ANGUSTIA

CAPITULO I: De mal en peor.

Ella, era una niña muy amorosa, bondadosa y dedicada en todas sus acciones; su madre Midori la amaba desde el día que se entero que se encontraba embarazada, su padre Naraku recibió con grata felicidad la noticia aunque no era muy expresivo con sus emociones.

Durante cinco años todo fue perfecto; pero repentinamente la madre de Kagome callo gravemente enferma, la curandera de su pueblo hizo todo lo posible, mas no fue suficiente.

En el funeral de,la madre de Kagome se reunieron los únicos parientes que la familia tenia; los miembros que la constituían eran solamente las hermanas de Midori, ellas adoraban a su hermana menor y a su hija, sin embargo tenían cierto recelo en contra de Naraku, porque se habían mudado muy lejos de ellas.

Después del entierro, las tías de Kagome ofrecieron a su padre hacerse cargo de ella objetando que era lo mejor para la niña; pero este, se negó rotundamente, alegando que Kagome era lo único que le quedaba de su gran amor y no la dejaría marchar. Las hermanas de Midori finalmente aceptaron, ya que ellas fueron testigos de su gran amor.

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Los días fueron pasando, esos días se trasformaron en meses y después en año, Naraku no podía reponerse de la perdida de su amada; esta situación comenzó a influir en sus hábitos y en su conducta, comenzó a beber, perdió su trabajo.

-¡Ya nada me importa!, no tengo ya porque vivir-Se decía una y otra vez; cada vez que regresaba completamente ebrio a su morada. Su agresión creció considerablemente sin tener fundamento alguno, alcanzando el grado de ser injusto y sumamente violento con su hija.

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Entre tanto Kagome, trataba con gran fervor recuperarse de la perdida de su amada madre, siguiendo sus enseñanzas y consejos, tratando de ser la hija que ella hubiera deseado; sin embargo la situación en la que vivía se complicaba día a día.

En el pueblo donde ella habitaba se rumoraba que era igual que su padre una “perdida”, los niños la despreciaban y la humillaban diciendo que era una hija no deseada por su padre y su madre se avergonzó tanto de ella, que enfermo para finalmente morir.

Producto de las humillaciones, desprecios y maltratos día a día Kagome sentía cada vez su ser quebrantarse en dos:

-La pequeña niña buena, cariñosa y sensible.

-Y otro ser, muy opuesta a la anterior producido a réplica por los malos tratos que recibía con frecuencia; el cual, se encontraba en lo más profundo se su interior prisionero por voluntad de la propia Kagome, pero desarrollándose cada vez más.

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Incluso a sus dieciséis años Kagome había vivido una vida solitaria, llena de injusticias y ofensas de toda persona a su alrededor, en especial, su amado padre.

Lo único y con lo que siempre había deseado Kagome era en tener un compañero, alguien con quien hablar y compartir, no le importaba su aspecto, sólo deseaba sinceridad y compañía.

Cada noche su padre la apaleada hasta que quedaba inconsciente, sólo por que algo no le parecía o no era de su agrado: la cena, su aspecto, la forma en que hablaba, sus expresiones, su mirada o cualquier cosa que se inventaba para desquitar su frustración en Kagome. Después de la tremenda golpiza Kagome se levantaba trabajosamente y sumamente adolorida, con sus últimas fuerzas realizaba la limpieza de lo que había sido la cena y se retiraba a su habitación.

En su habitación se disponía a atener sus heridas mientras trataba de convencerse de que sus esfuerzos no eran suficientes y que lo tenía que ser mejor para agradar a su padre; y cuando experimentaba el inicio de sentimientos “negativos”, respiraba profundamente y de una pequeña caja de madera que le había hechos su padre en tiempos pasados cuando aún su madre vivía, sacaba un pergamino muy especial en donde había anotado todo lo que le gustaba, como: la luna creciente, su color favorito (blanco-platinado), las hermosas orejas puntiagudas de los elfos de los cuentos de su madre que con gran ilusión los escuchaba, entre otras cosas; finalmente, agotada pero sin ninguna sensación negativa, sin darse cuenta quedaba dormida profundamente abrazando firme pero delicadamente a su lista.

 

CAPITULO II: Inconciente.

Uno de esos días en el que Kagome alegremente se encontraba recolectando leña y hongos del bosque para tener a tiempo la cena favorita de su padre Naraku.

-¡Papá me felicitará!-Pensaba ilusionada y sumamente alegre mientras envolvía con sumo cuidado los hongos y sujetaba fuertemente la leña en una soga. Y con tiempo justo se dispuso retirarse a su “hogar”.

De pronto, vio su paso obstruido por las jóvenes del Pueblo, estas eran lideradas por Kagura, la hija del aldeano más acaudalado del pueblo, un prestamista y dueño de las mejores tierras de ese pueblo, al cual Naraku le debía una fuerte cantidad de dinero y Kagome todo el tiempo se la pasaba sirviendo a esa casa para pagar las deudas de su padre.

-¡Tonta!-Llamo a Kagome para tener su atención- Ya se que has estado coqueteando con mi futuro esposo-Pronuncio con desprecio la líder del grupo; ya que tanto la madre de Kagome, como ella, eran de una belleza sobrenatural y su personalidad las hacia más hermosas, por eso siempre la golpeaba para opacarla.

-¡No, yo no hice tal cosa!-Se defendió Kagome asustada, ya que conocía muy bien a esas jóvenes que sólo la buscaban para dañarla.

-¡No mientas!-Grito Kagura al momento de abofetearla tan fuertemente que Kagome perdió el conocimiento al caer su cabeza en una piedra.

Las jóvenes se asustaron, al creer a Kagome muerta; la mas temerosa, hablo angustiada-¡Kagura, ¿pero que haz hecho?!

Kagura voltio y le dio una mirada furtiva-¡Hicimos!-Respondió sagazmente; en ese momento, su joven seguidora vio con terror que eran tan culpables como Kagura, lo era.

-Al final de cuentas, nadie la extrañara!-Bufó Kagura con maldad para después reír desquiciadamente y así, aliviando la culpa que sentían algunos miembros de su grupo.

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Al despertar Kagome se encontraba sumamente adolorida y algo mareada, rápidamente se percató de que era ya media noche, su padre de seguro se enfurecería y la golpearía; actúo de manera ágil se levanto y se dispuso a recolectar los hongos y la leña que había tirado.

Se preparo a correr todo lo que sus adoloridas piernas podían, hasta haber regresado a su “hogar”.

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Silenciosamente abrió la vieja puerta de la modesta cabaña y un rechinar se hizo presente.

-Kagome-Una voz siniestra, fría y de pura maldad, menciono su nombre; la joven sabía muy bien a quien le pertenecía.

-¡¿Dónde demonios estabas, no sabes que hora es?!-Pregunto aquel ebrio furiosamente.

-¡Papá, por favor déjame explicarte!-Imploró la joven sumamente asustada.

-¡¿Qué es lo que me vas a decir, eh; qué te estabas besuqueando con el prometido de la Señorita Kagura, Inuyasha?!-Afirmo totalmente fuera de sus cabales.

-¡Eres una cualquiera, por tu culpa, tu madre esta muerta!-Acuso a Kagome, como tantas veces lo había hecho.

Comenzando a golpear a Kagome con mucha furia y vehemencia.-¡Eres una inútil!-Proclamo para finalmente marcharse a beber.

Bañada en sangre y con todos sus moretones, torceduras y huesos rotos; Kagome se puso de pie para limpiar el desastre que había dejado su padre y tener su desayuno listo, porque si no, lo mismo sucedería.

Al terminar Kagome se refugio en su habitación, y con la poca conciencia que le quedaba, declaro abrazándose a su lista destrozada minutos antes por su “padre”, así como todas sus cosas.

-¡Daría lo que fuera, por tener a un Verdadero Compañero a mi lado! –Rogó.

En ese instante en el suelo donde estaba casi inconciente apareció un cierto resplandor de color verdoso; era una especie de sello triangular, que tenía un círculo en cada punta y en el centro, unidos a las tres puntas; que era manchado por su sangre.

-¡¿Lo que fuera?!-Preguntó una voz.

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CAPITULO III: ¡Libre al fin!

-¡¿Lo que fuera?!-Preguntó una voz.

-¡Si!-Concluyo débilmente Kagome, apunto de perder la conciencia.

-En ese caso, ¡libérame y entrégate a mi!-Ordenó de forma autoritaria aquella voz.

Kagome cerro sus ojos y se adentro en lo más profundo de su ser, ahí donde se encontraba aquel prisionero, que ansiaba su libre. Se escucho el sonido de una llave grande y oxidada entrar por una cerradura de aquel calabozo, el cual ocultaba a un ser realmente misterioso.

Al momento de abrir el cerrojo, la reja abrió por si sola; liberando de las cadenas al “condenado”, este sonrío de manera triunfante.

-¡Libre al fin!-Clamó el “prisionero” al ver su grilletes desaparecían, al igual que la celda que lo recluía.

En el exterior, una luz resplandeciente salía del interior de Kagome tomando forma de todos los gustos de la joven, quemando así el pergamino.

El “ser”, la miro detenidamente, Kagome estaba completamente agonizando y había perdido la conciencia.

-Así que, ya no te necesito-Afirmó, indiferente aquel ser-¡”Madre”!- Disponiéndose a atravesar el corazón de la joven.

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Estaba a punto de atravesar el corazón de Kagome, cuando se percato de un rechinido, se detuvo inmediatamente, ocultándose en las sombras para observar; la puerta de la vieja cabaña abriéndose, dejando pasó a un humano ebrio-malhumorado.

-¿Kagome, ya tienes listos mis alimentos?-Cuestiono aquel ebrio-Al no oler, ni ver, nada en la pequeña cocina.

-¡Eres un estorbo, no sabes hacer nada, ¿cuándo aprenderás?!-Grito furioso Naraku, mientras se dirigía a la habitación de la joven. Este al verla “recostada”, no se percato del estado de su hija y la patio fuertemente en la cabeza.

-¡Despierta ya, sabandija!-Bramó furioso, para inclinarse y tomar el hermoso cabello de Kagome entre sus manos.

El “ser” de hermosos ojos color oro, observo la atrocidad que cometía “ese humano”, aunque antes ya había visto las barbaridades que hacían los “humanos” en contra de su “madre”, no le importaba o eso se hacia creer, ya que en su condición nada podía hacer.

-¡Basta!-Ordeno enfurecido, saliendo de las sombras, Naraku volteo hacia la voz y lo observo emerger de la sombras.

Naraku en su estado, creyó que era una alucinación provocada por el alcohol y continúo con su “labor” ignorando aquella “ilusión”. Rápidamente aquel ser, se acerco al “humano”, lo tomo del cuello de la ropa y con una voz sombría, hablo:

-¡Acaso tu, insignificante humano te atreves a desobedecerme!-Para después decapitarlo con sus garras.

-Acecino-Enuncio una voz temblorosa, llena de terror y angustia, al ver la escena; al momento de percatarse, de que aquel ser lo miró, se dispuso a huir.

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Demasiado tarde, aquel “ser” era muy veloz; en un abrir y cerrar de ojos estaba en frente de aquel humano.

-¡¿Qué has dicho?!-Ordeno al humano. El hombre temblaba de miedo y no podía articular palabra.

-¡Habla!-Exigió, furioso por la completa ineptitud del humano.

-Se sshou ma ru-Dijo tartamudeando.

-¡Me agrada!-Afirmo el ser, al ver como el humano aterrorizado lo había pronunciado.-¡Así, me conocerán!

 

CAPITULO IV: Revelaciones (parte 1)

Había pasado menos de un mes, Sesshoumaru se había convertido en tampoco tiempo en el primer Comandante Supremo Yokai de las Fuerzas Armadas del Oeste; todo el territorio del Oeste ahora le pertenecía, incluyendo las aldeas: humanas, kitsunes (zorro), hebis(serpiente), mujinas(tejón), nekomatas(gato), canis(lobo), inugamis(perro) y kamaitachis (comadreja) que se encontraban en dicho territorio.

En esa tarde, cada aldea debía rendir “respeto” en forma de tributo a su líder y gobernante; por órdenes del General de División Koga, un canis que se unió por un convenio que hicieron Sesshoumaru y Koga, príncipe del Este; al haberlo retado y fracasado, por los grandes poderes del Comandante Supremo del Oeste; este, propuso un pacto de sangre con el canis, al percatarse de su gran potencial; siendo aún, muy joven.

En el pacto que acordaron: Sesshoumaru reconoció a Koga como el Príncipe del Este y pidiendo una audiencia con su padre Comandante Supremo del Este, Nara; para así, formar una alianza y pulir las habilidades del joven heredero. El anciano acepto, ya que por su condición, no podría durar mucho tiempo dirigiendo a su pueblo.

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-Comandante Supremo, hemos recibido el tributo a su grandeza; vuestro pueblos son agradecidos, al contar con un líder tan magnánimo como usted-Hablo el Sabio Consejero del Oeste, Jaken.

-¡Basta Jaken!-Detuvo a su servidor.-Sabes que no me gustan las palabrerías.

-Lo siento, Comandante-Se disculpo.

-Y bien, ¡¿cómo sigue?!-Pregunto disimulando la angustia, que sentía; recordando así como llego a “consérvala”.

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Después de que se había desecho de aquel intruso se dispuso a liberar a su progenitora de su agonía; estaba apunto de a travesarle el corazón, cuando:

-¡Espere!-Freno su ataque para ver al impertinente que lo había detenido y ponerle fin a su existencia. Al voltear, observo a una especie de rana con un atuendo como los monjes o grandes sabios usaban, con colores verde y dorado.

-¡¿Por qué me has detenido?!-Exigió saber Sesshoumaru, sumamente exasperarado, esperando una respuesta “sabia”; ya que pudo haberlo ignorado, pero su presencia era, según el, “digna” de escuchar.

Así que volvió sobre si mismo, para escuchar lo que tenía que decir.

-Disculpe, eminencia-Hablo aquel yokai rana, con sumo respeto; ya que este, había notado su gran poder-Si usted ejecuta a su progenitora, usted también morirá.

-¡Exactamente, ¿qué es lo que quieres decir?; habla!-Ordeno el yokai, ya que esa información dependía su vida y los sabios no podían mentir, debido a un juramento de nunca ocultar o distorsionar la verdad.

-Usted, mi venerable Señor y su progenitora están unidos; ya que usted forma parte de ella, ¡¿no es así?!-Afirmo el sabio, Sesshoumaru sólo abrió los ojos al notar tan reveladora afirmación de “alguien” que por primera vez, lo había visto.

-Por lo tanto-Prosiguió el sabio, al ver la disimulada expresión del youkai-Si ella muere, usted correrá la misma suerte y viceversa.

Sesshoumaru incrédulo a las palabras del Sabio, lo miro intimidatoriamente, invitándolo a probar su teoría; ya que la joven estaba casi moribunda y el estaba en excelente estado.

El yokai rana inmediatamente entendió, se inclino un poco hacia la joven y con una garra de sus dedos hizo un pequeño corte en la mejilla derecha de la joven, claro sin usar su veneno. En el momento que hizo el corte, otro corte apareció en el rostro de Sesshoumaru.

Ahí vio un gran contratiempo en sus planes, meditando así que es lo que haría.-Si me permite sugerir Mi Señor… -Intervino el Sabio sus pensamientos.

-Sesshoumaru-Respondió el youkai, al ver las intenciones del youkai Sabio.

-Mi Señor Sesshoumaru; yo podía ser de gran ayuda, para el Primer Comandante Supremo Youkai de las Fuerzas Armadas del Oeste.-Pidió.

Sesshoumaru sonrío ante el titulo-No suena nada mal-Afirmo-¿Cuál es tú nombre Sabio Consejero del Oeste?

-Jaken-Aseguro.

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CAPITULO V: Revelaciones (parte 2)

-Ah!, si; por supuesto-Comento con gran obviedad-El pilar, esta sana y salva dentro de la pagoda del salón principal.

-Bien-Dijo simplemente Sesshoumaru-Iré a verla-Le anuncio.

Sesshoumaru recorrió el camino del campamento hacia su basto castillo, conocido como el “Castillo Lunar”, esto se debía a que había sido construido estratégicamente al pie de la montaña más alta del Oeste y en las noches de Luna Llena era bañada por esta, al igual de que por ordenes del Comandante, el Sabio Consejero del Oeste se había valido de su gran habilidad y buen gusto al dirigir la construcción de aquel imponente castillo sin omitir ningún detalle.

La arquitectura era magnifica; -Para llegar a ella, el camino era guiado por unas escalinatas hechas de mármol con figuras de plata, las cuales asemejaban un dragón ascendiendo al “cielo”.

-Al pie de la cima, daba la bienvenida un recio y magnifico portal de marfil y ébano, que conducían a los dragones de plata en cada uno de sus lados, con ojos compartidos que asemejaban el zafiro y rubí; siendo los centinelas de aquella fastuosa ciudadela. Dejando paso al viaducto, único camino; el cual, llevaba a la entrada principal de la imponente estructura.

Sesshoumaru acaricio a “Ah” y después a “Uh”, felicitando su excelente trabajo, dándoles como recompensa un gran trozo de carne a cada uno.

-Después de que coman, pueden tomar un descanso-Les anuncio.

-¡Excelente trabajo!-Alabo a los dragones, el Sabio Consejero; ya que, el mismo había sugerido, la presencia de los dragones, por sus grandes atributos y dones. -¡Fuertes, valientes, leales y sumamente inteligentes!

-¡Así es, Jaken!-Garantizó el Comandante Supremo; para seguir con su caminar, seguido de su fiel Consejero.

Recorrió cada habitación (de sus generales, soldados y sirvientes), salón (prácticas, armas, banquete y baile), establo, los jardines (poniente y oriente); incluso cada rincón de su ya terminado castillo.

-Debo reconocerlo, Jaken-Enuncio por fin-Has hecho un excelente trabajo y tu gusto es exquisito.

-Me halaga sus palabras, Mi Señor-Dijo satisfecho Jaken. Sesshoumaru se encamino a sus aposentos, ya que según se lo había dicho su fiel Consejero; tuvo extremo cuidado en su construcción.

Al llegar a la habitación principal del Amo y Señor de todo el Castillo Lunar, Jaken se coloco al frente abriendo las enormes puertas de ébano rojo con dragones de oro y enormes manivelas lunares hechas de plata.

-¡Mi Señor!- Anuncio al abrir las puertas-Sus aposentos.

Jaken dio tiempo de observar la radiante habitación a su Señor, el ébano de los muebles combinaba perfectamente con la decoración de oro y plata de sus decoraciones; era sumamente espaciosa.

Después de un rato observando-¡Mi Señor, sígame por favor!-Pidió el Consejero.

Jaken lo llevo al “oeste” de la habitación donde se encontraba un basto jardín en su interior y en el centro una “pagoda”, la cual es una especie de torre muy grande y alta; por lo que sus súbditos le dieron el nombre de “El Pilar”, además de otras cualidades que poseía.

Era una estructura sumamente hermosa, se podía ver que fue construida con gran esmero, al entrar se hallaba un edén con una magnifica vegetación, árboles frutales, flores, animales y un arrollo producto de una pequeña cascada.

El Consejero dio paso por un puente donde los cisnes blancos graznaban, hacia la habitación del pilar, esta era casi idéntica a la del Supremo Comandante, sólo que en su cama había muchas cortinas de velos color verde de sedas, ocultando una pila de suaves almohadones de pluma de ganso.

Antes de entrar a la habitación, Sesshoumaru pudo observar a su “madre” durmiendo placidamente, recordando que desde la muerte de Midori no lo había hecho.

Jaken se hizo a un lado y dando una reverencia, dio paso a su Señor; Sesshoumaru se acerco a la cama y suavemente deslizo su mano derecha a la mejilla de la joven durmiente. Kagome inhalo profundamente abriendo sus ojos e inmediatamente acaricio con su mejilla el abdomen del yokai como si fuera un perrito.

-¡Estoy en casa, Kagome!-Anuncio a la humana acariciando su cabeza, brindándole una pequeña sonrisa.

 

CAPITULO VI: Revelaciones (parte 3)

Sesshoumaru se encontraba acariciando a Kagome, había mejorado mucho desde la última vez que la vio:

Llevaban sólo dos semanas en la construcción del castillo, Jaken se hallaba sumamente atareado entre la construcción de “El pilar”, la supervisión de la construcción del resto del castillo y lo más importante el cuidado y la atención a Kagome.

Gracias a que el joven Príncipe del Este, Koga; colaboraba con la construcción del “Castillo Lunar”, esta avanzaba mucho más y así, Jaken tenía más tiempo para a tender su deber primordial; debía reconocer, el Príncipe Koga era muy hábil e inteligente aunque algo presuntuoso.

Mientras tanto, Sesshoumaru organizaba sus batallas y estrategias con la ayuda del General de División Koga, General de Brigada Fye, Coronel Kurogane, Teniente Coronel Akira, Teniente Coronel Kano, Mayor Kenshi y por supuesto Jaken, este debía de atender su puesto como Sabio Consejero del Oeste, al igual que el Príncipe del Este.

Todos y cada uno de los puestos se habían otorgado de acuerdo a su espíritu, sabiduría, habilidad, inteligencia, astucia, fuerza y poder.

Al terminar la reunión, Jaken se retiró para seguir con sus responsabilidades; la reunión había sido muy agitada, los yokais barbáricos del Sur no habían tenido ningún miramiento al tratar de conquistar el reino Norte, con la ambición de conseguir la piedra Lunar; la cual, se decían que podría amplificar un campo de energía capaz de proteger a todo un reino.

Esta información había sido otorgado por un desconocido a su líder Takeshi, que por su nombre daba a notar que era un “bravucón”, amante de las peleas; a consecuencia su reino era conocido y llamado como los “Yaban'na”, el cual significaba “bestial”.

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Sesshoumaru se retiro a su recinto, que de primer instancia Jaken había ordenado construir, el cual estaba protegido por una barrera que el mismo Sabio había colocado; sorprendiéndose de que Kagome la había mantenido y aumentado inconscientemente. El Comandante Supremo, se había enterado discretamente de este suceso, después de su primer enfrentamiento con los Yaban´na; hace tres días, después de conocer a Jaken.

Entro con calma a sus aposentos y la vio; se encontraba descansando de su reciente curación que Jaken le había tratado, al verlo sus ojos se iluminaron, este se acerco hasta estar ante ella.

Se inclino, percibiendo el rostro preocupado de su “progenitora”.-¿Qué pasa?-Cuestiono simplemente, dejando que Kagome analizara su persona.

Kagome torpemente abrió el hiote (la parte superior del kimono) del kimono de Sesshoumaru hasta el osote (ropa interior (mangas largas)) posibilitándole observar las heridas tan graves que tenia este.

Como lo había podido olvidar, Kagome y El eran uno, lo que le pasará a el, le afectaría a ella; eso explicaba el dolor reflejado en su rostro. Kagome alzo el rostro arrepentido del yokai por causarle tanto dolor, este la miro intensamente, su progenitora le sonrío para después revisar su herida.

Kagome acerco su mano al cuerpo del yokai, emitiendo una luz verde claro, muy tenue; esta, comenzó a curar todas y cada una de las heridas del Comandante, a través de la energía de su mano, colocada en la herida principal; al terminar, Kagome exhalo un poco agotada pero con una gran sonrisa, preguntando con su gesto si Sesshoumaru se encontraba mejor.

Sesshoumaru no podría creer lo que había pasado, no tenía rastros de la cicatriz de lo que había sido su herida, y no sólo esa gran herida, sino que ya no tenia ninguna; observo la sonrisa de Kagome, esperanzado de que ella también se hubiera sanado, desato con delicadeza su kimono y angustioso observo; ella seguía igual.

Los ojos de Sesshoumaru se tornaron rojos de lo furioso que estaba-¡¿Por qué rayos tienes que ser así?!-Gritó embravecido, Kagome quedo impactada ante tal grito y comenzó a temblar.

Sesshoumaro se percato de su error, lo menos que quería era hacerla llorar, suspiro pesadamente tratando de calmarse; Jaken que había escuchado el grito junto con todos los demás yokais y humanos se sorprendieron.

El Sabio Consejero del Oeste aclaro su garganta y pidió-¡No se preocupen; por favor, sigan trabajando!-Los demás asistieron confiando en las palabras de Jaken. Este rápidamente corrió hacia los aposentos de Su Señor.

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-Disculpe Mi Señor-Anuncio su llegada a la tiende.

-Pasa Jaken-Pidió el yokai, este se introdujo en el recinto; escucho lo que había sucedido de parte de Sesshoumaru; para finalmente hablar.

-No puedo, ni siquiera imaginar su angustia; Mi Señor-Anuncio el Sabio con sumo respeto-Pero, sé que el amor que le tiene su “progenitora”, es verdadero; para procurar su bienestar antes que el propio.

Jaken tenía razón, así era Su Kagome; siempre dando lo mejor de si, ¡no!, ella daba mucho más que eso; por eso había sido destinado a ella, Kagome siempre había sido verdaderamente sublime.

Al ver a Su Señor, Jaken opto por comunicarle-Bañare a la Señorita, para después tratarla, que almuerce sus alimentos y descanse.

Jaken iba a realizar la primera actividad, pero una mano en el hombro lo detuvo.-¡Espera Jaken, yo lo haré!-Anuncio el Comandante.

 

CAPITULO VII: Mi sentir (parte 1).

El Sabio Consejero del Oeste se había percatado del cambio de Sesshoumaru, desde que Kagome lo había sanado a costa de su bienestar, y el, embraveciera por este hecho; el mismo, le había comentado que encontraría la forma de ayudarla y evitaría a toda costa ser dañado en la batalla, ya que esto significaba dañarla.

Jaken debía aceptar: Su Señor era sumamente poderoso, capaz e inteligente; pero en su ser, no se hallaba el entendimiento de haberse enamorado de Kagome.

Aún podría recordar el ardiente pero disimulado sonrojo de Sesshoumaru al tratar de bañar a su” progenitora”:

Jaken se había mantenido en el recinto en caso de que Su Señor necesitara de sus servicios; ya que este, no le dio la orden de retirarse.

Mientras que el yokai había calmado a su “progenitora” –Kagome, te prometo que no volverá a pasar-Le garantizo. Kagome sólo sonrío sin entender, posesionando sus labios sobre los de Sesshoumaru. Esta acción desconcertó al Comandante, que en el acto abrió sus hermosos ojos.

El yokai a claro su garganta y siguió su camino, sin percatase aún de su corazón, comenzando a latir a una gran velocidad; llegando a las aguas termales, pensando que el podría aprovechar la oportunidad para bañarse; coloco a Kagome recargada en un árbol y esta, al ver a una mariposas la trataba de tomar, sin percatarse de Sesshoumaru se despojaba de sus ropas y entraba en el agua aseándose rápidamente.

Al terminar, Sesshoumaru se envolvió una tela a la cintura y se acerco a Kagome, este delicadamente deslizo su mano en su kimono, la joven al sentir el rose suspiro y lo observo fijamente.

El yokai se percato de la acción de Kagome, recordando así, su rose de sus labios y ahora el tratando de bañarla; su rostro enrojeció y se arrepintió de su anuncio, se sentía desconcertado, tenía muchas emociones encontradas.

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-Jaken, termina de bañar a Kagome; tengo que atender la construcción-Declaro el Comandante, al salir por el camino de las aguas termales y comenzando a vestirse.

-Como ordene, Mi Señor-Respondió el Sabio yokai.

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-Jaken-Nombro el Comandante-Prepara a Kagome para la cena.

-De inmediato, Mi Señor-Garantizó el youkai Sabio; pues sabia que era el único que podría confiar esa tarea.

Sesshoumaru salio al jardín, disfrutando el atardecer, reflexionando sobre lo que había sentido al momento que se disponía asear a Kagome; era cierto, Jaken siempre se encargaba de ella de una forma impecable y de otros asuntos; por eso pensó, en darle un tiempo de descanso mientras el la aseaba, sin considerar su atracción hacia su “progenitora”.

Kagome nunca le había mostrado tenerle temor, excepto el desconcierto a causa de su grito, pero aún así no le temía; aún recordaba la aclaración del Sabio Consejero del Oeste “el amor que le tiene su “progenitora”, es verdadero; para procurar su bienestar antes que el propio”.

-Me ama-Esta aceptación por parte del Comandante Supremo, produjo que su corazón latiera desbocadamente y este pusiera su mano derecha sobre su pecho, dirigiendo donde Jaken había preparado el lugar para la cena.

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Jaken se encontraba engalanando al “Pilar”, ya que, por primera vez cenaría junto con el Comandante; el, como siempre, hizo uso de su exquisito gusto en preparar cada detalle en especialmente en vestir a Kagome. La guío por el camino al kiosco, el cual se encontraba en medio de una laguna azul, ubicado a lado izquierdo de la habitación de Kagome, donde aguardaba Su Señor.

Al llegar, pudo observar a Sesshoumaru de pie, observando los cisnes blancos dentro de la hermosa laguna cristalina, el cual era iluminado por la luna llena. Jaken carraspeo un poco su garganta, haciendo girar a Su Señor. Este quedo impactado al ver a su “progenitora”.

Kagome lucia esplendida en su Kimono de seda verde menta: con sus hombros un poco descubierto, de manga largas y anchas, ajustado a su bonita cintura y tan largo como el de una princesa; teniendo en cada extremo se este y en el cinturón blanco un delicado estampado de flores lunares con un listo dorado en su extremo.

Jaken había recogido su cabello totalmente: aplacando su cabello en la parte frontal, dividiendo su cabello de forma inclinada; separando así, su recogido por una trenza, para finalmente adornarlo con una gran flor lunar; asiendo juego con sus pendientes largos y collar de diamante.

 

CAPITULO VIII: Mi sentir (parte 2)

-¡Se ve hermosa, “Madre”!-Halago respetuosamente el yokai, aún admirando la belleza de la joven. Kagome sólo sonrío, aunque no entendía del todo, sintió que las palabras de Sesshoumaru eran algo bueno.

El Consejero sonrío por este hecho-Con esto confirmo mis sospechas-Atino a pensar. Jaken aclaro su garganta, pidiendo la atención del Comandante-Mi Señor, la cena tardará unos minutos; si me permite retirarme.

El yokai, se hallaba tan atento a la presencia de la joven, respondió un poco desorientado al escuchar la voz del Sabio-Si, puedes retirarte Jaken.

-Con su permiso, Mi Señor-Respondió Jaken inclinándose un poco-Señora-Dirigiéndose a Kagome, haciendo una esplendida reverencia e inmediatamente apartándose del lugar.

Sesshoumaru no sabía que hacer; era cierto que había recibido innumerables propuestas de matrimonio de los monarcas de los cuatro reinos, feudales y personas de sociedad; tanto youkai’s, como humanos. Todas y cada unas de ellas inmediatamente las rechazaría, sino fuera por los protocolos que debían realizarse con sumo respeto, recordando que el “respeto” era un consejo de su Sabio Yokai.

Aún podía evocar, la “excelente idea” de su General de División; al mencionar su opinión:

-¡Creo que un rey, no es nada sin “Su” reina!-Opino de la nada el General Canis, Koga; tras una caminata por las aldeas del reino del Oeste.

Este rumor se propago como una plaga, por todos los reinos, e incluso llego al reino con el que se encontraban en guerra; los “Yaban'na”, los cuales habían razonado un poco tras sus perdidas y la mayoría estaba de acuerdo con dejar esa forma “bestial” de vivir. Cosa que no le agrado a su líder Takeshi, ya que era un “bravucón” nato y no deseaba cambiar; por lo cual, se vieron en la penosa necesidad de revocar su gobierno, colocando a una anciana reconocida por su gran sabiduría y poder.

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Al día siguiente Jaken, había entrado al recinto muy entusiasmado; Sesshoumaru se encontraba conversando con Koga acerca de los sucesos del Sur, al verlo pudo percatarse de que su Consejero traía noticias sumamente importantes; así que, con un gesto de su mano pidió silencio departe de su General de División.

-¡Mi Señor Comandante!-Advirtió el Yokai Sabio; Sesshoumaru se percato de su agitación y espero a que su respiración se normalizara.

Jaken inhalo una vez más, recobrando su compostura-Mi Señor, el líder de los “Yaban'na”, finalmente a sido revocado, su pueblo a colocado a la Anciana Austral del Sur como nuevo gobernante.

-¡¿A qué se debe eso, Jaken?!-Cuestiono curioso el General de División. El Sabio se molesto por la manera tan inapropiada de dirigirse a su persona.

-Esto si que es insoportable-Pensó Jaken a tal falta de respeto, sólo Su Señor lo podría nombrar por su nombre.-¡Chiquillo malcriado!-Reitero su idea ante tal General, moviendo su cabeza de izquierda a derecha; este al obsérvalo, sólo sonrío y dijo:

-¡De seguro que piensas que soy un “chiquillo malcriado”!-Para después reírse.

-¡Koga!-Llamo severamente Sesshoumaru, ante todo ese ajetreo.

-¡Lo siento Comandante!-Hablo su General ante su inoportuna intromisión.

-Continúa Jaken-Decreto el daiyokai.

-Sí, Mi Señor-Enuncio, relatando los acontecimientos con los “Yaban'na” y las innumerables propuestas de matrimonio.

Al escuchar cada palabra del Sabio, más molesto se encontraba Sesshoumaru y al terminar su relato, el Consejero sólo atino a decir:

-Deberá rechazarlas con sumo respeto-Recomendó, consiente de la dirección que había tomado Su Señor hacia su General con intenciones de arrancar esa entrometida lengua.

-Velo de lado bueno Sesshoumaru, la Guerra a acabado-Se defendió el príncipe canis con su astuto comentario.

El daiyokai inhalo profundamente tratando de calmarse, observo al Sabio y cuestiono-¿Qué me recomiendas Jaken?- Confiado de que el Sabio tenía una respuesta para el “problemita” que el Principito del Este, lo había metido.