Mazmorra Guarida Gamma

Mimi Honda

Sonreí levemente ante sus palabras... pero fue una sonrisa de derrota, de circunstancias. ¿Para qué me esforzaba? Estaba claro que no lograría nada... Si era cierto que Effy era una cabeza hueca que sólo sabía entrenar y entrenar... Era para lo único para lo que vivía, como si no existiera otra cosa. Tan centrada estaba en sus propios objetivos que era incapaz de notar nada más, de fijarse en otra cosa que no fuesen sus metas. Mi sonrisa se desvaneció, se volvió triste. Después de todo no éramos tan distintos... Hubert era un idiota enamorado de otra idiota. Y ambos éramos unos cobardes sin remedio. Siempre anteponiendo trivialidades para evitar enfrentar lo que sentíamos.

—¿Y qué vas a hacer?— le pregunté entonces, descruzando los brazos—. ¿Esperarás a que termine el Gran Campeonato para decírselo? ¿Seguirás guardándote todo lo que sientes para ti? No sé como puedes con ello... Ese sentimiento de desesperanza...— me llevé la mano al pecho, justo encima del corazón. Mi voz se volvió débil y quebradiza—. Es doloroso...

''Alpha...''

Sacudí la cabeza con las mejillas ligeramente enrojecidas. ¡N-no era momento de pensar en ello! Teníamos cosas que hacer ahora... Pestañeé rápidamente, tratando de evitar las lágrimas que pugnaban por salir y alcé de nuevo el rostro para mirar a Hubert. Reforcé mis defensas en un intento por no sentirme tan débil y desprotegida.

—B-bien entonces...— tomé la chaqueta de Emily—. Ya está todo dicho, ¿no? N-no es como si seguir hablando de esto fuese a cambiar nada— ¿Qué rayos acababa de pasar? fruncí ligeramente el ceño, molesta conmigo misma por permitirme haber dejado el orgullo de lado. Mi tono se volvió autoritario— ¡Además, por culpa de tu indecisión hemos perdido un tiempo precioso, Hubert! ¡En el rato que hemos estado aquí ya pueden haber resuelto el caso!

Y dicho aquello me giré sobre mis talones y avancé llena de dignidad hacia el pasillo.

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~Tsun~ Tsun~ Dere~ Tsun~ Dere~ Tsun~ Tsun~♫♪ (?

 

Hubert

—No siento desesperan... —empecé a aclarar, pero me detuve— ¿Mimi?

La rubia sacudió la cabeza y alzó su rostro hacia mí, mostrando una expresión que sólo me hizo mantener silencio ante la imposibilidad de encontrar algo que decir. Tenía las mejillas enrojecidas y, a pesar de que la habitación no contaba con mucha luz, me pareció que estaba haciendo un esfuerzo ´pr no llorar. Era difícil que estos detalles pasaran desapercibidos para mí, que me gustaba ser observador en todo... Pero la pregunta era: ¿Qué le pasaba a Mimi?

—B-bien entonces...— dijo, tomando la chaqueta con la que Emily la había cubierto—. Ya está todo dicho, ¿no? N-no es como si seguir hablando de esto fuese a cambiar nada—y, de pronto, el tono de su voz se incrementó, agresivo— ¡Además, por culpa de tu indecisión hemos perdido un tiempo precioso, Hubert! ¡En el rato que hemos estado aquí ya pueden haber resuelto el caso!

Tras esto, se retiró hacia el pasillo, tras lo cual la seguí hacia la abertura del Edificio.

—Hora de partir —anuncié, liberando a mi Pidgeotto que se posó en el borde del edificio. Miré a Mimi—. Tendremos que hacer el viaje separados, pues no hay espacio para los dos. Sugiero que vayas tú primero, al tener más información a mano que yo. Pidgeotto te llevará hacia donde le indiques.

 

Mimi Honda

Miré al pokémon pájaro a los ojos... Se parecía un poco a Swellow, aunque tenía un aire de serenidad que distaba mucho de la rudeza y agresividad del ave de Alpha. Era la primera vez que veía un Pidgeotto tan de cerca. Escuché atentamente las palabras de Hubert y me pegunté si ese era el único tipo volador que tendría en el equipo. ¿Necesitaba más, acaso? Para viajes con compañía desde luego que sí... Aunque Hubert tenía pinta de ser un tipo solitario. Siempre metido en los libros, inteligente y callado. No lo dije en voz alta, sin embargo. Sencillamente apoyé las manos en la ventana y até la chaqueta de Emily a mi cintura para evitar que se cayese durante el vuelo.

—Vamos allá— acepté con un pequeño salto, montando sobre el lomo de Pidgeotto. El pokémon se veía tranquilo a pesar de desconocerme por completo. Volví a mirar al entrenador desde mi posición, seria—. Ah, Hubert... Una cosa más.

Y entonces, le hice una señal con la mano para que se acercara. Cuando el chico estuvo lo suficientemente cerca de mi, aproximé mis labios a su oído, despacio, y sin reparos le espeté. A viva voz. Una voz que probablemente le dañaría los tímpanos:

—¡No seas idiota y deja las trivialidades de lado!— dije con cierto tono de reproche, dándole un leve golpe en la cabeza— ¡De verdad que es triste verte babear por ella y que te quedes ahí parado sin hacer nada!

A pesar de todo, le sonreí. Sí, lo hice. Una sonrisa de verdad, tierna, cálida. Una sonrisa que inspiraba confianza y pretendía apoyar. Mi cabello rubio se meció con la suave brisa marina cuando mis labios se curvaron. Sentí aquel mismo regusto salado en el paladar.

>> Ánimo.

Y con esas, Pidgeotto emprendió el vuelo.

 

—¡Vamos, Skarmory! —exclamé a medida que volabamos sobre la ruta—. ¡Entra por esa ventana, tenemos que corroborar esto cuanto antes!

—¡Skaaaar!

Skarmory obedeció y voló hasta la ventana abierta que yo le señalaba. Salté dentro del edificio y regresé al ave de acero a su esférico. Me encontraba en el pasillo delante del laboratorio, justo el lugar que buscaba… me pareció escuchar pasos a mi espalda, pero no había tiempo de preocuparse por ello, esto era demasiado importante.

Ingresé al laboratorio, el cual se encontraba completamente vacío, y encendí el ordenador que Mimi debió apagar cuando dejó el lugar. Nuevamente, encontré las dos carpetas de archivos, pero esta vez fui a la de "pacientes"… y cuando me pidió la contraseña, ingresé aquella clave que Olivia me dio.

—2691 —repetí en voz alta una vez ingrsé los números—. Veamos que más esconde este lugar…

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@GalladeLucario

 

Ante Effy se abrió toda una serie de archivos, centenares de fichas de pokémon ingresados. Miró las de la fecha de la contaminación... y vio una muy curiosa.

Nunca se le llegó a dar el alta oficial, pues la clínica cerró mientras el paciente estaba ingresado, y fue de los últimos pacientes del centro.

Era un pokémon cuyo entrenador no estaba especificado, un Pansear. Parecía sufrir de una enfermedad llamada "Ira Letal"... y el diagnóstico no era bueno.

"- Paciente: Pansear, macho.
- Diagnóstico: Ira Letal en estado avanzado. La enfermedad altera su ritmo cardíaco de forma exacerbada y provoca explosiones descontroladas de Ira. Es imposible mantenerlo tranquilo, y está periódicamente sedado. Su agitación cardiovascular tiende a incrementarse y pronto sufrirá infartos consecutivos.
- Tratamiento: se le aplica tratamiento paliativo. No hay disponible cura alguna a manos de la Clínica.
- Observaciones: se esperan unos dos meses de vida como máximo"

Añadidos a las pruebas los Datos de Pansear.

 

Re-leí el informe varias veces para asegurarme de que no me perdía detalle alguno. Así que esto era lo que se escondía tras aquella contraseña… el informe del pokémon que había sido admitido en la clínica, posiblemente el último pokémon en ser admitido, Pansear…

—Pansear, no Panpour —dije por lo bajo—. Realmente alguien se tomó muchas molestias para que no descubramos esto… ¿pero por qué?

Hacerme preguntas a mí misma allí, sola en aquel tétrico laboratorio, no iba a traerme respuestas. Pero sabía qué iba a traermelas; mis compañeros. Porque los demás holders también estaban investigando… y esta información podía serles útil. Saqué el Holomisor y le envié la información descubierta a Emily, Liza, Lucas, Alpha, Steve y Hubert. Se la habría enviado a Mimi también, pero no tenía su número de holomisor… si la próxima vez que nos veíamos no discutíamos, se lo pediría.

Escuché un ruido proveniente de los pasillos y me volteé súbitamente. Había olvidado aquellos pasos que había oído… ¿habría alguien más allí afuera? Abrí la puerta del laboratorio, empuñando una pokebola en mi mano derecha como si fuera un arma, mirando a ver si descubría algo sospechoso…

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@Bruno EVF aparece (?

 

En el poco tiempo que llevaba aqui, me he dado cuenta de que en realidad en ese lugar no se me necesitaba. ¿Para que entré aqui, entonces? Lo único que gané fue una batalla sin acabar y que mi Snorlax aprendiera a escalar. Quizás ya era hora de alejarme de esta investigación, me había perdido de demasiados datos, y había demasiada gente obteniendo pistas de todo.

Saqué a Golbat, y decidí hacer lo que hace tiempo iba queriendo: dejar de que me estén llevando a las rutas importantes por no poder ir por mi cuenta, era hora de hacer algo de turismo.

Desde hace días había hecho el mapa, y era hora de seguirlo. Empezaría en Pradera Arte. Golbat emprendió el vuelo.

 

Hubert

Me hallaba recorriendo los pasillos del Edificio, en busca de otros elementos que ayudasen en la investigación. Hallé colillas de cigarrillos y botellas vacías, además de un cartel incompleto que rezaba Pan…

Pero no estaba del todo concentrado en la búsqueda de pistas, pues en mis oídos todavía resonaba la voz de Mimi, como un zumbido… ¡No seas idiota y deja las trivialidades de lado! ¡De verdad que es triste verte babear por ella y que te quedes ahí parado sin hacer nada! No entendía muy bien por qué, pero la chica se preocupaba por mi bienestar. Había estado observando mi comportamiento, viendo cómo era incapaz de ser sincero con Effy y conmigo mismo.
Y lo cierto es que tenía razón, mucha razón. Si continuaba así, me terminaría arrepintiendo por no haberlo intentado. Era preferible lamentarme después de haberlo intentado. No podía seguir así, pasivo.

—Gracias, Mimi —dije en voz baja, casi inaudible, en medio de la oscura soledad.

Volví a sentir otra voz, pero no era la de ella. Iba acompañada de un sonido metálico, como el que hacen los Skarmory al aletear. En cuestión de segundos, ambos sonidos fueron reemplazados por el ruido de unos pasos. Al voltearme, vi la figura de Effy ingresando al laboratorio; yo me encontraba casi en el fondo del pasillo, de modo que no se me podía ver. Tragué saliva.

Ánimo.

—2691 —la escuché decir mientras me acercaba a la puerta del laboratorio ¿Acaso era la contraseña de la carpeta de pacientes que no habían podido abrir Alpha y Steve?— Veamos que más esconde este lugar… —seguí acercándome; en mi mente se mezclaban la investigación y las palabras de Mimi. Era un lío pero, extrañamente, me sentía tranquilo— Pansear, no Panpour —siguió hablando Effy por lo bajo—. Realmente alguien se tomó muchas molestias para que no descubramos esto… ¿pero por qué?

Casi al mismo tiempo, un mensaje llegó a mi Holomisor, haciendo ruido. Al mirarlo, vi que se trataba de un mensaje de la propia Effy, en el que me informaba del descubrimiento que acababa de hacer. Refería a un informe médico sobre un Pansear que sufría una enfermedad llamada Ira letal. Recordé el informe de pulsos cardíacos que encontré y el cartel roto…

Cuando entré al laboratorio, me encontré de frente con Effy en posición de alerta. Sostenía una pokébola como si se tratara de un arma, preparada para atacar. Probablemente me había escuchado y creyó que era alguien sospechosa. Levanté las manos.

—Effy, soy yo: Hubert —aclaré con tranquilidad.

 

Mi mano suavizó el firme agarre que tenía sobre la pokebola en cuanto aquel extraño se identificó como Hubert. Vaya, así que no había dejado el edificio… quizás Mimi también siguiera por aquí, ¿o acaso se había marchado, igual que Emily? En cualquier caso, la amenaza no había sido nada más que Hubert, por lo que dejé escapar un suspiro y volví a sentarme en la silla frente al ordenador.

—Ah, no sabes el susto que me diste —dije una vez sentada.

Miré la pokebola que había agarrado por instinto antes de guardarla y me sorprendí de descubrir que se trataba de la de Thundurus. Aún no había tenido ocasión de interactuar con el pokémon legendario desde su captura en la Torre Dorada… era un asunto pendiente al que atendería pronto. Guardé la pokebola y dejé eso para después de toda esta investigación.

—Logré finalmente acceder a la carpeta protegida por contraseña, la de pacientes —le informé con una pizca de orgullo en mi voz—. Te envié un mensaje con la información, quizás te sirva… hay algo muy extraño en todo este misterio del Pansage, alguien se tomó demasiadas molestias para que no descubramos sobre el tratamiento de ese pokémon…

Estaba a punto de preguntar si él había descubierto algo más, cuando llegó un mensaje vía holomisor de parte de Liza, informando de lo que había descubierto del científico Átomo en la Compañía Óleo. Poco después, llegó uno de Emily, que estaba en la Isla Caballete con Mimi y Lucas, y éste último estaba llevando a cabo un interrogatorio a fondo con los breakdancers… se oía como cosa seria. Liza también parecía que se iba a dirigir de regreso a la isla ahora que había terminado en la compañía.

—Parece que todos van de regreso a la isla… será mejor que vayamos también, ¿no? —sonreí, poniéndome de pie—. La aventura nos llama una vez más… ¡vamos!

 

Hubert

Esbocé una sonrisa de disculpas cuando Effy me reprochó por haberla asustado, mientras volvía a tomar asiento frente a la computadora del laboratorio. En el monitor todavía se encontraba abierto el archivo sobre la internación de Pansear y, al acercarme, corroboré que a la chica no se le había escapado ningún detalle. Escuché con atención sus explicaciones, asintiendo y anotando todo en mi cabeza, como si se tratara de un bloc de notas abierto. Decididamente, había algo muy raro detrás de este ocultamiento; cualquiera diría que se trataba de un detalle pequeño, nimio, irrelevante, ¿pero cómo se explicaba que estuviera protegido por contraseña? Es más, ¿el número también ocultaría algo?

El momento idóneo es cualquiera, sólo tienes que tener el coraje para hacerlo.

Casi al mismo tiempo, Effy recibió una tanda de mensajes en su Holomisor. El primero era de Liza, escuché que hablaba sobre un científico llamado Átomo que se encontraba en la sede de una corporación de Ciudad Óleo; el segundo era de Emily, quien estaba acompañada por Mimi y Lucas en Isla Caballete. El segundo estaba interrogando a uno de los breakdancer… Para, para ¡¿Los breakdancers están conectados con esto?

Si sigues esperando el momento idóneo y te quedas ahí parado como un tonto no vas a lograr nada. Parece que todos van de regreso a la isla… será mejor que vayamos también, ¿no? La aventura nos llama una vez más… ¡vamos!

—¿Eh? —pregunté, confundido. Effy en ese momento estaba saliendo del Laboratorio— ¡Ah, ya! ¡Vamos!

¡No seas idiota y deja las trivialidades de lado!

Effy y yo cruzamos el pasillo con pasos apresurados, rumbo a la abertura de la habitación de la clínica. Ella pasó entre las camas y ya se encontraba en el borde de la salida… Pero yo me había quedado en el umbral de la puerta, con las manos en los bolsillos, completamente serio. Miraba su figura recortada sobre la luz que ingresaba por el agujero de la edificación. El porte de la chica a la que tanto admiraba y a la que ansiaba derrotar en batalla. Realmente… Su fuerza y su belleza estaban a la misma altura.

Ánimo.

Me pareció volver a ver el rostro de Mimi. Me sonreía con esa ternura que jamás le vi mostrar ante nadie, animándome a decir lo largo tiempo guardado. Tomé una bocanada de aire.

—Antes de seguir nuestro camino, Effy… —empecé. Contrario a lo que temía, mi voz conservaba el tono tranquilo de siempre y no titubeaba (lo cual agradecí)— Quiero decirte algo. Algo que no está relacionado con este caso...

 

—Antes de seguir nuestro camino, Effy… —empecé. Contrario a lo que temía, mi voz conservaba el tono tranquilo de siempre y no titubeaba (lo cual agradecí)— Quiero decirte algo. Algo que no está relacionado con este caso…

Tenía ya un pie sobre la ventana,a punto de saltar al lomo de Skarmory, cuando la voz de Hubert me hizo volverme. Sonaba como algo importante, algo que se había estado guardando por mucho tiempo…

—Pues dime… sabes que puedes decirme lo que sea —le sonreí sinceramente al joven originario de la región Kalos—. Sé que somos rivales pero… aún siendo rivales, te considero uno de mis amigos más cercanos… y esto suena importante, así que vamos, dime lo qu-

Me interrumpió entonces el ruido del Holomisor. Era de los chicos que estaban en la isla… no podía ser; ¡¿uno de los breakdancers, el asesino?! ¿Uno de esos alegres hippies que me habían obsequiado el huevo del que nació Tepig? ¿Ese era el misterioso asesino de Lyanna?

—Perdona Hubert, pero esta vez, sea lo que sea, tendrá que esperar… revisa tu holomisor, ¡parece que han acorralado al asesino de Lyanna! —exclamé, guardando el aparato—. ¡No hay tiempo que perder! ¡Vamos a la isla cuanto antes!

Y con esas palabras, salté por la ventana y salimos volando hacia Isla Caballete.

 

Hubert

Effy me miró con sus ojos de profundo azul, como comprendiendo la importancia de lo que estaba por decirle.

—Pues dime… sabes que puedes decirme lo que sea —me invitó, con una sonrisa sincera— Sé que somos rivales pero… aún siendo rivales, te considero uno de mis amigos más cercanos —en este punto, sentí un vuelco dentro de mi pecho—… y esto suena importante, así que vamos, dime lo qu-

El sonido de nuestros Holomisores interrumpió el momento. Noté un dejo de sorpresa en la expresión de Effy cuando revisó el mensaje que le había llegado.

—Perdona Hubert, pero esta vez, sea lo que sea, tendrá que esperar… revisa tu holomisor, ¡parece que han acorralado al asesino de Lyanna! ¡No hay tiempo que perder! ¡Vamos a la isla cuanto antes!

—¡Effy!

Demasiado tarde. La entrenadora ya se estaba alejando del Edificio a bordo de su Skarmory, su silueta se achicaba velozmente cuanto más se acercaba al horizonte. Me quedé mirándola hasta que desapareció entre las nubes, sintiendo como las palabras se quedaron atropelladas en mis labios. Hice una mueca, sintiéndome un poco frustrado...

Pero entonces recordé lo que dijo y mi expresión cambió.

—¿El asesino? —revisé mi Holomisor. Al ver el nombre del autor del crimen, mis ojos se abrieron como platos— ¿Qué...?

—¡Pidgeotto!

Al alzar la vista, me encontré con Pidgeotto, que se encontraba en el borde de la abertura del edificio, listo para partir. Asentí con la cabeza, serio. Me dolía admitirlo pero, en este momento, el caso era más importante. Ya tendría tiempo para lo otro más importante.

—¡A la Isla Caballete, vamos! —comandé.

Así, nos alejamos del Edificio Extraño y del río contaminado.

 

Alpha.

Horas ya habían pasado cuando mis ambarinos ojos se abrieron en la frialdad de la sucia mesa del laboratorio.

—¿Qué hora es?—Hablé para mis adentros revisando hacia los lados.—. Ya habrán terminado de investigar... Qué mal.—¿Cuánto rato habría pasado desde que llegase Steve con acompañantes? Quizá debería solo retirarme del lugar.

Miré a mi alrededor y ahí me topé con la única fuente de luz que se daba: Charizard. Solo le regresé a su esférico y me levanté del asiento.

Partí por el largo pasillo, llegué a la desordenada habitación, liberé a mi Swellow y por donde mismo entramos nos retiramos del lugar.

Fue cosa de minutos para que nos perdieramos en el cielo.

 

Tras una cantidad de tiempo desconocida, desperté tirado en el suelo de un lugar desconocido. Traté de levantarme apoyando una mano en el suelo, y al final logré ponerme de pie con la mayor dificultad.

¿Donde estaba? ¿Cómo terminé allí? ¿Qué había pasado?

Intenté hacer memoria de lo que había pasado, pero mi memoria estaba en blanco. Mi último recuerdo era haber estado combatiendo a Zygarde en el Mundo espejismo, pero hasta esa parte era demasiado confusa y borrosa. Realmente no sabía lo que había pasado durante la parte final del combate. ¿Y qué era, a todo esto, este edificio donde me encontraba? Parecía un extraño edificio medianamente abandonado. Parecía una mezcla entre lo tecnológico y lo antiguo, pero bueno, igual y era un nuevo estilo de arquitectura, como un nuevo barroco futurístico de las cavernas... o no, realmente no tenía idea alguna sobre el arte o sobre construcciones.

Además, lo importante era aclarar el motivo por el que estaba allí, y como había terminado todo. Cuando iba a comenzar a caminar por el lugar con las manos en los bolsillos, listo para explorarlo un poco, noté algo en ellos. Curioso, saqué el objeto que estaba allí: Una llave.


Fue entonces cuando todos los recuerdos volvieron con fuerza arrolladora hacía mi mente.


El resultado de la batalla en el espejismo se volvió claro, lo que sucedió después, también. "Para que el espejismo viva, necesita a alguien que vele por él. Me necesita a mí. Porque yo le he causado demasiado daño... por mi culpa, todo estuvo apunto de colapsar. Por mi culpa, Tau estuvo apunto de salirse con la suya... así que ahora se lo debo. No sé por qué hice todo aquello... estaba fuera de mí, casi como si el espejismo también me estuviese controlando a mí. Casi como si Tau hubiese manipulado también mi mente, poco a poco. ¿Quién sabe? Tal vez sólo son excusas para justificar mis actos. A todos vosotros, en cualquier caso: gracias. Gracias a todos... ahora, el espejismo me necesita. Ya no volveré a molestar más con este mundo; mi obsesión con él ha llegado a su fin. Ya no hace falta que siga investigándolo... porque ahora, este mundo y yo seremos uno sólo."

"Nunca recuerdo tu nombre. Supongo que nunca me interesó demasiado saberlo, pero... siempre fuiste tú el que me molestaba. Siempre estabas ahí para intentar detenerme. Para frustrar mis planes, para meterte en medio de mi camino. Siempre, siempre tú. Ahora puedo pensar con claridad. Y me doy cuenta de que, aunque quizá no era lo que pretendías, no estabas intentando molestarme; estabas intentando salvarme de mí misma. Por eso, te he dado esa llave... entra en mi laboratorio personal, holder. Entra ahí, y usa todo lo que encuentres, toda esa información, como gustes. Considéralo... un regalo de agradecimiento."

Sí, aquello fue, de cierta manera, devastador; jamás volvería a verla. Pero, por otro lado, y aunque me costase admitirlo, había sido lo mejor para todos: El mundo se había salvado.

Además, todo lo que había sucedido era justo. Las personas tomamos decisiones a lo largo de nuestra vida, y estas decisiones poco a poco nos definen a nosotros mismos. Al final de nuestro camino, hay que realizar un pago por todo lo que hemos hecho. Iota lo hizo.
Si alguien podía hacerse cargo del espejismo era sin duda ella, por lo que el pago que tuvo que realizar había sido el justo; había dedicado mucho tiempo a causar daño al mundo en busca del espejismo, ahora era su deber corregirlo...

Por mi parte, había pasado toda mi vida sin hacer nada. Nada de nada. Sólo avanzaba por la vida sin un objetivo, viviendo sólo por vivir. No había tenido una motivación real en mucho tiempo. La partida de Iota cambió eso. Yo había ayudado a que todo ese problema se generara, arrastrado por mis sentimientos enfermizos, por algo que había sido más una obsesión que amor de verdad. Tal vez por eso no estaba tan devastado por su partida como debería.

Tal vez fuese también porque ambos encontramos un nuevo destino tras eso. Ella cuidaría por siempre del espejismo, y yo... yo dedicaría mi vida a evitar que este tipo de cosas se repitieran de nuevo. Muchas personas personas sufrieron, otras tuvieron que morir, todo por cosas que se pudieron haber evitado. Una parte de mí murió en aquella pelea, llevándose consigo mis sentimientos. Sin ellos, las cosas eran muchísimo más claras.

Como alguien sin sueños ni objetivos, que había llevado una vida vacía, mi misión era que las vidas de los demás no se desperdiciasen como la mía. Sí, cargaría con todo el peso que los demás no podían cargar. La sombra que viaja por el mundo sin ser vista, pero que está allí, ayudando. Llevaría sobre mis hombros la responsabilidad de encargarme de todo lo que representase un peligro para el mundo, de hacerme cargo de todos los problemas para que así, los demás tuviesen un futuro.

Porque, ¿Si tu vida no vale para nada, no es lo mejor dársela al mundo para que este sea mejor? Una vida vacía donde el mundo pueda tirar sus problemas y olvidarlos. Una carga que sólo puede llevar alguien que ya no tiene nada que perder, que no tiene que sacrificar nada a cambio, porque ya no posee nada.
El mundo probablemente jamás conocería a quienes detuvieron al mundo espejismo de colapsar, ni tampoco a los que se han sacrificado desde la antigüedad para salvar al mundo de problemas parecidos. Yo me volvería uno de ellos, un luchador desconocido, una persona que no existe.

El mundo estaba mejor sin saber todos los problemas que les atacaban. Merecían llevar una vida feliz y tranquila.

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No me tomó mucho tiempo hallar la oficina de Iota, puesto que tenía su propio nombre grabado allí. Saqué la llave de mi bolsillo y la introduje en la cerradura; si realmente deseaba combatir a los Gamma para mantener a todos a salvo, debía tener toda la información posible.

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@GalladeLucario

 

El laboratorio de Iota, extenso, lleno de máquinas, mesas, productos extraños y papeles por todas partes, mostraba un orden y una pulcritud hasta enfermizos.

Una de las mesas, plateada, era la más grande de todas, y estaba completa y absolutamente cubierta de montículos de papeles. De un rápido vistazo, pudiste observar cómo había numerosos escritos, aparentemente del puño y letra de Iota, donde se hablaba del mundo espejismo...

Pero lo más curioso no era eso. Lo más curioso era que había un par de cuadernos muy inquietantes... cuadernos desgastados y con múltiples hojas arrancadas.

Uno de ellos estaba lleno de dibujos. En el otro eran más bien escritos lo que abundaban, y era ahí donde faltaban más páginas de lo normal. Una página arrancada estaba sobre la mesa, rasgada y extrañamente arrugada. Y, además, parecía haber una pokéball cerca de aquellos documentos...

Independientemente de eso, quizá alguno de los demás escritos de Iota sobre el mundo espejismo fuesen interesantes...

 

La oficina de Iota era, contra lo que había pensado, un lugar muy pulcro y ordenado. Si bien estaba lleno de muchísimo papeles y documentos por doquier, la verdad es que todos estaban perfectamente acomodados y apilados...

...Salvo algunos cuadernos.

Lucían visiblemente desgastados, comos si los hubiesen usado constantemente, y cada uno era diferente: Uno tenían múltiples dibujos, mientras otro simplemente estaba a rebosar de texto, y, en mi opinión, era el más desgastado de todos. Supongo que, por ello, fue el que más me llamó la atención, por lo que preferí comenzar la investigación por allí; después de todo, un buen cuaderno con muchas notas para comenzar a documentarme parecía el punto perfecto de partida.

Hasta ahora, los objetivos de los Gamma eran ajenos para todos nosotros, y pese a que tal vez los escritos de Iota no me aclarasen muchas cosas (ya que cada científico parecía buscar su propio beneficio) tal vez pudiese encontrar algo que me fuese medianamente útil. Además, todavía queda la incógnita sobre aquello que dijo Iota, sobre esa tal "Tau".

¿Quién sería? ¿Qué había pasado? Tal vez aquí podría encontrar algo sobre aquello, nunca se sabe.

 

Ian abrió el cuaderno con cuidado... definitivamente, la letra de Iota que se apreciaba en todos los demás escritos apilados no coincidía con esa. Aquella era una letra mucho más regia, que parecía casi hecha con regla y planificada milímetro a milímetro. Lastimosamente, muchas hojas estaban arrancadas. Anotaciones en rojo aparecían aquí y allá... hechas por Iota, seguro.

Una de las primeras páginas decía algo sobre un mundo "alterno" al nuestro. Venía marcada con el número "2"


Descubrí al fin qué es lo que había pasado. De algún modo, había abierto la puerta hacia aquel otro mundo: hacia aquel fascinante mundo. Al principio no lo entendía. Creía que era una especie de mundo paralelo, distinto al mío... pero en él, todo parecía ser tan maravilloso... todo estaba bien, todo estaba en orden. Todo era tal y como debía de ser. ¿Se trata del mundo espejismo?

Ilusionada, todo parecía solucionado a mis ojos. Pero, cuando comprendí que lo que había sucedido era algo muy distinto a lo que yo pensaba en un principio... entonces me preocupé. Porque, si eso era cierto, yo, simplemente... había visto un pasado muy lejano. Sí. Aquel mundo no era un mundo distinto al mío. Era exactamente el mismo, pero... años atrás. No había logrado abrir las puertas a un mundo nuevo. Había duplicado el mío. El mundo espejismo es una especie de dimensión paralela que representa a nuestro propio mundo muchísimos años en el pasado. ¿O quizá es más complejo que eso?


Tras varias páginas arrancadas, por fin había otra escrita; era la página "5":


Él era la clave. Era un sacrificio necesario, después de todo. Todo se solucionó a costa de su sufrimiento. Debo investigar acerca de "él". No es como si me sintiese culpable por ello. El fin justifica los medios, y yo lo he logrado; he logrado salvar al mundo. ¿De qué catástrofe hablaba Tau?

El próximo paso era abandonarlo todo. Había desafiado a las leyes de la física a cambio de la salvación. Ahora, lo había conseguido; me había erguido como la propia diosa de este lugar, de algún modo u otro. Por lo tanto, lo único que me quedaba era salvarme a mí misma. Me merecía aquella salvación.

Pero mi sed de conocimiento no estaba saciada.


Nuevamente, se interrumpía el diálogo normal para aparecer un par de hojas arrancadas más, no presentes en el cuaderno. La próxima y penúltima página escrita era la número "8".


Ni siquiera mis maravillosas creaciones lograron solucionar el problema. Creaciones. Esas creaciones son la clave de todo. Necesito encontrarlas, puede que ellas me lleven hasta Tau. Jugar a ser diosa no parecía agradar al "equilibrio" del mundo. Pero no, no lo iba a permitir, no podría permitirlo. No estaba dispuesta a sufrir mil veces; no había llegado tan lejos para que mi maravilloso paraíso se viese alterado por una estupidez. El sufrimiento de una podría evitar el sufrimiento de millones; y el equilibrio del mundo. Ya provoqué que mi amigo sufriese; ¿por qué no iba a sufrir también yo misma?

Era imposible evitar la muerte; un nuevo cambio provocaría un daño irreversible, y ya no podría controlarlo más. Mi paraíso debe mantenerse intacto. Debe ser único e inamovible.

Así pues, ¿qué me quedaba por hacer? No podía seguir jugando a ser diosa... así que...

Debería dejar de jugar... y hacerlo realidad. En este punto, puedo decir con rotundidad que Tau enloqueció. Nada de lo que explica en sus escritos parece coherente.


Tan solo faltaba una hoja entre la número 8 y la 10... y ésta parecía ser la última.
La letra, aquí, era mucho más borrosa. Como si la escritora hubiese estado escribiendo con mano temblorosa a lo largo de toda la página.


Una vez que de el paso, no habrá vuelta atrás. Seré la diosa de este mundo. Seré la diosa de todos los mundos. Y, con mi mano divina, podré arreglarlo todo.

Pero, ¿y si ni siquiera eso basta? ¿Habrá sido todo en vano? No, no, nunca permitiré que mis esfuerzos sean inútiles. Si no puedo hacer que todo sea perfecto incluso después de convertirme en el núcleo de todo, en la creadora, simplemente lo destruiré todo. Antes que ver mi paraíso en desequilibrio, prefiero verlo desaparecer. ¡Y podré volverlo a hacer desde cero! ¡Y será perfecto! ¡Perfecto como debió ser éste! ¡Perfecto y maravilloso! ¡Inamovible!

Tau... ¿qué te pasó? ¿Por qué hiciste todo esto?
Después de leer los informes, solo hay algo que pueda sacar en claro: ya sé dónde debo buscarla. Todo apunta al mismo lugar...

El mundo espejismo.

No puedo permitir que alguien robe estas notas. Así que las arrancaré y me aseguraré de que no acaban en malas manos. Si una mínima parte del delirio de Tau es cierto... no quiero ni pensar hasta qué punto trasciende esto.

Tau, hermana. Voy a encontrarte.

 

Poco a poco fui leyendo las páginas de aquel cuaderno desgastado por el uso; leí lentamente cada una de sus 4 páginas, con la respiración cada vez más entrecortada. Cuando terminé de leer, cerré lentamente el cuaderno. Después... tuve que volver a abrirlo. Falto ya de toda delicadeza, volví a leer una y otra vez esas cuatro páginas hasta el cansancio. Lo que me presentaba aquel texto era demasiado complejo, y el hecho de que faltasen más de la mitad de las páginas no ayudaba en lo absoluto.

Sin embargo, creo que podía hacerme al menos una pequeña idea de como iban las cosas. Pero aún así estaba muy lejos de entenderlo todo; era obvio que necesitaba el resto de las hojas, y que, aún así, no sería capaz de entenderlo todo. Ni Iota, con su brillante mente y cantidad de recursos, fue capaz de hacerlo hasta instantes antes de su muerte. Sin embargo, ella había logrado trazarme un camino recto de partida, y si bien este se encontraba ahora lleno de obstáculos con la desaparición de las hojas, ya tenía al menos algo con lo qué empezar.

Había, además, otra cosa que me inquietaba mucho: parecía que Tau, igual que Iota, había estado cuerda en algún punto, e incluso pareciera que sus intenciones iniciales eran buenas. Trató de salvar un mundo (¿El nuestro? ¿El Espejismo? ¿Ambos?... ¿O alguna otra cosa desconocida?) por sí misma, sacrificando todo lo que poseía... pero al parecer, las cosas salieron mal.

Aquello hizo que me pusiese nervioso.

Era justo lo que yo deseaba hacer, salvar la mayor cantidad de vidas posibles, aunque para ello tuviese que sacrificar la mía. ¿Pero y si algo salía mal? ¿Y si terminaba como Tau? ¿Continuaría a caso con un ciclo de destrucción iniciado desde hace tiempo?... personas cuyos ideales u objetivos son nobles al principio, pero con el tiempo los acontecimientos los transforman a ellos mismos en cosas bizarras, que creen hacer lo correcto, pero en realidad...


Sacudí la cabeza, en un intento desesperado de no pensar demasiado en ello.

—Tal vez un cuaderno con dibujos me venga mejor —me dije, mientras comenzaba a hojearlo.

 

El cuaderno con dibujos podría parecer algo inocente y simple, pero... nada más lejos de la realidad. Era ciertamente espeluznante ver lo que había ahí, dibujado, acompañado todo ello de anotaciones de la propia letra de Tau.

Para empezar, la primera hoja había sido arrancada, salvo por un trozo que quedaba aún enganchado a la libreta; "Vakuum", esa era la palabra que aparecía escrita en ese trozo de hoja arrancada. Pero el resto de páginas... en el resto de páginas...


En el resto de páginas había un dibujo detallado, en blanco y negro, de cada uno de los holders que Ian conocía, y de más aún. Effy, Hubert, Emily, Chad, Liza... incluso Bruno Black; incluso el propio Ian. Cada página estaba dedicada a uno de ellos, con un dibujo que parecía más bien una fotografía, dado su nivel de detalle, y, junto a éstos, el nombre del dibujado, una descripción física, una psicológica, el pokémmon inicial seleccionado por cada uno de ellos... y lo más espeluznante de todo es que todo aquello era cierto. Ni uno solo de los datos que aparecían en aquella libreta eran falsos, ni uno solo de los dibujos tenían un trazo distinto a los rasgos de los aventuraros.

Cuando Ian dejó de mirar esos dibujos, se dirigió al final de la libreta. Tras varias hojas en blanco, la última tenía varios dibujos más, dibujos, esta vez, coloreados con todo detalle. Un dibujo de una niña, de una niña que Ian no había visto en su vida... o, al menos, no que él recordase. Había además un dibujo de lo que parecía ser el pokémon legendario Celebi, siendo, no obstante, de color rosado; un dibujo de un pequeño Ralts, y... un dibujo de un pokémon gris, coloreado con el propio lápiz, pero totalmente emborronado tras haber sido borrado con fuerza e ira. Sobre la cabeza de la niña, además, aparecía dibujado un Chikorita. Un pokémon con forma estrellada, el que parecía el legendario Jirachi, flotaba además en lo alto de la página. Y, por último, un pequeño Eevee estaba dibujado en una de las esquinas de aquella página que era, al mismo tiempo, entrañable y espeluznante.
Pero quizá lo peor de todo aquello, lo más inquietante... era que el dibujo de la niña estaba firmemente tachado con una cruz firme trazada con lápiz sobre el mismo.