Refugio Peligroso

Re: Refugio Peligroso

El ruido de un coche justo antes de la hora del té la obligó a correr hacia la ventana. Eran las tres y media de la tarde, y sintió un vuelco en el corazón al ver que un coche deportivo se detenía enfrente de la casa. Izayoi bajó, envuelta en pieles, tan elegante y atractiva como de costumbre, más fue la conductora quien captó la mirada de angustia de Kagome. Kikyo Fujisawa estaba ahí sin invitación y con aire de suficiencia.

-¡Cielos!- Sango empezó a irse de prisa, llevándose a Kurumi –Lo siento, hermanita. No soporto ver a esas dos. Diles que Kurumi está en la guardería con su nana, y si insisten en subir tenemos sarampión-

Antes de que sonara el timbre Kagome fue a abrir la puerta; el corazón le latía con fuerza. La presencia de las dos mujeres sin duda le ocasionaría problemas y aún no estaba completamente segura de la estabilidad de su relación con Inuyasha para enfrentarlas.

-Oh, Kagome. Estás llena de color- Izayoi forzó una sonrisa al ver a Kagome con jeans y un suéter rojo brillante –Y tu cabello negro azulado es en verdad asombroso-

Era evidente que la señora hablaba para armarse de valor, para plantearle algo, y Kagome las acompaño a la sala. Kikyo había entrado sin saludar.

-Llegaron justo a la hora del té- Kagome consiguió disimular y le tocé el timbre a Kaede.

-Sí. Té. Por supuesto, es el té que acostumbran tomar por la tarde los ingleses, ¿no es verdad?- susurró Izayoi, distraída –Deseo… deseo hablar con usted, Kagome. Por eso estoy aquí-

-Por eso estamos las dos aquí- terció Kikyo con una sonrisa glacial.

Kagome la ignoró por completo.

-¿En que puedo servirla?- le preguntó a Izayoi una vez que Kaede abandonó la sala.

-Quiero que convenza a Inuyasha de que regrese a Nueva york- las palabras de Izayoi la aniquilaron –No va a estar contento en este lugar por mucho tiempo, Kagome, y me preocupa mucho. Si Inuyasha regresa a Estados Unidos, Inutaisho abandonará para siempre la idea de que vengamos a vivir a Inglaterra de forma permanente-

-Parece que a Inuyasha le gusta mucho este lugar- Kagome comenzó a hablar, pero Kikyo la interrumpió, implacable.

-¡Novedad! Todo esto es para él una simple novedad. Finalmente regresará a los Estados unidos, por que yo no puedo quedarme aquí para siempre y cuando me vaya, Inuyasha por supuesto me seguirá. Nunca nos hemos separado largo tiempo, de modo que es sólo asunto de tiempo y mientras tanto Izayoi sufre mucho. Deberías pensar en eso-

La cara de Kagome palideció. Izayoi no había dicho una sola palabra de contradicción. La anfitriona sintió que la ira comenzaba a invadirla. Lucharía por Inuyasha, más solo lo haría si el la quisiera lo suficiente.

-Inuyasha hará sólo lo que quiera- afirmó Kagome con toda la calma que pudo reunir.

-Por supuesto- la voz profunda que escucharon las desconcertó, y Kagome se pudo de pie al ver a Inuyasha parado en la sala. Ninguna lo oyó llegar. Como de costumbre se aparecía en el momento en que ella lo necesitaba, pero Kagome ignoraba los sentimientos de él. Que la deseara no era suficiente para retenerlo, si estaba enamorado de Kikyo.

-¿De modo que construyeron un muñeco de nieve sin mí?- la regañó con ternura al tiempo que le abrazaba la esbelta cintura –No me gusta que me excluyan. Más tarde las castigaré- Inuyasha percibió que su esposa temblaba y la cobijó con su hombro al tiempo que se volvía a mirar las visitas.

Ignoró a Kikyo; sus ojos impaciente veían a su madre.

-Insistes en lo mismo, ¿no es verdad?- se dirigió a Izayoi con tono áspero –Deseo que aclaremos algo ahora mismo. Vivo aquí y me quedaré en este lugar para siempre. Si voy a Nueva York será sólo de visita y mi familia me acompañará. Mi padre y yo planeamos esta maniobra desde hace mucho tiempo. Desea regresar a Inglaterra y considero que ha llegado el momento de que disfrute de algo de felicidad- miró a su mamá -¡Te ama! Ha soportado todos estos años tus celos absurdos. Si finalmente te sustituye con otra mujer, no lo culparía en lo más mínimo-

-¡Inuyasha!- Izayoi le dirigió a Inuyasha una mirada compasiva, mas este permaneció impávido.

-¿Insinúas que no debería hablar de es delante de Kagome? Es mi esposa y entre nosotros no existen secretos. Tuviste la desfachatez de venir aquí a ejercer presión sobre ella, y eso me otorga carta blanca. Grábate en la mente que nada me hará volver a Nueva york de manera definitiva. Mi papá vendrá aquí y si aún conservas algún sentimiento por el hombre que te ama, también lo acompañarás-

-No conoces a tu padre…-

-¿Qué no lo conozco? He trabajado cerca de él por años, lo he visto desdichado y solo, tomamos juntos copas en algún bar mientras me contaba sus penas, en tanto tú invitabas a tus amistades y tratabas de convencerte de que se paseaba con otra mujer. Casi siempre estaba conmigo. Tú no lo conoces, y si sigues así, lo perderás-

Izayoi comenzó a llorar y Kikyo miró iracunda a inuyasha.

-¡Mírala! No deberías hablarle de esa manera- la cara de Kikyo de pronto de suavizó al ver la expresión furiosa de Inuyasha –Sin embargo, te comprendo. Estás disgustado, indeciso. No te preocupes, no es necesario que tomes decisiones precipitadas. Me quedaré en Inglaterra-

-Es un país libre- comentó Inuyasha, sardónico. Después de mirar de reojo a su madre, se acercó para ayudarla a levantarse –Se que ha sido terrible- le dijo, sereno –Pero mi papá también ha sufrido, sin justificación alguna. Sube allá arriba con Kagome y trata de serenarte un poco-

-¿Podría empolvarme la nariz?- temblorosa, miró a Kagome.

-Por supuesto- Kagome colocó el brazo alrededor de los hombros de Izayoi. Veía en esta mujer la misma angustia ilógica que ella misma había sentido. El corazón bondadoso de Kagome sintió pena por ella y también por Inutaisho.

En el dormitorio, Izayoi dirigió a Kagome una mirada ansiosa, tan discordante con su actitud normal que Kagome se dio cuenta de lo avergonzada que estaba su suegra.

-¿Crees que Inuyasha me esté diciendo la verdad?, quiero decir, en lo que respecta a Inutaisho-

-¿Considera a Inuyasha un mentiroso?- se concretó a preguntar.

-No, en lo absoluto- Izayoi se volvió hacia el espejo y con ansia se tocó el cabello –Me siento vieja, Kagome. Cuando era joven, mi belleza era famosa, Inutaisho estaba loco por mí. Durante años he tratado de conservar mi belleza, de brillar, de parecer más joven-

-Es una mujer joven- Kagome se apoyó en el tocador y la miró con ojos compasivos –Cuando la vi por primera vez, su belleza me impresionó. Quizá Inutaisho no desee que usted brille, si eso significa verla menos, y prefiere vivir aquí por que Nueva York es un lugar agitado, difícil. En Inglaterra podrían estar mucho más tiempo juntos, comenzar una nueva vida, visitar París, Roma, Madrid-

-¿Lo cree?- Izayoi miró a su nuera con ojos llenos de esperanza.

-no creo que usted se sienta vieja. Quizá se sienta cansada de tantas invitaciones, de todas esas preocupaciones sin sentido. Se sentirá mejor lejos de aquella urbe. Coménteselo a Inutaisho-

-Lo haré- se puso de pie y le dio a Kagome un abrazo lleno de sinceridad –Cuando nazcan tus hijos estaremos cerca-

-Me encantaría- le dijo Kagome con veracidad –Sin embargo, no podrá quedarse en el piso de la abuelita- agregó con una sonrisa.

-¡Abuelita! No comiences a halagarme otra vez- Izayoi se miró en el espejo, evidentemente más complacida ahora de su imagen -¿Puedes pedirme un taxi, Kagome, y hacerme una reservación en el tren? Kikyo se tardará en conducir el coche de regreso a Londres yo ansío ver a Inu-

-Lo haré ahora mismo- Kagome se volvió hacia el teléfono, e Izayoi le tocó el brazo.

-No le hagas caso a Kikyo, Kagome- le suplicó.

-No lo haré-

Cuando bajaron la escalera, el taxi esperaba fuera, y Kikyo se abstuvo de decir lo que pensaba por que Sango estaba en la sala con Kurumi, e Inuyasha absorto con ellas. Kagome se preguntaba si Sango había bajado la escalera deliberadamente, mas logró escuchar cuando Izayoi le informó a Inuyasha que regresaría de inmediato a Londres en tren, y él le dirigió una mirada llena de optimismo.

-Olvida todo lo ocurrido- le aconsejó Inuyasha, y ella sonrió.

-Lo olvidaré- se despidió también de Kurumi cuando Sango hizo el intento de subir con ella la escalera.

-Te veré pronto- besó la mejilla de su nieta –La próxima vez, tu abuelo también vendrá-

Sango disimulo su sobresalto por el nuevo sesgo que tomaron los acontecimientos, mas su actitud fue muy elocuente cuando subió la escalera con la mano de Kurumi firmemente apretada entre la suya.

-Voy a quedarme- comentó Kikyo, e Izayoi la miró con ansiedad y después a inuyasha. El se concretó a levantar los hombros y a Kagome volvió a invadirla aquel sentimiento enfermizo de otros tiempos. Acompañó a Izayoi a la puerta, y después de ayudarla a subir el taxi, volvió a dirigirle palabras de estímulo. No quería regresar a la sala, donde estaban solos Inuyasha y Kikyo, y después de cerrar la puerta principal, se detuvo un momento para reunir fuerzas.

-No voy a dejarte, Inuyasha. No voy a permitir que te alejes de mí-

Kagome escuchó la voz de Kikyo y se mordió el labio, esperando la respuesta.

-Por tu propio bien, Kikyo… ¡madura!- le dijo él con voz impaciente, como si estuviera harto de escuchar tonterías –Si te gusta el drama, únete a un grupo de teatro-

-¡Siempre te interesaste en mí!- exclamó frenética e Inuyasha contestó con bufido de rabia.

-Quizá te refieras a que durante años te me insinuaste- hablaba con voz áspera
-Cuando eras adolescente la situación era divertida, mas dejó de serlo hace años. Sigue mi consejo, Kikyo, búscate a un hombre a quien le intereses antes de que sea demasiado tarde. Yo no te quiero- agregó, harto.

-¡Alguna vez te interesé!-

-Bueno, si ocurrió así, no me di cuenta. Tuve demasiadas oportunidades para demostrártelo. Eras una adolescente divertida, la cual se convirtió en una peste. Si lo deseas, permanece en Inglaterra, sígueme, pero lo único que lograrás será lastimarte tú misma-

-¿Vas a quedarte con ella?-

-Sí, voy a quedarme con Kagome- rechinó los dientes con impaciencia -¡La amo!- su voz se suavizó –Estoy loco por ella y no resisto dejarla de ver ni un minuto-

-No es como nosotros. ¡Te cansarás de ella!- gritó, histérica.

-¿Cansarme de ella? Tal vez. Cuando me canse de respirar, cuando me canse de vivir. Ella representa todo lo que quiero. La busqué toda mi vida. ¿Ves este anillo en mi dedo? Kagome lo colocó ahí… para siempre-

Kagome se dio cuenta de que aún estaba parada ahí, apoyada sobre la puerta principal; las lágrimas le rodeaban por las mejillas, y las enjugó con dedos temblorosos. El la amaba…