Kyoani...

No sé muy bien que pensar. O qué decir. La noticia del incendio provocado en Kyoto Animation ayer me dejó con una sensación amarga en el cuerpo, un pesar enorme en el corazón que aún persiste.

Se vienen a mi cabeza aquellos tiempos del 2016, donde Tumbrl bromeaba con quemar Kyoani si el Kumirei no se hacía canon y pienso que... aunque los motivos hayan sido distintos y completamente disparatados—no hay motivos para hacer algo así— nunca nadie debió bromear sobre esto. Porque yo no sé si es casualidad, mala suerte, malas vibras o la inherente maldad humana... pero ocurrió. Ocurrió sin esperarlo y golpeó con enorme contundencia tanto al país como a aquellos que alguna vez hemos disfrutado de la enorme calidad de sus historias.

Al margen del hermoso, sublime y excepcional trabajo y calidad que presentan todas las obras de Kyoani, se han perdido treinta y tres vidas humanas y otras treinta y cinco han resultado heridas, diez de ellas de gravedad. Talento y pasión convergían en este estudio, mismo talento y pasión que se veía reflejado en todas y cada una de sus obras. Mismo talento, pasión y trabajo duro que se ha perdido a manos de un loco.

Mis más sinceras condolencias a los afectados y sus familias por la mayor masacre en Japón acontecida desde la segunda Guerra Mundial. Gracias a todos aquellos que han colaborado en la recaudación de fondos... pero el dinero no traerá de vuelta treinta y tres vidas perdidas ni sanará el dolor de sus familias.

El dinero no sanará los rescoldos de esta tragedia.