Imán

Título: Imán
Tipo: One-Shot.

Resumen: Pequeño relato de amor juvenil. Helen es una chica lógica, entregada a sus estudio y sus ideales; el amor no era su prioridad en ningún sentido. Cuando el sobrino del maestro más desorganizado de su escuela llega de la nada, sus expectativas secretas darán un giro no calculado por ella.

Advertencias: No termina como se espera.
Género: Romance, Vida Adolecente.
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Imán
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No era sencillo ver el magnetismo de las cosas. Ni siquiera era fácil para el mundo aplicar la química en todo en la vida. Pero Helen no pensaba así, ella era un genio y ella lo podía hacer todo sí se lo proponía. Ella quizás no era de las chicas populares, o quizás sí, pero ella adoraba las ciencias y el conocimiento como nadie en su escuela. Su razón iba ante cualquier emoción.

En la institución Haros All School se podía encontrar de todo y todos. Había toda clase de grupos y actividades, era una locura de escuela. A pesar de sus constantes problemas y desorden, Helen amaba esa escuela que la vio crecer.

Como científica que era, ella no creía en el amor a primera vista. Mucho menos pensaba que por amor uno fuera capaz de dar la vida o morir por vivir sin la razón de su sentir. Ciertamente ella pensaba que las personas exageraban. Aunque siempre que este tipo de pensamientos se colaban en su cabeza una auto respuesta de que ella si daría la vida por un familiar y moriría si algo le pasara a sus parientes cercanos.

Constantemente volvía al inicio de sus dudas; con más dudas. Por eso siempre trataba de evitar este tipo de temas, pero en el silencio de su habitación se limitaba a suspirar por los honorables, valientes y guapos héroes de los libros que leía, pues creía que ellos eran imposibles en la realidad y gustaba pensar que algún perfecto caballero la viniera a salvar de sus miedos y debilidades.

En uno de esos días, de esos en los que el maestro no tiene control del grupo y los compañeros se aprovechan de ello montando tremendo escándalo, la chica simplemente ignoraba a su alrededor ensolvida en su nuevo libro. Ya estaba acostumbrada al comportamiento de sus compañeros y ya no se estresaba tanto como en años anteriores.

–¡Orden, que yo soy el maestro!

–¡No lo aparenta, señor patatas! –se burló un pelirrojo.

–¡Philip! ¡Pagaras en la próxima junta de padres! –le sentenció el mayor. –¡Y ustedes también, Robín y Wilson!

–¡Que miedo tenemos! –dijeron los dos chicos fanáticos de la tecnología.

Desesperado como ningún otro, el maestro se sentó en su silla y tomó su cabeza entre sus manos pensando en donde había fallado como profesor. En ese caos de salón y muy adentrada en su libro, Helen no notó que un joven ajeno al escándalo se acercaba tranquilamente al salón en el que se supone estudiaba. Al igual que no se percató que el apuesto joven era quizás todo lo que ella siempre soñó. No se dio cuenta de su presencia hasta que habló y el silencio reinó en su aula.

–Tío… Aquí te dejo las llaves de tu auto. Gracias por prestármelas y perdona por venir a interrumpirte.

Apuesto, rubio, tranquilo, educado, de mirada clara y sonrisa inocente como ningún otro; fue lo que observó la joven lectora.

Todas las chicas quedaron prendadas y todos los chicos quedaron curiosos. Ese joven que entró con sencillez y andar despreocupado llevaba consigo un aura de confianza, un matiz de carisma que a todos le hacían querer ser sus amigos.

–No te preocupes, Logan. No interrumpes. –habló el cansado profesor.

–¡Eso es bueno! – rió el joven. –Pues… Nuevamente gracias tío, te quiero mucho. Ya yo me voy yendo.

El corazón de Helen paró, ella quería seguir viendo a ese apuesto joven que le robaba poderosamente su atención, pero al parecer ella no fue la única pues hasta su mejor amiga Miranda puso cara de circunstancias al escuchar la noticia.

Y el maestro encontró una solución a su problema.

–Pero mi querido sobrino… ¡Quédate! Así me ayudas con mis alumnos y de una vez me pagas el favor que te he hecho.

–Está bien, no tenía nada más que hacer. –se encoje de hombros con una feliz sonrisa.

–Bien, bien, ¡bien! – exclamaba ya un animado maestro. –Siéntate al lado de Helen, y finjamos que eres un estudiante más.

Como joven analítica, Helen entendió rápidamente el plan de su maestro. ¡Vaya desesperado hombre su profesor! Mira que utilizar a su sobrino para sus malvados fines. Pero eso no evitaba que se sintiera nerviosa de la presencia del joven a su lado, pero ella era muy discreta y no dejó entrever su estado.

Luego de que el maestro señalara su lugar, el joven se sentó a su lado, con sonrisa amable y porte sin preocupación. Ella solo se limitó a mirar hacia al frente, sin permitirse flaquezas. Logan se volteó a su dirección sonriéndole para tratar de llamar su atención, pero la testaruda chica lo ignoró.

–Eh… Hola. –la saludó el joven. –Soy Logan Alicea, y bueno... Sí no me equivoco eres Helen.

La chica seguía posando su azulada mirada hacia el frente.

–Sé que estamos en clase, y que quizás la materia sea difícil… ¡Pero quería que supieras que estoy a tus servicios! –la miró posando una mano en su nunca. –Sí necesitas ayudas, yo te daré la mano. Sé que es extraño que te lo diga, apenas me conoces, pero es que me gusta mucho ayudar a los demás y se puede ver que a ti te gusta estudiar. Quizás mis conocimientos te ayuden, aunque también quizás no sea tan bueno en algunas cosas...

Helen no podía aguantar más el monologo del chico a su lado, así que decidió dar un paso arraigado.

–Gracias por tus palabras, Logan Alicea… Pero en estos momentos desearía concentrarme en mi clase. – le dijo sin mirar a su dirección. –Te lo agradecería.

–Está bien, yo me quedo tranquilito. –rió por lo bajo el muchacho. –Pero para cualquier cosa, estaré a tu disposición.

Así pasaron los días, casi transformados en meses, el plan del maestro había sido un éxito y cada vez que podía llamaba a su sobrino para que le hiciera el favor de quedarse precisamente a esa hora. El salón parecía cambiado, ninguna algarabía, ninguna travesura. Todas las chicas atentas y todos los chicos aprendiendo. El sobrino del maestro era muy inteligente, a pesar de su porte despreocupado, sabía de muchas cosas y los ayudaba a todos por igual.

Pero solo había una chica testaruda que no se dejaba ayudar, una chica que se había llevado más de un pensamiento del sobrino del profesor.

En cada ocasión Logan trataba de llamar la atención de la terca chica que no se alborotaba ante su aspecto. El chico era consciente de su atractivo, a pesar de que nunca le sacaba el provecho, y por eso se sorprendía que la chica no actuara como las jovencitas de su edad. Aunque él no se quedaba atrás, mentiría si dijera que no se fijaba más de la cuenta en esa chica que no le hacía caso, sería un embustero si negara que él mismo actuaba como un niño enamorado cada vez que estaba cerca de ella. No lo podía negar, sin darse cuenta, la chica seria atenta a la clase le había robado el corazón. Y esa era unas de las razones por la que se la pasaba en el salón de su tío precisamente a esa hora.

–Logan, ¿vas a una escuela? –le preguntó una chica. –Es que siempre te veo aquí a esta hora en vez de en tu escuela.

–Si voy, pero voy a la escuela nocturna. –le sonrió a los estudiantes, pues se encontraba en un círculo con algunos alumno en una esquina del salón. –De día trabajo en algunas labores temporales, y a esta hora me encuentro libre para venir aquí.

Mirando desde su asiento, en una distancia prudente, Helen escuchaba todo lo que hablaban en el pequeño grupo. Se regañó por sexta vez, pues ya no lo podía evitar. Ese chico desde que llegó se había vuelto un metal que atraía poderosamente su mirada, tal y como sí ella fuera un imán.

Aunque, ¿quién era el imán y quién era el metal?

Sacudió su cabeza, otra vez pensando en tonterías. Y todo era culpa de ese rubio de sonrisa hipnotizaste.

¿Desde cuándo la clase del profesor más desorganizado de su vida se había vuelto en la más esperada en el día? Ella estaba perdiendo la cordura, Helen no se sentía dentro de sí por culpa de un apuesto e ingenuo joven.

La campana había sonado y mucho de sus compañeros se fueron alejando despidiéndose del chico rubio. Ella se quedó, guardando lentamente sus cosas. Solo eran ellos dos…

Y el profesor.

–Logan, te dejo el salón un momento. Iré al baño y luego pasaré por el salón de maestros. –le avisó su tío saliendo por la puerta.

–Está bien, tío.

La chica se puso nerviosa, lo mejor era salir antes de ser evidente. No podía seguir negando que ese chico le gustaba, pero tampoco se iba a permitir ser más del montón que babea por un chico de apuesta apariencia.

–¡Espera, Helen! No te vayas… –le pidió el rubio.

–Lo siento, tengo algo que hacer. –se apresuró a contestar antes de pensar algo más.

Ella terminó de guardar sus cosas e inició a caminar hacia la puerta, interpretando el silencio del chico como un permiso no necesario.

–¿Por qué me evades? –le dijo de la nada el chico. –¿Por qué te escondes de mí?

La chica se sorprendió ante sus palabras.

–Yo no te evado, no me escondo de ti. –respondió nerviosa.

–Si lo haces… Sé que no tienes nada que hacer, los chicos me dijeron que estaban libres. –se acercó a ella. –¿Por qué me evades?

–Que no vaya a clases no significa que no tenga nada que hacer.

–No me esquives la pregunta, por favor. –suplicó en un tono bajo el chico detrás de su espalda. –¿Estas nerviosa?

Helen se sobresaltó, ¿acaso era tan evidente?

–Yo… no estoy... –el chico la interrumpió.

–¿Por qué me evades? ¿Por qué te pones nerviosa? –caminó quedando frente a ella. –¿También sientes esto que yo siento? ¿Te aturde mi presencia? ¿Sientes una especie de magnetismo intolerable entre los dos?

–Logan… –susurró confusa la castaña.

–¿Acaso sientes el corazón loco y la mente pesada de tanto pensar en mí? ¿Sientes este miedo de perderme sin siquiera tenerme como yo lo siento? –se acercó al centímetros de su rostro, bloqueando toda salida para la chica. – ¿Por qué me evades?

Ella se perdió en su serena mirada, se perdió y no encontraba la manera de salir de aquellos ojos que la miraban con tanta sinceridad. Se atragantó con su propio nerviosismo, ese chico le había robado el corazón.

–¿Quién es el imán y quién es el metal? –respondió en un susurro mirándolo a los ojos.

Logan sonrió acercándose despacio a su rostro en busca del sello más anhelado para así responder su pregunta.

–¿Están practicando para una obra?

Pero fueron interrumpidos por el conserje Luisito que los veía atentamente.

Ambos chicos sobresaltados se separaron con los rostros sonrojados.

–Algo así. –contestó el rubio. –La vida es una obra de teatro, sí lo ponemos desde un punto de vista.

Helen se encontraba paralizada, procesando todo lo que había pasado en tan solo unos minutos.

–Yo… ¡Me tengo que ir! –y sin esperar respuesta salió a prisa dejando sus cosas atrás.

El conserje y el chico se quedaron mirando la salida.

–Las chicas son un misterio. –murmuró extrañado Luisito.

–Si, pero son el misterio más perfecto del universo. –contestó el rubio con una sonrisa boba mirando las pertenencias de la chica más inteligente y hermosa que había conocido.

Helen había vuelto para el salón en busca de sus pertenencias, esconderse en el baño por casi toda lo restante de la hora libre no fue lo más maduro que digamos. Al ingresar al salón donde se encontraban sus cosas no vio al chico que le había robado los pensamientos y con el que casi se besaba de una forma anhelante. El único que se encontraba en salón de clases era su profesor.

–Tus cosas están ahí, deberías fijarte la próxima vez cuando salgas de los salones. –rió el maestro. –Que pases buen día.

–Igual, profesor. –se despidió apenada la chica recogiendo sus cosas.

La chica fue rumbo a su siguiente clase, algo sonrojada pensando en lo que había ocurrido momentos atrás.

Cuando ingreso al salón de la profesora Paloma, no presto atención en su entorno y se sentó en su asiento. Como estudiante aplicada sacó la libreta y los materiales que necesitaba para la clase, pero se percató que había un papel entre sus pertenencias. Ella extrañada lo leyó y se sorprendió bastante al leer su contenido.

Me has preguntado una cosa bástate rara, algo que ni yo mismo sé. Pues yo soy como el imán que te he atraído con mis sentimientos… Pero también me siento como el metal que el magnetismo de tu mirada atrae poderosamente, tu mirada y tu presencia son mi imán. ¡Qué confuso me has puesto! ¿No podemos dejarlo en que tú eres mi imán/metal y yo tu metal/imán? Así las cosas serían mucho más fáciles… No creas que te has escapado, cuando Logan Alicea se propone algo siempre lo cumple. Y ahora mi objetivo es hacerte feliz y amarte hasta que estemos los dos viejitos…. ​

Con mucho amor y en espera de tus labios, tu metal/imán, Logan.​

Su sorpresa era grande y no pudo evitar ruborizarse. Ese chico estaba loco, pero era perfecto. Mucho más perfecto que los caballeros que leía en sus historia. Sonrió, el tiempo decidiría si ese chico era la perfecta opción. Por ahora lo que sabía era que estaba enamorada de un chico con complejo de metal/imán. Y por ahora, le iba a hacer caso a su corazón en vez de a su razón.