Ciudad de Babilonia - (1)

Publicado por Octubre De Babilonia en el blog El blog de Octubre De Babilonia. Vistas: 284

— La tristeza me inunda cómo suele pasar cuando todo se repite. Todo lo que haga es cómo si fabricase con piezas que no existen, solo yo puedo verlas pero nadie mas lo hace, y de inmediato todo se lo llevara el viento.

Desde los primeros años de existencia, los habitantes recibían educación pero la nobleza, por decirlo de algún modo particular llevaba ciertas responsabilidades que otros no tendrían.
— Se dice que los oráculos eran nuestros guías, si alguien los contradecía las consecuencias serían funestas. Es lo que he echo en esta época. Mal decisión pero necesitaba probar, necesitaba que se hiciera realidad. Es injusto.
Y así fue con una memoria escasa de recuerdos dispersos que se podía enlazar aquella imagen dónde se ubicaba un templo, o era algo similar a uno, el mármol reinaba en ese sitio. La blancura del sitio resplandecía pero el temor de unos infantes era mas fuerte que todo lo bonito y limpio del lugar. ¿Por qué tan terrorífico? Simplemente, visualizar a un monstruo con túnica o eso aparentaba, bastante alto que levitase de color negro opaco o gris seco, con ojos grandes que no tengas pupilas, sin nariz y con una boca grande deforme, sin cabello en su cabeza, con esos dedos alargados que sentenciaban el destino de las personas menores de edad que allí estaban una al lado de la otra, formando una fila; ¿cómo olvidar esa sensación? Un destino sería clavado para no ser modificado, pero no todo es tan cierto.
— Puedo reconocer esa palabra seguida de otras, con un tono de obligación: "Tú serás la guía del rey, tu hermano se convertirá en un buen rey, el pueblo lo va a elegir. Sin embargo, no podrás formar una familia, no te está permitido que los demás te amen, deberás amar la felicidad de los demás, si rompes las reglas del destino todo será un completo sufrimiento, recuerda mi mandato. No olvides tu lugar en este mundo, eres una guía elemental, solo sirves para educar y cuidar el ecosistema con sus seres vivos dentro. Tú la portadora del Poder Absoluto, tú la hija del rey, tú no posees necesidad de sentir afecto. La soledad será tu vida, y el servicio estará en tus manos."
Esas detonaciones tan arraigadas que marcan con fuego el alma de un infante se produciría luego en lo que es el crecimiento diario de niños pequeños. No todo era cosa de amor y ternura, las responsabilidades de la familia real y sus parientes tenía que ser indolora, inmune y sin ser impura, al servicio de la población de la ciudad (país) y del ecosistema. No había otras opciones, se creía fervientemente en esos seres llamados Oráculos.
La injusticia no era percibida en ese momento, hasta que uno comenzaba a tomar conciencia en el cargo pesado que uno atravesaría a medida que la razón y el vacío se hiciera mas nítido.
— Por eso me cuesta que me amen, no quiero. Dirán que no tiene nada que ver, o que vaya a por psicólogo, ¿pero qué creen que me va a decir? Que estoy loca, que es mi imaginación. No señores y señoritas, es mi destino, el cuál me ha otorgado ser madre luego de mas 13 mil años intentando ser feliz. Dirán: "¿Y bueno, eres feliz ahora?" Temo deciros que no. No por que no lo quiera, pero es tan complicado, Es difícil ser un alma antigua, nadie te comprende, nadie te cree, no existen pruebas de que uno es tal o cuál persona, no hay vestigios, no hay recursos. Quiero llorar o dormir eternamente, o desaparecer, pero no puedo, debo permanecer quieta y bajar la cabeza un millón de veces. ¿Si alguien pudiera revertir mi destino? ¿Si alguien pudiera leer esto sin reírse o burlarse o tomarlo cómo un mero escrito mas? ¿Si alguien comprendiera el sufrimiento que debo pasar todos los días desde que recordé quién era en realidad? ¿Si alguien me tomase enserio? Si alguien.. Si alguien.. lo hiciera, sería tan lindo.
Caminar hacia unos metros mas de aquel templo con sus pies temblorosos llenos de preguntas, tomarse de las manos entre los primos y primas que estaban allí, todos con diferentes ideas de lo que les deparaba su futuro, y pensar en cosas que no comprendían aún, era una experiencia poco común o tal vez era normal, solo que nadie lo podía relatar. Algo privado entre las familias elegidas por el pueblo para gobernar.
Que palabras crueles, que vergüenza, que tristeza, angustia, y humildad en esas miradas de inocentes que plasmaban sus padres, al ver las caras de sus hijos que no comprendían que habían echo mal.
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