Ay París...

Vivo sumido entre dos realidades: París, que me consume poco a poco, y Chile, siempre constante, estirándome su mano que comienzo de a poco a soltar. De pronto el mundo se me ha hecho muy pequeño, tout petit, y Brasil me parece que se encuentra al lado de Santiago.

El llanto ya no va conmigo en las despedidas. porque aunque la gente no esté cerca, el mundo no es más que un trozo de tierra en un vaso con agua a mis ojos, donde el tiempo no existe sino en nuestra imaginación. Adiós se ha vuelto una palabra tan larga.

À bientôt, até breve, hasta pronto, y entonces la nostalgia se hace mínima y la saudade nos abraza, muita saudade de você.

Siempre Chile se me muestra como mi realidad y París como un sueño, oui, oui, un rêve, pero la línea divisoria se hace cada vez más confusa, más difusa. ¿Qué será de mí cuando tenga que elegir, cuando deba despertar? Tres años no son nada para una vida, pero han pasado tantas cosas, que ahora disfruto tanto el sueño como la vigilia y tener que despedirme de cualquiera será un desgarro tremendo.

Quiero abrazar cada rincón y cada calle con mis ojos, quiero recorrer el mundo en un sueño eterno y tener a todos y cada uno de mis amigos cerca de mi casa. Pido absurdamente demasiado y estoy consciente de ello, pero no estoy triste por la imposibilidad de mis deseos, pues sé a ciencia cierta que todos caben en mi corazón.