He contado esta anécdota cientas de veces y siempre me río con mis amigos, pero la verdad es que me da una arrechera trifásica de esas brutales.
Viví en Venezuela hasta los 15, me mudé a Colombia luego a Ecuador y de ahí (debido a cosas muy malas que me sucedieron en Ecuador y a no poder valerme por mí misma) tuve que hacer un viaje de urgencia hacia Chile para poder vivir con mi mamá y ya no colmarle la paciencia a mi hermana mayor.
El viaje fue en plena pandemia, cuando todas las fronteras estaban cerradas x'D
Obviamente parí muchísimo, no le deseo esa vaina ni a mi peor enemigo, tener que guardar toda tu vida en seis maletas y cargar 2 en cada mano mientras corres intentando evitar los puestos migratorios y a la policía.
Al llegar a Perú (que de hecho es muy bonito, Lima es tan ö) el autobús tenía que pasar sí o sí por un puesto de control migratorio. Nos bajaron del autobús.
Mostré mi pasaporte a migración y aclaré que iba viajando debido a que soy -básicamente- perseguida política en Venezuela y debía reunirme con mi mamá.
Después de eso nos hicieron firmar un documento, antes de que nos devolvieran los pasaportes a todos los extranjeros indocumentados que íbamos en ese bus, le pidieron la licencia al conductor, quien, muy amable y cordialmente se negó, porque no le dieron aparato reproductor la noche anterior.
Entonces por supuesto pasó lo más lógico, los de la migra nos tomaron las huellas a todos y nos abrieron un expediente, 15 años sin poder entrar a Perú.
De hecho es algo lógico si se ve desde el punto de vista de las leyes (más hoy en día viendo las medidas que están tomando los países debido al alto flujo de inmigración que tienen) pero al fun y al cabo, es una anécdota chistosa y amarga que me da risa y arrechera.
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