorra.


—Gra-Gracias… —dijo Leah sonrojada y mirando al suelo.


—Además ese cuerpo, eres una 90, 60, 90, seguro Daichi ha estado mirándote desde que llego ¡Jajajaja! —se rió Rena.


—¿Eh? —los ojos de Leah se abrieron como platos al oír el comentario.


—¡Rena, cállate! —gritó Daichi tapándole la boca a Rena completamente rojo.


—Esto harán que me de algo… —pensaba Kaoru con una expresión algo molesta en su rostro.


Los cuatro adolescentes se pusieron a platicar haciendo que el tiempo pasara muy rápido, y ya era hora de irse, bueno, para algunos…
—Bueno, nosotros nos retiramos Leah, un placer conocer tu linda casa —dijo sonriente Rena mientras se levantaba del mueble junto con Kaoru.


—Sí, gracias por todo Leah —sonrió Daichi a Leah muy tiernamente mientras también se levantaba, pero algo lo hizo volver a sentarse— Tú te quedas aquí— dijo Rena con una sonrisa malvada.


—¿Qué? ¿Por qué? —preguntaron Leah y Daichi alterados.


—Porque yo lo digo. —Respondió Rena—. Y si te llegas a ir, te va a ir mal… —sonrió de una manera tan macabra que Daichi quedó paralizado y solo dijo asustado —Esta bien.


Leah y Daichi acompañaron a Kaoru y Rena a la salida, los dos estaban muy nerviosos como para mirarse, y Rena y Kaoru solo sonreían.


—Bueno, nos retiramos —dijo Rena agarrada del brazo de Kaoru— Bye bye. —salieron prácticamente volados después de esto.


Los dos chicos sonrojados y nerviosos entraron a la gran casa y se sentaron en los muebles sin decir una palabra, pero alguien rompió el hielo. —Ah, ¿eres Daichi verdad? Soy la mamá de Leah— dijo la señora llegando de repente y extendiendo la mano al chico que se preguntaba ¿Cómo rayos llegó tan rápido?


—E-El gusto es mío, Señora. —dio una sonrisa algo fingida.


—Bueno Leah, si quieres lo llevas a tu cuarto, allí pueden estar en la pc —dijo su madre con una sonrisa.


—¿Eh? —Leah quedó boquiabierta, su madre no es que haga eso todo el tiempo, aun así se levantó nerviosa y sonrojada y le dijo a Daichi —¿Vamos? — mientras lo miraba directamente a los ojos, a lo que el chico respondió —Sí— mirándola tiernamente. Ya arriba, Daichi se sentó en la cama de Leah y ella en la silla de la pc, no se escuchaba ni una mosca y la tensión no era nada normal. Leah no pudo evitar agarrar una almohada y abrazarla fuerte mientras estaba sentada, Daichi sólo la observaba.


—Leah… —esas palabras rompieron el hielo e hicieron que Leah pegara un salto al igual que su corazón.


—Di-Dime… —tartamudeo la chica con la mirada hacia el suelo, no podía mirarlo.


—Mírame… —esas palabras salieron de los labios de él tan tiernamente, tan serenas, tan llenas de tentación. Eso la colocó más nerviosa, solo apretó la almohada y levantó lentamente la mirada al mismo tiempo que su corazón quería salirse de su pecho disparado. Sólo fueron cinco segundos, no, mucho menos, ella volvió a bajar la mirada rápidamente cerrando sus ojos.


—Mírame por favor… —repitió esas palabras el joven mientras apretaba las sabanas de la cama, se podía notar en sus mejillas un color carmesí. Ella inhalo y exhalo y volvió a levantar la mirada, esta vez fue por más tiempo, ella sólo se centraba en esa mirada azul, esos ojos tiernos y brillantes, luego miró el poco de cabello que sobresalía de su gorra, bajó hasta su camisa color azul, sus brazos bien formados, sus manos grandes, su pantalón negro, sus botas azules eléctrico… Subió de nuevo a su rostro, pero esta vez se centró en sus labios por un segundo y después volvió a sus ojos, esos ojos que sólo la miraban a ella, cuando pensó eso, volteó rápidamente sin darse cuenta que aquel chico había mirado, sentido y pensado lo mismo que ella.


En esa habitación con paredes celestes, no se respiraba nada que mas que tensión, amor y nervios, ya casi no había luz, se hacía tarde, solo alumbraba la pantalla de la pc encendida, la oscuridad parecía que los tentaba a mirarse, aunque fuese poco lo que mirarían, no, todo lo contrario, mirarían mucho más cosas que con la luz encendida. El silencio poco a poco se convirtió en algo relajante, las miradas de los dos chicos enamorados se volvieron a encontrar, esta vez duraron minutos mirándose, sin decir ni una palabra ¿o tal vez si?, no era momento para pensar en eso, sino en conocerse, mirando. Pensar que alguien podría enamorarse solo observando los ojos de otra persona, o tal vez hablando a través de miradas. Sonrieron, los dos al mismo tiempo, Leah poco a poco dejó soltar la almohada, ya esos nervios se habían ido, solo quería admirar a la persona que tenía en frente, quería disfrutar lo que sentía en ese momento, quería seguir enamorada.


—Chicos, ¿qué quieren comer? —se asomó la madre de Leah a la puerta del cuarto, arrepintiéndose de ello al ver el ambiente tan hermoso que había arruinado. —¡Ups! — fue todo lo que dijo al segundo de hacer la pregunta, pero era demasiado tarde, el ambiente había desaparecido y el rostro de los adolecentes en esa habitación se encontraban como tomates.


Media hora después, se encontraban cenando los tres cenando en el comedor. El padre de Leah tenía trabajo, asi que no pudo cenar con su familia. Toda la cena fue silenciosa, todo lo que se escucaba era el sonido de los cubiertos golpeando los platos al agarrar comida con ella. Eran las diez de la noche, la madre de Leah le llamó un taxi a Daichi y se fue para arriba mientras los dos adolescentes quedaron en la sala esperando, la tensión había crecido, ya no podían ni estar cerca, sus corazones estaban en resonancia, latian fuere y rápidamente hasta que se escucho la bocina de un auto.


Rapidamente Daichi y Leah se levantaron dirigiéndose hacia la puerta —Debo hacerlo! — pensó Leah y se acercó a él, finalmente había conseguido valor para hacer lo que había querido durante todo el día, besarlo, pero…


—¡No! —dijo el chico echándose para atrás al mismo tiempo que la madre de Leah bajó para saludar al taxi que era una amiga de ella.


—… —Leah sintió un dolor en el pecho, pero sólo dijo —Tonto, solo quería despedirme con un beso en la mejilla —sonrió fingidamente.


—Ah… está bien —dijo el chico dándole el beso en la mejilla y tapándose el rostro con la gorra.


Leah abrió la puerta y Daichi se montó en el taxi, no se dijeron ni adiós ni un hasta luego. El taxi arrancó, Leah entró, cerró la puerta y quedó ahí parada por unos segundos, al sentir una lágrima bajando por su mejilla, corrió por las escaleras y se metió a su cuarto hundido en la oscuridad, pero ya no era una oscuridad relajante como la de hace rato, sino una oscuridad llena de dolor.

CONTINUARÁ...