Beso de luna. Capitulo 1 "Tu esencia, la noche". ~KagxInu)

Beso de luna. Capitulo 2 "Hacia donde viajan tus ojos". ~KagxInu)

Ufff... De nuevo en CZ...

Me lleva tantos recuerdos =). Ha cambiado mucho todo esto, y ni siquiera sé si la gente que conocí sigue aquí...

Bueno, a lo que vamos XD. El fanfic. La trama ya la irán viendo, solo leanlo ^^. Y debo aclarar que mi forma de escribir es un tanto peculiar, más mi vocabulario... Soy bilingue, y por desgracia de dos idiomas tan parecidos como son el español y el catalan (no entrare en detalles). Espero que aun y asi se entienda el sentido general del fanfic. Quise ambientarlo en la grecia antigua porque tengo su nacionalidad (doble nacionalidad, doble de todo xD) y me gusta ese contexto en especial.

Espero que me den una oportunidad y les guste mi fic tanto como a mi, le puse mucha ilusión ;).


Era un día blanco. Como las sábanas bañadas en la luz de la noche.

Beso de luna. Capítulo 1 “ Tu esencia, la noche”.

- ¡Kagome, apresúrate o nos van a cerrar la clase!

- ¡Kagome llevas más de una hora ahí!

- Ya voy…

El eco de su réplica llegó poco antes de que la joven cruzara por el pasillo y se apresurara por las escaleras, acalorada por tanta carrera.

- Si no nos damos prisa nos van a dejar fuera.- aclaró una bella chica ataviada con una túnica larga hasta los tobillos, fina como la seda.

- Me dormí… - se excusó Kagome, poniéndose los zapatos a toda prisa sin siquiera ver a Sango a los ojos. – tenía una pinta horrible, no he dormido bien.

- Pues como tus padres se percaten de que apenas pegas ojo, no van a dejarte salir por lo menos en un mes. –concluyó Sango, saliendo por la puerta principal, robusta, de madera de roble, decorada con mosaicos griegos.

Al salir a la calle, todo un bullicio las engulló por completo: carros con caballos circulando por las grandes avenidas, privando a las humildes mujeres de cruzar la calle, a por unas verduras en el mercado del centro. Se respiraba un aire cargado, irrespirable. Una vez llegaron a cruzar entre los carros tomaron la siguiente esquina por la derecha, y siguieron por un sinfín de calles más o menos tranquilas.

Al fin estuvieron delante del gran templo de Apolo, que se imponía quitándole protagonismo a la escuela para mozas bienestantes de la ciudad.

- ¡Rápido! –la arrastró Sango.

Una vez dentro todo parecía nuevo, especialmente los suelos de azulejos brillantes que reflectían las siluetas como espejos.

- Me parece a mí que ustedes no llegan cuando deberían… - se abrumó un hombre por detrás de ellas.

- Disculpe director – respondió Sango, declinando la cabeza en señal de arrepentimiento- no logramos llegar a tiempo.

- Eso no es excusa – se impuso Naraku, satisfecho con encontrar algún lugar por el que atacar a esas dos alumnas que le desagradaban especialmente.- las clases ya han empezado y ustedes siguen en los pasadizos. Eso, como comprenderán, no es tolerable en nuestra escuela…

- Por supuesto que no –levantó los ojos un poco- y por esa razón iremos al salón enseguida.

- Vayan. –Inquirió él- pero se quedaran un rato más después de las clases, conmigo.

Una vez dicho esto, se volteó y desapareció entre los jarrones que decoraban entre ventanal y ventanal. Esas palabras no le habían sonado nada bien a Sango, pero no había tiempo para pararse a pensar en eso. Ese tipo les había quitado demasiado tiempo.

Así llegó el mediodía, y el tiempo del descanso. Kagome y Sango no habían recibido queja alguna de su tutora, Kaede, que siempre las tenía en consideración y les pasaba todo.

- ¿Qué os pasó?- preguntó Rin. – Nunca faltáis a una clase de Kaede.

- Hoy no dormí bien y me ha tomado más tiempo arreglarme… -dijo Kagome frotándose suavemente sus ojos hinchados.

- Otra vez… -se preocupó Rin- Si tu madre sabe que te pasas el tiempo leyendo y escribiendo te va a mandar a un reformatorio. Ya sabes como es: quiere que sigas una buena carrera a toda costa para casarte con ese tipo prepotente.

- ¿Kôga? –se sorprendió Sango- ¿Entonces el compromiso se formalizó?

- Pues si. – dijo Kagome, indiferente- Pero no me preocupa mucho la verdad. Kôga no me desagrada, y ahora por ahora es el único hombre con el que mi madre ha aceptado casarme…

- Pero Kagome, ¿no te importa desaprovechar tu vida al lado de ese insensato? –alzó la voz Rin- Ese tipo nunca te traerá nada bueno.

- Esperemos que no sea así –se resignó Sango.

Sonó otra vez la campana del retorno a los salones, y las tres chicas tomaron las clases con normalidad. Sus clases se basaban en gran mayoría en matemáticas, filosofía, y la historia del arte antiguo Griego. De hecho, no había llegado nada al país que no fuera lo que ya sabían de sus sabios antepasados.

Una vez terminadas las clases, Kagome y Sango se despidieron de Rin para encontrarse con Naraku en su sala.

-Esto no me gusta nada. –pensaba Sango- Corre el rumor que el director busca cualquier excusa para mandar sus alumnas a pasar más rato con él, y las chantajea con lo que sea para…

- Buenas tardes, alumnas. –les dio la bienvenida Naraku, con una sonrisa en la comisura de los labios que más que agrado, demostraba maldad- Siéntense, por favor.

Kagome y Sango obedecieron sin replicar. Tomaron sus túnicas y las posaron suavemente sobre los asientos, para así no arrugarlas. Seguidamente, reposaron sus manos en las rodillas y dejaron la espalda erguida, a la espera de la siguiente orden.

- Ya saben por qué están aquí. –dijo Naraku- Hemos comunicado a sus familias que llegaran un poco más tarde a sus haciendas, así que no se preocupen por ellos ahora. Tomen papel y pluma y copien de un libro de Platón sus más emblemáticas citas. Tienen una hora de tiempo.

Sin rechistar, las dos jóvenes tomaron el libro y se pusieron a escribir. Pasó la hora muy rápido, puesto que no podían hablar ante ese tipo.

Cuando el reloj ya marcaba la hora, Naraku las despidió con un ademán indiferente, indicándoles que se esfumaran como más rápido mejor. Ellas tampoco se opusieron, y desaparecieron por la puerta, Sango primero y Kagome después. Naraku no se molestó en observarlas hasta que ya no estuvieron presentes, y clavó su mirada de insatisfacción en la puerta cerrada de su despacho.

- Uff… Suerte que no nos ha hecho nada…

- ¿A qué te refieres? –preguntó Kagome.

- ¿No lo sabes? Kagome, deberías estar más pendiente de lo que sucede a tu alrededor. El otro día Akemi me lo contó. Ella estuvo reñida con el director por un corto periodo de tiempo, y en cuanto menos cuidado tubo, él…

Se sintió un estallido y un golpe seco. Parecía que alguien había caído al suelo, y las sombras que se alargaban tras la luz de al otro lado de la esquina no desmentían el hecho. Pronto se oyeron unos gritos, como riñas, y las chicas, en un impulso de curiosidad y valentía corrieron hasta llegar al lugar.

- ¡No trates de engañarnos, estúpido herrero! –gritaba el guardia, la “seguridad” del colegio- ¡Has sido tú quien ha robado la perla de su lugar! Revuélvela o… -le amenazó, apuntándolo con la afilada lanza.

- ¡Yo no he hecho nada! –gritó furioso el muchacho, tendido en el suelo- ¡Solo me llamaron para la reparación de algunos objetos antiguos! ¡No soy un ladrón! – y se levantó para buscar pelea con el guardián.

- ¡Alto! –se interpuso Sango-.

Kagome se apresuro a retener al chico, que estaba sucio, lleno de mugre y de sudor. Aunque era musculoso, un temblor en su espalda le confirmó a Kagome que no estaba en condiciones de luchar contra alguien con una lanza más larga que él.

Lo sentó y bajó hasta la altura de sus ojos.

- ¿Estás bien? –le preguntó dulcemente, acariciándole su brazo, cuadrado por su gran esfuerzo.- ¿Tienes alguna herida?

- No… - por un momento, quedó embelezado por el aire triste de la chica, y por la magia de los ojos oscuros, que le arrastraban como cadenas a atreverse a tomar sus labios, a abrazarla muy, muy fuerte…- ¡Esto…! ¡Déjame en paz, niña rica! –actuó él- ¡No necesito la ayuda de alguien tan orgulloso como tu, me las apaño bien solo!
- Oh… -dijo Kagome, molesta- Entonces todo para ti. –se volvió a Sango- Vayámonos, Sango. Creo que él solo puede salir del apuro.

Y Kagome se levantó, estiró su túnica y se fue con paso altivo por el corredor. Nunca había conocido a alguien tan maleducado, quizá por el tipo de gente con la que se relacionaba ella. Aunque ese tipo de gente siempre era muy artificial, muy hipócrita. Ese tipo le había tocado la moral, aunque ella se repetía una y otra vez el porqué de su enfado si algo como eso no debería ser suficiente para enfadarla de ese modo.

Y ni siquiera se había quedado con el nombre de ese holgazán desvergonzado…


Sigue en el proximo capitulo. Opinen =D!

 

Re: Beso de luna. Capitulo 1 "Tu esencia, la noche". ~KagxInu)

De vuelta =D!

Escribi otro cachito, aunque esta vez es algo más pequeño... Esque sino no me cuadraban los numeros para terminar el capitulo como queria =_=U

Gracias por vuestros comentarios
BelAhome
Clara luz
Ahome_love
--KAGOME--

Aprecio mucho el apoyo ^^.
Y tambien a Pami, le di la molestia de lo del color =(. Gracias!

Beso de luna. Capítulo 2 “ Hacia donde viajan tus ojos”

Transcurrió el DIA de Kagome en sus aposentos, preparando las materias que tenia al DIA siguiente, pues su gusto por los libros era notable. Siempre se había cuidado de mostrar su lado más formal, pero la verdad era que Kagome adoraba las historias, en especial las de aventuras, donde el protagonista era un joven amable y cuidadoso, siempre atento a los caprichos de su chica. Quizá por eso todavía no había encontrado a algún hombre que le sorprendiera, esperaba demasiado de ellos y el desengaño acababa siendo monumental.

Una vez repasada la última materia, Kagome se tumbó en su cama de suaves colchas, blancas, como las nubes que acompañaban el bello Sol, siempre saludándola desde el ventanal por las mañanas.
Boca arriba, Kagome se había sumido en sus pensamientos, y había dejado de guardar la compostura para relajarse un poco.

Ese Naraku… No estoy muy segura, pero creo que guarda un as bajo la manga. No me gusta su mirada, tan tajante y llena de maldad. Además, está lo que me dijo Sango… ¡Espera! Por culpa de ese estúpido ni de eso pude enterarme.

Sonó el timbre de la hacienda repentinamente, con un chillido largo y pastoso.

¡Debe de ser ella! Ojalá me saque de aquí dentro aunque sean diez minutos, no aguanto este aire tan irrespirable de la casa…

Con esa idea en la cabeza Kagome se puso de pie y se abalanzó hasta la puerta. Desde el pasillo del piso superior se podía ver perfectamente la entrada, majestuosa y ostentosa, por donde entraba un lindo joven ataviado con una túnica oscura y un ramo de flores en la mano.

Le abrió una criada, pero enseguida que se lo comunicó la madre de Kagome se acercó a recibirle con una sonrisa de oreja a oreja.

- ¡Kôga! Qué gusto tenerte en casa. Aguarda un momento, Kagome enseguida bajará a recibirte…

- No hace falta que te molestes, madre. –dijo Kagome con su tono de falsa amabilidad- Ya me percaté de su llegada. ¿Cómo estas Kôga?

- Kagome… -susurró Kôga con la boca abierta, pura sorpresa- Qué bella estás, amor, cada día eres más linda.

- Me complacen tus halagos, Kôga –rió divertida, Kagome, ya al pie de la escalinata- Pero no creo que sean el motivo de tu visita. Dime, ¿a que debemos tu compañía?

- Sólo quería saber como estabas, querida –le ofreció el ramo de flores- Toma. He mandado arreglarlo en la mejor floristería de la ciudad.

- Qué bellas –Kagome se sumergió en su olor, embelezada-. Guárdenlas en un buen lugar de la mesa, en el jarrón rojo –dirigiéndose a las criadas que esperaban a su retaguardia-. Pasa, por favor.

Seguida de Kôga, Kagome caminó por habitación tras habitación, hasta llegar a la sala de estar, donde unos bonitos sofás tenían estampado a juego con las cortinas, que dejaban entrever los últimos rayos del atardecer, y unas estanterías vidriosas guardaban los trofeos de caza y de concursos de varios talentos de Kagome.
Como buena anfitriona, Kagome ofreció asiento y pidió alguna bebida para Kôga, mientras conversaban en ese ambiente falso que tanto detestaba Kagome.

- Y dime, ¿qué tal llevas tus estudios? –preguntó Kôga, interesado- Sé de sobra que eres talentosa en ese aspecto.

- Bueno, en general todas las materias me prueban, pero tengo algún problema con el director.

- ¿Naraku? –Kôga tomó un sorbo de la bebida que le habían puesto delante suyo, en la mesita- No me consta que sea mal tipo, pero no lo conozco en persona. De todas formas, mi padre y yo estábamos pensando en hacer negocios con él, porque la escuela tiene gran valor. Mi padre dice que no podemos dejarnos pasar esa oportunidad.

- Querido, no creo que sea buena idea –intentó reprimirse Kagome, que no quería tener nada más que ver con Naraku-. Estoy más que segura que Naraku tiene poco interés en vender ese edificio. Además, seguro que es mucho más interesante el proyecto del nuevo teatro que van a construir a las afueras…

- No digas bobadas –soltó Kôga, con un poco de superioridad en su tono de voz-. Esa fachada tendrá mucho valor dentro de unos años, y la situación no es nada deplorable. Si rehabilitáramos ese edificio conseguiríamos muchos beneficios…

Ahí estaba. El Kôga que Kagome conoció. El Kôga materialista que nunca dejaba pasar una y no hacia ni caso a sus advertencias. Y, por si fuera poco, su futuro esposo.

Eso era el colmo, desde luego. Pero Kagome lo dejaba pasar, dócil, como su madre le había enseñado a ser. La mujer de un hombre de negocios nunca debía entrometer en su trabajo, y menos con opiniones personales de poco valor. Le sabía mal, porque cuando lo conoció por primera vez, de muy pequeños, Kôga parecía el típico niño travieso y valiente que llevaba la contraria a todo aquel que no fuera movido por su propia moral, pero algo había cambiado. Su carácter se había vuelto más agresivo, pero a la vez era más calmado. Sus indirectas y amenazas eran sutiles, y solo eran percibidas a ojos de Kagome, que era quien mejor le conocía.

Era una pena. A lo mejor ese Kôga que se oponía a comerse las frutas frescas de los pobres agricultores de sus latifundios porque las detestaba, habría podido gustarle a Kagome. También desde entonces, su sentido del humor era desconocido.

Era aburrido.

Sin embargo, de algún modo guardaba cariño por él, y por eso ni le culpaba ni insistía, se limitaba a callar.

-…por eso, creemos que el proyecto del teatro sería una tontería. Debemos apostar a lo seguro, y así tendré un buen fajo de dinero en el bolsillo para nuestro matrimonio.

Esa palabra sacó a Kagome de sus pensamientos, y le sentó como un cubo de agua fría. Intentó por todos los medios de cambiar de tema, pero la conversación que empezó no dio para más. Así, se sumieron en un profundo silencio, que terminó Kôga.

- Bueno, yo me retiro. –dijo, incorporándose- Estoy seguro de que debes de estar cansada, así que tomate tu tiempo.

Dieron el camino de vuelta hasta la puerta, donde ya no les esperaba nadie.

- Te veo, querida –hizo un gesto de querer besarla, pero Kagome ágilmente le esquivó y le obligó forzosamente a besarla en la mejilla, como así ella hizo.

- Espero que todo te vaya bien. –hizo parecer que todo iba normal- Pásate otra vez cuando puedas.

Kôga se despidió con una leve sonrisa, y tras tirarse la poca túnica que le rozaba el suelo encima del hombro, desapareció por la entrada.
Kagome se quedó ahí palplantada, sin hacer nada, perdida entre la duda y el miedo de ese pequeño gesto, que a simple vista pareció nada, pero al que ella había dado un valor significativo…

Un ruido detrás suyo se acercaba aparatosamente: era su madre, que llegaba corriendo con cara de espanto y desilusión.

- ¡Pequeña descarada! –gritó de repente, sin aviso previo- ¡No sabes lo que has hecho!


Continua en el próximo!
Espero que les haya gustado, intento encontrar el punto para sentirme comoda escribiendo ^^.

Gracias por vuestros comentarios otra vez, intentare subir algo mañana o pasado.

 

Re: Beso de luna. Capitulo 1 "Tu esencia, la noche". ~KagxInu)

Gracias - mvss,', BelAhome y Ahome_love por vuestros comentarios y vuestro apoyo, intentare subir algo mas tarde =).

Es que ando un poco perdida, mi sis se va a Irlanda de intercambio mañana y me quedaré hija unica unos dias .^.!

De todas formas, si no subo algo hoy intentaré que el próximo sea más largo.