No hay amor que valga una noche

Es difícil describir una sensación cuando esta comprende sentimientos tan contrarios. Un encuentro sexual luego de tanto tiempo siempre ess bien recibido y siempre es algo para sentirse bien, sobre todo cuando es con una persona que tenías en la mira hace tiempo... El problema surge cuando ambas artes están borrachas y que todo se acaba al aparecer la luz del sol.

Trato de resumir todo lo que pueda esta entrada para que no se vuelva tediosa tampoco, pero al mismo tiempo siento que hay muchas cosas que quisiera volcar en letras para sacarme esta sensación del pecho. De partida es que a esta persona siempre la vi como un prospecto para algo más, no digo que una relación, pero espero que todos sepan lo que es tener a alguien relativamente idealizado... Ahora lo hecho, hecho está, ambos lo sabemos y lo aceptamos, lo que ha pasado no se puede borrar, ambos sabremos lo que sucedió y en las condiciones que sucedió y así lo aceptaremos. Así es como en la mañana, luego de que él partiera junto a otros amigos que se quedaron en casa esa noche, recibí un mensaje en el teléfono: "No me gusta hablar de estas cosas. Anoche llegué sin esperar nada, no tenía intenciones de nada. Creo que sería bueno para ambos no hablar de ayer". Y así se acaba todo, en una noche no hay amor que aguante. Quisiera aclarar que mi concepto de amor no es aquel de toda la vida, de relaciones exitosas y largas y el mundo Disney que a todos se nos pinta como utópico y deseable, sino que creo firmemente en otro tipo de amores, amores fugaces que no pasan de unos instantes, pero igualmente amores, pero aquel de una noche, entre todos, me parece el más infame. Y es que ambos jugamos al amor por un rato, ambos nos miramos y nos deseamos, ambos estuvimos ahí, bajo la luz de la luna y colgando de el único hilo de saliva que unía nuestras bocas y que nos salvaba de no caer. "Eres muy lindo", me atreví a decirle con toda sinceridad, sin ningún deseo egoísta de retenerle, sino por decir un cumplido, porque lo creo sinceramente y él... él mismo buscó mis brazos al momento de dormir. Abrazados hasta el último momento, esperamos la mañana en un sillón, disfrutando del contacto con el otro, jugando al amor, pero al momento de ver la luz del sol, la separación fue brusca y no puedo culparlo, pues vivimos un amor infame, que no es un instante que se prolonga en el tiempo, sino un ave que se va en picada y está destinada a morir... Y lo aceptamos. Yo había olvidado la sensación de vacío que me dejan este tipo de relaciones, que ya son molestas con desconocidos... con un amigo me es mucho peor. No hay amor que valga una noche si no hay cariño sincero de por medio.