Cuentos de joven...cuando mi mente se ilusionaba

Cuentos de joven...cuando mi mente se ilusionaba

“¿Sabes qué son las estrellas? Son las lágrimas de la Luna.
Estarás pensado que cómo lo sé, pues mira, te cuento, pero no se lo digas a nadie, porque la prometí que sería un secreto entre ella y yo.

Un día existía un reino donde todos los planetas vivían, y sólo había una chica, la más bonita de todas, era la Luna.

Todos estaban enamorados de ella, excepto su padre el Sol, que la cuidaba de todos los holgazanes.

Un día el Sol organizó una fiesta, a la que iban a ir todos los planetas, y donde la protagonista de la noche no iba a ser otra que la Luna. A lo largo de la noche mientras la orquesta tocaba una serie de vals, mientras la gente bailaba sin cesar uno tras otro, la Luna estaba sentada al lado de su padre en el trono real. Hablaban de los hallazgos estudiantiles de la muchacha y su padre sonreía de orgullo por todo lo que pensaba y meditaba su pequeña.

Pero Plutón cometió un error, y fue pedir salir a bailar a la chica. Su padre se levantó con furia sobreprotectora y le desterró a la otra punta de la galaxia, donde nunca nadie lo volviera a ver, y donde nunca más se pudiese acercar a su hija. Los demás planetas se quedaron helados, y finalmente abandonaron la fiesta. La pequeña odió a su padre, y este no sabía ni qué pensar.

A los años la pequeña ya era toda una mujer, y su padre, a pesar del odio que su hija lo profesaba, decidió hacerla una fiesta sorpresa, donde encontrase pretendiente, para que se fuese con alguien por y para siempre, y suponemos que para que lo perdonase, porque si ella era feliz, él también.

Llegó el día de la fiesta, y aunque inesperadamente, hubo una asistencia máxima. El palacio estaba a reventar, y la orquesta seguía con sus clásicos valses, que esta vez por alguna extraña petición tocaban un tanto más lentos, cosa que daba lugar a entablar el doble de conversación mientras se bailaba.

Entre todos los invitados había uno que le llamaba mucho a atención al Sol. Se llamaba Tierra, y tenía colores muy llamativos, entre azules y verdes intensos, era un chico muy guapo, y al parecer era el más evolucionado de los planetas, con los avances y las novedades de sus inquilinos.

Finalmente el Sol la presentó a Tierra, y estuvieron bailando toda la noche entre risas, y fugaces miradas con picardía y complicidad. Cuando se acabó la fiesta, la pequeña se alejó de todo eso que había montado su padre, y estuvieron hablando. Entre algunas afirmaciones sin sentido, Sol empezó a llorar. Luna no entendía porqué su padre estaba así, pero se daría cuenta en pocos momentos.

Sol estaba enamorado de Luna, y la quería, y se sentía culpable por todo lo que sentía, por eso al final la montó todo eso, para sentirse menos culpable de todo lo que la había hecho durante este tiempo.

Su hija lo miró fijamente y lo dijo que ella también lo amaba, pero que era imposible, y que se iba a ir con Tierra. Y así fue, a los 2 meses se casaron y los planetas viendo que el motivo de su estancia estaba comprometido con la Tierra, se fueron alejando y lugares desconocidos y se asentaron.

¿Que qué pasó al final? Pues que la Luna no podía vivir sin su amor, y de vez en cuando hace una escapada y se va con el Sol…por eso existen los eclipses…y te preguntarás que de dónde salen las estrellas, ya que esta historia ha venido por eso, muy sencillo, las estrellas salen de las noches que hablamos la Luna y yo…porque siempre acabamos igual, los dos llorando…lo que pasa es que sus lágrimas son especiales, ya que en cada una de ellas hay un trozo del amor que siente por el Sol, y por eso tienen luz propia y brillan tan fuerte, y sirven para guiar a tanta gente que las espera, porque es la sustancia que mejor refleja lo que se siente cuando se está enamorado, porque es lo que hace ella por nosotros, para que veamos que hay historias de amor más tristes que la de los mortales, para que veamos que todo se puede superar, y que ella nos va a ayudar, al menos a mi me ayuda.”