En cuanto Laila se acercó a aquellas pilas de bloques que parecían edificios, examinando el lugar, logró ver una criatura que la observaba desde allí. Era pequeña; no le llegaba ni a las rodillas. Su cuerpo era color rosado y elástico, con dos pequeñas manos a los costados que contaban con tres garras cada una. Sus ojos, negros, grandes y redondos, la observaban con genuina curiosidad. —¡Laila! ¡Bienvenida al Pueblo de los inicios! —la saludó la criatura animadamente—. Mi nombre es Motimon. Contenido oculto
Viximon ladeó la cabeza, como pensando en la pregunta que le había hecho el muchacho. Él no estaba seguro si era porque consideraba la pregunta rara, o porque no sabía bien como responderla. —Supongo que esto es extraño para ustedes, los humanos, que han sido traídos aquí desde su mundo… —comentó Viximon, asintiendo con la cabeza—. Un digimon es… una criatura digital. Como yo, por ejemplo. Vivimos en este mundo, llamado Digimundo o Mundo Digital. Ese… ese es el mundo en donde estamos. Este lugar en concreto es conocido como el Pueblo de los inicios. >> Pero en dónde nos encontramos en lo único que puedo responderte. Cómo han llegado ustedes los humanos aquí y por qué… esas son preguntas cuya respuesta desconozco.
—Supongo que así son —asintió Upamon, recuperando su animado espíritu—. ¿Cómo que qué lugar es este? ¡El Pueblo de los inicios, claro! Upamon lo dijo como si fuese lo más obvio del universo. Sin embargo, al ver la confusión en la cara de Miriam se dio cuenta que eso no sería del todo obvio para una humana, por lo que decidió explicarse. —Este es el Pueblo de los inicios, donde todos los digimons nacemos… es el centro de nuestro mundo, el Mundo Digital, o Digimundo —sonrió Upamon—. Es una gran guardería donde nacen los digimon bebés. ¡Yo nací por aquí también! Aunque no me acuerdo exactamente donde…
Laila Dampart —¡Kya! —exclamé dando un respingo. La voz de aquella criatura me sobresaltó. Alcancé a abrir mi sombrilla y cubrir mi rostro a una velocidad de la que nunca creí capaz. Creí que era un peluche, parecía un peluche, pero los peluches no hablan... ¿No? —¿Q...qué eres? —alcancé a preguntar, asomando mis ojos por sobre la sombrilla—. ¿Y...y como sabes mi nombre? Aquella criatura despertó mi curiosidad, quizá ella... o él, pudiera darme algunas respuestas.
—Voy a necesitar un tiempo para comprender todo esto. Empiezo una serie de inhalaciones y exhalaciones a fin de tranquilizarme. ¡Nada de lo que veía tenía el mayor sentido! Entonces sí estoy soñando, pienso. Un sueño loco en donde raras cosas pueden hablar...
Motimon alzó sus manitos a los costados, nervioso, como para indicar que no pretendía causar ningún daño alguno. Aunque por su tamaño (no llegaba ni a la rodilla de la chica) no parecía que pudiese causar mucho. —¡No… no quiero hacerte ningún daño! —exclamó Motimon inmediatamente, moviendo sus brazos nerviosamente—. No se porque… pero sólo se que debía venir al Pueblo de los inicios y encontrar a Laila Dampart. >> No se por qué ni cómo… pero supe que debía hacerlo, y por eso vine a buscarte… y como dije, mi nombre es Motimon… ¡mucho gusto!
Upamon no pareció darse cuenta de lo que rondaba por la cabeza de Miriam. Simplemente dio unos pequeños saltitos de alegría; parecía muy contento de que Miriam hubiese aceptado su existencia sin sentirse aterrada por su presencia. —¡Ey, mira! Allí hay otra humana… ¿es amiga tuya? —preguntó Upamon, señalando hacia delante con una de sus alas. No muy lejos podían divisar, junto a uno de los "edificios", a Laila y Motimon.
Dylan Rogues Abrí los ojos con pesadez. ¡Tío, era como se me hubiese pegado tres días enteros durmiendo! El bostezo fue enérgico y se me saltaron incluso las lágrimas al abrir la boca para realizarlo. Ni siquiera me paré a pensar en que estaba en un sitio desconocido... simplemente hurgué en mi bolsillo, ubiqué mi reproductor mp3, y pulsé instintivamente el play, pues los auriculares ya estaban en mis oídos. Pero, por algún motivo... no sonaba nada. ¿Estaba sin batería, acaso? De manera que me incorporé, y quedé un momento mirando a mí alrededor. Estaba en un lugar muy extraño, ¿era este sitio una especie de parque de atracciones? Todo parecía ser un castillo hinchable gigante. Por inercia, aún sentado en el suelo, comencé a agirar mi cuerpo, y el suelo respondió, haciéndome botar ligeramente. —Hmpf. ¿Qué es este sitio? Más gente desconocida pululaban por allí, pero no les presté mucha atención. Estuviese donde estuviese, bueh, dentro de unos quince minutitos lo averiguaría; por ahora, seguiría ahí tumbado... el suelo era blandito y se estaba demasiado agusto ahí tumbado. Coloque las manos tras mi nuca mientras observaba el cielo, aún demasiado adormilado cómo para pensar en nada más. Me faltaba algo de música... Contenido oculto Hola, amo los personajes antisociales, idkw (?)
Sigo con la vista el movimiento de Upamon con su ala. Una chica con una criatura rosada estaban justo frente a nosotros. —No, no lo es. La verdad es que no conozco a nadie de aquí, ¿y tú?
—¿Este sitio? ¡Es el Pueblo de los inicios, claro! —soltó una vocecita desconocida. Dylan pudo ver entonces como había aparecido frente a él, aparentemente de la nada, una criatura de un color blanco rosáceo. Tenía la forma de una bola algo grande, apenas más grande que un balón de fútbol, con ojos negros y dos largas orejas que nacían en su frente como si fueran antenas. —¡Hola! —saludó enérgicamente la criatura—. Soy Tokomon. Contenido oculto
Laila Dampart La pequeña criatura comenzó a agitar sus brazos con nerviosismo, afirmando que no pretendía hacerme daño alguno, por alguna razón no me pareció que mintiese. Papá siempre me había advertido sobre hacer caso a las personas que decían que no querían hacerme daño, pero supongo que eso no se aplica a criaturas pequeñas y rosadas. Lentamente y mientras pensaba en ello, comencé a bajar la sombrilla de mi rostro. —E...encantada entonces Motimon —respondí aún con timidez—. Dijiste que esto es el pueblo de los inicios, pero, ¿quién te dijo que te encontrases conmigo aquí? Ni siquiera yo sé como he llegado a este lugar. ¿Quizá la persona que le mandó venir es la misma persona que me trajo aquí? Eso tendría sentido desde luego.
Matthew Hale Mi rostro se tornó ligeramente más serio ante la primera parte de su respuesta, entonces no era un sueño o una mala broma... esto estaba pasando de verdad y al parecer ya no estábamos en nuestro mundo, alguien o algo nos había traído hasta aquí... hasta el mundo digital. Llevé mi mano a mi nuca y suspiré, si Viximon no tenía la respuesta dudaba que alguien mas la tuviera. "Entonces... esto es un mundo cibernético" pensé mirando todavía al pequeño, y al darme cuenta que no había respondido nada a su explicación solo pude expresar un suave "Gracias" para luego extender mi mano lentamente hacia el digimon para tocarlo levemente y comprobar que realmente era un ser físico, que realmente estaba allí. Este era un mundo digital muy real entonces. —E imagino que hay mas como tu, ¿cierto? —pregunté —¿Ustedes se conocen entre sí o los desconoces tanto como yo a ellos? —volví a preguntar señalando a los demás niños que estaban a lo lejos.
Upamon bajó la vista, decepcionado; creía que el ver a una amiga animaría a Miriam, pero al parecer se había equivocado. Sin embargo, se reanimó ante la pregunta de la chica. —¡Claro que sí! Yo nací aquí, así que conozco a todos los que viven aquí, a los bebés que aquí se crían, a los que nacieron conmigo… ¡incluso a Elecmon! Que es un poco gruñón, pero es bueno en el fondo…
—¡Sí! Este el Pueblo de los inicios, donde nacen los bebés Digimon. Es por eso que está ambientada especialmente para niños pequeños —dijo Motimon, alegre de ver que Laila bajaba lentamente la sombrilla tras la cual se había refugiado—. Todos los digimon como yo nacemos aquí… por eso recibe ese nombre. >> Pero en cuanto a tu pregunta… ni yo mismo sé porque. Nadie me lo dijo, sólo… sólo supe que debía venir aquí y encontrarme contigo. Es algo extraño ahora que lo pienso… Motimon rió nerviosamente, rascándose la nuca con una de sus pequeñas manitos. Sabía que debía encontrarse con la chica en el pueblo de los inicios, y ahora que lo había hecho… ahora, ¿qué seguía? Ni el mismo lo sabía.
Viximon se sorprendió ante el contacto, pero su boca se curvó en una sonrisa; al parecer, la caricia por parte de Matthew se había sentido bien. —Claro, este mundo está lleno de digimons, de todo tamaño, forma y tipo —mencionó Viximon—. A los demás digimons que ves aquí… sí, a la gran mayoría los conozco, pues hemos nacido juntos en este lugar, el Pueblo de los inicios, donde nacen los digimons.
Upamon comenzó a brincar entusiasmado lo cual me hizo sonreír. Con cuidado, posé mis manos sobre sus alitas, descubriendo lo suave que era su piel. —Eres igual que un peluchito, ¿sabes? —comento, reservándome las ganas que sentía de estrujarlo un poco—. Por cierto, ya habías nombrado a ese tal Elecmon. ¿Quién es? Es como tú, ¿verdad?
Laila Dampart El lugar donde nacen los bebés... Eso me hizo pensar algunas cosas. —Supongo que él también es un bebé —pensé al tiempo que miraba alrededor. Fue entonces cuando me di cuenta de que no estaba sola, muchos otros niños y niñas se encontraban allí, rodeados de criaturas similares a Motimon. Era extraño que él no conociera los motivos que le llevó a encontrarse conmigo, pero teniendo en cuenta todo lo que había pasado, era lógico al mismo tiempo. —¿Y que deberíamos hacer? —pregunté, cerrando finalmente mi sombrilla—. Quedarnos aquí parados no nos dará ninguna respuesta.
Jake Matterson Estiré mis brazos y piernas energéticamente, mientras soltaba un bostezo involuntario y cambiaba de posición para dormir. Me había quedado hasta noche leyendo sobre Roma y su historia. Me gustaba la Historia, si bien no planeaba volverme historiador ni nada parecido. Era simplemente un hobbie, como muchos otros que tenía. El desvelo, por supuesto, me estaba pasando factura, podía sentirlo en mi espalda. Casi parecía que me hubiese quedado dormido sobre un montón de piedras. Tras unos segundos más en los que seguía cambiando de posición, abrí levemente los ojos, pero los volví a cerrar. Y después los volví a abrir de nuevo, cuando mi mente terminó de procesar que algo no estaba bien con lo que había visto. Y esa segunda vista sirvió para confirmarme que, efectivamente no me había equivocado. Me encontraba acostado en el suelo de un área que, a simple vista, parecía un área de juegos para los niños. La idea inicial que tuve fue la obvia: Que estaba soñando. Sin embargo, cuando me puse en pie y me sacudí la tierra del pantalón me di cuenta de que no estaba soñando nada. —No tengo idea de qué está pasando aquí —comenté, más para mí mismo que para otra cosa, con una voz bastante irregular. El nerviosismo había llegado a mi voz, y ahora no podía hacer otra cosa más que rascarme la cabeza y tratar de pensar, en vano, cómo había pasado todo lo que... bueno, pues estaba pasando.
Upamon le dio una gran sonrisa, sintiéndose contento ante la caricia que Miriam le dio. Tras oír su pregunta, se volvió a mirarla. —Como yo… sí, podría decirse que sí —consideró Upamon, pensativo—. Elecmon es un digimon también, pero muy fuerte, mucho más fuerte que yo… está en otro nivel que yo. Pero es bueno, porque se encarga de proteger el Pueblo de los inicios de digimons malos que quieran atacarlo…
Motimon notó que Laila miraba alrededor. Siguiendo su mirada, podía ver lo mismo que ella; vio a Miriam y Upamon sentados bajo uno de los árboles, así como a Daerek y DemiVeemon no mucho más lejos. Asintió ante lo que dijo la chica en voz alta. —Podríamos intentar preguntarle a los demás —sugirió Motimon—. Conozco a la mayoría de los digimon, y tal vez alguno sepa un poco más al respecto… o tal vez alguno de los humanos recuerde como llegaron ustedes aquí… >> Y bien, ¿a quién deberíamos acercarnos a preguntarle?
