Corazones vampiricos

Corazones vampiricos

Antes que nada he pedido permiso a un autor para tilizar esta parte de la historia :
Capitulo 1 : De Maria a Abigail

Mentiría si dijese que en vida fui una mujer fatal, por el contrario era exageradamente normal, con cierto gusto por lo gótico, pero muy escondido dentro de mí ser. Fui criada en el seno de una devota familia cristiana, pero de igual manera la religión nunca significo nada para mí, ¿Por qué he de creer en un dios que permite tanto sufrimiento? y después de mi transformación, estoy totalmente segura que el cielo y el infierno no son ni un lugar ni un tiempo, sino que estan dentro de cada uno de nosotros, pero estas opiniones siempre me las reserve, hubiese sido severamente castigada de haberlas manifestado públicamente. Cuando cumplí veinte años, me di cuenta cuanto tiempo de mi vida había perdido, por obedecer esas normas religiosas sin sentido que mi madre me había impuesto y huí despavorida al entender cual sería mi futuro dentro de esa casa, terminaría casada con un aburrido igual que mi padre y tendría hijos tontos como mis hermanos y como era yo misma. Observe el cielo con detenimiento, la noche estaba despejada y en ella ciento de estrellas brillaban, me invitaban a conocerlas, todas me sonreían desvergonzadamente, fue entonces cuando tome la decisión de labrar mi propio camino lejos de allí, no fue fácil, debo decir que amaba y amo a mi familia, no obstante siempre supe que mi lugar no estaba con ellos, digamos que sabía que mi destino era otro, como sabes las aves que tienen alas para volar.

Recuerdo que tome la poca ropa que tenía, todos dormían ya, hurte parte del dinero que había en la casa y eso sumado a mis propios ahorros me permitiría vivir quizás una semana, tal vez mas, me lleve además un crucifijo de oro que me habían regalado y salí a la aventura, en busca de la vida que me habían negado, pero paradójicamente me tope fue con la muerte

No fue precisamente esa noche, si unas semanas después, había logrado sobrevivir, durmiendo mal y comiendo peor, sin embargo era feliz, simple y sencillamente feliz, no puedo explicar lo que sentía, era libre, era dueña de mi misma, no importaba lo demás, por otro lado la seguridad de haber encontrado trabajo en un almacén, me tenía casi eufórica, la paga era irrisoria, lo cual en vez de entristecerme me dio más ánimos para seguir y por fin podría vestirme a mi estilo, claro cuando tuviera dinero para comprar ropa

El almacén vendía ropa de segunda y cerraba muy tarde, por lo que salía de allí muy entrada la noche y vivía en una pensión como a dos cuadras, lo que me obligaba a caminar un buen trecho sola y en la más acuciosa oscuridad, yo me había ido al lado opuesto de la ciudad, una zona peligrosa pero muy lejos de mi familia. Pese a todas estas circunstancias no sentía miedo o mejor dicho, si lo sentía, pero formaba parte de aquello que yo anhelaba y la adrenalina era la mejor droga.

La noche de la muerte de María Inmaculada, es decir, mi muerte, había salido más tarde que de costumbre del trabajo, caminaba despacio detallando cada centímetro del camino, no tenía ningún afán en llegar a la pensión. Pronto descubrir que no estaba sola en mi paseo, alguien me seguía, sentí miedo y apure el paso, pero el desconocido, sin esfuerzo aparente había llegado justo a mi lado, entonces me detuve, voltee a verlo, yo esperaba a un criminal horrendo, mas fui gratamente sorprendida por un hombre mayor que yo, quizás 24 , era difícil de determinar su edad, su mirada era la de un anciano, pero sus cabellos largos y su estilo era muy juvenil, además era sin duda alguna muy apuesto, creo que sonreí y murmuré algo como “me ha asustado”, el contestó sólo con una inclinación de cabeza, yo seguí caminando y el hizo otro tanto ahora a mi lado, tan cerca de mi, que podía oler el suave ahora que expedía, era algo dulce y me hacía sentir tan en paz, tan relajada y feliz que olvide que un extraño caminaba a mi lado, rompió el silencio con una extraña pregunta:

-¿Por que no estas en tu casa María Inmaculada?- pronuncio mi nombre con un dejo de burla mal disimulada
-¿Cómo sabe como me llamo?- Me molestó mucho que supiera mi nombre, por que siempre lo odie, el enojo en realidad fue mayor que la sorpresa
-María… María… María… el nombre de la madre de dios- esta vez río de buena gana


Yo ya había llegado a la pensión, así que le dije, “no puedo decir que ha sido un placer, adiós”, pero el me sujeto por el brazo y me indicó que siguiera caminando, no hice ningún intento de no acompañarlo, no opuse resistencia alguna, me tomó de la mano, su piel era increíblemente fría y me sujetaba con una fuerza innecesaria, yo no pensaba huir y el aún sabiéndolo, no me soltaba, llegamos a un parque cercano, nos sentamos en el primer banco y con la luna por testigo, procedió a hablarme, pero no con burla, sino con un deseo vehemente de ser escuchado:

-Me pareció que serías una presa interesante, que huirías, que tendría una emocionante caza, mas al acercarme me di cuenta, que inconscientemente me estabas invitando a ello, es muy extraño, nunca había sentido esto de nadie y créeme he vivido muchísimo
-¿Te molesta no inspirarme miedo?
-No, por el contrario, me atrae. Sería absurdo utilizarte sólo como alimento, mi querida María, creo que me sirves para mucho más
-No me gusta mi nombre y odio la manera en que lo pronuncias
-No te preocupes, esta noche nacerás de nuevo, seré tu padre, tu hermano, tu esposo, tu novio, tu amigo, todo para ti de ahora en adelante y como tal te daré un nuevo nombre

Lo mire con ojos de sorpresa, pero no tuve tiempo de decir nada enseguida tomo mi mano y sentí una mordida, rápidamente mis fuerzas me fueron abandonando y entre en cierto estado de sopor que no logró recordar muy bien, recuerdo una sed desesperante y luego como con un beso, se calmó.

Cuando desperté la noche siguiente mi boca sabía a sangre y no sabía donde estaba, estaba encerrada en un espacio muy pequeño, con otro cuerpo pegado al mío, enseguida ese cuerpo habló

-tranquila cariño, ya has pasado la peor parte y yo he estado aquí cuidándote


Me llevo a un espejo y el reflejo que este devolvió me dejo sin habla había palidecido muchísimo, mis ojos, antes marrones habían tomado una tonalidad más clara, un color difícil de precisar, mi cabello se había convertido en una cascada de rizos azabaches y vestía un traje negro de corte muy sencillo, además en el cuello tenía la cruz de oro que me habían regalado, mi acompañante tomo la cruz y me dijo a modo de explicación: pensé que sería bueno que tuvieras un recuerdo de tu vida mortal

No se por qué y no se cómo, pero entendí que había pasado y en que me había convertido, tal vez en la sangre el me había dado ese conocimiento, aún no se lo he preguntado, pero en fin al mirarme en el espejo supe que era otra mujer, la que siempre desee ser o mejor dicho, la que siempre fui a escondidas

-De ahora en adelante serás conocida como “Abigail”, es un hombre hebreo, significa la alegría del padre y eso serás para mí una alegría en la eternidad de mi muerte

“Abigail” murmure y sonreí complacida . Mahad , que asi se llamaba mi nueva familia me invito a comprarme ropa .

Cuando llegamos al local el me compro mi estilo , ese que tanto anhelaba el dark

El era castaño de ojos violetas muy vivaces y supe , por la tristeza de sus ojos , que necesitaba compañía asi que cuando regresamos a la mansión , de una de las tantas que tenia en el mundo , enpeze a tocar el piano .Lo hacia muy bien y el disfrutaba de ello hasta lo vi sonreir no de forma burlona como antes sino complacido

Esto era diferente no era amor lo que me unia a el . Ahora eramos una familia