Long-fic Enseñando a gobernar

Enseñando a gobernar

Hola, este nuevo Long-fic lo voy a escribir con mi amiga Hammber, espero que les guste, miles de grasias a mi sempai Windmiko por betearmelo.

Enseñando a gobernar


Prologo

Un mundo lejano a la realidad, cuatro reinos que vivían en paz en una era, que se consideró la mejor de todas.



Aramitama, el reino del norte, conocido como el reino de la valentía su gente era conocida por su capacidad en el combate, tanto si eran humanos, youkays o hanyous. Aquel reino era regido por dragones, criaturas amables con cualquier criatura, pero en la batalla eran infalibles guerreros, dispuestos a dar todo por proteger a su pueblo.


La forma de los dragones era flexible y larga. Sus garras eran capases de cortar cualquier cosa y su piel era resistente como el acero. Su forma humana era de seres hermosos, hábiles e inteligentes.

Miguimitama, la nación del sur, era un lugar lleno de luz y calor; La gente era pacífica y amable, cosechaban manteniéndose lejos de las guerras.

Fue siempre conocido como el país de la paz, la nación hermana de Aramitama, pero a diferencia ellos nunca supieron cómo luchar.

Sakimitama, el oeste hogar de los Inu-youkays, unos enormes perros monstruosos de color blanco con increíbles poderes. Su apariencia humana se distinguía casi siempre por el cabello plateado y los ojos ámbares. Sakimitama era un lugar repleto de llanuras y bellos paisajes naturales, nadie podía ir sin maravillarse por su belleza.

Kushimitama, el este, era conocida como: ‘La Nación Oscura’ ya que tres años atrás misteriosamente el hermoso reino se había convertido en un lugar rodeado de nubes oscuras y veneno, nadie era lo suficientemente fuerte como para entrar sin el riego de sufrir una muerte horripilante. Los árboles estaban marchitos, el aire era imposible de inhalar, todo lo que había sido un lugar de sabiduría, ley y orden había desaparecido.

Inu No Thaisho, era el gobernante de Sakimitama. Un hombre compasivo y amable, pero también era valiente y a veces muy estricto.

Su hijo mayor Sesshomaru, fruto de su primer matrimonio, era un muchacho de veintitrés años, tenía cabellos plateados como era de herencia en su familia, ojos ámbares y una expresión fría que paresia nuca cambiar. Su cara estaba marcada por dos líneas magenta en cada mejilla y una luna creciente azul en su frente.

Él era hijo de Aine la primera esposa de su padre, que había muerto cuando el tenía los cinco años y poco después su padre se desposo otra vez con una joven humana llamada Izayoi Kanon.

A Sesshomaru no le agrado en lo más mínimo su matrimonio, aunque era muy pequeño nunca le mostró ningún cariño a su madrastra a pesar de que ella era una mujer muy dulce y cariñosa.


Inuyasha, el menor, hijo de Inu no Thaisho e Izayoi, era un hanyou. Tenía orejas de perro, cabello igual de plateado que su padre y su hermano. Sus ojos también eran de color ámbar pero a diferencia de Sesshomaru el si mostraba emociones y sentimientos en su vivaracha mirada.

Inuyasha tenía dieciocho años, era un muchacho impulsivo, terco, muchas veces tenía muy mal carácter, se la pasaba bastante tiempo peleando con su hermano. Su padre les decía que tenían que ocuparse de entrenar y estudiar para poder suceder en la monarquía del país, pero ellos no eran capases de trabajar juntos, ambos decían que preferían ir a morir a Kushimitama antes que eso.


Su padre no sabía qué hacer con ellos así que un día de verano envío una carta a los reinos del norte y del sur.

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Bueno este es el prologo pronto pondremos el primer capitulo.

 

Re: Enseñando a gobernar

Bueno este es el primer capitulo lamentamos la tardansa.


Capitulo 1

La tranquila brisa de verano soplaba en el hermoso reino de Sakimitama.

En el gran balcón de aquel hermoso palacio estaba un joven, sus ojos ámbares miraban despreocupados la playa. El muchacho de piel morena estaba demasiado concentrado como para notar que alguien entrara por la gran puerta que daba al interior del palacio.

-Bonito paisaje-le dijo un voz detrás de el.

El joven volteo sorprendido, frente a el se encontraba una hermosa chica de cabello castaño atado con una coleta alta y ojos del mismo color. Traía un hermoso kimono color fucsia con arreglos de lirios dorados en sus mangas anchas, su rostro mostraba una cariñosa sonrisa hacia él.

-Es el mismo de todos lo días Sango, no se de que te impresionas.-respondió aburrido.
-Bueno, no puedes cambiarlo, sigue seguirá siendo la misma.
-No creo que estés aquí para hablarme de la playa ¿o me equivoco?-le preguntó con el seño fruncido.
-Tu padre quiere hablarte-le aviso yéndose-y te recomendaría que te apresures se nota que no esta de humor hoy-exclamo riéndose entre dientes.

Sango Takeda era la prima de Inuyasha, su madre era la hermana melliza de Izayoi. Su padre era Eriol Takeda un guerrero humano de Aramitama, había trabajado toda su vida como guardián de los reyes de aquel reino cubierto de hielo. El había tenido que escoltar al rey hacia Sakimitama, donde en un hermoso atardecer se encontró con Yuki una bella noble.

Cuando ellos contrajeron matrimonio Eriol abandono cortésmente su oficio y se dedico ser exterminador en Kushimitama.
Sango había nacido en Kushimitama, crecido como una bella dama según las costumbres de su madre y también entrenado para ser una guerrera como su padre. Su hermano menor Kohaku, era un niño tímido y de buen corazón, a los siete años el pequeño había insistido con ir a entrenar a Aramitama para igual que su padre aprender a proteger a la familia real.

Pero la felicidad de Sango no duro mucho ya que cuando Kushimitama se hundió en las tinieblas sus padres murieron tratando de protegerla. Sango había visto a sus padres morir frente a sus propios ojos y muchos años se echó la culpa, se había jurado que no iba a dejar que nadie se sacrificara por ella.

Inuyasha caminaba por los pasillos de el gran palacio, el llevaba puesto un kimono verde oscuro con pantalones negros, su mirada buscaba a su prima, que se suponía que estaba junto a el, pero en un momento había desaparecido.

El hermoso palacio de Sakimitama era unió de los mas majestuosos de las cuatro naciones. Tenia un lindo color blanco con las tejas negras, por dentro las paredes estaban echas de mármol y tenían talladas hermosas figuras que representaban las leyendas de su pueblo.

Él camino hasta la gran puerta que daba al despacho de su padre, cuando la abrió vio a su hermano sentado en una silla frente al escritorio de su padre, el cual tenía una mirada severa.

-¿Me llamaste?-le preguntó entrando y fulminando con la mirada a su hermano quien solo mostraba un rostro inexpresivo.
-Si, siéntate por favor-le pidió su padre suspirando.

Inuyasha tomo asiento en otra silla al lado de su hermano y gruño, no le gustaba para nada tenerlo cerca.

-¿Para qué nos llamaste, Padre?-preguntó Sesshomaru antes de el Hanyou, su padre entrecerró los ojos.
-En el ultimo mes e enviado una carta a las naciones Aramitama y Miguimitama, una de ellas me comentó que a habido ataques de ‘La Nación Oscura’, pero ahora todo esta controlado-les informo con mirada seria.
-¿Y eso quiere decir?-preguntó Sesshomaru sin quitarle la vista a su padre.
-Quiere decir que pronto seremos los próximos-le respondió, pero Inuyasha frunció el seño.
-Es extraño que tú enviaras cartas a las demás naciones, esto no fue solo por informarte ¿no es así?-dijo el joven príncipe sospechando lo que planeaba su padre.
-Es verdad-se levanto y miro a la ventana que estaba detrás de el.-La envíe para pedir ayuda.


Los jóvenes miraron sorprendidos y confusos a su padre ¿por qué el pediría ayuda, si aparte de Aramitama tenían los mas grandes ejércitos?

-¿Para qué necesitamos más hombres?-preguntó Inuyasha confundido-tenemos los ejércitos suficientes-exclamo parándose y yendo al lado de su padre.
-No es esa clase de ayuda la que pedí-le respondió mirando a sus hijos de manera seria.

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En un lugar lejano donde se encontraba un gran palacio de hielo muy alto y hermoso, una joven miraba las tierras congeladas con tristeza, su cabello negro y largo se movía en el viento helado.
De pronto alguien entra sacándola de su meditación. Un joven de cabello corto castaño y ojos negros, vestido con una armadura la observa con tristeza.

Ella suspira cansada y se acerca a su acompañante.

-Es hora de partir su alteza-le avisó poniendo su mano en el hombro de la joven.

Él sigue perdido en la mirada fría de aquellos ojos cafés, la joven tenia un camisón de color celeste que la cubría de pies a cabeza con una pequeña chaqueta negra, su rostro es inexpresivo de piel completamente blanca era capas de confundirse con la misma nieve.

Él joven de ojos negros la conocía desde hace casi diez años y el cariño que le tenía le hacía más difícil separarse de ella.

Le tomo la cintura estrechándola contra él, pero la muchacha seguía igual de dura y tan fría como esas tierras era su piel, sin embargo se dejo abrasar por él joven de armadura.

-Te echare de menos-le susurro a ella.
-Yo también Suikotsu-le dijo soltándose de su abrazo, posando su mano sobre la mejilla de Suikotsu, pero su tacto seguía siendo frío y su mirada inexpresiva.-tengo que vestirme-al decir eso la muchacha se alejo de el en silencio.

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Un sol radiante iluminaba un castillo rodeado de flores y belleza.

Una chica de cabello ondulado negro azabache y piel sonrosada se despedía de sus amigos con una hermosa sonrisa.
Ella traía un kimono rosa claro había mucha gente a su alrededor.

-Muchas gracias, pero tengo que ir a mi habitación-saludaba la chica sonriéndole a la gran muchedumbre a su alrededor.
-Tiene que darse prisa, su alteza-le aviso un muchacho de pelo negro y cortó atado con una coleta que paresia ser un monje.
-Enseguida estaré lista Miroku-la muchacha corrió rápidamente hacía su habitación preparándose para su partida.

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-Entonces ¿Qué clase de ayuda pediste?-le preguntó Inuyasha a su padre.
-Pedí ayuda para ustedes-les respondió frunciendo el seño.

Tanto Sesshomaru como Inuyasha fruncieron el seño molestos ¿Por qué ellos necesitarían ayuda?
-Nosotros no necesitamos ayuda-exclamo Sesshomaru molesto levantándose de su asiento.
-Si la necesitan ¿¡creen que dejare que mis hijos sean la vergüenza de nuestra familia?!-les gritó furioso por su comportamiento.
-¡¿Por que seriamos la vergüenza?!-le preguntó Inuyasha perdiendo la paciencia.
-Porque e visto niñas que son mejores reinas que ustedes, jamás asumen la responsabilidad que requiere el gobierno, tampoco como dirigir un ejercito, solamente se la pasan peleando, no saben como trabajar juntos. Si acaso nos atacan ustedes no dudarían ni un solo minuto-les dijo saliendo del despacho y dando por terminada la discusión.

Paso un día y ninguno de los tres se hablo, Inuyasha solo paseaba por los corredores, hablaba con Sango, mientras que Sesshomaru meditaba en la terraza del palacio o desaprecia sin dejar rastro para después volver a la hora de la sena.

Inuyasha se encontraba de nuevo en el mismo balcón que en el día anterior, cuando sorpresivamente percibió el aura de su hermano detrás de el.
-¿Qué quieres?-le preguntó secamente sin sacar su vista de la playa.
-¿Por qué crees que papá nos dijo eso?-exclamo Sesshomaru con voz inexpresiva.
-No lo se, seguramente pronto lo…
-Disculpen, su padre los busca en la entrada-le comunicó Sango detrás de ellos.

Ambos suspiraron y se dirigieron a donde la chica les había dicho.
Sango tenía un kimono exactamente igual al que tenía el día anterior, Sesshomaru vestía con un kimono blanco con azul e Inuyasha con uno completamente rojo.

Al llegar a la entrada del palacio su padre los esperaba mirando hacia el cielo, ninguno de ellos hablo ya que no querían provocar otro de sus sermones.
Ellos se sorprendieron al ver dos figuras emergiendo del cielo y aterrizando en la entrada.

Aquellas dos figuras resultaron ser dos hermosos dragones, el primero era de color celeste, tenía una larga cril de color marrón que se extendían por todo su largo cuerpo y una pequeña gema violeta brillando en su frente.

El segundo dragón era completamente igual ecepto porque su color de piel era verde y la cril era de unos lindos tonos de dorado.

Inu No Thaisho se inclino respetuosamente ante las dos criaturas.

-Sus altezas, no se preocupen aquí no pasara nada-les prometió a ellos.

El dragón verde asintió y luego lo rodeo una especie de tornado echo de fuego que rebelo a una hermosa joven de cabello ondulado negro azabache, ojos color chocolate y piel sonrosada que vestía con un kimono color verde agua adornado con flores rojas y amarillas.

El emperador se acerco y beso la mano de la joven la cual miro preocupada al dragón que estaba junto a ella.

-Hermana-susurro con voz dulce.
-Le aseguro su alteza que no pasara nada aquí-le dijo con voz tranquilizarte.

El otro dragón lanzo un suspiro para que luego lo rodeara un tornado parecido a nieve para luego revelar a una chica cubierta con una armadura color negro que la cubría hasta la cintura donde terminaba con una falda blanca con bordes rojos dejando atrás dos grandes lasos del mismo color que la falda.
Tenía unas grandes potas del mismo material que la armadura que le llegaba casi hasta las rodillas y sus piernas estaban cubiertas por medias color rojo sangre.

En sus manos cubiertas por guantes de metal tenia una gigantesca espada y sus ojos eran fríos y calculadores.

-¿Quiénes son ellas?-preguntó Inuyasha mirando extrañado a las dos jóvenes.
-Son la ayuda que pedí-le respondió su padre.
-¿A que te refieres con "ayuda"? pregunto Sesshomaru impetuosamente.
- Pues verán como ustedes no conocen ni la palabra responsabilidad, desde mañana ellas serán sus maestras.-Contesto su padre disfrutando ver los rostros sorprendidos de sus hijos.

-¡¿No crees que es humillante que nosotros seamos los aprendices de dos chicas?! -se apresuro a decir Inuyasha, ya que sabia que su reputación en el reino caería si esta noticia se hacia publica.
-Pues mas humillante es que siendo los hijos de un gran emperador la palabra gobernar no este en su vocabulario. ¿No lo cree su alteza?-se expreso la princesa del kimono verde mostrando una cara de desaprobación hacia el semihumano ya que este tipo de comentarios le causa repugnancia.
Ambos príncipes se quedaron callados pero el silencio se rompió cuando la desconocida joven de ojos cafés dijo:
-y bien si usted lo desea podemos quedarnos aquí afuera.-Hablo por primera vez la muchacha de la armadura.
-OH lo siento.- dijo Inu no Tashio.- ¡pasen!

Bueno abajo les dejamos las imagenes de las ropas de las jovenes y de el dragón, eso es poque los dos son iguales lo unico diferente es el color.

 

Re: Enseñando a gobernar

Gracias a todos por comentar. aqui esta el 2do cap.

Capítulo 2

Caminaban los cinco en un largo corredor, las paredes parecían de madera tallada con ilustres imágenes que contaban una linda historia de la fundación del reino y por debajo de estas llevaba pequeños lirios de color rosa pintados en hilera a lo largo del corredor.

El silencio era absoluto e incómodo, solo se podía escuchar el ruido que hacían sus pasos al caminar.
Al llegar al final del corredor se encontraron en un salón de color arena con lirios tallados en el medio de las paredes, el cual parecía ser la sala principal, había un conjunto de cuatro sillones grandes de color café obscuro que rodeaban a una mesa bajita de madera con dragones tallados en las patas, al lado de estas se encontraba una enorme chimenea en la cual en la parte superior se encontraba un retrato de la familia real y en cada esquina se encontraba un mueble con flores naturales rojas dentro de un jarrón de porcelana pintado con pequeños paisajes, a los lados de la estancia subían dos enormes escaleras que hacían curva asta juntarse en el medio del salón el cual después se extendían cada una para diferentes lados y en el centro podías hallar un enorme candelabro de cristal.

Ambas princesas recorrían el espacio con la mirada tratando de ver hasta el más mínimo detalle.

-¡Lindo hogar!-Dijo una de las princesas limitando al silencio.

-Gracias, es un honor tenerlas aquí.-les agradeció cordialmente-La señora Kaede les indicara su recamara y en dos horas la cena estará lista.-Dijo el emperador amablemente.

- Claro, gracias.-Contesto la princesa de Aramitama con una voz que mostraba indiferencia.

Enseguida apareció una anciana de complexión robusta y algo jorobada, su cabello era completamente blanco y vestía un kimono largo de color gris con flores blancas. Y luego de hacer una reverencia se dirigió hacia las hermosas jóvenes:

-Síganme por favor, sus altezas-dijo con una voz que identificaba su edad.

Las tres mujeres subieron los escalones hasta el segundo piso, dejando atrás a los príncipes con su padre.
-Quiero que se comporten como lo que son-les regaño su padre mirando severamente a sus hijos.
Luego se fue cada quien por su lado.

Por su parte las princesas caminaban detrás de la anciana si decir una palabra. Llegaron a un corredor con demasiadas puertas, las paredes de este también contenían una larga historia del reino tallada en madera pero este hablaba de una creencia del reino de tiempos remotos, y al final del pasillo había un retrato del fundador del reino, el señor Myoga.

Las damas se detuvieron en las puertas del inicio del pasillo y la anciana se dirigió hacia ellas:
-Estas dos recamaras será su espacio personal-les informo señalando amabas puertas que se encontraban a los costados de sí mismas.

- Claro muchas gracias señora Kaede.-Le dijo la hermosa princesa de Maguimitama con una gran y calurosa sonrisa.

Y la anciana se fue dejando a las hermanas solas en el enorme pasillo.
-Me quedare con esta si no te importa-Le dijo la joven guerrera a su hermana abriendo la puerta del lado izquierdo.

- Claro, no importa-Le contesto entrando a su habitación.

Y se metieron a sus respectivas recamaras. Quedando el pasillo solo y silencioso.
Mientras tanto Inuyasha se encontraba arriba de un árbol pensando en por qué su padre se empeñaba en humillarlos de esa manera. De repente movió la mirada como reacción de un movimiento extraño. Vio hacia la ventana que se encontraba justo en frente del árbol y pudo hallar a una bella joven el cual se cambiaba sin percatarse que una de las ventanas de su recamara estaba abierta. Inuyasha no dejaba de admirar la incomparable belleza de la chica hasta que una sandalia salió disparada de la ventana directamente a la cabeza del príncipe.

-¡Oye! ¿Acaso estás loca?-Le dijo muy enojado.

-Eres un pervertido. ¿Lo sabias?-Le grito la princesa con ganas de estallar.

- Por favor ni que tuvieras algo que no haya visto antes.-se burlo.- Además tú tienes la culpa por
desnudarte con la ventana abierta, ni que tuvieras algo bueno que enseñar.-Le dijo el joven entono burlón. Aunque después se arrepintió al ver el rostro de la chica que parecía estallar del coraje.

Para su sorpresa la joven solo cerro la ventana muy enojada.

-¿Qué sucede?-Entro la princesa de piel blanca algo asustada al escuchar los gritos de su hermana.

-Nada. ¿Tu estas bien?-le preguntó atándose el cabello con una coleta.

-No hagas eso.-le contesto secamente la joven de ojos cafés.

-¿Hacer que?-la cuestionó confundida.

-Tratarme como si fuera una niña indefensa, no me gusta que me tengan lastima, Kagome- Ella volteo molesta.

-No es lastima Kikyo, es solo que me preocupas y nada más.- Su hermana le tomo del hombro, pero ella la aparto.

-Pues no tienes por qué preocuparte, estoy bien- La miro frunciendo el ceño.

- Al propósito, ¿Y tú brazo? ¿Cómo sigue?- Le preguntó tomando el brazo izquierdo de su hermana.

- Pues creo que está mucho mejor- Contesto bajando la mirada.

-¿Crees? ¿Porque dices eso? ¿Te sigue doliendo el brazo?- Exclamo preocupada tratando de quitar la armadura que tenía en su brazo.

- Si, hace poco, cuando él volvió a atacar mi reino- Le respondió bajando su mirada.

-Ese insolente, si te vuelve a hacer algo juro que le…-maldijo, pero Kikyo la interrumpió con su vos mezclada con pura culpa.

-Sabes que todo esto ha pasado por mi culpa.

-¡¿Tu culpa?! Por favor Kikyo no me digas eso, tú no tienes la culpa de nada, no empieces por favor-Le grito a su hermana tomándola de los hombros.

- No trates de hacerme sentir mejor Kagome-exclamo furiosa.-Por mi culpa mi reino está siendo atacado y no solo eso sino que también no sé nada de Kagura.-recordó a una joven de ojos rojos.

- No es tu culpa eso-le contradijo-el único que tiene la culpa es el que tomo La Nación Oscura y te traicionó-exclamo con furia acordándose de el día en que casi pierde a su hermana- Y Kagura tal vez está bien, pero cualquier cosa que le haya pasado no fue tu culpa entiéndelo-Le dijo con un tono de voz que daba miedo.

- Eso lo dices porque no sabes lo que es perder a una gran amiga.-le dijo apretando los puños.

- Tal vez, pero casi pierdo a una hermana-al decir eso abrazo cálidamente a la joven de la armadura.

En ese instante solo se pudo escuchar el silencio lo que hizo que las dos se separaran.

-¿Se puede?-Preguntó una voz ya conocida al exterior de la habitación.

-Claro, pase señora Kaede-Dijo una de ellas tratando de que su voz se escuchara más tranquila que nunca.

- El emperador y jóvenes las esperan a cenar-les avisó la anciana con una voz tranquilizante.

- Gracias ahora vamos-Dijeron la dos en unísono.

La señora Kaede se retiró las chicas salieron juntas de la habitación hacia el comedor. El comedor del palacio era bastante grande donde en el medio se encontraba una mesa larga.

Hay se encontraba la familia real completa esperando a las invitadas para comenzar a cenar. Sango estaba sonriente sentada al lado de Inuyasha, mientras el joven seguía con mirada fastidiaba a las dos jóvenes que entraban al comedor, a su lado Sesshomaru con su misma mirada fría que no mostraba mucho interés en lo que pasaba. Los ojos de Inuyasha se encontraron con los ojos cálidos color chocolate de la princesa de Maguimitama, pero tan pronto como la vio también se percató de la otra muchacha que se veía algo aterradora con esa mirada helada.

-Sentimos hacerlos esperar-se disculpó la azabache amablemente.

-Encima de todo tenemos que esperarlas para cenar. Ni que fueran la gran cosa-dijo el hanyou entre dientes.

-Inuyasha-le regaño el emperador entre dientes.-Respeta a tus maestras.

- ¡Oh no se preocupe! Ese es nuestro trabajo, mañana aprenderá a respetar a cualquier criatura no solo a sus maestras. –Comento la bella joven con un tono amenazador.

- Creo que no nos han presentado formalmente.- Dijo la guerrera tratando de evitar una discusión entre su hermana y el príncipe.

- ¡Pero que distraído soy! Sesshomaru, Inuyasha, ellas son las princesas de Aramitama y Maguimitama, Kikyo y su hermana Kagome.

- Es un honor conocerles.- respondieron ambas jóvenes al mismo tiempo.

- Por favor denos el honor de acompañarnos a cenar.- Dijo el emperador haciendo un ademan para que las jóvenes tomaran asiento.

Ambas princesas tomaron un lugar en la mesa y enseguida se sirviò la cena.