Una noche aburrida y un poema inesperado.

Luc(y).
​

Porque sus ojos recogían todas las estrellas

Siempre

Daba igual si llovía,

si las nubes no abandonaban sus ojazos,

o si estaba lúcida

–de más o de menos–.

Porque ella era el universo

y qué universo

–y suyo–

y sus ojos el cielo, y las estrellas, y las constelaciones y los astros y los cometas.

Vaya

y la gente seguía mirándolo como un loco

cuándo él decía que ella siempre sería su Luc

(y).