—Cla-claro, vamos —tartamudeo un poco, abochornada. Aquí estaba yo, preocupándome sólo por mí misma como una niña mimada cuando todos estábamos en la misma situación—. Vamos a ayudarla. Abracé a Upamon con un poco más de fuerza, deseando en silencio que mis mejillas dejarán de enrojecer.
—¿Qué es una provincia? ¿Y qué es un conejo? —preguntó Tokomon, ladeando la cabeza—. Dices muchas palabras extrañas… ¡ey, que no soy un sueño! ¡Soy un digimon, y me llamo Tokomon! Tokomon dio un par de saltos para enfatizar sus palabras, como si aquello fuese lo más lógico del universo. Se acercó a Dylan y saltó a sus brazos para que lo tocara y comprobara que era una criatura bien real.
Jake Matterson No recordaba si le había dicho mi nombre a Gigimon, en realidad. Había tenido la intención de hacerlo, pero no estaba seguro si al final lo había hecho o no. Pero bueno, si él lo sabía, significaba que sí que lo había hecho, después de todo. Lo siguiente que dijo, sin embargo, sí que fue algo más fuerte. "¿Salir? Es decir… ¿cómo ir al mundo de los humanos? Pues la verdad que ni idea, no sabía que nuestro mundo conectaba con el suyo, así que…" ¿El mundo de los humanos? ¿Eso significaba que estaba en otro mundo, acaso? Yo pensaba que simplemente estaba en un pueblo algo mágico, sí, pero cercano a la ciudad. Estar en otro mundo era algo que, si bien tenía sentido, no había pensado hasta ahora. Supongo porque pensar en ello habría supuesto admitir que estaba verdaderamente perdido. Por suerte, parecía que había un protector del pueblo que tal vez podría ayudarnos. —Bueno, ¿Entonces a qué esperamos Gigimon? —le dije, sonriéndole—. Vayamos con él inmediatamente, ¿no te molesta ser mi guía, verdad? —pregunté, mientras me rascaba la nuca. Probablemente me estuviese precipitando un poco, al fin y al cabo, tal vez Gigimon tenía otras cosas qué hacer.
DemiVeemon trepó al hombro de Daerek y se colocó allí, desde donde tenía una mucha mejor visión que desde el suelo. Al ser suave y pequeño, suponía que su peso no era ningún problema para el muchacho. —Hmm, pues Elecmon tiene una especie de guarida donde duerme, al fondo del pueblo… supongo que estará allí —dijo DemiVeemon, señalando hacia el frente—. ¡Es hacia allá, vamos!
Irina Duval Asentí ante sus palabras, corroborándolas con un atisbo de diversión en mi expresión. Este pequeño parecía tener el don para hacerme sentir mejor con el mínimo gesto, era tan lindo... Reprimí las ganas de acariciarlo y poder sentir lo real que era todo aquello por mí misma, pues aún era incapaz de confiar en una criaturita que acababa de conocer, por más gentil y atenta que acabase de ser conmigo. N-nunca se sabía lo que podía pasar, ¿no es así? —M-muchas gracias, eres muy amable... —intenté articular algo nerviosa, bajando la mirada al suelo sin dejar de abrazar mi querido diario. Tras segundos de vacilación, alcé mis ojos con timidez hasta dejar caer la pregunta que tanto rondaba por mi cabeza en aquellos instantes—. Esto... ¿qué clase de animal se supone que eres? Nunca había visto nada como tú... o como esos seres de allí. Juraría que no apareces en mi libro de clase... O quizás no fui a esa clase. Realmente me sentía muy extraña. Me encontraba hablando con Bukamon, cuando apenas hacía unos instantes estaba durmiendo plácidamente en la seguridad de mi hogar. ¿Estaría... muy lejos mi casa de aquí? ¿Habría alguna forma de volver sana y salva? —Oye, ¿Bukamon? —le llamé, mirando hacia ambos lados desorientada—. ¿Podrías... decirme dónde estoy?
Frank Goose —País es...—¿como explicarle a un pájaro lo que era un país?—No, no se come—y listo. Digimundo. ¿Que rayos era el Digimundo? Iba a preguntarselo, pero dudé. No quería ser molesto, y a nadie le gusta que lo acribillen a preguntas. Entonces, me puse a pensar. Digi-mon. Digi-mundo. Digi. Me asaltó una duda que me dejó helado. Digi...¿de Digital? ¿Era eso posible? ¿Tenía razón el abuelo cuando decía que a la generación de hoy se la iba a comer el internet? Entonces, el mundo digital al parecer podía unirse al mundo de los humanos... —Y ese Elecmon del que hablas...¿También es un ave rosa?
—¡Claro que no es molestia! —aceptó Gigimon, dando un pequeño salto—. Lamento no poder ser de más ayuda… ¡pero seguro Elecmon sabe más que yo! Él es muy fuerte y seguro sabe de esto… >> El suele encontrarse en su guarida, al fondo del pueblo, vamos… ¡sígueme, es en esta dirección!
—¡Soy un digimon! —respondió alegremente a la primera pregunta que le hizo la chica—. No se que es un animal, pero… sólo sé que soy un digimon. Aunque supongo que si nunca has visto uno, es normal que no sepas, creo… >> Estamos en el Pueblo de los Inicios. Es un lugar pequeño donde nacen todos los digimon bebés… es un lugar muy pacífico, créeme, no tienes nada que temer aquí.
—Que lástima… país sonaba como algo delicioso —se lamentó Poromon. Por unos instantes, Frank se quedó en silencio pensando en algo, y el digimon temió que fuese a soltarla de repente y salir corriendo. Pero la pregunta que le hizo le tomó por sorpresa, claro… y la hizo fruncir el entrecejo. —¡Claro que no es un ave rosa! Yo soy única e irrepetible —dijo Poromon con un dejo de vanidad—. Bueno, supongo que existen otros Poromons… pero en cualquier caso, yo soy única y Elecmon no es una ave ni es rosa. Es un digimon muy fuerte, ¡mucho más fuerte que yo! Aunque con un temperamento… algo especial. Pero es el guardián del pueblo, y quizás el único que sepa un poco más acerca de qué hacen aquí.
Viximon asintió a lo propuesto por Matthew, pero luego se detuvo. Él se volvió para ver que sucedía, y vio que señalaba con una de sus patitas hacia la derecha. —Es en aquella dirección… la guarida de Elecmon, es en aquella dirección —dijo Viximon solemnemente—. Sólo espero que no esté de mal humor… sígueme.
Frank Goose —Está bien, está bien—le tranquilicé.—Pero si hay otros Poromon por ahí....¿Como le hacen para comunicarse entre ustedes? Me imaginé a un Poromon gritando "¡Hey, Poromon!" Entre una centena de los suyos, y decenas de aves girando la cabeza al mismo tiempo diciendo "¿Yo?". —Y pues...habría que visitar a Elecmon, entonces. ¿Me dirás donde puedo encontrarlo?
Poromon decidió ignorar la primera pregunta por cuestiones que no vienen al caso y no tenían nada que ver con el hecho de que no tenía idea de qué harían en esa situación. —¡Claro! Sígueme, es al final del pueblo, hay una pequeña cueva… ¡por aquí! —exclamó Poromon. Saltó de sus brazos y comenzó a volar en dirección a los edificios/bloques de juguete. Contenido oculto @Graecus ya puedes acceder a la Guarida de Elecmon: Guarida de Elecmon [Digimon]
Upamon le dedicó a Miriam una enorme sonrisa llena de felicidad al ver que aceptaba la petición de ir a ayudar. La chica abrazó al digimon con un poco de fuerza al sentirse sonrojar, pero a él no le molestó, mientras ella se ponía de pie. Motimon miró a Laila y asintió con la cabeza ante lo que dijo. —Sí, yo también creí oírla en esa dirección… ¡vamos! Siguiendo la guía de Laila y Motimon, en poco tiempo el pequeño grupo logró localizar a la chica que había llorado. Ahora se encontraban frente a Irina y Bukamon; el digimon había logrado calmarla, por lo menos por ahora, y le sonreía con alegre optimismo.
Laila Dampart Tal y como creía, alcanzamos a aquella chica al poco tiempo, al parecer también se había topado con un digimon, aunque ese se parecía un poco más a un animal, excepto porque flotaba en mitad del aire. —E...esto —balbuceé tratando de encontrar las palabras adecuadas. Definitivamente no era buena hablando con desconocidos. —¿E...estás bien? Te oímos llorar hace poco y pensamos que quizás necesitabas algo de ayuda —afirmé, tratando de sonar confiable. La chica se encontraba aún en el suelo, aunque visiblemente estaba de mejor humor del que pensaba que tendría. —¡Ah! —exclamé al darme cuenta de algo—. Mi nombre es Laila, y éste pequeño de aquí es Motimon.
@chicoanime the only @Liza White Carraspeo un poco, preparándome para hablar en voz alta también. —Tal vez pienses que somos molestas —comienzo, intercambiando una rápida mirada con Laila—, y no tienes que respondernos si no quieres.
Irina Duval —Digi... ¿mon? Entonces, ¿así se les dice a los habitantes de este lugar? —corroboré, repitiendo sus palabras hasta que creí haberlo comprendido. O al menos... todo lo que se podía comprender en mi situación—. Pueblo de los inicios... Suena a un lugar muy agradable, pero me temo que mamá y papá estarán muy preocupados por mí. ¿Crees que y pueda tomar un teléfono y llamar a casa para que vengan a buscarme? Te lo agradecería tanto, Bukamon... "E...esto" Pero mi petición se vio pospuesta por una tercera voz que parecía dirigirse hacia mí, y tras desviar mi atención del digimon fui capaz de notar a dos chicas desconocidas que parecían mirarme con preocupación en sus miradas. Dos pequeños digimons me observaban a su vez, muy diferentes del único digimon que había visto hasta ahora, pero mi atención regresó de vuelta hacia las dos niñas, que preguntaban por mi estado actual. Y fue entonces cuando todos mis esfuerzos por socializar acabaron por esfumarse entre mis manos. Intenté carraspear para lograr dejar salir mi voz, deshacer el nudo que mi garganta, a través de los nervios, volvía a formarse impidiendome articular ninguna palabra coherente. Fue entonces cuando comprendí que ocurriría como siempre: no sería capaz de hablarles, se reirian de mi y perdería una vez más la oportunidad de establecer alguna amistad. Todo por mi absurdo miedo. Todo por mi absurda imaginación. Miré hacia Bukamon, buscando suplicante alguna ayuda de su parte. Me temblaba todo, y sabía que estaba actuando como una estúpida sin siquiera responderles aún, por lo que logré asentir varias veces con la cabeza para asegurarles de que me encontraba bien. Las miré, abrazando el cuaderno y agachando la mirada de vez en cuando, e hice el esfuerzo más grande por hablar. —I-I-I... Iri... —¿qué había sido eso? ¡N-no podía dejar de tartamudear! Mordí mi labio inferior, sintiendo mis ojos de nuevo vidriosos. Tierra, trágame—. I-Ir-Iri... Tomé mi boli y mi diario, y escribí rápidamente en él, como mi último medio de escape, escondiendo mi rostro enrojecido tras él una vez lo mostré hacia ambas: "Mi nombre es Irina"
Dylan Rogues —Duh —susurré, extrañado, al ver a aquella criatura subida sobre mí. Era real, o al menos lo parecía—. Eres... blandito —dije, mientras le daba un par de suaves toquecitos en la cabeza. A decir verdad, era incluso adorable. Hm. "Supongo que no estaría de más saber a cuánta distancia está mi casa", me dije, pero el pensamiento rápidamente se esfumó de mi cabeza cuando reparé en la identidad de esa criatura y su naturaleza. —¿Has dicho que eres un "digimon"? ¿Qué es eso? Nunca había visto a una criatura como tú que hable, debes ser algún tipo de robot. Aunque... eres demasiado blandito —una vez más, sobó con suavidad el lomo de Tokomon—. ¿Deduzco que "Tokomon" es el nombre de tu modelo? ¿De qué estás hecho, de resina, de PVC...? Mamá alucinaría si viese a un robot como tú. Debía ser un robot, pues era la única explicación plausible, aunque parecía tener una inteligencia artificial muy potente. Supuse que, quizá, tendría una memoria interna y un reconocimiento facial, de modo que lo alcé ante mí y lo coloqué, agarrándolo con ambas manos, hasta colocarlo frente a mí. —Mi nombre es Dylan. Dylan Rogues. Sí, seguro que así registraba mis datos. —Hmm, ¿tienes datos sobre cómo llegar a mi casa, por cierto? ¿Alguna función GPS, o algo así?
Me sorprendí mucho con las acciones de la tal Irina. Tal parecía que era igual a mí y Laila, que le costaba hablar con desconocidos. Pero seguro que ella lo está pasando mucho peor. —Es un gusto, Irina. ¿Y tú eres? —pregunté al Digimon que la acompañaba. Su forma era completamente diferente a lo que había visto.
Bukamon, al ver como tartamudeaba Irina, decidió dar un paso (metafórico) hacia delante y defenderla. Flotó hasta estar entre ella y las otras dos chicas, y les sonrió con gentileza. —¡Hola! Mi nombre es Bukamon, y como han leído, ella es Irina —sonrió Bukamon—. Es algo tímida, pero es muy buena… y como todos, estamos algo perdidos. Contenido oculto @niña Elric @chicoanime the only
Scottie Peterson Parpadeé un par de veces antes de abrir los ojos completamente. Mi colchón se sentía más suavecito de lo que recordaba, pero fue difícil seguir durmiendo porque escuché gente hablar, unos brincos y hasta como sonidos de parque de diversiones. Pero cuándo desperté. —¡Eh...! —exclamé, levantándome de golpe. Varios metros lejos estaban otras personas con unos animalitos, creo—. ¿¡D-dónde estoy!? >>¿Mamá?, ¿papá? —añadí atemorizado. Sentí el cuello como apretado, y los ojos un poco aguados... Me llevé mis dos manos a mi pecho, encogiéndome. Contenido oculto @Nami Roronoa
