Mazmorra Guarida Gamma

—Esto es extraño —comenté para mí mismo, un poco ajeno a lo que ocurría a mi alrededor.

El armario contenía lo que en otros tiempos fueron los uniformes de quienes trabajaban en este hospital, cada uno con una placa de identificación donde figuraba el nombre de sus propietarios. Los memoricé, para el caso de que fuesen relevantes en el futuro.

Pero lo más llamativo no radicó en lo encontrado, sino en una ausencia: el del uniforme de Lyanna.

¿Qué significaba el hecho de que faltara su ropa de trabajo? El informe leído por Mimi dejaba en claro que fue enfermera de este sitio. Pensé... Aunque no podía hacerlo tanto, pues me faltaban muchas piezas del rompecabezas que, de seguro, tenían mis amigos. Aunque no me dio tiempo de pensar, pues unos gritos atrajeron mi atención.

Provenían de la base del edificio, y reconocí en ella el tono dulce de Emily.

—Yo voy —les avisé a Effy y Mimi, las únicas que no se habían retirado tras la surrealista batalla de Lucas y el chico al que no conocía.

Al llegar a la ventana, corroboré que se trataba de ella. La saludé con una mano en el alto y, acto seguido, volví a liberar a Magmortar. El pato de fuego me miró con sus ojos serenos, atento a cualquier orden.

—Sube a Emily y su pokémon —le pedí—. Seguro traen novedades.

Magmortar asintió y se lanzó a la base del edificio.

 

Mimi Honda

—Ugh... no hay manera— solté con cierto fastidio, dejando el teclado de lado cuando la puerta del laboratorio volvió a abrirse. No había conexión a internet, por supuesto, tan sólo las dos carpetas mencionadas y un fondo de pantalla soso y bucólico. Aquella brillante luz blanca, sumada a la penumbra general del cuarto comenzaban a dañarme la vista. Apoyé la palma de mi mano sobre mi mejilla con desgana antes de soltar un profundo suspiro de resignación.

Diablos...

—No había nada en esa habitación más que lo que encontró Hubert… —informó Effy a mi espalda, a lo que yo le dirigí una mirada por encima del hombro—. Creo que la única pista que nos queda por investigar aquí es esa carpeta de pacientes, quizás haya algo más sobre Panpour allí, pero sin la contraseña… —divagó. Ya, que no podríamos hacer nada sin esa maldita clave... Estaba demasiado agotada para pensar ahora....— en cualquier caso, ¿has logrado contactarte con Emily? ¿Ha dicho algo de interés?

Asentí sin más. Recordaba con perfecta claridad las palabras de Emily, pero me había pasado una noche entera sin dormir y estaba agotada. Demasiadas emociones por un día para alguien tan joven... ¡Necesitaba mis ocho horas de sueño para ser Mimiko Honda!

—Al parecer la sustancia de la ruta 310 se llama ''Toxicina A-27''— expliqué con la misma expresión aburrida, jugueteando entre mis dedos con un gastado lápiz—. Emily también mencionó un cuadro donde aparecían el alcalde y una chica... Creo que puede tratarse de la misma Lyanna Glenn, pero no cuento con más datos para corroborarlo...— finalicé— Y supongo que eso es todo por el momento...

Me dejé caer sobre la mesa, apoyando mi cabeza sobre mis brazos a modo de almohada. Arceus... estaba tan exhausta... tanto física como mentalmente. Pasar una noche entera sin dormir no me hacía ningún bien... ¡Y seguro que tenía unas enormes y anti-estéticas ojeras, lo que era aún más horrible!
Cuando cerré los ojos para descansar aunque fuese un par de minutos, la voz de Emily se materializó insistente en mi cabeza.

''Necesito que miréis en la maquinaria y medicamentos si es que quedan en el lugar, si tienen un marca específica. Son dos Ekans rodeando a una copa. Me serviría muchísimo eso y cualquier otra información que hayáis sacado.''

¡Ah!

Alcé la cabeza de golpe, como un resorte. Aquel recuerdo pareció despejar por completo las neblinas del sueño.

—¡Ekans!— exclamé súbitamente, volviéndome para mirar a Effy con ojos brillantes—. ¡Emily también mencionó algo sobre dos Ekans rodeando una copa! ¿Tienes alguna idea sobre dónde podamos encontrar un símbolo así?

 

—¡Qué bueno volver a verte, Emi! —saludé contento, correspondiendo a su abrazo. Una vez nos separamos, comencé a relatarte un poco sobre lo que aconteció en el edificio—. Confieso que me uní tarde a esta investigación. Larga historia —recordaba mi experiencia en el Espejismo—. Pero lo que te puedo decir es que posiblemente se haya producido un asesinato en este lugar, el de una enfermera llamada Lyanna Glenn. Vamos al laboratorio —invité, animándola con leves palmadas en la espalda— Allí se encuentran Effy y Mimi. Tengo la certeza de que están mejor informadas que yo. También estuvieron Alpha, Steve, Lucas y una persona a la que no conozco, pero se retiraron hace unos momentos.

>>¿Y tú, dónde estabas? —pregunté, mirándola con curiosidad.

 

Mimi Honda

Antes de que Effy pudiera responder, sin embargo, la puerta del laboratorio se abrió por cuarta vez. La voz clara de Emily sonó entre las cuatro paredes del desolado laboratorio. ¿Emily? ¿Qué hacía Emily aquí? Me volví para mirarla. Iba acompañada por Hubert, aunque la verdad no recordaba haberle visto salir en ningún momento... ¿Dónde se había metido todo ese tiempo?

No me paré demasiado a pensarlo, sin embargo... la entrenadora acabó por confirmar mis sospechas sobre la enfermera y me sentir como toda una detective. ¡Lyanna era la hija del alcalde, la chica del cuadro! ¡Lo sabía! Me sentía tan genial... Oh, nonono... ¡Era tan genial! ¡Mimiko Honda, gran entrenadora y mejor detective si cabía! ¿Cómo no iba a dejar que se me subiese el ego en situaciones como esas?

Ante aquel testimonio, sólo pude cruzarme de brazos y ladear una media sonrisa orgullosa. Brillante. Sencillamente brillante.

—''... y él la metió en la hospital a traición porque tenía que intoxicar el agua.— ¡¿Qué?! Me volví de súbito, sorprendida por aquel último dato— Era el plan del alcalde. No se sabe con certeza si ella murió, pero él también lo piensa. Empezó a encontrarse aquí con un ladrón y un día descubrió un colgante que dentro tenía la foto de un Pansage.''

Hizo una breve pausa. Yo por mi parte... me quedé estática durante un par segundos, analizando aquel chorro de información. U-un momento... ¿Lyanna fue usada por su padre para envenenar el agua? ¿Qué... demonios? ¿Qué pasaba entonces con la grabación que encontró Steve? ''...Un sujeto decía que iba a hacer eso "siguiendo órdenes de arriba" y donde una mujer parecía estar en contra, pero... no se sabe qué pasó con ella. Al final de la grabación se oía un golpe súper fuerte y a ella gritando, así que... bueno, las posibilidades son tétricas.''

Un sujeto... Un hombre. Y Lyanna era una mujer. Y lo demás... No pude evitar alzar la voz e interrumpir el monólogo de Emily.

—Espera, ¿Por qué se encontraría la rata del alcalde con un ladrón?— pregunté entonces, con el ceño ligeramente fruncido. Me sentía confusa y era terriblemente molesto— . ¿Y con qué motivos? Oh, vamos... algo no está bien ahí, ¿no es obvio? En la grabación se escucha perfectamente la voz de un hombre comentando los planes del vertido. Si la chica que se oye después interponiéndose es Lyanna... ¿Por qué trataría de evitarlo si ese era su objetivo? ¿Se arrepintió? ¿Tenía un cómplice...? Aah, yo ya no entiendo nada...

 

—¡Ekans! —exclamó Mimi de repente, haciéndome sobresaltar. Luego ella procedió a explicar lo mencionado por Emily acerca del logo de dos Ekans rodeando una copa…

Pero antes de que pudiera comentar algo al respecto, la puerta se abrió de un tirón para permitir la entrada de Hubert y, toda una sorpresa para ambas, Emily. En qué momento había llegado, jamás lo sabríamos, pero ciertamente era un alivio tenerla allí; sería mucho más fácil intercambiar conocimiento entre lo que descubrió en la Compañía Óleo y lo que habíamos hallado aquí.

Sin embargo, lo que nos contó fue mucho más de lo que esperábamos oír… ciertamente fue una sorpresa enterarnos que Lyanna Glenn no había sido una inocente víctima, sino que todo lo contrario, había sido una de las autoras principales de la contaminación. Pero entonces, ¿qué significaba esa grabación que encontró Steve? El alcalde le había confirmado a Evelyn que la voz de aquella mujer era la de Lyanna, ¿pero por qué se oponía, si decía el alcalde que ella intentó seguir adelante el plan a toda costa? ¿Acaso mentía para quedar bien él, o era algo aún más complejo?

—Esperen, si Lyanna era la hija del alcalde... —musité a Mimi y Hubert, una vez Emily se marchó del laboratorio. Recordé de súbito cuando empezó todo esto, lo primero que hice al comenzar esta investigación—. ¡Olivia! La señora que entrevisté en Isla Caballete... ella dijo que su hijo solía trabajar aquí. ¡Tal vez él sepa la contraseña del ordenador!

Era una posibilidad remota, pero era la única pista que me quedaba de momento... a lo mejor podíamos descubrir algo más. Si estaba protegida con una contraseña era porque algo oculto debía haber allí, ¿no?

—Iré a buscarla a la isla; los contactaré con Holomisor si descubro algo nuevo —declaré, marchándome por la misma puerta que salió Emily. Corrí hasta llegar a la ventana por la que había entrado, donde salté al lomo del recién liberado Skarmory tras regresar a Flareon a su pokebola. Enseguida partimos rumbo a la isla a través del vasto cielo nocturno.

 

Mimi Honda

— Humm... bueno, escuché que el ladrón decía que tenían unos trapicheos— explicó Emily, a lo que yo le dirigí una mirada de circunstancias—. Y bueno... ya que el alcalde se ha entregado deberíamos preguntarle al señor detective en cuánto podamos, a lo mejor él ha sacado más información~

¿El alcalde ya se había entregado? ¿Tan pronto?

—¿Trapicheos...?— repetí como si fuese la primera vez que escuchaba esa palabra. La miré un largo instante. ¿Qué...? —. Ya, pero... ¿qué clase de trapicheos?— insistí— ¿Y que pintaba el alcalde en eso? ¡Aargh, rayos! — suspiré con cansancio, agotada. Echándome el antebrazo sobre los ojos me dejé caer contra el respaldo de la silla, sin energías ni fuerzas—. Como sea... Avisadme cuando todo esto haya acabado...

No siquiera alcancé a escuchar las últimas palabras de Effy. Mi voz fue un soplo bajo, ininteligible. Había llegado a mi límite.

 

Por desgracia, la máquina sólo le mostró a Emily la misma información que previamente ya habían recibido los holders... no parecía tener mucho más que ofrecer.

 

>>A.....A......¿Acaso ustedes están saliendo? Vaya, juraba que Destiny realmente era la indicada.... o que al menos duraría más. —Ian encogió los hombros y negó con la cabeza, en un imaginario gesto de decepción—. Supongo que fui demasiado ingenuo por pensar que realmente tendrías algo serio; cada vez que te veo tienes una novia diferente. Primero Delta, luego Rhyme, después Destiny; pasó el tiempo y la engañaste con Gamma, pero cuando te reconciliaste con Destiny de nuevo, creí que al fin habías cambiado. Bueno, no puedo decirte como vivir tu vida...

¿Saliendo...?

En mitad de su sueño, Mimi apretó la mandíbula y frunció el ceño, molesta. Por mucho que tratase era incapaz de quitarse esa escena de la cabeza. ¿Cómo hacerlo? Por culpa de aquello había perdido la amistad de Alpha. Por culpa de aquello ahora la trataba como si no existiera, como si la odiase. Espera... ¿Y si la odiaba de verdad? Aquella idea... Algo como eso... Sencillamente no podría soportarlo.

''Eres una idiota, Mimiko Honda''

—Ngh...— se quejó, sus cejas temblaron cuando su gesto se contrajo en una mueca de disgusto. Más que molesta parecía... adolorida. En su fuero interno le echaba profundamente de menos. Le dolía esa indiferencia, esa frialdad... actuaba como si ella no fuese más que una extraña.

***

Lentamente, aún con el antebrazo sobre la frente, Mimi entreabrió los ojos. Se quedó un largo instante observando el techo en penumbras. ¿Qué más podía hacer? ¿Es que ni siquiera iba a poder dormir hasta que hubiese solucionado aquello? ¿Por qué siempre le pasaban cosas como esas? Por el rabillo del ojo vislumbró la silueta de Alpha. Allí seguía, dormido sobre la mesa. Su expresión era realmente tranquila, apacible. ¿Qué estaría soñando? ¿Le preocuparía de algún modo lo mismo que ella?

—Idiota...— masculló desviando la mirada—. Soy idiota... no voy a arreglar nada quedándome aquí...

Pero el orgullo y el miedo hacia aquellos sentimientos que desconocía le impedían mover un sólo músculo. ¿Qué hacer? ¿Y cómo? ¿Intentar hablarle de nuevo para que saliera corriendo, para que la ignorase? Ni modo, algo como eso estaba por completo fuera de cuestión. ¿Disculparse? Ya lo había intentado. Hablar sobre la investigación era echar agua sobre el mar. ¿Qué tal... admitir lo que sentía?

Sus mejillas enrojecieron súbitamente. ¿Ah? ¿Admitirlo? ¿Admitir qué? ¡Nononono! ¡De ninguna manera! ¡Ella no podía hacer algo tan vergonzoso como eso! ¡Es decir... nunca! ¡J-jamás de los jamases aceptaría algo así! Aunque fuese el único modo... Aunque fuese su única esperanza. Dejó caer el antebrazo sobre sus ojos. El sueño se había ido, pero sentía una profunda sombra de pesar.

No podía centrarse en la investigación cuando su mente estaba sumida en sus propios problemas. No le gustaba en lo absoluto sentirse así. Incapaz de manejar algo que se le iba de las manos, que se escapaba por completo a su control. Mimi debía saberse sobre terreno seguro, si no sentía tener el control sobre la situación, fuera la que fuese esta, su estado emocional se desequilibraba por completo.

Y en momentos como aquellos no era más que una niña llorona y asustadiza.

¿Por qué no podía sincerarse como todo el mundo? ¿Por qué tenía siempre que anteponer el orgullo a todo? ¿Realmente esperaba lograr algo con eso?

***

Mimi Honda

Un ruido no lejano me despertó. Ni siquiera sabía cuanto tiempo había dormido, al final no había podido aguantar el cansancio de ninguna manera. Aunque había sido un sueño confuso y en lo absoluto reparador me sentía algo más descansada. Nada más despertar, me noté mucho más cálida que antes.

¿Q-qué era eso suave y caliente que tenía encima? ¿Una chaqueta?

—¿Hm?— musité, confusa. Cuando al fin había logrado conciliar el sueño... Froté mi ojo derecho en un intento por despejarme—. ¿Emily? ¿Eres tú?

 

Sobre la mesa había varios productos y medicamentos... y uno de ellos tenía un logotipo especial: un par de Ekans rodeando una copa.

La caja estaba vacía. Parecía ser solo una caja de muestra. Sobre la mesa había, además, una factura... ¡en la que se compraban miles de unidades de dicho producto! ¡Miles! Eso sí, la factura era ilegal y no tenía identificación del comprador ni del vendedor.

El producto se llamaba "Vidrina". Parecía ser que dentro de la caja había una serie de sobres llenos de algúnico líquido; no obstante, como ya se ha dicho, la caja en cuestión estaba vacía.

Añadida a las pruebas la Vidrina

 

Mimi Honda

Y de pronto el tono estridente de Emily despejó todos mis sentidos. ¿Qué rayos...? ¿Había encontrado la doble copa de higía...? ¿Dónde estaba? ¿En qué momen...? Tuve que cubrirme los oídos con las manos porque su voz extrañamente alta hizo que me zumbasen los tímpanos.

—¡Me voy a la Compañía! — la oí gritar, mientras salía corriendo de la sala. Emily solía ser hiperactiva, pero jamás pensé que tanto... Parecía un clon barato de Effy. La seguí con la mirada hasta que desapareció tras la puerta, con la confusión escrita por toda la cara.

— ¿Ah..?— musité.

¿Qué había sido eso?

 

Todavía me encontraba revisando el interior del armario, en busca de algún otro elemento que tuviera relevancia, cuando el grito emocionado de Emily me arrancó un ligero respingo. Hablaba del símbolo de unos Ekans cruzados ante un copa, que al parecer encontró entre los medicamente que se hallaban desparramados sobre una mesa.

—¿Emily? —pregunté, poniéndome de pie.

Pero la chica se encontraba tan entusiasmada que no pareció oírme; claro está, tampoco le hablé en un tono alto y claro, de modo que la pregunta quedó ahogada bajo el volumen de su voz. El cual, por cierto, acababa de despertar a Mimi.

Antes de que nos diésemos cuenta, se retiró del laboratorio. Apenas sí tuve tiempo para ver, desde la puerta, cómo saltaba por la ventana de la habitación y se iba, volando en Tranquill.

—Sea lo que sea que haya pasado, espero ayude a resolver este caso —comenté, mirando por sobre mi hombro a Mimi— Creo que lo mejor será seguirla, ¿te vienes conmigo? Y de paso, podrías contarme qué averiguaron en Isla Caballete.

 

Mimi Honda

—Hum— accedí a la proposición de Hubert con un leve asentimiento, antes de incorporarme de la silla y apoyar la chaqueta de Emily en mi regazo. Me quedé unos instantes en silencio, pensativa. Había algo que picaba mucho mi curiosidad. Algo que había dejado de ser una hipótesis hace bastante tiempo—. Pero antes de eso... —continué— . Antes de que nos vayamos... Hay... Hay algo que quiero preguntarte.

Alcé la mirada, directa. Mis ojos azules se cruzaron con sus orbes café. Mi expresión era seria y determinada, pero mis ojos mostraban serenidad y calma. Era el momento propicio para preguntarle ahora que estábamos solos. Bueno... Técnicamente. La curiosidad me carcomía. ¿Qué había pasado entre ellos dos en todo este tiempo sin noticias? ¿Effy sabría ya de sus sentimientos? De verdad, era tan... triste y patético. Por la actitud cordial de ambos me atrevería a decir que allí no había avance alguno...

Pero aún así, me vi obligada a cuestionarle.

>> ¿Se lo has dicho ya?

 

Hubert

Mimi accedió a mi propuesta con tranquilidad. Antes de que iniciáramos cualquier movimiento para irnos del edificio y sus alrededores contaminados, la chica clavó sus ojos azules en los míos, señal clara de que se avecinaba una pregunta que me dispuse a contestar.

El tema de su interrogante acabó por tomarme desprevenido. Aparté la vista, sintiendo un ligero calor en la zona de las mejillas. Pero, al final, volví a mirarla los ojos y rascándome la nuca, apenado.

—Temo que no —confirmé—. Pero porque todavía no encontré la ocasión más idónea —al final mostré una sonrisa sincera, pues el tema no me afectaba mucho—. Digamos que no tenemos un minuto de descanso, pues siempre estamos viviendo aventuras y peligros que nos mantienen distraídos. La última vez, acabamos internados en un mundo paralelo a éste, y nuestros caminos terminaron separados. Nos reencontramos aquí de casualidad, pero ahora siendo partícipes de una investigación policial —me encogí de hombros—. No me parecen momentos adecuados para confesar algo tan importante como los sentimientos. Es mejor hallar un momento de paz... Pero ahí está la cuestión: que no solemos tenerlos —reí.

 

Mimi Honda

Hubert enrojeció ante mis palabras, pero mi expresión no varió lo más mínimo. ¿Ah? La verdad es que su respuesta era algo que esperaba y que me hizo suspirar con exasperación. Rayos... ¿No encontrar la ocasión idónea? ¿Qué demonios? Era una excusa muy floja... demasiado. ¡Era una excusa tan vaga que no excusaba nada realmente!

Frunciendo ligeramente el ceño, puse los brazos en jarras.

—Si sigues esperando el momento idóneo y te quedas ahí parado como un tonto no vas a lograr nada— le espeté con total sinceridad. Y era cierto... ¿Que no tenían un minuto de descanso? ¡Tonterías! No era más que una excusa burda que tan sólo detonaba vergüenza y miedo. Mi expresión se dulcificó cuando continué, sin embargo—. El momento idóneo es cualquiera, sólo tienes que tener el coraje para hacerlo. Imagina por un momento que eso que esperas nunca llega. Imagina que te resignas a esperar y esperar... Y que alguien más aparece en la vida de Effy. Alguien que sí tiene el valor de reconocer lo que siente, alguien que le confesó sus sentimientos cuando pudo. ¿Te arriegarías a perder algo que estuvo a tu alcance solo porque ''no era el momento adecuado''? ¡No me fastidies!

En cierto modo, aquello me molestó. ¿Esperar el momento idóneo? Él podía esperar, él tenía la posibilidad remota de que sus sentimientos fueran correspondidos... Pero yo... Yo... Tensé la mandíbula con rabia, dolida. ¿Por qué era tan injusto?

>>Si te limitas a esperar algo como eso, si te haces a la idea de que es lo que necesitas... — desvié la mirada—. Cuando sea demasiado tarde te arrepentirás de no haberlo hecho antes.

 

Hubert

Como lo supuse, mi respuesta no la dejó contenta. Tuve un deja vú de la última conversación que mantuvimos entre los dos, en la cual tocamos el mismo tema y las respuestas fueron similares. Mimi suspiró con exasperación y, acto seguido, planteó un escenario en donde el momento de paz nunca llegaría. Y otro más, que tenía como suposición principal la llegada de una persona que tuviera el valor de confesar a Effy lo que sentía por ella.

—Bueno... —comencé, más calmado, mientras apartaba una silla para sentarme frente a Mimi—. En primer lugar, no niego que tienes razón —suspiré, negando con la cabeza—. Es gracioso, porque tengo el valor de desafiar a pokémon legendarios peligrosos, meterme en asuntos de un grupo criminal y explorar mundos desconocidos fuera de nuestra realidad, pero no el valor de decir sólo dos palabras a una persona. Admito que todavía me cuesta —miré a Mimi con seriedad—. Pero si llega otra persona a decirle lo que siente, me puedo quedar tranquilo: Effy está concentrada en entrenar, en hacerse fuerte. Persigue el sueño de ganar el Gran Campeonato y no parece ser capaz de pensar en otra cosa, de modo que no creo que llegue a más. Además... —miré al techo, pensativo, imaginando— Se puede decir que soy la persona más cercana a ella, después de la enfermera Joy de Témpera. Sería distinto que se lo diga otra persona... A que se lo diga yo.